Capítulo 77
Capítulo 77
Sólo te gustaba la idea que tenías de mí.
Te gustaba la persona que pretendía ser bajo ciertas circunstancias que podía controlar. Elegía lo que decía y cómo decía las cosas.
Es como sentirse atraído por un personaje ficticio de un libro que están diseñados y guionizados.
Si lo piensas, todos nos guionizamos un poco.
No compartí contigo la persona que era cuando estaba molesto.
No te mostraba quién era en mis pesadillas.
No te dije las veces que había hecho a alguien llorar.
Y nunca podré decirte todos los pecados que cometí y los pensamientos que tuve...
By Richard Bichmann
-Te estoy diciendo que si sigues encerrada con el niño no conseguirás nada.- Le dije a mi hija mientras miraba por la ventana cómo todos los guardias de seguridad se desplegaban por los jardines de la mansión Kaullitz.
-¿Y qué quieres que haga? ¿Voy ahí como si no pasase nada, sabiendo que se ha estado follando a esa zorra?- La miré, pensativa y ausente. Estaba bastante desmejorada, haber dado a luz al hijo de ese malnacido no le había sentado tan bien.
-Lo que quiero es que salgas ahí y reclames tus derechos, Eva.- Ella me miró asustada. Tenía miedo a Lilith, al menos ahora que se había despertado.
-Pensaba que haber falsificado los informes de Thomas había bastado para contentarte.- Me tensé al instante ante tal desafío.
Sí, había sido yo el que la recomendé como psicóloga para su problema de las voces y para así enterarme de todos sus movimientos antes incluso de que los hiciera.
Sí, había sido yo el que había obligado a mi propia hija a que falsificara los documentos con un informe falso sobre la salud mental de ese hijo de puta.
Sí, había sido yo el que la había obligado a quedarse embarazada de él para que así Eva pudiese tener un futuro dentro de los Kaulitz.
¿La razón? El poder no estaba en ese Thomas. Pese a que era el heredero más bien formado de toda la historia, había algo que le fallaba, sentía. Sentía cosas por su hermana, y eso en principio estaba bien ya que así el Vínculo se llevaría a cabo satisfactoriamente... ¿a cambio de qué? Thomas había dejado entrever que disolvería el Consejo de Ancianos y, con ello, el poder de éste sobre las decisiones del líder.
No podía permitir que eso se llevase a acabo. Si el Consejo se disolvía, no sería nada más que un simple noble, ese estúpido haría lo que quisiese sin tener en cuenta lo mejor para los nuestros y todo, porque estaría influenciado por esa chica a los que todos creían una diosa.
Todo era una mentira, al igual que el Dios cristiano, Alá, Buda o quien fuese. Sin embargo, y pese a que Thomas compartía la misma opinión, la amaba y eso era sentir, y eso... debía de erradicarse.
-¿Es que prefieres que tu hijo sirva de comida para esos perros?- Le pregunté, sabiendo que eso la convencería un poco más.
-¿Y qué más da? Me da asco de sólo verlo.- La miré intrigado.- Tom no lo quiere como querría a un hijo de esa, jamás lo amará. Hará con el niño lo mismo que su padre hizo con él.- Una lágrima cayó por su mejilla bajo el rostro casi sombrío de mi hija.
-¿Qué importa? Tú, Eva Bichmann será la madre, la señora Kaulitz. Hija, tendrás lo que quieras cuando quieras... El poder.- La simple idea de imaginármelo ya me ponía eufórico. Si mi hija llegaba hasta ahí, no habría nada ni nadie que disolviese el Consejo, ni siquiera Thomas ya que mi hija lo convencería para que no lo hiciese. Es más, yo sería su mano derecha y así acabaría con él. Era el plan perfecto.
-¿De qué vale tener poder si sabes que la persona que tienes al lado ama a otra?- ¿Amar? Los sentimientos se habían vuelto el cáncer de esta especie y todo desde que llegó ese gilipollas con Lilith en brazos y ensangrentada. Deberíamos de haberla matado en ese mismo momento, o mejor, debería de no haber consentido que Thomas la dejase escapar.
-El poder lo es todo. ¿Crees que hubieses podido entrar en Oxford sin poder? ¿Crees que podrías haber entrado en los Kaulitz sin poder? No eres nadie, Eva, sin mí no eres nadie. Así que baja conmigo a la reunión del Consejo y hagamos la Unión lo más pronto posible.- Salí de la habitación que le habían asignado al crío, junto con unas dos mujeres que se encargarían de cuidar a aquel bastardo.
Sentía la rabia recorrer mi cuerpo. Eva no parecía acordarse de todo lo que había hecho por ella, de todas y cada una de las fichas que tuve que mover para que ella fuese la mejor en todo e incluso para darle lo habido y por haber para que no le faltase de nada. Sin embargo, ella no sabía agradecérmelo y solo le pedía un maldito favor, unirse a ese malnacido y ser ella la que moviese los hilos, bueno, yo.
-Bichmann.- Me volví junto con una reverencia hacia aquel que hacía llamarse líder ahora.
-Mi Señor.- Repliqué, manteniendo mi cabeza hacia el suelo.
-He oído que Thomas estará presente en la sesión de hoy.- Me tensé. Si él estaba ahí se opondría a la Unión y mis planes se irían al traste.- Da lo mismo porque él no tiene ni voz ni voto.- Se rió con esa risa estridente que tenía y desapareció por la puerta que daba paso a la asamblea.
Jan disfrutaba haciéndole saber a todo el mundo que él estaba por encima de Thomas. Esa asquerosa avaricia de los Kaulitz sería reemplazada por el apellido Bchmann, cuando ese bastardo ocupase el bastón de mando. Aaron, como lo había llamado, seguiría los pasos de Thomas y mataría a su propio padre. Thomas desaparecería y ese niño sería la nueva cabeza visible de la especie bajo mi control. Me provocaba un chute de felicidad solo comparable con a aquella droga llamada sangre.
Entré en el gran salón donde muchos miembros del Consejo ya estaban sentados, hablando entre ellos. Era irracional la cantidad de miembros de origen Noble que teníamos, todos casi tan viejos como el mismísimo Lestaf. El Consejo se había formado para asesorar al líder antes de tomar cualquier decisión pero eso no significaba que el líder tuviese que decidir luego por si solo ya que si el Consejo se oponía por mayoría, el líder no tendría poder sobre ello.
Me senté en mi lugar mientras repasaba los puntos a tratar en la reunión de hoy. La puerta se abrió y el malnacido de Thomas no tardó en entrar, seguido de sus dos perros falderos, Georg y Gustav. Me preguntaba qué pensarían los padres de esos dos muchachos de que sus hijos protegiesen y fuesen leales al líder que había condenado a la especie a estar perseguida por esos engendros del mal.
Eva entró tras él y se sentó en los asientos reservados para mujeres. Al tratar el tema de la Unión hoy se le permitía el paso ya que por o general las mujeres no podían entrar en el gran salón. Tenía la mirada perdida, como ausente. Los médicos que la vieron tras dar a luz dijeron que era ella quien se estaba volviendo loca debido quizás a una fuerte depresión postparto. Mi único temor era que le hiciese algo al bastardo que había tenido con Thomas y mis planes se fueran a la mierda.
-Queda abierta la reunión de hoy.- Dijo el secretario, sentado justo al lado de Jan.- El punto principal de hoy es la Unión entre el señor Thomas Kaulitz y la señorita Eva Bichmann.- Thomas me dedicó esa mirada a la que todavía temía. Era obvio de que era un asesino en serie, capaz de cualquier cosa... eso me atormentaba.- Canciller Bichmann, tiene usted la palabra.- Me levanté con sumo cuidado bajo la atenta mirada de los allí presentes.
Justo antes de que pudiese articular palabra, la puerta se volvió a abrir para dar paso a Lilith, acompañada de dos de las sacerdotisas que siempre iban con ella. Debía reconocer que había algo en ella que me perturbaba. No era una vampiresa más y mucho menos otra Sangre Pura, junto a ella iba un aura especial que hacía a cualquier ser estremecerse y temer a ese demonio tan majestuoso con cara de ángel.
Pese a que el paso a las mujeres estaba prohibido, todo el mundo se había callado sin decirle nada. El ambiente había cambiado repentinamente mientras las miradas seguían los pasos divinos de aquella mujer. Incluso Thomas y Jan eran incapaces de apartar la vista de ella.
-Señorita Kaulitz, el paso de mujeres en el Consejo esta prohibido.- Dije sin que me temblara la voz, aunque mis manos dijesen lo contrario.
-¿Puedo preguntar el motivo, canciller?- Respondió Lilith, sin ni siquiera mirarme a los ojos. Se había sentado en una esquina del gran salón, junto a sus dos compañeras.
-Ha sido así por siglos y las normas están para cumplirlas.- Declaré firme y fue entonces cuando ella me miró con una sonrisa tan parecida a la de Thomas y William que helaba la sangre.
-No soy mujer ni soy hombre, sólo persona. No soy bondad ni maldad... sólo dios.- Ella recitó aquel verso dedicado a Lilith en nuestra Biblia. Sentí el aire del salón cambiar de nuevo y a la vez volverse denso.
-Canciller, creo que no hay ningún problema en que mi prima disfrute de una sesión con nosotros.- Dijo Jan con esa asquerosa sonrisa de nuevo. Le ponía el poder más que nada aunque lo que me resultó extraño fue aquella sonrisa de complicidad que Lilith también le dedicó.- Continúe, Canciller.- Volvió a decir tras pasar unos seguros contemplado a aquella Kaulitz.
-La Unión ha de efectuarse antes de que termine este mes, de lo contrario la realizaremos fuera del plazo acordado por este mismo Consejo antes de finales de año. A parte, tenemos que tener en cuenta que ha nacido un heredero que no es reconocible hasta ahora debido a estar fuera de la Unión.- Concluí. Thomas no dejó de mirarme ni un segundo, lo que hacía que me pusiese más nervioso mientras hablaba.
-Dígame, Canciller. ¿Cómo podemos asegurar que ese niño es del señor Thomas Kaulitz?.- Uno de los miembros del Consejo se levantó sin pedir la palabra?. El gilipollas de Händel siempre fiel a los Kaulitz, chupaculos de Lestaf.- No me malinterprete Canciller Bichmann pero su hija, una profesional de renombre, no debería de haber mantenido una relación, de la índole que sea, con un paciente.- Hizo una breve pausa mientras subía sus gafas por aquella nariz puntiaguda.- Es mas.... - Tragué saliva.- Hasta la fecha no se tiene constancia de ningún heredero nacido de la unión entre un Sangre Pura y un noble.- Maldito Händel.
-Canciller Händel, ¿de quién si no iba a ser ese niño? ¿Insinúa usted que mi hija es una cualquiera?- Refuté. Eva jamás sería capaz de desobedecerme y haber estado con otros hombres.
-Lo que digo, Bichmann es que como buen ejemplo de su especie, la monogamía no es la práctica habitual.- Miré a Eva, esperando que dijese algo. La estaban tachando de desleal, de puta.
-¿Cómo podemos comprobarlo, canciller Händel?- Preguntó Jan, con esa vomitiva sonrisa de superioridad.
-Propongo una prueba de sangre.- Contestó Händel.
-¡Esto es una estupidez!- Exclamé.- ¡Eva, por el amor de Dios, di algo!- Mi hija seguía con la vista perdida en Thomas mientras las lágrimas seguían cayendo de sus ojos como cascadas.
-Ese niño es mío, no hay más que hablar.- Respondió Thomas, serio y con el semblante frío.
-Señor Kaulitz, de ser así Aaron sería el nuevo heredero pero si es un bastardo, un noble sin Sangre Pura, estamos condenando a nuestra raza a la extinción. No es algo que haya que tomarse a la ligera.- Respondió Händel. ¡Maldito malnacido! ¡¿Qué cojones estaba haciendo?!
-Tom, el canciller Händel tiene razón.- William tomó la palabra.- ¿Es Aaron hijo de Tom, Eva?- Eva por fin reaccionó. Me miró asustada, como si por fin hubiese vuelto a la realidad.
-¡Por supuesto! ¿De quién si no iba a serlo?- ¡Muy bien!- El señor Kaulitz se aprovechó de su situación de poder para abusar de mí. Me manipuló, haciéndome creer que me quería para acostarse conmigo en lugar de tener lugar las sesiones que teníamos acordadas. - Thomas la miraba estupefacto. Toda la sala lo miraba a él, esperando que dijese algo pero en su cara solo estaba la expresión de la propia incredulidad.
-Señorita Bichmann.- Una voz dulce salió del final de la sala. Lilith había abierto la boca por primera vez, sin el más mínimo temblor.- Dice usted que mi hermano se aprovechó, haciéndola creer que la amaba y en lugar de realizar las sesiones por la cuales se la contrató y se le ha pagado, estaba usted manteniendo relaciones sexuales con él.- Eva asintió convencida.- ¿Cómo pudo realizar un informe alegando que Thomas era prácticamente un asesino en serie con esquizofrenia severa cuando lo único que hacía con él era follar?- De repente, todo el Consejo empezó a hablar a la vez. Muchos de los murmullos que se escuchaban era dándole la razón a la puñetera niñata.
Toda la sala se levantó de sus asientos, pidiendo explicaciones a Eva mientras ella miraba a todos estupefacta. La había dejado sin palabras a ella y a todo el Consejo, el cual ahora se debatía en si creer el informe o no.
-¡Silencio!.- Gritó Jan.- Primita, está muy bien que trates de defender a tu hermano pero la verdad solo tiene un camino. Que Tom sufra de problemas mentales es algo conocido por todos. Es un asesino que se quedó anclado en la Edad Media cuando salíamos a cazar y a matar sin importar nada más. Él sigue esa corriente que existe entre algunos vampiros que defienden que los humanos son solo comida y no les interesa mezclarse con ellos. Así que, primita, no defiendas lo indefendible. - Jan sonrió victorioso tras tremendo varapalo.
-¡Exigimos una segunda opinión!- El canciller Kick clamó y todo el Consejo asintió con él. - Si vamos a pedir una prueba para comprobar si Aaron es hijo del señor Kaulitz, podemos pedir un informe para una segunda opinión acerca de su... salud mental.- Terminó.
-¡¿Por qué cojones ponéis en entredicho, ya no la integridad de mi hija, sino la profesionalidad?!.- Mis ojos se inyectaron en sangre y mis colmillos salieron para plantar cara a aquellos perros asquerosos.
-¡Canciller relájese! Nadie está poniendo en entredicho nada. Confiamos en su hija porque usted nos la recomendó. Si tan seguro está de todo no debería importarle. - Respondió Händel.
-Veo bien lo de la prueba de paternidad pero no sobre el informe psicológico de Thomas.- respondió Jan. - Queridos miembros del Consejo, ¿en serio pensáis que mi primo no está loco? Jajajajaja.- Su risa estridente caló en lo más profundo de todos. Observé a Thomas pero este solo sonreía de manera frívola.
-Deberías de tener cuidado, Jan.- Dijo Thomas por fin, con un tono neutro pero manteniendo esa sonrisa escalofriante.- Porque deberías saber que si tan loco estoy no voy a dudar ni dos segundos en ir a tu habitación mientras duermes, arrancarte la cabeza y darle tus sesos a mis perros.- Los ojos de Jan se volvieron rojos y su sonrisa cesó. He de reconocer que esa declaración de intenciones nos heló la sangre a todos.
-¡Señor Kaulitz!- Le ruego mantenga la compostura o de lo contrario tendremos que expulsarlo de esta sala.- Dijo el secretario.
-No se preocupe, ya me voy yo. No aguanto tantas gilipolleces.- Se levantó y salió de la sala ante la atenta mirada de Jan.
-La Unión entre el señor Kaulitz y la señorita Bichmann se cancela hasta que tengamos los resultados de la prueba de paternidad.- Concretó Jan con sus ojos clavados en aquella mujer de cabello naranja que lo miraba desde un rincón de la sala.
-¿Y el informe?- Preguntó Kick.
-Señores, creo que los hechos hablan por sí solos. No habrá informe, todos confiamos en la profesionalidad de la señorita Bichmann aunque...- Jan hizo una pausa.- No tanto es su habilidad para mantener las piernas cerradas. - Rió a carcajadas mientras mi hija se levantaba de su silla y justo después de Lilith.
Tenía que hacer a ese niño heredero y tras él, el liderazgo de esta especie sería mío. Estaba seguro que Eva no había mantenido relaciones con nadie más. Ella se había enamorado de Thomas perdidamente, tanto que era ella la que ahora se estaba volviendo loca al ver que este no le correspondía.
Tenía que quitarme a Jan de encima y a los dichosos miembros del Consejo fieles aún a los Kaulitz. Tenía que declarar a Thomas incapaz de liderarnos y entonces Aaron, es decir, yo, su abuelo, me haría cargo de todo.
Pero... ¿y Eva? Tenía que hacer algo con ella...
By Lilith
Salí corriendo escaleras arriba, rumbo a la habitación de Tom. Esperaba que George y Gustav no le hubiesen dicho que sabía lo de Adam, que había descubierto que lo tenía encerrado desde hace años. Según conseguí sonsacarles, lo había mantenido a base de pan y agua, nada más. Lo había sometido a mil torturas hasta casi matarlo pero dejándolo vivo, solo para que siguiera vivo pero con dolor.
Aun así yo intentaba mantener en mi cabeza que Tom no estaba loco, que no era un asesino sino una persona perturbada por su triste realidad, por una infancia no vivida y por una falta de cariño enorme. ¿A quién quería engañar? Lo que le había estado haciendo a Adam no tenía sentido, salvo por que fuese un loco sediento de sangre.
Me paré justo en su puerta, de nuevo, como siempre, sentía su presencia al otro lado. Estaba vez no estaban sus fieles guardaespaldas para negarme la entrada así que simplemente sostuve el pomo de la puerta y la abrí. Sus ojos rápidamente se clavaron en los míos. Era nuestro pasatiempo favorito... Cerré la puerta detrás de mí para verlo con más claridad ya que se encontraba casi en penumbra.
Estaba sentado en la cama, con su guitarra en los brazos mientras en sus auriculares seguía sonando esa melodía tan triste que venía escuchando desde hace tiempo. Me apartó la mirada y siguió tocando la guitarra sin dirigirme la palabra.
-Tom...- Lo llamé. La Lilith valiente y empoderada que Bill y yo nos habíamos encargado de crear cuando estaba en presencia de Tom se hacía pequeñita.
-No necesito que me defiendas, gracias.- Dijo por fin a la vez que sus dedos se movían por las cuerdas de aquel instrumento.
-No te he defendido, era pura curiosidad. Sé que Eva es muy habilidosa pero desconocía cómo una persona puede centrarse en hacer un informe mientras hace... otras cosas.- Respondí. Solté esa frase en el mismo tono irónico que él había usado conmigo más de una vez.
-Lilith, la loca en busca de causas perdidas.- Sonrió. Era tan guapo cuando sonreía. Que pena que eso no ocurriese con mucha frecuencia.- Sigues pensando que aún puedes salvarme. Nadie puede hacerlo, hermanita. Yo ya estoy muerto. - Me sobrecogí al escuchar sus palabras, las de una persona que se había cansado de luchar.
-No te recordaba así. - Contesté.
-¿Así cómo?- Dejó de tocar la guitarra para volver a mirarme extrañado.
-Tan... débil.- Respondí con una sonrisa en mis labios. Necesita enfrentarme, necesitaba que Tom luchara por volver a ser líder, por seguir adelante, por salvarnos de los que se nos venía encima con la gente de Markus.
-¿Piensas que soy débil?- Dejó la guitarra en la cama con sumo cuidado. He de decir que era la misma delicadeza con la que me tocaba cuando quería. Eso hizo que mis entrañas se encogiesen y que un amago de sueños que un día imaginé tener con él regresaran a mi cabeza.
-Sí.- Conseguí articular.- Mírate, estás aquí escondido mientras Jan hace y deshace a su antojo, decidiendo nuestro futuro. ¿De verdad crees que está preparado para enfrentar a Markus?- Se soltó el pelo, liberando esa melena rubia oscura tan bonita.
-No lo sé, tú eres la diosa, deberías saberlo.- Touché. Tocada y hundida. ¡Ay Tom! No era yo la que venía a salvar a esta especie sino aquel ser que crecía dentro de mí sin tú ni siquiera saberlo...
-Jan me va a entregar a Markus. Si Markus se hace conmigo no creo que me maté. Me dejará a merced de esos perros sarnosos para que se alimenten de mi sangre y maten a todos y cada uno de nosotros.- Tragué saliva porque era lo que estaba segura que pasaría. Aunque esperaba que eso pasase al menos cuando diese a luz y pusiera a mi pequeño monstruito a salvo.
-Eso no va a pasar.- Tom se levantó de la cama y se puso delante de mí, dejando una distancia entre él y yo a la que no estaba acostumbrada.
-¿Por?- Pregunté. ¿Qué planeaba mi hermano? ¿Qué había en su cabeza? ¿Pensaba usar a Adam para chantajearlo?
-Escúchame bien, Lilith.- Dio un paso más cerca de mí aunque no tan cerca como me hubiese gustado.- No voy a dejar que ese hijo de puta te toque un pelo. Si no me he largado de aquí todavía, si no he huido y no lo he dejado todo es porque mi único objetivo en esta puta vida es protegerte.- Tragué saliva ante tal declaración. No esperaba que me dijese eso...
-Es el deber de todo miembro de esta especie, proteger a su dios.- Intenté no caer en sus palabras, hacerme la dura tal y como Bill me había enseñado.
-No me vengas con esas gilipolleces. Tú no eres Lilith, tú eres una Sangre Pura cuya sangre es una pasada porque tiene mezcla de vampiro y restos de tu vida humana. No eres una diosa aunque tengas un aura especial, no eres una diosa aunque cada palabra que salga de tu boca parezca celestial, no eres una diosa... - Hizo una pausa para mirarme más fijamente.- Eres mi diosa, eres todo por lo que he vivido, eres todo por lo que he luchado. Eres la razón por la que sigo aquí, aguantando. Pienso luchar porque cuando todo esto acabe, tú y yo nos largaremos de aquí y podremos vivir la vida que siempre he deseado tener contigo.- Lo miré con los ojos bien abiertos, perpleja ante tal declaración. No me esperaba que esas palabras salieran de su boca.
En ese momento luché contra mis labios para no decirle que estaba embarazada del que seguro era su hijo o hija. Combatí contra mis piernas para no correr hacía él y abrazarlo, besarlo y rogarle que huyéramos ya. ¿Quién era este Tom? ¿Dónde estaba el otro?
No podía creerle al cien por cien ya que otras veces había jugado a esto. Era el tira y afloja al que siempre habíamos estado sometidos. Tom cambiaba de la noche a la mañana. Hoy parecía quererme, mañana intentaba matarme. ¿Estaba loco realmente? ¿Y si hacerlo liderar nuestra especie era el mayor error que podíamos cometer?
-Va a ser verdad que te has vuelto débil.- Sonreí de la manera más falsa y cínica que puede evitando que mis verdaderos sentimientos saliesen a flote.
-¿No me crees?- Esta vez parecía ir en serio. ¿Estaba jugando conmigo?- Claro que no me crees. He estado tan empeñado en alejarte de mí, en protegerte que al final lo he conseguido.- Sonrió incrédulo.- ¿Es por eso que el otro día estabas besando a Jan? ¿Estás con él?- Esas palabras cayeron sobre mí como un jarro de agua fría. Tom lo había visto tal y como Bill había planeado. Nuestro plan era enamorar a Jan para que no me entregase.
-Tom...- Su nombre salió de mis labios más dulcemente de lo que me hubiese gustado pero no lo podía evitar.- Me dices esto cuando te has acostado con Eva en repetidas ocasiones pese a haber realizado el Vínculo de Sangre, has tenido un hijo con ella, te has follado a dios sabe quién, has intentado matarme en numerosa ocasiones, me has hecho sentir el ser más despreciable del mundo... ¿Y lo has hecho para protegerme? ¿Para alejarme de ti? Pero yo, como una gilipollas, volvía a ti como una estúpida con la esperanza de que en aquella mente perturbada aun quedase un poco de humanidad. ¿Y sabes qué? No he encontrado nada salvo dolor, sufrimiento y miedo.- Hice una pausa intentando mantener las lágrimas en mis ojos.
-Lilith...- Dio un paso más cerca pero paró en seco cuando extendí mi mano para detenerlo.
-No Tom, lárgate de aquí pero hazlo tú solo.- Sentencié tajante. Una parte de mí se moría por dentro al decirle esto ya que deseaba con todas mis ganas que ese plan de Tom se cumpliese pero otra parte, la racional, me decía que era otro juego promovido por los celos de verme con Jan le había provocado.
-Te quiero.- Dijo. Sonó como una liberación, esas palabras le habían dolido.- Te quiero más de lo que jamás habría imaginado. Te quiero desde que te tuve en mis brazos cuando naciste, cuando te visitaba en Francia mientras eras una humana, cuando te observaba sin que me vieses,... te quiero... y ahora lo sé.- Se pasó las manos por la cara mientras emanaba un suspiro de sus labios.
-¡Para!- Le ordené.- ¡No quiero volver a escucharte!- Abrí la puerta y me fui. Cerré tras de mí justo en la cara de Tom que avanzaba para cogerme.
Salí corriendo escaleras abajo con un tornado de emociones en mi interior. ¿Por qué iba a creerle? Siempre me había mentido, había jugado conmigo... ¿Por qué iba a ser ahora diferente. Sin embargo, esta vez parecía real. Sus ojos habían estado en concordancia con su boca por primera vez. Había sonado tan sincero...
Bajé más abajo aún de la casa. Sabía que no era la mejor idea pero necesita hablar con él. Quería saber la verdad sobre lo que había pasado y sobre mi hermano. Cogí aire y empecé a caminar despacio a medida que me acercaba a la puerta custodiada por aquellos hombres gigantes que jamás había visto antes.
-No puede pasar, señorita.- Dijo uno de ellos.
-Soy Lilith, dejadme pasar.- Intenté mantenerme firme aunque me sentía cohibida por esos dos hombres.
-Señorita, tenemos órdenes expresas de no dejar a nadie pasar, ni siquiera a usted.- Dijo el otro. Estaban intentando ser educados pero sabía que podía intimidarlos.
-¡Abridme!- Grité con los ojos rojos como el fuego.- Abridme o los próximos en acabar ahí dentro seréis vosotros y no me templará el pulso.- Ambos se miraron.
-Le ruego nos deje hacer una llamada antes, señorita Kaulitz.- ¿Una llamada? ¿A Tom?
-La próxima llamada que vais a hacer va a ser a vuestras familias para despediros de ellas para siempre.- Intentaba parecer lo más dura posible aunque no sabía si lo estaba consiguiendo.
-Adelante.- Uno de ellos metió el código de seguridad en la puerta y la abrió para dejarme pasar. Que todo el mundo pensara que realmente era yo Lilith, la diosa, la madre de nuestra especie tenía sus ventajas.
Pasé por ese pasillo maloliente donde solo se escuchaban sonidos de gotas caer sobre el suelo, chillidos de ratas y el titileo de las lámparas. Estaba claro que a este sitio no bajaba nadie, salvo aquel que supiese lo que se escondía aquí.
Me paré frente a la puerta grisácea alejada de aquella pequeña ventana que me alejaba de mi objetivo. Me pegué un poco y me puse de puntillas para poder comprobar su interior. No vi nada a simple vista pero en un rincón, casi imperceptible había algo.
-Adam...- Lo llamé. Vi como volvía la cabeza lentamente. Tenía el pelo negro más largo de lo que estaba acostumbrada. Sus ojos azules brillaban al otro lado de aquel cuarto.
-¿Eli..Elisa... Elisabeth?- Sonreí al escucharlo hablar. Al menos sabía que no estaba muerto.- ¿Eres tú?- Su voz salía como un hilo de sus labios.
-Sí, Adam.- Una pequeña lágrima se me escapó.- ¿Cómo estás?- ¡Qué pregunta tan estúpida! ¿Cómo iba a estar?
De un segundo a otro, lo tenía pegado a la pequeña ventana que había en la puerta. Esos ojos azules eran capaces de atravesar un corazón muerto como el mío. Su cara estaba arañada, llena de sangre. Estaba claramente más delgado, apenas quedaban resquicios del Adam que una vez fue.
Puse mi mano en aquella cerradura electrónica en la que suponía había que meter algún código que solo Tom sabía. La puerta se abrió tal y como imaginaba. Adam salió corriendo a la otra punta de la habitación. Temblaba de miedo mientras yo, recriminándome si lo que estaba haciendo era lo correcto, accedía lentamente.
Quería saber qué había pasado todo este tiempo. Adam era el ser más puro que había conocido. Jamás le hubiese hecho daño a nadie y mucho menos a mí. El no era como su padre, estaba segura.
-Estás tan guapa Elisabeth. Mírate eres como un ángel.- Consiguió decir. La puerta se cerró tras de mí y yo no pude evitar encogerme.
-¿Qué te ha pasado? ¿Qué haces aquí?- Él sonrió mientras su cuerpo temblaba al otro lado. Ni siquiera quería acercarse.
-Me atrapó, me trajo aquí y me torturó hasta la saciedad para que le contase cosas que ni siquiera sabía. - Dio un paso para acercarse a mí.- No he comido nada en días, luego solo me trae pan o carne cruda como si fuese un perro.- Rió irónico.- Eres preciosa.
-¿Te ha hecho todo esto?- Se puso a pocos centímetros de mí. Olía horriblemente mal.
-No digas su nombre.- Empezó a mirar por todos sitios asustado.
-Adam, Tom no te va a hacer más daño.- Alcé mi mano hacía su cara. Cuando nuestra piel entró en contacto parecía como si le doliese. Su rostro estaba tan caliente, su sangre brotaba, su corazón latía... había tanto contraste entre él y yo.
-¿Tom?- Preguntó confuso.- Tom no me ha hecho esto.- Lo miré perpleja esperando un nombre, una respuesta que me aclarase las dudas de la cabeza.
-¿Quién te ha metido aquí y te ha torturado de esta forma tan horrible?- El se acercó a mí, poco a poco, llevando sus labios hacía mi oído.
-Bill...
El tan esperado capítulo!!! ME ENCANTA!!
ResponderEliminarSiempre consigues engancharme a la historia aún habiendola leido mil veces♥
por fin!!!! OMG no puedo esperar un proximo capitulo. amo esta historia!!
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