Capítulo 76
Capítulo
76
Te
mentí.
Te
engañé.
Te
manipulé.
Y
te usé.
Nunca
supiste este lado de la historia, ¿verdad?
La
parte donde te dije lindas mentiras para conseguirte,
cómo
te hice creerme cuando lloraba.
Debí
advertirte,
pero
por el contrario, construí tu autoestima en lujuria y segundas
intenciones.
Merecías
algo mejor,
y
parte de mí lo sabía.
Quizás
esa fuese la razón por la que
en
lugar de partirte el corazón,
dejé
que destrozaras el mío.
By
Tom
-Asia
ha sido eliminada.- ¡Mierda! Los Kaulitz en Asia habían sido
quitados del mapa por parte de la prole de Markus. Los próximos en
caer serían los chupaculos de Jan en América y después... después
iríamos nosotros.
Sabía
que Markus nos dejaría para el final con el fin de ponernos más
nerviosos. Mi pregunta era cómo cojones iba Jan a hacerse cargo de
esto. Yo no era el líder ahora, él se había hecho cargo porque Eva
decía que yo estaba como una puta cabra. Vale, lo estaba, pero eso
no influía en mis decisiones como líder, nunca lo había hecho.
Cogí
aire mientras Bill me miraba esperando que dijese algo. Si algo tenía
claro era que no iba a morir a manos de ese hijo de puta de Markus
pero claro, yo no podía hacer nada pero sí Jan. Él nunca se había
enfrentado a ellos, no sabía lo capaz que era ese perro asqueroso de
acabar con nosotros. ¿La razón? Yo maté a Adam, o al menos eso
pensaba él.
-Tom,
tenemos que hacer algo.- Solté el aire y lo miré. Sus ojos me
desafiaron como hacía tiempo venían haciendo.
-¿Por
qué no le preguntas a tu querido primo? He visto que últimamente os
lleváis muy bien.- Bill apartó la mirada.
-No
me jodas.- Respondió. Hacía días que Bill entraba bastante en el
despacho de Jan (bueno, mi despacho) y salía al cabo de varios
minutos.- Sabes que nuestra religión está ligada al líder.- ¿Al
líder?
-¿Ahora
Jan es el líder para ti?- No se atrevía a mirarme y lo agradecía,
un desafío más y me lo comía con patatas.
-Te
guste o no Jan es el líder ahora, si no fueras haciendo el tonto y
preñando a tías por ahí, esto no estaría pasando.- Dijo con
rintintín. Maldito Bill...
-Me
importa una mierda lo que digas, ya lo sabes. Lo más importante
ahora es saber cómo cojones vamos a salir de ésta. Te recuerdo que
vienen en busca de la que ellos creen es la diosa que los salvará
pero no está, esa puta loca no existe.- Dije imitando su tono de
voz.
-Tom...
Lilith sí existe.- Lo miré y estaba vez mi hermano no apartó la
mirada.
-No
me jodas, Bill.- Estaba harto del mismo cuento una y otra vez.
-¿Cómo
puedes ponerlo en duda? Tú mismo la has visto. ¿Me vas a decir que
aquella Lilith que viste era la misma a la que amabas?- Sentí como
la sangre empezaba a burbujear en mis venas. Cuando quise percatarme,
tenía a Bill agarrado por el cuello pegado a la pared.
Mis
uñas estaban clavadas en su piel, justo encima de su yugular. Sentía
mis ojos inyectados en sangre. ¿Quería matarlo? No, claro que no,
pero había tocado un tema que no pensaba hablar con él en este
momento.
Sentí
una presencia demasiado fuerte, demasiado para ser de un simple
vampiro. Solté a Bill y me quedé quieto, sintiéndola. Mi hermano
se arrodilló en el suelo, haciendo una reverencia sólo reservada al
líder o en este caso, a un dios.
-¿Podrías
dejarnos a solas, William?- Él asintió y salió de mi habitación,
dedicándome una mirada difícil de descifrar.
Cogí
fuerzas para enfrentarla. Estaba parada frente a la puerta con ese
pelo rubio anaranjado colgando a ambos lados de su blanco rostro, un
vestido blanco suelto que no no marcaba nada sus curvas y con un
escote... ¡dios, qué escote!
-¿Qué
quieres?- Pregunté, apartando la vista de tan increíble anatomía.
-Hablar.-
Me senté en la cama y esperé a que dijese lo que tenía que decir.-
Ríndete.- La miré con una sonrisa sarcástica en el rostro pero
esta vez ella no se estremeció sino que permaneció impasible, fría.
-¿Rendirme
en cuanto a qué exactamente?- Lilith se acercó más al filo de la
cama donde estaba sentado, haciendo resonar los tacones y meneando su
cintura.
-El
bastón de mando ya no es tuyo.- Esta vez fui yo quien se acercó a
ella. La observé desde arriba ya que pese a los tacones, seguía
siendo más baja que yo.
-Creo
que ahora mismo nada me pertenece.- Lilith me miró directamente a
los ojos.- Ni siquiera tú.- Sus ojos se achinaron pero era incapaz
de descifrar que significaba ese gesto.
-Te
equivocas si piensas que alguna vez fui tuya, Thomas.- ¿Thomas?
¿Estaba de puta coña?- Tus acciones hasta el momento han llevado a
tu pueblo a la miseria y al miedo de morir a manos de los
licántropos. Eres incapaz de darles una solución sino que
simplemente permaneces sentado sin hacer nada, con los brazos
cruzados y compadeciéndote. Dime Thomas, ¿eliges luchar o eliges la
muerte?- Me acerqué un paso más a ella, sintiendo esa presencia
casi celestial pero a la vez tan conocida. No dude un segundo en
inclinarme y poner mi cara frente a la suya. Si intentaba hacerse la
dura, conmigo no lo iba a conseguir.
-Deja
este rollo.- Acerqué mis labios a los suyos, saboreando esa suavidad
esas sensaciones que recorrían mi cuerpo.
Ella
no se opuso, es más, creía que deseaba este contacto tanto como yo.
Sentía como mi sangre iba volviéndose más densa en busca de
aquella que pudiese darle ese chute de irrealidad tan dulce.
Agarré
su rostro y la conduje contra la pared, presionándola con ella y mi
cuerpo. Había algo raro que en aquel momento no noté, y puede que
fuese por ello por lo que ella intentaba apartarse un poco sin
separar nuestras bocas, las cuales se devoraban. Mis colmillos
agarraron sus labios y ella gimió. Había perdido el control y supe
que ella también cuando no le importó esa distancia que había
impuesto entre nosotros.
No
recuerdo cómo llegamos a ese momento pero de un momento a otro,
tenía sus piernas alrededor de mi cintura y presionándome junto a
ese lugar que era capaz de volverme loco. No quería llevarla a la
cama pese a que estábamos a escasos dos metros, la quería aquí y
ahora.
Me
hundí en ella tan fuerte que pensé que gritaría de dolor pero no
lo hizo, gimió en un silencio casi ensordecedor. Clavó sus uñas en
mis hombros tan fuerte que atravesaban mi camisa. No tardé dos
segundos en comenzar a embestirla como si la vida me fuese en ello.
Necesitaba tanto este momento y ella también, o al menos ese era lo
que me estaba dejando ver.
No
podía dejar de mirarla casi temblar en mis brazos sumergida en la
lujuria de este momento. Ella también me miró y como siempre, eso
provocaba un efecto tan asombroso como el sexo. Estábamos conectados
más allá de que estábamos follando como posesos, envueltos en
gemidos sin apartar la vista el uno del otro. ¿Había un momento más
caliente que este?
Sentía
como iba a correrme en cuestión de segundos y ella lo iba a hacer
también. Su cuerpo estaba empezando a estremecerse y mis embestidas
se hicieron más profundas a medida que sus gemidos se hacían más
fuertes. Era un placer casi doloroso que no tardé en liberar dentro
de ella. Dios, pensaba que iba a volverme loco cuando sus piernas me
apretaron más a ella y se derritió a mi alrededor.
Sus
piernas se soltaron y rompieron ese contacto entre nosotros. Tenía
la respiración agitada, los ojos cerrados y las piernas casi
temblando. Era una criatura perfecta y yo estaba embelesado
mirándola. Necesitaba un cigarro o iba a saltar a su yugular.
-Elige.-
Dijo cuando su respiración se tranquiló.
-Luchar.-
Dije sin pensarlo dos veces. Era hora de moverse pero cómo. Ni
siquiera sabía si ella era una diosa... ¿Cómo iba a serlo? ¿Y si
lo era? ¿Y esa conversación con Jan, sus besos con él,...?- ¿Y tú
qué eliges?- Ella me miró sin entender a qué venía esa pregunta.-
¿A Jan o a mí?- Lilith sonrió de esa manera frívola que venía
haciendo desde hace un tiempo.
-Elijo
la muerte entonces.- Sonreí, sin saber por qué pero lo hice.
Supongo
que en aquel entonces no sabía nada de lo que pasaría después...
By
Bill
La
sala VIP del aeropuerto se estaba empezando a llenar. Supongo que fue
una buena idea volar en un vuelo comercial mejor que en el nuestro
privado dirección a Alemania, todo por que Markus no nos detectara.
Jan había decidido volver a casa para utilizar todas las fuerzas
posibles para protegernos, es decir, usar al gobierno para
defendernos.
Tom
hacía tiempo que había llegado. Escuchaba música con sus
auriculares mientras escribía en ese blog de notas del que no se
separaba. Me preguntaba qué había ahí... En esta última semana
salía más a menudo de su habitación, se metía a ver al pequeño
Aaron que hasta ahora, era el único que no lo juzgaba.
No
pensaba que Tom estuviese loco tal y como Eva declaró, sabía de
sobra que esos documentos habían sido modificados por el Consejo.
Todos querían quitar a mi hermano del medio ya que él no estaba
haciendo lo que ellos más deseaban... entregar a Lilith. De momento,
Jan tampoco lo había hecho pero lo haría, por eso era importante
que Lilith se hiciera con él para poder controlarlo desde dentro. Si
Jan pensaba que ella era su aliada al menos no la mataría.
El
susodicho entró en la sala VIP seguido por Georg y Gustav. Ninguno
de ellos quería proteger a ese hijo de puta que le había quitado el
puesto a su amigo. Sin embargo, era mejor así. Si Tom se enterase
del peligro que corríamos todos los que estábamos haciendo esto,
haría algo para pararlo y Jan nos descubriría. Sí, nos habíamos
aliado todos en secreto para acabar con Jan y el Consejo usando a
Lilith como cebo. Ella misma se había ofrecido a hacerlo pese a su
estado, si alguien descubría lo que realmente ella ocultaba,
estábamos todos muertos.
-Hola,
primito.- Saludó a Tom. Gracias a los auriculares que llevaba no se
enteró del tono de voz que había utilizado para saludarlo si no...-
Bill.- Le hice una reverencia con la cabeza pese a que era lo que
menos me apetecía de momento.- ¿Y Lilith?
-De
camino.- Respondí. Que se interesara por ella era buena señal.
No
tardamos en embarcar después de que Lilith llegará. Los Kaulitz y
algunos guardaespaldas en un avión, si Markus quisiera matarnos lo
tenía a huevo pero claro, había sido una idea de Jan y eso iba a
misa. Nuestro líder en funciones había decidido sentarse junto a mi
hermana, la cual observaba ausente por la ventanilla del avión.
Estaba seguro de lo manipulada que se sentía por todos nosotros pero
era eso o morir...
-Si
la miras tanto la vas a gastar.- Me dijo mi hermano, con los ojos
cerrados y escuchando música. De lo alto que tenía el volumen, oía
esa sinfonía
una y otra vez. Era esa canción que había compuesto y la que juró
terminar cuando todo esto acabase. Parecía demasiado triste, un
llanto desesperado cantado por las teclas rasgadas de un piano de
cola.
-¿Qué
escuchas?- Pregunté aún sabiendo lo que era.
-¿Recuerdas
cuándo queríamos formar un grupo de rock? Tú, Gustav, Georg y
yo...- Sonreí inconscientemente. Siempre habíamos hablado sobre
eso, había sido nuestro sueño durante muchísimo tiempo pero el
futuro de Tom estaba marcado y supongo que también el mío.- A veces
me pregunto qué hubiese pasado si hubiese mandado todo a la mierda y
hubiese seguido mi sueño.- Continuó. Debía reconocer que yo
también lo había pensado muchas veces aunque por el contrario de mi
hermano, yo había ido a cantar a algunos lares donde nadie me
conocía.
-Cuando
todo esto acabe, vamos a cumplir nuestro sueño. Dejemos todo esto,
salgamos de aquí.- Por un momento, me ilusioné y mi cuerpo vibró.
Hacer lo que me gustaba y salir de esta mierda de mundo.
-¿Y
Aaron?- Vale, ahora Tom tenía responsabilidades y era consciente de
ello. ¡Vaya cambio!
-Aaron
será nuestro telonero. Le damos un sonajero y que se las apañe.-
Dije en broma pero conseguí que mi hermano esbozara una sonrisa.
Volví
a mirar a Lilith, absorta en sus pensamientos. Era tan bella... Sin
embargo, nunca pensé que fuese débil, es más. Siempre supe que era
la persona más fuerte que jamás hubiese conocido. Pasar por todo lo
que ella había pasado y encima estar haciendo esto ahora...
Mi
hermana se percató de que la estaba mirando y me devolvió la mirada
con una leve sonrisa. Esperaba que ese ser que llevaría a nuestra
raza a la libertad, no sufriera ningún daño. Sin embargo, tenía
tanto miedo de que Jan y Tom descubrieran nuestro plan que me
paralizaba.
Los
ojos de Lilith estaban más vivos que nunca, el embarazo le estaba
sentando genial o quizá fuese la esperanza de que pronto estaría
junto con Tom y su pequeño monstruito, como ella lo llamaba. Esos
luceros en su cara se volvieron hacia mi hermano, tristes y
compungidos. Si todo esto no hubiese pasado, si Tom no hubiese sido
tan idiota de intentar alejarla para protegerla haciéndole más
daño, si el puto Consejo se hubiese disuelto cuando Jörg murió...
¡Joder! ¡¿Cómo las sacerdotisas no lo vieron venir?!
-Señores
pasajeros, les informamos que en breves minutos estaremos llegando a
Hamburgo. Por favor, mantengan sus cinturones de seguridad abrochados
hasta próximo aviso.
Estábamos
llegando al lugar donde todo empezó...
By
Lilith
Me
bajé del coche frente al gran portón de la mansión Kaulitz perdida
en lo más profundo de un bosque en Hamburgo. Mi casa, donde esta
historia había comenzado, se veía tan impresionante como siempre.
Pero había algo raro, un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba
abajo. Había un aura distinta... algo aterrador.
-¿Señora?-
Lila me llamó justo cuando se bajó también.
-No
entréis.- Balbuceé. Sentí la mirada de todos los que estaban
bajando de sus coches.
-¿Qué
hacemos aquí parados? ¡Moveos, estoy cansado!- Gritó Jan como un
energúmeno.
-¡No
entréis!- Grité.
-¿Qué
ocurre, Lilith?- Bill corrió hasta mí.
-¿No
lo sientes? Markus...- Susurré con miedo de pronunciar su nombre.
-¡Seguridad,
adentro!- Gritó Tom tan fuerte que todos se sorprendieron. Los de
seguridad no rechistaron y fueron corriendo hasta la puerta a punto
de entrar.- Bill ven conmigo y tú...- Dijo mirándome con miedo.-
Métete en el coche y no salgas.- Asentí.
-¡Esperad!
¿Os olvidáis de quién es el líder aquí?- Dijo Jan.
-¿Qué
estás haciendo?- Respondió Tom sin entender nada.- ¿Qué más da
quien sea el puto líder ahora? ¡Está en peligro la vida de los
nuestros!- Me encogí ante su grito tan fuerte.
-Si
Markus está aquí nos matará pero a ella no.- Todos me miraron
mientras el miedo me paralizó por un momento. En parte, Jan tenía
razón. Markus había tenido oportunidades para matarme y no lo había
hecho. Bueno, quizás Adam estuvo bastante cerca...- ¿O es que acaso
tienes miedo?- Sabía que pese a mis esfuerzos y los de todos Jan aún
no se creía que yo fuese ella.
Me
acerqué lentamente hacía mi primo, con una sonrisa escalofriante
tal y como Tom me había enseñado tantas veces y estaría
funcionando porque percibí cómo todos se tensaban al instante. Puse
mi mano sobre su pecho de la manera más sensual que pude y acerqué
mis labios a su oído. Su sangre burbujeaba, sus ojos cambiaban de
color lentamente al ritmo de mi respiración sobre su piel.
-¿Dudas
de mí?- Le pregunté en un tono que sólo él podía escuchar.
-Demuéstrame
que me equivoco.- Sonreí y me aparté bajo la atenta mirada de Tom.
Le
hice un gesto con la cabeza a Georg y Gustav. Ellos serían los
únicos que me llevaría conmigo, al menos sabía que era los únicos
que no me traicionarían si la cosa se ponía seria.
Gustav
abrió la puerta para mí y entré. Debía reconocer que estaba
aterrada pero no podía dejar que eso me detuviese. La casa estaba a
oscuras pero sentía esa presencia en el ambiente. No era tan fuerte
como la de Markus pero sí tan potente que podía llegar a percibirse
desde fuera.
Todo
estaba en completo silencio salvo por el fuerte olor a sangre...
nuestra sangre. Georg no tardó en encender las luces y fue así como
vimos los cuerpos de varios de los empleados que trabajaban en la
casa y de servicio. Estaban casi desmembrados, algunos con un gran
corte en el cuello o en sus cuerpo. Muchas de las mujeres tenían
signos de haber sido violadas de la manera más terrible que
cualquiera podría imaginarse, desangradas y con los ojos bastante
abiertos.
-Lilith,
sal de aquí.- Las palabras de Georg retumbaban en mis oídos sin ni
siquiera quedarme con el significado de ellas.- Mantente detrás
nuestra.- Añadió, al ver que no le haría caso.
El
olor a sangre era casi repulsivo pero no podía venirme abajo ante
esto. Respiré, cogí aire de aquel ambiente infestado y seguí
caminado. Había visto cadáveres otras veces e incluso había sido
yo la que había matado en ciertas ocasiones (cosa de la que no me
sentía orgullosa) pero reconocía que ver a mi gente muerta y
desangrada de la peor manera que jamás había podido imaginar, me
revolvía. Lo peor era que estaban así por mi culpa, para proteger a
aquella diosa en la que ellos creían.
Cogimos
por una de las escaleras que conducían a los sótanos inmensos bajo
la casa a los que nunca había ido salvo para dirigirme a donde
estaban mis abuelos enterrados. Había miles de puertas que antes
había visto custodiadas por guardias de seguridad y detrás de una
de ellas, una presencia que conocía. ¿Markus? ¿Era Markus quién
estaba ahí?
-Detrás
de esa puerta.- Señalé para que Georg y Gustav se percatasen.
-La
cerradura no ha sido forzada, así que no debe de haber nadie
dentro.- Noté el nerviosismo de Gustav en su voz.
-Abridla.-
Estaba segura de que había alguien ahí, vivo o muerto, y no era de
los nuestros.
-Lilith...-
Georg secundó a su compañero.- No podemos abrir esa puerta, no
tenemos la clave ni nada...- Se tocó la cabeza nervioso.
-¿Quién
tiene la clave?- Pregunté.
-Mmm...
El... Tom.- Por supuesto que tenía que ser él.
Me
acerqué a la puerta y puse mi mano sobre aquel cajetín con números
pendiente de que por un milagro divino la contraseña apareciese ante
mis ojos. En lugar de eso, esperé, esperé y esperé... “click”
un sonido casi inaudible pero que hizo que toda la piel se me
pusiese de gallina. La puerta se había abierto y no sabía cómo
pero este hecho había puesto a Georg y a Gustav demasiado nerviosos.
-Entraremos
nosotros.- Georg se puso delante de mí y Gustav justo detrás de
éste.
-Yo
también voy.- Declaré.
-Mejor
no, puede ser peligroso.- Dijo Gustav con su seriedad de siempre.
-¿Os
olvidáis de quién soy? ¡¿Sois capaces de desobedecer mis
órdenes?!- Grité. No quería hacerlo pero estaba segura que había
alguien al otro lado y por alguna extraña razón, esa presencia no
me provocaba ningún miedo.
-Está
bien.- Dijo Georg, haciéndose a un lado.
Abrí
la puerta de hierro que podría pesar más que los tres juntos. Todo
estaba oscuro y olía fatal. Las náuseas no tardaron en subir por mi
garganta y revolverme el estómago. Era un sitio parecido a una
cárcel, más bien al corredor de la muerte de Guantánamo. Eran
puertas grises con un pequeño ventanal de cristal y una rendija en
los bajos de la puerta.
-¿Qué
es esto?- Pregunté confusa y mareada por el olor.
-Es...
Aquí es donde encerramos a... bueno,... rehenes o... a la gente de
Markus.- Titubeó Gustav. ¿Rehenes? ¿Gente de Markus? Mis ojos
fueron hasta la última puerta de aquel interminable pasillo. Una luz
titilaba justo en frente de ésta, exactamente donde la presencia se
hacía más fuerte.
-¿Qué
semejante monstruo es capaz de encerrar a gente aquí como si fuesen
animales salvajes?- Me arrepentí al hacer esa pregunta porque sabía
cuál era la respuesta.
Me
acerqué a la puerta y me puse de puntillas para mirar por la
ventanilla. Si mi corazón estuviese latiendo en ese momento, se me
había salido por la boca. Había una figura agarrotada en un esquina
apenas alumbrada por la ventanilla por la que estaba mirando.
De
repente, esa figura ya no estaba y lo único que pude ver fueron unos
ojos tan azules como el mar, unos ojos tan conocidos y a la vez
angustiados que los reconocería allá donde fuese. Esos ojos me
miraron a través de aquel cristal y de la impresión caí al suelo
mientras que Gustav y Georg corrían para que mi cuerpo no lo tocase.
No
podía ser. No podía ser él. Estaba muerto, yo lo había visto
morir. ¿Qué hacía Adam allí?
-------------------------------------------------------- O -------------------------------------------------------------
Chicas!! No olvidéis activar las notificaciones del blog, así cuando haya alguna publicación os avisará directamente a vuestro correo y estaréis al tanto de todo.
Espero que os haya gustado!!
- Eva
Comentarios
Publicar un comentario