Sus dedos dejaron de tocar las teclas del piano aunque permanecía con los ojos cerrados, como si terminara de escuchar las últimas notas que emanaban gracias a él. Quería correr hacia él y abrazarlo, sentir su frío corazón derretirse aunque sólo fuera un poco pero estaba segura de que a Tom ese tipo de cosas no le gustaban. -Y una vez más la princesa fue en busca del monstruo.- Abrió los ojos y los clavó en mí, con fuerza, agónicos y llenos de sufrimiento. -Ho... Hola.- Conseguí decir cuando los escalofríos que me provocaba su simple mirada cesaron. -Que princesa tan tonta y masoquista.- Se levantó del sillín frente al piano y comenzó a andar hacia a mí lentamente. Ni siquiera me había percatado antes de que sólo llevaba los pantalones...