Capítulo 74
Una vez más, siento muchísimo esta gran espera a la que habéis estado sometidas por mi culpa. Debido a lo que ya os dije, me ha sido imposible escribir tal y como me hubiese gustado. Estar a solas con mis pensamientos me daba miedo así que lo evitaba todo lo posible.
Espero que me perdonéis y que disfrutéis mucho de este capítulo, quizás uno de los más duros que he escrito.
MIL GRACIAS por vuestro apoyo y mensajes de ánimo, no sabéis lo mucho que me habéis ayudado sin saberlo.
Feliz Navidad y Feliz 2015.
-Verónica.
Capítulo
74
By
Lilith
Lo
sentía, haciéndose fuerte por momentos. Estaba asustada, tanto que
llevaba días sin salir de mi habitación aunque por lo visto, a
nadie le había importado. Era mejor que estuviese aquí encerrada a
estar dando vueltas por la casa donde la muerte me esperaba en cada
esquina. Era consciente de que cualquiera podía sentirlo si me
tocaba, es más, con sólo estar cerca. Tenía miedo de que Tom se
enterase. No estaba segura de qué podría pasar ni mucho menos de su
reacción así que lo mejor era mantenerlo en secreto, al menos hasta
que se empezase a notar.
Angela
me había ayudado mucho, pero Lila era la que venía a visitarme con
frecuencia. Se ponía nerviosa siempre que estábamos a solas pero
era muy simpática y divertida. Me había contado que las
Sacerdotisas de Lilith era un clan que vivía al servicio de la
diosa. Eran como monjas para los cristianos, dedicadas a rezar y a
promulgar la palabra de aquel dios al que le rendían culto. Sin
embargo, ellas sí podían mantener relaciones sexuales, sólo el día
después a la Luna Llena ya que según una profecía escrita en la
Biblia de los Vampiros, el cuerpo de una mujer se purificaba de todo
mal.
Respiré
hondo y me tumbé en la cama, tenía que descansar y beber bastante
sangre. Casi todo lo que comía lo acababa vomitando enseguida aunque
sabía que tenía que hacerlo por ese minúsculo ser.
Por
mucho que lo pensaba, no quería recordarlo. Eva pronto daría a luz
y Tom se encargaría de ese bebé como su padre que era. ¿Qué
pasaría con mi bebé? ¿Se haría cargo también de él? No me
interesaba que fuese el heredero, simplemente que fuese feliz junto
con un padre y una madre.
Mi
móvil sonó en la mesita de noche después de semanas sin emitir
ningún sonido.
Ven
a mi habitación.
Era
un mensaje de Tom. Sonaba frío y podía ser que enfadado también,
llevaba días sin ir a verlo porque temía que se diese cuenta de mi
embarazo. Casi podía escucharlo decir las palabras del mensaje, con
sus ojos rojos y su mandíbula apretada.
Me
puse un vestido y salí despacio de mi habitación. Tenía que pensar
qué iba a decirle, no podía dejar que me tocase y mucho menos que
me mordiese. Si se enteraba no sabría cómo reaccionaría, este no
era el mejor momento para tener un bebé, al menos no yo.
Me
planté delante de la puerta. Hoy no había tantos vigilantes como
otras veces por lo que supuse que las cosas se habían calmado de
momento. No dudé y entré en la habitación. La ventana estaba
abierta por primera vez en mucho tiempo, el cuarto parecía más
ordenado y no había rastro de pastillas o vasos de sangre sin tomar
en ningún sitio.
-Tom...-
Lo llamé. Miraba por la ventana mientras se fumaba un cigarrillo.-
¿Me has llamado?- Él se dio la vuelta y me miró. Sus ojos miel
brillaban por la luz que entraba por la ventana.
-Sí.-
Caminó hacía mí en un abrir y cerrar de ojos. Apoyó sus brazos a
ambos lados de mi cabeza, como si quisiera que no pudiese escapar.-
¿Dónde has estado?- Parecía tranquilo aunque sabía que no lo
estaba.
-Me
he encontrado indispuesta estos días, lo siento.- Entrecerró sus
ojos, estaba buscando una muestra en mí que le indicara que mentía
y esperaba que no la encontrase.
-Te
necesitaba.- Alargué mi cuello y lo besé. No podía contener un
beso, todo estaba a salvo mientras que Tom no tocase mi barriga.- Un
beso no soluciona nada.- Dijo con una sonrisa que se esforzaba por
esconder.
-Quizá
dos...- Me acerqué y lo besé de nuevo. Lo amaba, amaba a este ser
tan perturbado, así con su miraba fría, su corazón congelado y sus
cambios de humor... Lo amaba.
-¿Estás
bien?- Asentí con la cabeza. Parecía realmente preocupado por cómo
estaba. No debía de ser fácil no tener comunicación con el resto
de la casa.- No puedo aguantar.- Se lanzó a por mis labios en una
milésima de segundo. No podía pensar, sentía sus manos subir por
mis muslos y levantarme el vestido, pero no podía hacerlo.
-¡Para!-
Lo aparté con fuerza ante su mirada atónita y su respiración
acelerada.
-¿Qué
te pasa?- Preguntó algo enfadado.
-Es
mi turno.- Me bajé las tirantas del vestido y éste cayó a mis
pies, dejándome sólo con la ropa interior. Los ojos de Tom se
hicieron más grandes por la impresión a la ver que cambiaban de
color.
-Te
estás metiendo en la boca del lobo, Lilith.- Me acerqué a él con
el vestido en las manos y lo empujé contra la cama.
-¿Y
qué va a hacer el lobo?- Le pregunté mientras amarraba sus manos al
poste de la cama con mi vestido.
-No
te va a dejar ni el elástico de las bragas, princesa.- Apreté con
fuerza el nudo, haciendo que Tom se pusiese tenso debajo de mí.
Sabía que le gustaba ser quien llevaba la voz cantante cada vez que
nos acostábamos pero esta vez tendría que ser yo la que controlase
el juego.- ¿Qué va a hacer usted?- Le sonreí a la vez que me
inclinaba para estar más cerca de sus labios, y repetí lo que él
tantas veces me había dicho.
-Voy
a follarte, Tom.- Me lancé a sus labios, poseyendo cada rincón de
su boca. Lo necesitaba tanto o incluso más que él. Necesitaba
sentirlo dentro de mí, mucho más dentro de lo que ya estaba de por
sí.
-Lilith...-
Dejó escapar cuando le mordí suavemente en el cuello. Una pequeña
gota de su sangre salió al encuentro de mi lengua. Su sangre me
despertaba, me volvía más valiente, capaz de hacer cualquier cosa
que me propusiera y ahora la más importante era proteger a mi hijo.-
Despacio, nena.- Reconocía que estaba perdiendo el control de mi
cuerpo al tener a mi demonio personal a mi merced.
Con
fuerza sacada de algún rincón de mi cuerpo, conseguí arrancarle la
camiseta antes su ojos impresionados y esa media sonrisa que me
volvía loca. Besé cada punto de su torso, haciéndole gruñir como
la bestia que era. Ambos necesitábamos estar tan cerca del otro que
nos fuese imposible diferenciar dónde empezaba y terminaba el cuerpo
del otro.
Desabroché
mi sujetador y lo tiré. El cuerpo de Tom se puso tenso al instante y
sus manos tiraron con el fin de escaparse, aunque no pudo. Casi podía
oírlo jadear bajo mi cuerpo mientras me movía encima de él. Sabía
que estaba desesperado por tocarme, por llevar él el mando en este
juego...
Me
bajé de la cama y le quité los pantalones junto con los bóxer. Sus
erección era más que pronunciada, mi cuerpo se derretía lentamente
viéndolo desnudo a mi entera disposición. Sus ojos estaban azules,
sus colmillos fuera y su lengua paseando por sus labios. No estaba
segura si mi vestido aguantaría los tirones que Tom le daba aunque
rogaba que al menos durase un rato antes de que la bestia perdiese la
cabeza.
-Ven
aquí, nena.- Me rogó. Me bajé las bragas con lentitud bajo su
atenta mirada sabiendo el efecto que eso estaba provocando en él.-
Joder, Lilith.- Gruñó frustrado.
Me
subí en cuclillas sobre él y lo besé, bajando lentamente por todo
su cuerpo. Me estaba perdiendo en él, ni siquiera me había dado
cuenta de esos lunares que tenía en el cuello y en el pecho. ¿Se
podía ser más perfecto?
Bajé
hasta su entrepierna y me la metí en la boca. Tom alzó las caderas
mientras su respiración se volvía irregular, el mejor de los
sonidos para mí junto con su risa. Movía mi cabeza con el objetivo
de hacerlo perder la suya. Lo único que quería era hacerlo feliz o
al menos que evadiese sus pensamientos y se centrase sólo en lo que
estaba pasando... Sólo quería hacerlo bien pero estaba resultado
muy duro.
-Te
quiero... encima.- Dijo casi sin respiración. Le hice caso y me
deslicé en él. Ambos gemimos cuando nos sentimos tan conectados al
otro, tan aislados del mundo.- Muévete.- Me ordenó. No tardé en
alzar mis caderas seguidas de las de Tom. Cerró los ojos con fuerza,
reprimiendo el quejido que salía de su garganta.
Comencé
aquella danza en la que subía y bajaba sin apartar la mirada de
aquel ser que se movía debajo de mí. Posé mis manos en su pecho
sudoroso. Lamería cada gota que recorría su torso, recorrería con
mis dedos cada uno de sus músculos contraídos por el placer y
mordería sus labios que clamaban mi nombre entre jadeos.
-¡Tom!-
Grité cuando sentí como los músculos de mi vientre se contraían a
su alrededor, a la vez que todo desaparecía bajo un manto de
sensaciones y millones de sentimientos.
-Córrete
conmigo, nena.- Mi cuerpo se deshizo junto al suyo y caí desplomada
en su pecho, el cual se movía agitado.- Li... Lilith.- Jadeó.
Estaba mareada y no sabía si era por el placer que había inundado
mi cuerpo hacía unos segundos o por aquel ser que cada vez se hacía
más grande en mi interior.- Muy bien hecho, princesa.- Sonreí en su
pecho. Me quedaría así para siempre.- Pero tendrás que desatarme.-
Me incorporé y lo mire a los ojos. Él achinó la mirada, buscaba
algo pero no podía permitir que descubriese mi secreto.
-¿Podemos
quedarnos así un ratito más?- Le imploré. Él pareció relajarse
aunque sabía que en su interior esa tarea era imposible.
-Sólo
un minuto.- Me contestó. Su olor era uno de los mejores aromas de
este mundo y su respiración la mejor banda sonora de este momento.
Una parte de mí se sentía pletórica sabiendo que su hijo crecía
dentro de mí.
-Quiero
quedarme así para siempre.- Dije soñolienta debido al “ejercicio”
que acababa de realizar.
-Entonces,
quédate.- Dijo, acariciándome la espalda lentamente. ¡¿Cuándo se
había desatado?!- Quédate conmigo para siempre.- Alcé la cabeza
para mirarlo. Sus ojos brillaban y una sonrisa sincera emanaba de sus
labios, encogiendo mi inerte corazón.- Huyamos de aquí.- Me
incorporé nerviosa ante su propuesta.- Lejos de todo esto, solos tú
y yo.- Acaricié su cara con mis manos temblorosas.
-Ya
lo intentamos, Tom, y no pudimos huir por mucho tiempo.- La luz de
sus ojos se apagó, mi comentario había hecho que sus ilusiones se
esfumaran como el humo de sus cigarrillos.- No pienso ponernos más
en peligro.- Levantó la cabeza y me besó. Un beso tan cargado de
emociones que me dejó sin respiración, que congeló mi cuerpo en
ese instante y que me transportó a otro lugar muy lejos de aquella
casa que se había convertido en nuestra cárcel.
-Te
quiero, Lilith.- Dijo cuando sus labios se separaron de los míos.-
Pase lo que pase, nunca lo olvides.- Y en ese momento, deseé agarrar
su mano y salir huyendo de aquí, empezar una nueva vida con nuestro
futuro hijo pero no podía hacer eso para sólo conseguir ponernos en
peligro de nuevo.
-¡Señor!-
Un grito al otro lado de la puerta nos alarmó, rompiendo esa
atmósfera tan especial que habíamos creado Tom y yo.- La señorita
Bichmann está de parto.- Sentí como si me hubiesen echado un balde
de agua fría. Todo despareció y la hermosa confesión de Tom
desapareció junto con el viento que entraba por la ventana.-¡Señor!-
Volvió a llamar, la más que conocida, voz de Georg.
-¡Voy!-
Tom dirigió sus ojos a mí. Reconocía haberme quedado en blanco,
perdida en algún lugar entre mi subconsciente y la mirada ansiosa de
mi hermano.- Lilith, tengo que irme.- Susurró como si pretendiese
despertarme de un sueño.
-Lo...
Lo siento.- me levanté de encima de él y comencé a buscar mi ropa
como una loca. ¿Por qué me sentía tan sucia y extraña en este
momento? O peor, ¿por qué Tom parecía sentirse de la misma forma?
Había comenzado a vestirse rápidamente sin ni siquiera mirarme.
-Sal
cuando pasen unos minutos.- Asentí con la cabeza sin mirarle
mientras andaba hacia la cama para coger mi vestido.
La
puerta se cerró tras Tom como si hubiese concluido nuestro asqueroso
y degenerado encuentro. Porque en lo más profundo de mi ser, lo que
yo hacía con Tom estaba mal. Su futura “esposa” estaba dando a
luz a su hijo mientras nosotros nos acostábamos, diciéndonos lo
mucho que nos queríamos.
Sí,
amaba a Tom, estaba dispuesta a hacer todo lo posible para que fuese
feliz pero si quería que eso pasase tal vez debía de echarme a un
lado y dejar que Eva lo llevase por el recto camino. Lo había hecho
durante cinco años, y la vida de Tom había parecido estar bien pero
en el momento en el que yo llegue, su mundo se derrumbó de nuevo.
Salí
de su habitación tras vestirme. No había ningún seguridad en la
puerta así que supuse que todos estarían junto a Tom. La casa
parecía haberse quedado vacía de un segundo a otro. Todos estarían
esperando con ilusión la llegada de aquel niño y yo debería de
estar allí junto al resto de la familia pero en lugar de eso, estaba
caminando sola por los pasillos de una casa que tenía más alma que
todos los que habitábamos en ella.
Sentí
un dolor en el pecho, quizá fuese por la angustia por los nervios o
tal vez porque aquel ser que no podía ser descubierto reclamaba más
sangre. Caminé hacia la cocina donde sólo dos miembros del servicio
preparaban la comida para cuando llegasen los dueños de la casa.
-Señorita.-
Ambas hicieron una reverencia que yo respondí con una sonrisa más
que fingida.
Anduve
hasta el congelador y cogí el primer bote de sangre congelada que
vi. No tardé ni dos segundos y lo metí en el microondas para que se
descongelase. Necesitaba sangre, sentía mi cuerpo hervir por cada
minuto que pasaba sin ese líquido en mi cuerpo.
La
alarma del microondas me alertó de que mi sangre estaba lista y yo
no dudé en sacarla y empezar a beber como una posesa. Jamás me
hartaría de este sabor celestial. Sentía la mirada de las cocineras
en mí, quien bebía como si no hubiese mañana.
-Si
quieres emborracharte la sangre no es una opción.- La jarra casi
cayó de mis manos pero la sostuve antes de que se deslizase de
éstas. Jan me observaba justo delante de mí.
-Lo
tendré en cuenta para la próxima vez.- Me di la vuelta para poner
la jarra en la mesa pero su presencia me paró. Lo sentí en mi
espalda, con una atmósfera más cálida de la que estaba
acostumbrada.
-¿Hasta
cuándo vas a estar aferrada a una mentira?- Me volví impresionada
por esa extraña sensación que estaba empezando a sentir por todo mi
cuerpo. Para mi sorpresa, su cuerpo estaba casi pegado al mío, sus
ojos clavados en los míos y sus manos a ambos lados de mi cintura.
Sin embargo, por una extraña razón, era incapaz de dar un paso. Su
mirada se oscureció y una sonrisa tenebrosa apareció en su rostro.
-Lo
que yo haga no te importa.- Cogí sus manos y las aparté enfadada.
¿Quién se creía que era?
-Me
importas, Lilith, de lo contrario no estaría aquí.- Mi estómago se
contrajo de ira. ¿En serio estaba pasando esto? ¿Cómo podía tener
tan poca vergüenza?
-Si
estás aquí es porque quieres ver caer a Tom.- Su oscuridad se
volvió más grandiosa. Ni siquiera sabía qué hacía aún parada
delante este gilipollas.
-Tom
se cae solito pero tú, Lilith... No quiero que caigas con él.- Una
fuerza inhumana asomó en mi estómago debido a sus mentiras. De un
momento a otro, lo tenía debajo de mí, con mis manos en su cuello,
sintiendo cómo sus venas se retraían por mi fuerza.
-Si
Tom cae, tú irás detrás. No pienso dejar que tu maldito culo
caliente el sillón de mando.- Mis colmillos hicieron acto de
presencia, amenazándole. Jan tenía miedo, podía verlo en sus
ojos.- Haz algo y te mataré. No dejaré de ti ni una puta gota de
sangre, primito, pero antes me encargaré de arrancarte todos los
putos dedos de la mano con los que me has tocado.- Solté su cuello y
me levanté. Respiraba con dificultad aún tirado en el suelo aunque
una sonrisa reflotaba de nuevo.
-¿Así
que es verdad?- Hizo una pausa para ponerse de pie y clavar sus ojos
en los míos.- ¿Eres ella?- Mi estómago se contrajo. De nuevo la
nombraban... ¿Quién era ella?
-Es
una advertencia, Jan.- Me di la vuelta y desaparecí de allí.
Corrí
escaleras arriba como una posesa. Quería vomitar, quería vaciar
esas sucias palabras de mi boca y quería borrar de mi cabeza el
nombre que compartíamos. Ella me había hablado, ella me había
dicho que agarrase el cuello de Jan, ella... ¿era yo?
Entré
en el baño y vomité, vomité y vomité hasta que mis entrañas no
pudieron saltar ni una gota más de nada que hubiese en mi estómago.
Necesitaba ver a Tom aunque él estaría ocupado con el nacimiento de
su hijo.
Acaricié
mi vientre casi inexistente... ¿Quién era mi monstruito? ¿El hijo
de Tom? Sin duda el Consejo no lo reconocería como tal ahora que Eva
iba a dar a luz. Eso significaba que nuestro Vinculo se rompería,
Tom tendría que unirse a ella y yo... yo ya no sería nada.
Me
puse de pie, sintiendo como me balanceaba por cada paso que daba.
Tenía hambre, tanta que me bebería litros y litros de sangre. Mis
pies apenas respondían a mis órdenes, caminaban hacia un sitio al
que no quería ir o tal vez ella sí lo quisiese.
Todo
el mundo estaba en la puerta, incluido Jan. Mi madre fue la primera
en verme seguida por todos los demás menos Tom, que estaba perdido
mirando hacía una puerta cerrada donde se escuchaban los gritos de
Eva.
-Cariño.-
Mi madre me miraba mientras paseaba sus dedos por mis mejillas.- ¿Por
qué tienes tan mala cara?- Dijo en un susurro gracias a que
estábamos alejadas de la multitud.
-Me
ha sentado algo mal.- Y no mentía. Ella estaba en mí, podía
sentirla.
-No
deberías de haber venido.- Asentí y miré por su hombro a Tom,
quien ni siquiera se había percatado de que estaba ahí.- ¿Por qué
te torturas de esta manera?- Los ojos me escocían, quería llorar.
-Mamá...-
Dije en un silencioso susurro.- ¿Qué pasará conmigo ahora?- Ella
abrió los ojos impresionada por mi pregunta y el dolor de mis
palabras.
-Nada,
cariño. Ese niño, es el hijo de Tom pero Eva... Eva no es nada.-
Miré hacia abajo con una triste sonrisa en mis labios.
-No
es eso lo que piensa el Consejo.- Los músculos de mi madre se
tensaron. ¿Por qué me seguía ocultando cosas?
-¿Y
qué que así fuera? Eva puede unirse a Tom pero el corazón de Tom
está unido al tuyo.- Quería reírme ante tan estúpida respuesta.
-Claro,
mamá.- Di por finalizada aquella maldita conversación.
Mi
madre me había confirmado indirectamente mis peores temores, Tom se
uniría a Eva y yo desaparecería de su vida como si nunca hubiese
existido. Aunque, por otro lado, una parte de mí rogaba que Tom no
sintiera nada por ese niño, sólo un poco de simpatía. Odiaba esos
pensamientos tan impropios de mí pero mi corazón me pedía que así
fuera.
Si
Tom no amaba y no necesitaba a nadie... ¿Por qué tendría que
querer a ese niño, hijo de una mujer que engañó a Tom en su propio
beneficio? ¿Y si el niño no era de él? ¿Quién garantizaba que
así fuera?
-Señor.-
Una de las sacerdotisas salió de la habitación con un lío de
mantas ensangrentadas en sus manos. ¡Era Lila!- Es un niño.- ¡No!
¡No! ¡NO! Me quedé paralizada y mi corazón se contrajo hasta casi
dolerme.
Tom
se levantó con los ojos muy abiertos y se acercó a esa montón de
sábanas blancas. Su mirada se hizo más intensa cuando vio lo que
había en su interior. Un niño, el heredero de Tom.
Sus
manos casi temblaban cuando lo tocó, acción que deshizo de momento
en cuanto el bebé se movió al contacto de mi hermano. Podía ver la
cara de felicidad de los miembros del Consejo, en especial la del
señor Bichmann, padre de Eva. Suponía que sus planes se habían
cumplido al igual que los de su hija.
No
recordaba lo que pasó después de ese momento, sólo que cuando
quise darme cuenta, estaba en los brazos de Bill, llorando como si mi
vida dependiese de ello. Su tacto me tranquilizaba en cierta forma
pero no por eso caían menos lágrimas de mis ojos.
-Lilith,
no vas a conseguir nada llorando.- Me obligó a separarme de él y
mirarlo.- ¿Por qué tienes que sufrir tanto por algo que no merece
la pena? ¿Crees que Tom te querrá menos porque haya tenido un hijo
con otra persona?- Sequé mis lágrima y le sonreí. Tal vez, estaba
dramatizando demasiado.
-Casi
agredo a Jan antes.- Dije intentando cambiar de tema. Bill empezó a
reírse como un energúmeno que casi se caía al suelo.
-¡Bien
hecho!- Su risa era contagiosa y en poco segundos le hice compañía.
En realidad, no estaba segura del porqué estaba riéndome como una
loca aunque lo atribuía al hecho del miedo que tenía de sólo
pensar en Tom y en ese niño.
Mi
cara aún empapada se mezclaba con las lágrimas de las carcajadas
que estaba soltando junto a mi hermano. Cuando paré de reír con una
sonrisa estúpida en mis labios, los ojos de Bill me miraron,
divertidos aunque con una chispa de tristeza en ellos.
-¿Por
qué no vas a ver a Tom? Tal vez, eso te ayude a ver que nada ha
cambiado en lo que a él respecta.- No sé si debía hacerlo. Conocía
el carácter de Tom y este acontecimiento no era algo a lo que
estuviese acostumbrado como para saber cómo reaccionar ante ello.
-No
sé si es buena idea, Bill.- Dije secando en resto de lágrimas que
aún seguían húmedas en mis mejillas.
-¿De
qué tienes miedo exactamente? ¿De que te rechace? ¿De que lo que
sienta por ti cambie? Lilith, sólo ha tenido un hijo...- Asentí y
sonreí a mi hermano, que se esforzaba por hacerme sentir mejor.- Te
quiero, pequeña.- Me dio un suave beso en la frente antes de partir
hacia otro lugar... tal vez el sótano.
Emprendí
mi búsqueda de aquel ser cuyo corazón estaba más roto que sus
pensamientos, aquel niño asustado de él mismo y de sus propios
sentimientos. Temía que Tom no supiera llevar bien lo de su hijo.
Vaya... sonaba raro incluso pensándolo.
Aún
recordaba su reacción cuando se enteró de que estaba embarazada...
No le hizo ninguna gracia, hasta el punto de que intentó matar a
nuestro pequeño monstruito. Las entrañas se me encogieron por la
dirección que estaban tomando mis pensamientos. Tom nunca quiso a
nuestro bebé o tal vez, lo hiciera después cuando lo perdí. Sí,
él sólo se daba cuenta de lo que tenía cuando lo perdía. ¿Qué
pasaría si sucedía lo mismo esta vez?
Llevé
mis manos intuitivamente a mi vientre. Ahí estaba, más fuerte que
el hermano que le arrebaté, más fuerte y poderoso que su propio
padre. ¿Cómo nadie se había dado cuenta todavía?
-Señorita.-
Georg intentando parecer profesional delante de los demás aunque me
seguía pareciendo extraño.
-¿Se
encuentra To... El señor?- Él asintió y entró en la habitación
tras llamar. ¿Iba a pedirle permiso a Tom para dejarme entrar?
¿Desde cuándo necesitaba permiso para hacerlo?
-Puede
pasar, señorita. - Dijo Gustav. Quizá lo hubiesen avisado por el
transmisor del oído.
Entré
con paso lento pero decidido. Justo delante de mí, Tom sentado en su
escritorio, escribiendo algo que no llegaba a ver, y Georg parado
justo a su lado, leyendo lo que éste escribía. ¿Qué era? Parecía
una carta aunque la forma que estaba tomando su estructura no era la
de algo así. Eran como frases sueltas una detrás de otra...
Tom
le dio aquel trozo de papel a Georg y éste salió de la habitación
tras una reverencia a mi persona. La mirada de mi hermano se clavó
en mí por primera vez desde que entré. ¿Sabría él el efecto que
eso tenía sobre mí? Claro que lo sabía o de lo contrario no lo
haría.
-Pareces
cansada.- Dijo con un tono neutro en su voz. Asentí. ¿Lo estaba?
No, no era por cansancio que tenía mala cara sino por como había
llorado minutos antes.
-Felicidades.-
Dije con un hilo de voz que llegó a sus oídos pese a que no quería.
Me miró con una ceja alzada, esperando mi reacción.
-Lilith...-
Antes de pestañear ya estaba justo delante de mí. ¿Pensaba que me
iba a poner a llorar o algo por el estilo?
-¿Habéis
pensado ya un nombre?- Los ojos de mi hermano se abrieron de par en
par. No se esperaba mi pregunta aunque estaba segura que no le había
pillado por sorpresa.
-Para,
por favor.- Me rogó, como si mis palabras le estuviesen haciendo
daño.
-Sólo
quería que supieras que no me importa que hayas tenido un hijo con
Eva, mis sentimientos por ti son los mismos.- Declaré casi de
corrido. Intentaba parecer fuerte ante él pero me estaba derrumbando
por dentro. ¿Me importaba el nacimiento de aquel niño? No, no lo
hacía. Ese pequeño no tenía culpa de nada, pero temía que lo que
Tom sentía por Eva cambiase, al fin y al cabo ella le había dado lo
que yo nunca puede...
-Lilith...-
Dijo antes de abrazarme con fuerza, como si temiera que me fuese en
algún momento. A lo mejor, él también había pensado que yo podría
dejar de quererle. Tom era muy inseguro en ese aspecto ya que se veía
como un monstruo al que nadie podría amar nunca.
-¿Estás
bien?- Pregunté mientras lo rodeaba con mis brazos.
-¿Cuándo
he estado bien?- Confesó. Lo que imaginaba, el nacimiento de este
niño se escapaba de lo que él conocía y por lo tanto lo estaba
pasando mal. ¿Y si las voces habían vuelto?
-Las
voces...- Él se alejó al escucharme pronunciar esa frase. Me miraba
como si no fuese yo la que estaba delante. Nosotros nunca habíamos
hablado de ese tema en profundidad porque me daba miedo que al
hacerlo, Tom se terminase de romper.
-No
son las voces, Lilith.- Se dio la vuelta y se volvió a sentar en su
escritorio, tan frío como de costumbre.
-¿Qué
estabas escribiendo antes?- Quería alejarlo de ese tema de
conversación, por mi culpa el ambiente que nos rodeaba se había
vuelto oscuro y tenso.
-Nada
importante.- Contestó.
Caminé
hasta él y me senté en sus piernas, dejándolo asombrado por mi
acción. Apoyé mi cabeza en su hombro a la vez que él descansaba la
suya en la mía y me rodeaba con sus fuertes brazos. Me sentía tan
bien así, sin nadie a nuestro alrededor, inspirando su olor y
sintiendo su presencia en todos los rincones de mi cuerpo.
Desvié
mi vista hasta otro trozo de papel en su escritorio y leí
detenidamente lo que ponía en él...
Una
noche, un grito, un eco.
El silencio es más fuerte que antes.
Una lágrima de sangre en el suelo.
El silencio es más fuerte que antes.
Una lágrima de sangre en el suelo.
Un
viento frío a través de mi puerta rota.
Eres hermosa. No te vayas, porque te necesito...
Eres hermosa. No te vayas, porque te necesito...
-¿Qué
es?- Pregunté pese a que sabía que estaba intentado extraerse del
mundo.
-Una
canción.-¡Vaya! ¿Una canción? ¿Tom estaba escribiendo una
canción?
-¿Sobre
qué?- Él levantó la cabeza de la mía, haciendo que yo le imitase.
Sus ojos penetraron en mi alma como miles de cuchillos afilados.
-Sobre
ti.- Dejé escapar un suspiro ante tan perturbador como los
pensamientos de mi hermano. ¿Una canción sobre mí? La letra decía
que no me fuese, que me necesitaba, y ahí estaba yo, preguntando si
sus sentimientos por mí habían cambiado.
-Es
hermosa.- Su mano acarició mi mejilla lentamente, como si temiese
hacerme daño. Sentía que Tom se estaba rompiendo bajo esa mirada
triste que me estaba dedicando.
-Aún
no está terminada.- Dijo sin apartar su mirada de mí.
-¿Cuándo
lo estará?- Pregunté.
-Cuando
todo esto acabe.- Su mirada se volvió oscura, impenetrable y fría...
-¿Cuándo
crees que acabará?- Mis ojos se llenaron de lágrimas sin saber muy
bien el porqué. Sin embargo, ese sentimiento de angustia y miedo se
habían instaurado en mi pecho.
-Pronto...
Muy pronto.- Y de repente, sus palabras me dieron miedo. Era una
promesa no formulada, una confesión tan perturbadora como él.- Al
menos espero que la canción tenga un final feliz.- Confesó, secando
las lágrimas de mis mejillas.
-Te
quiero, Tom, nunca lo olvides.- Sus ojos se dulcificaron como aquel
que mira a un bebé recién nacido. Era la primera vez que veía esa
expresión en su rostro y esperaba que no se borrase nunca.
-Lilith...-
Cerró los ojos, como si mi amor le doliese en lo más profundo de su
ser.- Te necesito tanto.- Esta vez fui yo quien lo tocó, sintiendo
su piel estremecerse bajo mi tacto.- No me dejes nunca, por favor.
Estaría tan perdido sin ti.- Lo besé con dulzura, saboreando cada
una de sus palabras. Quizás esta fuese la confesión más sincera
que me había hecho hasta ahora.
Sus
labios por fin me correspondieron, dolidos por tantos sentimientos
que corrían entre nosotros. Nadie era consciente de lo dañado que
estaba Tom. Era tan frágil como el más fino cristal, en cualquier
momento podía romperse si se resbalaba de tus manos.
Sus
manos se movieron ágiles por mis piernas hasta alcanzar aquel punto
entre ellas. Era capaz de hacerme perder la cabeza en cuestión de
segundos y él disfrutaba de ello. Sus besos por mi cuello sólo
hacían intensificar el trabajo de sus dedos en mi interior. Me
estaba volviendo loca.
Me
di la vuelta, sentándome a horcadas sobre él pero mirándolo.
Nuestras miradas estaban cargadas de deseo y lujuria, aunque en el
fondo de todo estaba ese amor casi asfixiante que sentíamos el uno
por el otro. Y bajo él, dolor... el dolor nunca se iría, estábamos
condenados a sentirlo para siempre.
Mis
manos se movieron rápidas hasta su bragueta, terminando de liberar
la tensión en sus pantalones. No podía apartar los ojos de los
suyos mientras lo tocaba. ¿Por qué sentía que Tom estaba perdido?
-Anoche
tuve un sueño.- Dijo casi sin respirar debido al movimiento de mis
manos sobre él.
-¿Qué
sueño?- Sus ojos se volvieron a poner oscuros, apagando el azul del
deseo en ellos.
-Soñé
que moría.- Paré de inmediato y me quedé mirándolo. Tal vez ese
era el motivo por el cual estaba así...- Y tú estabas allí parada,
justo delante de mí, con un bebé en los brazos mientras por tus
piernas se escurría sangre.- Solté todo el aire que parecía haber
retenido en mis pulmones. ¡Yo también había soñado algo parecido!
Me
levanté de encima de él con un movimiento rápido. Mi cuerpo estaba
empezando a temblar, a marearme y tenía una enormes ganas de vomitar
de nuevo. El pánico se había hecho dueño de mí y estaba a punto
de perder el control sobre mi cuerpo.
La
habitación había empezado a dar vueltas y estaba segura de que me
caería al suelo en cualquier momento. Tom no tardó en rodearme con
sus fuertes brazos, atrayéndome más a él hasta que mi cabeza tocó
su pecho.
-Lo
siento, no debería de haberte dicho nada.- Dijo mientras su mano
recorría mi pelo acariciándola.
-No
es eso exactamente, Tom.- Levanté la cabeza e intenté mirarlo sin
que mi preocupación me delatara.- Yo también he soñado algo
parecido.- Sus pupilas se contrajeron aunque intentó disimularlo
rápidamente.
-Bueno,
yo a veces tengo los mismos sueños que Bill.- Se separó de mí y me
dio un toque en la frente.- Tengo tu sangre en mis venas de la misma
forma, así que no me sorprende que esto pase.- Asentí. Podría
tener razón, no lo veía tan raro después de todo.- No te
preocupes, además...- Me agarró la mano y la puso justo encima de
su bragueta.- No he terminado contigo aún.- Sonrió con esa sonrisa
de niño malo que despertaba mis instintos más primarios.
-¿Qué
tienes pensado?- Le pregunté mientras movía mi mano sobre ese punto
de su cuerpo.
-No
dejarte salir de esta habitación hasta dentro de tres días.- Esa
frase llena de promesas me inundó de deseos como sólo él sabía.
-¿Sólo
tres?- Él sonrió de nuevo y... ¡Dios! Mi mundo podía sólo
iluminarse con la luz que desprendía. Jamás me cansaría de
observar esa sonrisa.
Tom
se acercó y me besó con anhelo pero tan cargado de sentimientos que
era incapaz de manejarlos todos al mismo tiempo. Sus caricias por mi
cuerpo, sus besos en mi cuello... Un momento. ¿Iba a morderme?
-Espera.-
Le pedí sin aliento.- No me muerdas, creo que he perdido algo de
sangre estos días, más de la que debería.- Sus ojos se achinaron,
intentando descifrar el porqué de mi reacción. ¿En serio no se
había dado cuenta de la presencia de ese ser?
-Lilith,
no iba a morderte.- Siguió besándome como si nada pero era incapaz
de concentrarme cuando sus manos se aproximaban a mi vientre.- ¿Qué
pasa? ¿Es por el sueño?- Asentí, evitando que el tema de
conversación se desviase hasta mi verdadera preocupación.- No es
nada, Lilith.- Me besó de nuevo, tan apasionadamente que era incapaz
de moverme.
Cogí
sus manos y las puse en mis pechos, alejadas de aquel sitio donde por
ahora quería mantener alejado a mi hermano. Él aceptó de buen
gusto, tocando todo lo que era capaz antes de perder el poco
raciocinio que le quedaba y sus instintos nos condujesen a un mar de
sensaciones y lujuria.
Cogí
aire cuando se separó para quitarme el vestido por la cabeza. Estaba
a punto de abandonarme a él y mi cuerpo así lo deseaba. Se
arrodilló ante mí y besó aquel punto entre mis piernas. Me iba a
hacer perder la cabeza y ni siquiera había empezado. Lo deseaba
tanto. Lo quería tanto...
-Ven,
nena, déjame llevarte al infierno conmigo.- Se levantó y agarró mi
mano hasta la cama.
-Me
gusta el infierno.- Él sonrió ante mis palabras. Esa maldita
sonrisa que me hacía enloquecer.
Me
tumbó en la cama y se tiró encima mía. Separó mis piernas y se
coló entre ellas, haciendo que su erección chocase con ellas. Sus
labios sobre mi cuerpo, sus manos volando fugaces por mi cuerpo
dejando un rastro de fuego sobre mi piel y sus lengua... ¡Dios, su
lengua!
-¡Señor!-
Abrí los ojos de golpe, asustada por ese grito.- ¡Señor!- Miré a
Tom pero éste estaba perdido en mi cuerpo.- ¡Tom, joder!- Él
levantó la vista y miró con los ojos rojos como el fuego hacia la
puerta aún cerrada.
-¡¿Qué?!-
Su boca casi estaba desencajada como si fuese un bestia rabiosa.
-¡Sal,
tenemos problemas!- Los ojos de Tom volvieron a su color natural para
mirarme.
-Sal.-
Le dije con una sonrisa fingida en mis labios.
Tom
se apresuró en ponerse bien en la ropa y salir de allí antes de que
yo fuese capaz de levantarme de la cama donde segundos antes lo había
tenido sobre mí. Era increíble la cantidad de sensaciones que mi
cuerpo era capaz de experimentar gracias a él y como, de un segundo
a otro, todo desaparecía y volvía a estar sola, ahogada por esa
presión en mi pecho.
Me
levanté haciendo que mi estómago se contrajera al recordar a Tom
nombrando a su sueño. El simple hecho de pensar en ello tal y como
yo lo había vivido en mi sueño, me horrorizaba. ¿Significaba algo
ese sueño o era simplemente una pesadilla cualquiera? Quería pensar
que no era nada pero entonces no entendía por qué me daba tanto
miedo pensar en ello.
Salí
de la habitación. No había nadie en los pasillos, posiblemente
estuviesen todos reunidos. Comencé a caminar con la soledad de mis
pensamientos, los cuales a veces me asustaban. Y de repente, ese
sonido, tan hermoso y tan extraño para mí al mismo tiempo. El bebé,
el hijo de Tom, estaba llorando y toda la casa retumbaba en aquel
bello sonido.
Mis
pies me guiaron hasta una habitación con la puerta cerrada, donde el
llanto de aquel niño era casi ensordecedor. Creía hasta sentir mi
inerte corazón latir, como si aún estuviese vivo. Puse mis manos
alrededor de mi viente, sintiendo la presencia de aquel ser que no
debía nacer, el fruto de algo prohibido y corrupto.
Apoyé
mi mano en el pomo de la puerta y lo giré, abriéndola y dejando
ante mí aquella mujer, vestida de rojo, con un bebé en sus brazos
mientras le cantaba una triste pero melodiosa canción de cuna.
Giró
su cabeza hasta clavar sus ojos en mí y caí de rodillas al suelo,
como si mi cuerpo me hubiese obligado a hacerlo. Ella sonrió cuando
lo hice pero siguió acunando a aquel bebé con una mirada dulce pero
sumamente aterradora.
-¿Qué...
Qué haces... aquí?- Conseguí decir con un nudo en la garganta.
-Estaba
esperándote.- Su voz me irritaba y a la vez movía algo en mi
interior que se rompía poco a poco.
-No
existes, no eres real.- Le reproché, incapaz de levantarme del
suelo.
-Claro
que no...- Soltó al bebé en la cuna antes de venir hasta mí,
dejándome verla desde abajo donde imponía más respeto.- Vivo
dentro de ti, Lilith, porque yo soy tú.- Sentía la rabia
instaurarse de nuevo junto con las tremendas ganas de llorar.
-¡Cállate!-
Me levanté del suelo y le di una bofetada pero despareció ante mis
ojos antes de que ni siquiera mi mano llegase a alcanzar.
Me
quedé perpleja ante tal espectáculo. Ella había desaparecido junto
con el bebé y todo lo que había en la habitación, donde sólo se
hallaban cajas y trastos inútiles cubiertos con sábanas para
prevenir que el polvo se acumulase en ellos.
-Vaya...-
Una tercera voz hizo que me volviese hacia la puerta con los ojos
vidriosos. Jan estaba apoyado en el marco de la puerta con una
sonrisa frívola en sus labios.- Ha sido lo mejor que he visto en
siglos, primita.- Intenté mantener la compostura pero mi mente se
estaba rompiendo a pedazos ante esa asquerosa mirada.
-No
sé qué es lo que has visto pero...- Intenté decir antes de que él
empezara a reírse como un histérico.
-Sólo
que estás tan loca como ese hijo de puta de Tom.- Dijo entre
carcajadas.- ¿A quién pretende engañar Bill diciéndome que eres
Lilith?- ¿Qué Bill había dicho qué?
-Yo
no soy ella.- Dije fría, tal y como Tom me había enseñado tantas
veces.
-Claro
que no. Es estúpido incluso pensarlo.- Notaba de nuevo la
temperatura de mi cuerpo incrementarse.- La única razón por la que
os mantenía vivos a ti y a Tom era porque quería comprobar si era
cierto eso que el gilipollas de Bill decía pero sólo sois dos putos
locos.- Se acercó hasta mí, sin apartar los ojos de los míos y yo
era incapaz de moverme.- Dos locos que han cometido una locura.- Su
mano tocó mi vientre, haciéndome reaccionar como una fiera a punto
de atacar.
-No
me toques o será lo último que hagas.- Le dije con la mandíbula
apretada y mis ganas de arrancarle las entrañas con mis propias
manos. Él sólo sonrió como respuesta.
By
Tom
Me
senté en el sillón que habían dispuesto para mí en la sala de
juntas, bien separado del sillón de mando donde se suponía se
sentaría el hijo de puta de Jan. ¿Dónde coño estaba?
Todos
parecían estar alterados, incluido Bill quien ni siquiera me había
mirado. Esta situación no me estaba gustando, había más miembros
de seguridad de lo habitual y los miembros del Consejo no paraban de
hablar entre ellos, más de lo habitual.
De
repente, algo me vino a mi cabeza. Jan no estaba aquí y Lilith...
ella tampoco. Quise levantarme de mi sitio pero las puertas se
abrieron antes de que pudiese levantar el culo del sillón. Jan
entraba con esa sonrisa de gilipollas en la cara, la cual no me
importaría partirle en cualquier momento.
-Sentaos,
por favor.- Dijo Jan cuanto todos se levantaron en su presencia,
menos yo.
Antes
de que se cerrase la puerta, ella entró con paso cauteloso, con la
mirada perdida en algún punto justo delante de su visión. Podía
ver en ella ese rastro de preocupación pero lo que más me jodía
era que hubiese entrado justo detrás de Jan.
-Señores,
estamos aquí para tratar un tema escabroso y que pone a toda nuestra
especie en peligro, una vez más.- Dijo Jan con un documento en las
manos aunque yo no podía apartar mis ojos de ella, sentada justo al
lado de mi madre y Gordon.- Lo que tengo entre mis manos es un
comunicado de uno de los refugiados de los Kaulitz en el continente
africano.- ¿Refugiados? ¿De qué mierda estaba hablando?
-¿Refugiados,
señor?- Preguntó Bichmann con los ojos desencajados.
-Markus
y los suyos han atacado a la familia Kaulitz en África... Sin
supervivientes.- En la sala se escuchó un tremendo “ohh” por
parte de todos. Veía las caras de los del Consejo más pálida de lo
normal, acompañado de murmullos y casi gritos de histeria.
-Pero...
¿Cómo es eso posible?- Preguntó alguien entre la multitud.
-Por
lo visto había un infiltrado en la casa principal en Sudáfrica. Esa
persona le pasaba información a Markus, y éstos ejecutaron su plan
basado en lo que éste les contaba.- Miré a Lilith. Estaba casi
temblando, tanto ella como yo sabíamos quién era su objetivo
principal.- Thomas.- Me llamó Jan, con esa sonrisa de cínico.- Tú
has lidiado más con ellos, los has tratado cara a cara... Dime qué
demonios quieren.- ¿Eso había sido una orden? Le decía yo por
dónde me pasaba su puta orden...
-No
lo sé.- Mentí. Si él era el líder tal y como él se había
nombrado a sí mismo, que lo solucionase como pudiese. Mi único
objetivo era protegerla a ella.
-¡Mientes!-
Gritó con la cara desencajada de ira.- ¡¿Piensas poner a toda la
especie en peligro sólo por tu puto orgullo?!- Le sonreí de la
misma forma en la que él hacía bajo la atenta mirada de todos.
-Tú
eres el líder, Mi Señor.- Le contesté, guiñándole un ojo.
-Señor...-
Dijo Bichmann desde su lado.- La última vez que nos atacaron...
buscaban a la señorita Kaulitz.- Me levanté de golpe del sillón y
clavé mis ojos rojos como el fuego en ese maldito hijo de puta.
-¡¿Por
qué querrían buscarla a ella?!- Pregunté casi echando espuma por
la boca.
-E...
Ellos creen... creen que la señorita Kaulitz es... la madre.- Todos
miraron en dirección a Lilith quien palideció al instante.
-Interesante...-
Dijo Jan, sonriendo de nuevo.- Pero ella no es Lilith, al menos no la
diosa.- Quizás esa fuera la única frase con sentido que había
dicho en su vida.- ¿La maldición, verdad?- Sus ojos estaban fijos
en ella y los de Lilith en él, ambos miembros de una batalla que
desconocía.- ¿Pero cómo saben los miembros del Consejo que Lilith
no es Lilith?- Desvió su mirada de ella y la dirigió a los del
Consejo.
-Ella
nunca ha mostrado ningún indicio de serlo, señor.- Contestó uno de
los asistentes.
-Entonces,
tendremos que ser nosotros quienes lo confirmemos.- Dijo casi en voz
baja.- Lilith, prima, ven aquí.- Ella abrió los ojos de miedo
mientras mi madre agarraba su mano con fuerza.- He dicho que vengas.-
Dijo Jan con la mandíbula apretada.
-Ni
se te ocurra bajar.- Le dije con la misma mirada que fingía cuando
quería asustarla años atrás.
-Lilith,
es una orden.- Dijo Jan. Tanto él como yo teníamos la mirada puesta
en ella quien sólo miraba a Bill. ¡Maldito capullo! Estaba seguro
que Bill le había metido millones de bobadas en la cabeza.
Lilith
se levantó decidida y bajó las escaleras hasta ponerse frente a
Jan. Se suponía que debía arrodillarse ante él pero no lo hizo.
Ambos dos mantenían una batalla sangrienta entre miradas, en la que
yo estaba completamente perdido y eso no me gustaba. ¿Significaba
eso que Jan y Lilith se habían visto sin que yo lo supiera?
-Dime,
primita... ¿Eres Lilith?- Preguntó Jan de nuevo sonriendo. Como me
gustaría partirle la cara a esa malnacido.
-No.-
Respondió segura.
-¿Si
no lo eres, por qué te buscan?- Lilith miró hacia mí, intentaba
buscar una ayuda en alguna parte pero en este momento, no podía
hacer nada, salvo mirarla y rezar a cualquiera que me escuchase que
por favor la protegiese.
-No
lo sé.- Respondió.
-Traed
la sangre pues.- Todos murmuraron de nuevo. La sangre de la diosa
Lilith, la cual estaba en el sótano y a la que se le había rendido
culto durante siglos iba a ser destapada para que mi hermana la
bebiese.
-¡No!-
Grité y bajé hasta donde estaba ella.- No va a beber nada.- La cogí
de la mano y tiré de ella.
-Tom,
no va a pasarle nada. Si es ella, tan solo despertará, si no lo
es... - Sonrió y sentí como Lilith se tensaba al instante.- Sólo
devorará su interior, eliminando todo aquello que encuentre a su
paso.- Ella me miró asustada. No iba a ser peor que la marca de la
Cruz... ¿Por qué estaba tan asustada? ¿Creía Lilith que era ella?
-Señor.-
Dijo una de las sacerdotisas con la sangre de la diosa en las manos.
-Lilith,
no tienes que hacerlo si no quieres.- Dije. Estaba seguro que Lilith
no tenía nada a lo que temer. ¿Qué era lo peor que podía pasarle?
¿Vomitar durante días?
Ella
cogió la sangre con manos temblorosas. Quizá Lilith fuese la
primera en tocar ese tarro en siglos. Su cara estaba pálida y
parecía que se caería en cualquier momento... Sus labios se
acercaron a ese frasco de cristal y le dio un sorbo. Sus manos
volaron a su barriga como si le doliese en lo más profundo de su
cuerpo. No se suponía que esto tenía que pasar, no era esto lo que
se suponía que sucedería si se bebía la sangre de Lilith.
-¡Lilith!-
La cogí por los hombros y la zarandeé bajo la atenta mirada de
todos los allí congregados, que se habían levantado para ver qué
estaba pasando.- ¿Qué te pasa? ¡Lilith!- Cerró los ojos y se
desmayó en mis brazos, partiendo aquel frasco con la sangre sagrada.
-Bien,
cuando se despierte sabremos quién es.- Dijo Jan, sentándose de
nuevo en el que había sido mi sillón de mando, con una sonrisa en
esa asquerosa cara.
-Disfruta
de ese sitio mientras puedas porque será lo último que hagas.- Le
dije a Jan mientras las sacerdotisas se llevaban a Lilith.
Contemplé
como desaparecía por la puerta a la vez que los miembros del Consejo
se congregaban para discutir la crisis en la que estábamos inmersos.
Estaba claro que los últimos en caer seríamos nosotros porque era
el plan de Markus para ponernos nerviosos. Tenía que proteger a
Lilith y al hijo que tenía ahora por encima de todo.
No
tardarían en llegar y estaba seguro que estábamos en peligro desde
hacía mucho tiempo. Crucé miradas con el topo de Markus en nuestra
casa. Intercambiamos sonrisas antes de que yo saliese de esa sala
llena de gritos de histeria.
La
verdadera identidad de Lilith sería revelada mientras que toda
nuestra especie corría peligro por el mismo motivo. Mi sueño vino
de nuevo a mi mente mientras recorría el pasillo hasta la habitación
de ese niño. Que Lilith hubiese soñado lo mismo no me gustaba pero
lo peor era que todos sabíamos que sus sueños eran premoniciones
menos ella.
¿Era
ese el final? ¿Era yo el malo de la película que debía morir al
final? Claro que sí... ¿Cómo no lo había visto venir antes?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Gracias Vero! ¡Feliz Navidad y Feliz Año 2015 también a ti! Espero que te encuentres mejor de salud y no te preocupes que aquí estamos tus fervientes seguidoras esperando los próximos capítulos. Cuidate mucho. Te queremos!
ResponderEliminarAhora sí... va mi crítica:
El capitulo estuvo intenso y lleno de esas declaraciones que tanto añoraba que Tom le dijera a Lilith. Pero aquella mujer ya tuvo a ese bebé pff! qué malo! y se siente tan feo que ese ser al que tanto amas tenga un hijo con otra persona que no sea uno. Pero eso cierto eso de que si ellos se aman no habrá poder alguno que los separe... Y sobre el sueño ¡tengo miedo! Ojalá que ella despierte pronto y haga añicos a ese tal Jan y de paso a la Eva, para que todo vuelva a la normalidad. Y ese maldito de Markus pueda ser eliminado también por perro... jajajajaja
Okey.... todo perfecto como siempre Vero ;-)
Nos vemos en el próximo capítulo!
Mil gracias! Me encantó.
ResponderEliminarFeliz navidad y próspero 2015
lo ame!!, gracias, felices fiestas :3 sube pronto
ResponderEliminarOH DIOS!! *-*
ResponderEliminarVero me dejaste con la piel de gallina, casi lloro!!
Un capítulo de primera! Me encantó!!
oh madre~ La que se va a liar en cuanto Lilith despierte >_<
Y del sueño... TOM NO PUEDE MORIR!! T^T ahora que aparece su lado tierno..
Espero que Tom o Lilith le arranquen la cabeza al imbecil de Jan! Uf que asco me da ese tipo!! Y Eva? Uff esa otra más para la lista negra ¬¬
XD
Y bueno, Vero, espero y que te encuentres mejor.
Feliz año nuevo! ;)
Me pasé todo el capítulo con la piel de gallina!. Es uno de los capítulos más duros para vos, pero sin duda uno de los mejores!... Lilith va a volver O.O Dios! Qué intriga. Ya es tiempo de que Lilith & Tom sean felices con su bebé *---* se lo merecen. No soporto a ese Jan ni a Eva --' .
ResponderEliminarPorfavor seguila ;)
Felices Fiestas & que este año este lleno de éxitos y cosas buenas para vos! Sos una súper escritora y ya sabes que tenes el apoyo de todas tus fieles lectoras. Ánimo Vero! :*
Estuve a nada de ponerme a llorar, ya había leído el capítulo cuando lo subiste pero me dio por volverlo a leer y es como si lo estuviera leyendo por primera vez, no tienes ni una idea de lo tanto que me gusta Vinculo de Sangre siempre será mi número uno.
ResponderEliminarBueno sólo quiero decir que no puedo esperar para leer el siguiente capítulo, NO QUIERO QUE TOM MUERA :c ojalá sea feliz con Lilith y que se muera Markus, Jan y Eva ¬¬ haha gracias por hacer esto, me haces muy muy feliz. <3
Ono T_T otra vez esta tardando T_T ojala no le haya pasado nada a Verito y que arregle sus prolemas
ResponderEliminarEstoy entrando en desesperación y en pánico!!! Ya han pasado casi tres meses desde la última vez que publicaste!!! Estás bien??? C: te echamos de menos y a tus fabulosos capítulos! ^^
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