Capítulo 70
Capítulo
70
By
Lilith
Los
tacones hacía tiempo que habían desaparecido de mis pies.
Realmente, no recordaba cuándo se perdieron aunque tampoco me
importaba. Corría y corría sin parar de su mano. Tiraba de mí con
fuerza a la vez que apretaba mi mano como si temiera que me escapase.
Salíamos
por la puerta de atrás de la residencia de verano en Burdeos de los
Kaulitz cuando vimos uno de los coches en los que iba a menudo Tom,
negro y con los cristales tintados. Georg abrió una de las puertas
de atrás mientras Gustav se metía en el asiento del piloto.
-Entra.-
Me dijo Tom antes de desaparecer por el otro lado del coche. Hice lo
que me ordenó y Georg cerró la puerta a la vez que mi hermano
entraba por el otro lado, con la respiración agitada y sin ni
siquiera mirarme.- Arranca, Gustav.- le ordenó y el coche no tardó
en ponerse en marcha una vez que Georg entró.
En
cuanto éste arrancó Tom pareció relajarse. Lo observé por el
rabillo del ojo, incapaz de creerme lo que estaba viviendo.
¡Estábamos juntos! Sonreí al ver cómo dejaba caer la cabeza hacia
atrás y cerraba los ojos, cansado o tal vez superado por toda esta
situación. ¡¿Estaba pasando esto de verdad?!
De
repente, una pantalla metálica y totalmente negra se interpuso entre
los guardaespaldas y nosotros. Me tensé en el asiento cuando
quedamos totalmente alejados de ellos. Volvíamos a estar solos y la
tensión era más que notable aunque no era incómoda como otras
veces sino algo así como... extraña.
-Yo...-
Conseguí decir pero él me detuvo. Abrió los ojos y me miró,
clavándolos en los míos.
-Cállate.-
Volvía a sentir ese nudo en la garganta y ese pellizco en mi
barriga.- Si lo que vas a decir no es que quieres seguir con esto no
digas nada.- Volvió a reposar su cabeza en el asiento mientras yo
observaba mi vestido de novia blanco, cuyo escote estaba manchado de
sangre, de mi sangre.
-¿Por
qué has hecho esto?- Me atreví a preguntarle.
-¿El
qué?- Dijo de lo más relajado.
-¿Huir
conmigo?- Le aclaré sintiendo como el nudo de mi garganta se
acentuaba y los ojos me escocían.
-Pensaba
que te había quedado claro.- Lo miré con los ojos aguados y él
hizo el mismo gesto. Su rostro se contrajo al verme así aunque se
esforzase por disimularlo.- No soporto verte con otro tío, de sólo
pensar que te toca, te... - Cogió aire.- Eres mía, Lilith, y no me
gusta que toquen mis cosas.
-¿Sólo
por eso?- Le pregunté, desafiándolo.
-En
estos cinco años me he dado cuenta de que fue una auténtica
tontería el haberte dejado ir.- Me miró y mi corazón dio un
vuelco.- Quizás Bill tenía razón.- Dijo en voz baja.
-¿Razón
en qué?- Se volvió a mirar por la ventana.
-En
que estaba enamorado de ti.- Abrí los ojos como platos ante su
confesión. ¿Ha... Había dicho que estaba enamorado?
-¿Por
qué has tardado cinco putos años en darte cuenta?- Le pregunté con
un hilo de voz a la vez que me hacía un paño de lágrimas.- ¡¿Por
qué esperaste tanto, gilipollas?!- Él me miró estupefacto, sin
esperarse esa reacción de mi parte.- ¡¿Sabes lo mal que lo he
pasado?! ¡¿Sabes lo mucho que he intentado olvidarte?!- Le di un
bofetón tan fuerte que su mejilla se puso roja.
-No
vuelvas a hacer eso.- Dijo cuando se tocó el sitio donde había
recibido el golpe.
-¡Haré
lo que me de la gana! ¡Te lo mereces, hijo de puta!- Comencé a
pegarle por todos sitios aunque no tan fuerte como quería. No tenía
fuerzas y no lo veía bien por las lágrimas. Aun así, Tom no
intentaba defenderse sino que me miraba con su expresión de póquer.-
¡Estúpido egoísta!- Grité tan fuerte que estaba segura de que
Georg y Gustav se habrían enterado. De repente, me agarró por las
muñecas y las apretó con fuerza.
-¿Te
has desahogado ya?- Intenté zafarme de él pero me era imposible.-
Si lo hice fue para que fueses feliz y no lo has sido así que
prefiero que estés conmigo. Puede sonar egoísta pero me importa una
mierda.- Tiró de mí e hizo que nos quedásemos a pocos centímetros
el uno del otro.- Te necesito y tú me necesitas a mí.- Sentí
escalofríos por todo mi cuerpo cuando lo escuché decir eso. Claro
que lo necesitaba, lo amaba. Amaba a Tom tanto que me dolía.
-Dilo.-
Me soltó las muñecas y se tensó al instante.- Dilo, por favor.-
Cerró los ojos y cogió aire.
-Te...
te quiero.- Agarré su cara y Tom abrió los ojos al no esperarse ese
movimiento de mi parte.
-Mírame
a los ojos y dímelo.- Sus ojos se abrieron, rojos como la sangre que
manchaba mi vestido y su camisa. ¿Se había enfadado?
-¡Te
quiero, estúpida!- Gritó, mostrándome sus colmillos.- ¡Y me jode
que te lo tenga que decir! ¡¿Es que acaso no lo sabes?!- Dios...
¿Era esto un sueño? No podía estar pasando esto, era demasiado
bonito para ser verdad. Ni siquiera Tom parecía el mismo.
-Estúpido...-
Dije con una sonrisa camuflada por las lágrimas.
-¿Preparada
para volver al infierno, señorita Kaulitz?- Me preguntó con esa
sonrisa de niño malo que tenía.
-Ya
soy cliente VIP, Mi Señor.- Le respondí.
[…]
Abrí
los ojos lentamente. Me había quedado dormida en el hombro de Tom,
el cual estaba con su iPad mirando lo que parecían historiales
médicos. No se había dado cuenta de que me había despertado ni yo
me había movido un ápice para que se percatase. No podía creerme
que estuviese así, en su hombro, medio dormida y en un coche del que
desconocía su destino. En otro momento, hubiese estado asustada,
aterrorizada más bien al no saber dónde me llevaba pero ahora
estaba tranquila, en paz conmigo misma y como si estuviese volando en
una nube alejada del mundo.
Respiré
su aroma. Era una mezcla entre algún perfume masculino y tabaco. Me
gustaba, olía a Tom. No recordaba el momento exacto en el que me
quedé dormida. Quizá fuese justo después de haberlo escuchado
decir que me quería y que estaba enamorado de mí. Ahora bien,
¿dónde estaba el truco? No podía creerme que esto me estuviese
pasando después de tanto dolor.
-Si
te has despertado ya, levántate. Se me está durmiendo el brazo.-
Pegué un bote al escuchar su voz ronca sacarme de mis pensamientos.
Me coloqué en mi sitio y me puse el pelo en su lugar. No se me había
movido nada del peinado... Buen trabajo, señora estirada.
-¿Dónde
vamos?- Le pregunté. Tom no me miraba sino que seguía pendiente de
su Tablet.
-Marsella.-
¡¿Qué?! ¡Eso estaba lejísimos!
-¿Cuánto
falta?- Miré por la ventanilla, ya era de noche. ¿Cuántas horas
llevaríamos de viaje? Cinco horas al menos...
-Estamos
llegando, la casa está a las afueras.- Íbamos a una casa, puede que
a una de las que poseía mi familia, y lo mejor era que íbamos a
estar solos. Tom y yo sin nadie más. Sentí un pellizco en mi
vientre de sólo imaginármelo. Quería besarlo, tocarlo, hacer el
amor con él... ¡Dios, lo necesitaba tanto!
-No
sabía que tuviésemos una casa en Marsella.- Dejé caer, intentando
evadir esos pensamientos de mi cabeza.
-Es
mía, nadie sabe que tengo una casa aquí.- Lo miré impresionada
aunque él seguía pendiente de ese maldito cacharro.
-¿Cuántas
casas tienes?- Levantó la vista del iPad y miró al techo,
pensativo.
-Con
la de Bochum, creo que unas diez.- ¡¿Qué?!
-¿Por
qué tantas casas? No las necesitas.- Apagó la Tablet y me miró.
Sus ojos eran fríos, oscuros y daban miedo. Estaban cargados de
dolor o quizás miedo, ni siquiera sabría decirlo con exactitud.
-Hemos
llegado.- Dijo justo cuando el coche se paró.
Mi
puerta se abrió y Gustav me sonrió de esa forma tan dulce. Parecía
muy buena persona aunque un poco serio, siempre lo había sido. Salí
con dificultad del coche por culpa del vestido y casi me caigo al
contemplar la casa. Me esperaba un casoplón tal y como estaba
acostumbrada pero en su lugar había una pequeña casa de madera, de
dos plantas y rodeada de otras casas del mismo estilo.
Habían
niños jugando entre los árboles, cuyos padres hablaban entre ellos
animados. Todos eran humanos y absolutamente todos se volvieron a ver
a una chica con un vestido de novia saliendo de un coche.
-¡Doctor
Kaulitz!- Gritó desde la lejanía un hombre, alzando la mano en
señal de saludo. Agarró la mano de la que parecía su esposa y
empezó a caminar hacia nosotros.
Sentí
la chaqueta de Tom sobre mis hombros, Tom me la había puesto para
cubrir la sangre que manchaba el escote de mi vestido. Lo apreté
entre mis dedos y me la agarré delante de mis pechos para disimular.
El
hombre que había saludado a mi hermano le estrechó la mano y
comenzaron a hablar en un perfecto francés del que me esforcé en
desconectar. Me quedé embelesada observando el lugar donde
estábamos. Era parecido a esas casitas en las estaciones de esquí
solo que rodeada de árboles y niños jugando aunque fuese tarde.
Los
árboles se movían con el viento, rodeados de una brisa casi
embriagadora. Olía a mar aunque no viese nada de agua a mi
alrededor. Me gustaba este sitio, me sentía tranquila, fuera de
peligro...
-Ella
es Lilith, mi... novia.- Lo miré sin entender nada. Todos dirigieron
su atención hacia mí y yo sólo pude sonreír sin saber qué decir.
-Encantado,
Lilith. Mi nombre es Adrien y ella es mi mujer Bernadette.- La mujer
me sonrió con ternura. Eran jóvenes y ambos humanos. Bernadette era
rubia y con los ojos marrones, delgada y con un vestido largo de gasa
rosa palo. Por el contrario, su marido era casi tan alto como Tom.
Moreno y con los ojos marrones, fuerte y vestido de forma informal.
Me cayeron bien al instante...
-Encantada.-
Les tendí la mano y sentí el calor propio de los humanos invadirme.
-¡Vaya,
me encanta tu disfraz! ¿Eres una especie de novia zombie?- Rió
Bernadette junto con su marido. Busqué a Tom con la mirada y él me
hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
-Sí.-
Les sonreí. ¿Qué rollo les habría contado Tom? Un momento... ¡¿Es
que acaso lo tenía todo planeado?!
-Si
nos disculpáis, estamos un poco cansados.- Dijo Tom, agarrando mi
mano. Sentí de nuevo esos escalofríos por todo mi cuerpo y como
toda mi piel se ponía de gallina.
-¡Claro,
nos vemos mañana!- Se estrecharon la mano de nuevo antes de que Tom
tirase de mí hacia la casa.
Escuché
el coche arrancar y desaparecer con Georg y Gustav en su interior.
¿Se iban? ¿Nos iban a dejar solos, sin nada de protección? ¿Y si
pasaba algo? ¿Y si necesitábamos el coche para irnos? ¿Íbamos a
estar incomunicados?
Tom
abrió la puerta de la casa y un recibidor se abrió ante nosotros.
No era muy grande si lo comparaba con el de la mansión en Hamburgo
pero era precioso. Todo de madera, con decoración minimalista tal y
como le gustaba a Tom.
Me
soltó la mano y cerró la puerta mientras yo seguía andando por la
casa embelesada. Me encantaba, era tan acogedora y cálida. No podía
creer que esta casa perteneciese a él. El salón tenía un sofá
rojo extra-grande, una TV parecida a una pantalla de cine, una
estantería con muchísimos libros, y en un rincón, un piano de cola
negro precioso.
-¿Sabes
tocar el piano?- Dije cuando sentí su presencia a mi espalda.
-Sé
tocar muchas cosas y todas muy bien.- Me respondió con un tono de
ironía. Pasé mis dedos por las teclas de aquel maravilloso
instrumento. Eran tan suaves y el sonido que emanaba de ellas era tan
triste... tan Tom.
-¿Podrías
tocarme algo?- Le pregunté. Me miraba desde la entrada del salón.
Parecía tenso aunque ansioso al mismo tiempo.
-Lilith,
como comprenderás lo que más me apetece ahora no es tocar el piano
precisamente.- Esta vez fui yo la que se tensó. Todos los músculos
de mi cuerpo se contrajeron al escuchar su respuesta.
-¿Qué
quieres tocar?- Me arrepentí al instante de preguntárselo. Tom
comenzó a caminar hacia mí, hasta ponerse justo delante.
-A
ti.- Quería lanzarme a sus brazos pero estaba paralizada.- Pero no
voy a hacer nada que no quieras hacer. Tú marcas las normas, no yo.-
¿Qué? Yo... Yo no sabía qué hacer, al menos no con él.
-Sabes
que puedes hacer lo que quieras.- Le respondí con el estómago
contraído y los nervios a flor de piel.
-No,
porque si hiciera lo que tengo en mente ahora mismo no te podrías
levantar en un mes.- ¡Dios! Lo miré sorprendida, gesto que pareció
hacerle gracia.- ¿Qué quieres hacer, Lilith?- Di un paso hacia
delante y puse mis manos en su rostro. Él cerró los ojos, sintiendo
el calor de mi piel en contraste con la suya.
-Besarte.-
Llevaba queriéndolo hacer desde que lo vi por primera vez hoy pero
él se había contenido todo este tiempo.
-Dudo
que pueda controlarme después.- Acerqué mis labios a los suyos y
los junté. No pretendía llegar más lejos, simplemente quería
sentirlo.- Lilith...- Dijo al separarse de mí. Antes de que pudiese
decir algo más, puse mis manos en la cremallera de mi espalda y
comencé a bajarla lentamente.- No...- Susurró cuando el vestido
cayó a mis pies, dejando a la vista el conjunto de lencería blanco
que había comprado para mi noche de bodas.
-Te
necesito.- Sólo bastó esa frase para que sus ojos le delatasen y se
lanzará a por mí como una bestia salvaje.
Empezó
a besarme como si mis labios fuesen agua y él un animal sediento.
Sentía sus colmillos rasgarme los labios, su lengua moverse ávida
en mi boca y mis instintos despertar de un largo letargo.
Sus
manos se posaron en mis caderas para pegarme más él. Noté su más
que pronunciada erección y mi deseo crecer más y más. Dios, lo
necesitaba tanto que dudaba que durase mucho tiempo así. El simple
tacto de su piel sobre la mía era algo mágico que sólo él podía
provocar en mí.
Puse
mis manos sobre su pecho y comencé a quitarle los botones de la
camisa mientras Tom se entretenía en mi cuello, besándolo y
lamiéndolo. Esa acción me hacía temblar, eso y sentir como el
torso de mi hermano se pegaba a mí, frío pero ardiendo en lujuria.
Me
quitó el sujetador en un visto y no visto, posó su boca en mis
pechos. Gemí al notar su lengua pasearse a gusto por ellos,
chupándolos hasta el punto de hacerme perder la cabeza.
Se
separó de mí y me contempló con los ojos azules que mostraban que
tenía ganas de hacer algo más que besarme. Se pasaba la lengua por
los labios mientras mi cuerpo empezaba a deshacerse en temblores,
impaciente por sentir a Tom en mi interior.
-¿Qué...
qué pasa?- Le pregunté ya que no hacía nada, sólo mirarme y
respirar como si le faltase el aire.
-Intento
controlarme.- Dijo finalmente.
-¿Controlarte?-
¿Por qué quería controlarse?
-No
quiero hacerte daño, Lilith.- ¿Desde cuándo le importaba no
hacerme daño? Me acerqué a él y me puse de rodillas frente a él
bajo su atenta mirada.- ¿Qué vas a hacer?- Dijo con la voz ronca.
-Descontrolarlo,
Mi Señor.- Bajé sus pantalones junto con sus bóxers y liberé su
erección.
No
dudé dos segundo y me la metí en la boca, saboreando a mi hermano.
Soltó un gruñido propio de una bestia cuando pasé mi lengua por
toda la longitud de su miembro. Tom estaba disfrutando... yo le
estaba haciendo disfrutar.
Comencé
a mover mi cabeza de delante hacia atrás cada vez más rápido. Tom
puso sus manos en mi cabeza, guiándome a la vez que mi cuerpo
ansiaba más de él. Notaba como mi ropa interior su humedecía como
hacía tiempo que no pasaba.
Me
agarró del brazo muy fuerte para levantarme del suelo y me empujó
contra la pared. Sentí todos mis huesos quebrarse al golpearse.
Cerré los ojos por el dolor generalizado que se había formado,
dolor que desapareció en cuanto Tom se lanzó a por mí.
Me
arrancó las bragas de un manotazo y empezó a acariciar mi sexo,
rápido y sin pausa. Pegó su cuerpo al mío mientras me besaba
desesperado. Yo sólo podía agarrarme a él y gemir como una loca
sobre su boca.
Empecé
a sentir un calor infernal en mi vagina. Mis caderas se movían en
busca de su mano y Tom pareció notarlo. Metió dos de sus dedos en
mí y comenzó a moverlos muy rápido en mi interior.
-¡Tom!-
Grité cuando mi cuerpo se deshizo sobre su mano.
-Aún
no hemos terminado, nena.- Sacó sus dedos de mi interior y los lamió
ante mis ojos.- Sabes tan bien, Lilith.- Esta vez fui yo la que se
lanzó a su boca como una posesa. De un salto rodeé sus caderas con
mis piernas y comencé a moverme, restregando mi sexo contra el suyo.
Tom gruñía mientras yo me dedicaba a lamer su cuello,
-Quiero
sentirte dentro.- Le susurré al oído y de un segundo a otro, Tom me
penetró. Tan fuerte que sentí la embestida hasta en lo más
profundo de mi ser.
-¡Tom!-
Gemí cuando a sus acometidas se unieron sus jadeos ahogados.
-¿Qui...
Quieres... más, Lilith?- Clavé mis uñas en su espalda en
respuesta. ¡Claro que quería más!- Bien...- Sus embestidas se
volvieron más rápidas, a un ritmo casi inhumano.
-¡Oh,
sí!- Grité cuando sentí los músculos de mi vagina contraerse a su
alrededor.
Tom
me apretó más sobre su cuerpo hasta deshacerse en mi interior. Mis
piernas se aflojaron sin fuerzas y Tom las dejó posarse en el suelo.
Todo mi cuerpo temblaba por el enorme placer que había sentido
segundos antes.
Su
respiración estaba agitada, haciendo que su pecho chocase contra el
mío. Aún estaba tocando el cielo con los dedos cuando él se separó
de mí, haciendo que mi cuerpo cayese por la pared hasta quedarme
sentada en el suelo. Mantenía los ojos cerrados, sintiendo sus
esencia rodearme y acariciar mis sentidos. Sin embargo, tenía miedo
de abrir los ojos por si todo esto fuese un sueño que desaparecería
si me despertaba.
-¿Estás
bien?- Abrí los ojos lentamente al escuchar su voz. Se había puesto
los pantalones y me miraba serio mientras gotas de sudor recorrían
su perfecto rostro.
-Sí.-
Me levanté y un dolor tremendo se instauró en mi espalda. No pude
contenerme y grité de dolor, era como si me hubiesen roto las
vértebras.
-No,
no estás bien.- Se acercó a mí pero no me tocó, se quedó
mirándome confundido.- Déjame ver.- Me agarró del brazo y me dio
la vuelta.- Vaya...- Empezó a tocarme la espalda y cada roce era un
suplicio.- ¿Te duele?- Asentí con la cabeza.- Sabía que te iba a
hacer daño.- Me soltó y yo me volví al instante.
-¡No!-
Le grité cuando vi su expresión oscura.- Se me pasará, no es
nada.- Le sonreí para tranquilizarlo.
-¿No
te das cuenta, Lilith? Tenía tantas ganas de follarte que me ha sido
casi imposible contenerme y aun así, no me he controlado.- Se sacó
el paquete de tabaco del bolsillo y lo encendió enfadado.
-Tom,
repetiría esto veinte mil veces más por sólo sentirte cerca. Sabes
que me pondré bien, no es nada.- Me miró con una ceja alzada sin
creerse lo que le había dicho.
-Debería
de haberte hecho el amor...- Dijo, expulsando el humo por su boca.
-Puede...
Pero yo quería que me follaras... fuerte.- ¡Dios! ¡¿Había dicho
yo eso?! Tom abrió los ojos impresionado, ni él se había esperado
esas palabras.
-Vaya,
señorita Kaulitz, se está volviendo usted un poco pervertida.- Le
dio otra calada al cigarro con la mirada de tigre en sus ojos.- ¿Cómo
de fuerte quieres que te folle, Lilith?- parecía que este juego le
estaba gustando aunque no estaba segura de si podría hacer una ronda
más de sexo con Tom tan pronto.
-Tom...-
Suspiré cuando puso sus manos en mi cara.
-Es
suficiente por hoy.- ¡¿Qué?! ¡No!
-Espera.-
Le rogué cuando se dio la vuelta.- ¿Por qué no quieres? ¿Es por
lo que dijiste de que te daba asco?- Aunque me daba la espalda pude
ver como los músculos de su cuerpo entraban en tensión.
-No,
Lilith.- Le dio una calada a la casi colilla y soltó el humo
pausadamente.- Es porque no quiero que esto se convierta en un
espiral de sexo y sangre. Así éramos antes y no salió bien por eso
quiero hacer las cosas de forma diferente.- Sentí mis ojos aguarse
con tal confesión. Tom había pensado muchísimo en todo y eso sólo
podía significar que lo que pasó entre nosotros le había marcado
realmente.
-Está
bien.- Se sentó en el sofá como si llevase años sin ver uno.
Parecía cansado, tenía que estarlo después de todo.
-Vístete,
Lilith, o no podré cumplir lo que te acabo de decir.- Me mordí el
labio ansiosa pero no, no quería volver a esa etapa en la que sólo
lo hacíamos.
Recordaba
que cuando estábamos haciéndolo, todo a mi alrededor desparecía.
Me gusta esa sensación ya que al menos no podía pensar en quién
era el monstruo que se hundía en mi interior, qué tramaba, qué
quería de mí... Sin embargo, cuando el éxtasis y la excitación
pasaban volvían las preguntas y el miedo.
Esta
vez sería diferente aunque no estuviese segura si ambos
aguantaríamos tanto sin sentirnos el uno al otro. Verlo así tirado
en el sofá, con los pantalones puestos y esa barba de tres días me
hacía enloquecer y también pensar de nuevo en quién demonios era
ese ser que tenía delante.
¿Realmente
había cambiado? ¿Y Eva? ¿Y su futuro hijo? ¿Qué diría el
Consejo de todo el esto? ¿Se habrían enterado ya? ¡Claro que sí!
Un nudo se formó en mi estómago, tenía ganas de vomitar. Tenía
miedo a las represalias, a lo que pudiesen hacer para que lo nuestro
no siguiera adelante...
-Tom...-
Lo llamé cuando me puse la ropa interior de nuevo.
-¿Qué?-
Contestó con los ojos cerrados.
-¿Qué
pasará a partir de ahora?- Él abrió los ojos lentamente aunque no
me miró, sino que mantenía la vista fija en el techo.
-No
lo sé.- Caminé hasta él y me senté en el sofá a su lado, dejando
mi cabeza en su regazo.- ¿Tienes miedo?- Una lágrima descendió
hasta perderse en el pantalón de mi hermano.
-No,
si estás aquí no.- De nuevo, se puso tenso, lo noté por cómo el
ambiente cambiaba.
-No
pienso irme a ningún sitio.- Sonreí como una boba. Todo esto era
demasiado bonito para ser real.
-Me
aterra pensar que esto es sólo un sueño del que me despertaré
pronto.- Me volví hasta quedarme boca arriba, mirándolo.
-La
realidad a veces supera a los sueños.- Dijo mirándome.
-Me
gusta este sueño.- Me levanté y me senté sobre sus rodillas de
cara a él.
-A
mí me gusta más esta realidad.- Puso sus manos en mis caderas,
acariciando mis muslos lentamente. El tacto de su piel me encendía
aunque mis intenciones fuesen otras. Le di un fugaz beso en los
labios y me pasé a su cuello. Lo lamía con suavidad, haciendo que
Tom gruñese como un animal salvaje. Notaba su erección crecer pero
el sexo no era lo que más quería en este momento.- Vamos, nena.-
Clavé mis colmillos con lentitud, haciendo que se estremeciera y
gimiera cuando su sangre empezó a deslizarse por mi garganta.- Eso
es, pequeña.- Sentí sus brazos rodearme por la cintura y pegarme
más a él en lo que parecía un abrazo del que temía que me
escapase.- Lilith...- Dijo casi sin voz. ¿Me estaba pasando? Tal
vez, pero no podía parar.- Ca... Cásate conmigo.- Paré al instante
y me separé de él aún con la boca chorreando sangre.
-¿Qué?-
Pregunté confusa por si lo que había escuchado era realmente lo que
había dicho Tom.
-Cásate
conmigo, Lilith.
By
Bill
-¿La
habéis encontrado?- Preguntó cuando vio a mi madre entrar.
-No,
Louis, pero Tom ha salido a buscarla.- Se llevó las manos a la
cabeza y volvió a sumergirse en sus pensamientos.- Será mejor que
te vayas a casa, en cuanto sepamos algo te avisaremos.- Él asintió
tímidamente y se fue, dejándonos a mi madre y a mí perdidos en un
mar de dudas.- ¿Sabías que lo harían?- Me preguntó seria.
-No,
pero me lo imaginaba.- Ella me miró con una expresión cansada en el
rostro.
-Bueno,
aún no sabemos qué es lo que realmente ha pasado.-Le debatí,
esperando que su gesto se tornase un poco más relajado.
-Cariño,
llevo mucho tiempo deseando que esto pasara así que no me eches por
tierra mis teorías sobre lo que ha pasado aquí.- Me dedicó una
sonrisa, una de las más sinceras que había visto en mucho tiempo, y
se largó, dejándome perplejo ante la felicidad que le producía
este nuevo acontecimiento.
Salí
de la habitación de Lilith justo después de mi madre. Me daba pena
Louis, era un buen chaval, pero por delante de él estaban mis
hermanos. Si ellos era felices, yo lo era. Ese era mi principal
objetivo en este mundo de mierda.
¿Qué
pasaría cuando todo el mundo se enterase? ¡¿Y se había enterado
ya el Consejo?! Aceleré el paso hasta llegar a las escaleras y
bajarlas a un ritmo vertiginoso. Frené en seco en cuanto lo vi. Su
expresión no había cambiado desde hacía mucho tiempo, o tal vez
sí. Desde que había ocupado el lugar de su padre se había vuelto
más arrogante que antes.
-William.-
Dijo con una asquerosa sonrisa en la boca. Mi madre, incrédula ante
lo que veían sus ojos, se volteó a mirarme.
-Jan,
que de tiempo sin verte.- Le contesté sin cambiar la expresión de
mi rostro. Él sonrió de nuevo.- ¿Puedo saber qué haces aquí?-
Pregunté, desafiándolo con la mirada.
-He
venido tras recibir la notificación del Consejo.- Sacó un papel de
su bolsillo y vi como el sello de esa panda de gilipollas firmaba un
largo escrito.- Por lo visto, Thomas no está capacitado para ejercer
el puesto de líder hasta que no se recupere.- Dijo mostrando esa
asquerosa mueca en su cara.
-¿Recuperado
de qué?- Le dio el documento a unos de los tipos que estaban tras
él, y éste me lo hizo llegar a mí.
Cuando
lo leí, no quería creerlo.
Estimado
Señor Jan Kaulitz:
El
Consejo de la soberanía alemana le llama a la atención de nuestro
líder, Thomas Kaulitz. Hemos recibido un informe psicológico de
nuestro líder, un análisis completo de su estado mental que podría
afectar a su servicio a nuestra especie.
A
continuación se lo adjuntamos.
Tras
haber analizado durante años el comportamiento de nuestro Señor
Thomas Kaulitz, he llegado a la conclusión de que posee una serie de
síntomas que agravan su situación mental y que perjudica a su
función.
El
estudio realizado durante este tiempo confirma que posee los
siguientes cuadros psicológicos:
1)
Desafecto: ya desde niño se observa el desapego y el carácter
disimulado. No manifiesta inclinación por nadie, permanece
indiferente al afecto que se le brinda. Se observa en él una
completa pérdida de la afectividad. No sólo es indiferente, sino
que se burla cínicamente de ello. La frialdad emocional es su signo.
2)
Amoralidad: insensibilidad moral más o menos completa, una falta de
juicio moral y de noción de ética. Carece de conciencia moral,
ausencia de sentimientos morales.
3)
Impulsividad: la pérdida del sentido moral permite comprender
fácilmente que los instintos no poseen freno alguno. Además de la
ausencia de sentimientos éticos altruistas, se aprecia como
disturbio final afectivo una gran irritabilidad, que unido a la falta
de sentimientos morales, lo impulsan a cometer las más grandes
brutalidades y crueldades, llegando fácilmente a actos agresivos
(homicidios, lesiones).
4)
Inadaptabilidad: muestra ya sus primeros contactos sociales en
disciplina, crueldad y manifiesta tendencia a la actividad delictiva.
La inadaptabilidad aparece tempranamente en el medio familiar, se
siente molesto a la autoridad de sus progenitores. Durante el período
escolar es un alumno detestable, incapaz de observar los reglamentos
escolares. Por su mentalidad, no tiene estabilidad en un oficio o
empleo. Por ello su vida comienza a desenvolverse al margen de la ley
y de la sociedad.
5)
Incorregibilidad: puede desmembrarse de lo indicado como
inadaptabilidad. En efecto, no puede recibir los beneficios de la
reeducación, pues es incapaz de alcanzar las posibilidades de una
readaptación social siendo insensible al castigo o al premio.
Características generales de las personalidades antisociales que
serían las siguientes:
a)
Desproporción entre los estímulos recibidos y las respuestas
emitidas, es decir, el sujeto responde en forma exagerada ante un
estímulo mínimo, mientras que otras muestran una falta evidente de
reacción ante estímulos importantes.
b)
Desarmonía entre los elementos que integran el carácter; con esto
se quiere decir que el sujeto no mantiene un equilibrio entre su
inteligencia, su afectividad, su vida pasional y su voluntad.
c)
Inadaptabilidad a la vida, ésta es la resultante de las
características expuestas y que resulta de extrema importancia. En
efecto, el sujeto no se encuentra a gusto en ninguna parte porque no
se sienten bien consigo mismos. O bien se infravaloran o se
sobrevaloran, o bien se idealizan a los demás o desean intensamente
estar con ellos para que los apoyen o admiren, o bien rechazan
bruscamente, los desestiman, los desprecian o los agreden. De allí
el permanente malestar, la disforia, las discusiones con los demás,
los muy frecuentes cambios de empleo, lugar de residencia, amistades
y pareja.
d)
Conducta antisocial. el sujeto por su falta de control, su desarmonía
personal, su intolerancia psicofísica, su impulsividad, etcétera,
entra en frecuentes conflictos con los demás.
Cabe
destacar que el sujeto posee una gran obsesión hacia otra persona,
causa según el estudio de su comportamiento y del desarrallo de la
enfermedad. Tacho a la Señorita Lilith Kaulitz como la causa
principal de su desorden, haciendo que erradique hacia ella una
fuerte obsesión y odio a partes iguales.
Doctora
Eva Bichmann
Rogamos,
por favor, venga a Alemania y nos ayude durante el periodo de
recuperación de Nuestro Señor ya que estará incapacitado durante
un tiempo.
Atentamente,
El
Consejo Alemán.
¿Enserio
estaba esto pasando? Miré el papel y la carta adjunta de Eva. ¿Cómo
podía ella haber hecho eso? ¡Estaba esperando su hijo! Arrugué ese
bulo de mentiras en mi mano y lo metí en el bolsillo, lo leería más
tarde.
-¿Y
bien, dónde está Thomas?- Cogí aire mientras pensaba una buena
excusa, o al menos una que me diera tiempo de localizar a Tom y
traerlo corriendo hacía aquí.
-Le
avisaré de que has venido.- Le respondí con la mayor de mis
sonrisas falsas.
-Bien,
será divertido que todos los primos nos volvamos a reunir.- Dio
media vuelta y se fue seguido de todo un séquito de lameculos.
-¿Qué
vamos a hacer? ¿Ocupará él el lugar de Tom ahora como líder de
los nuestros en Europa?- Preguntó mi madre preocupada.
-Eso
me temo.- Saqué el papel de mi bolsillo y lo miré.
Me
temía que los secretos de Tom ya hubiesen salido a la luz y con
ello, el revuelo que suponía que nuestra especie supiese todo lo que
mi hermano encerraba.
Parecía
que el principio del fin había comenzado...
Lo sabia!!! esa maldita de eva escondia algo :S sin embargo no logro retener a Tom jajj
ResponderEliminarAl fin!! juntos <3
OMFG! Esa Eva es una perra >.< La odio!!! Y me alegro por Tom & Lilith, Los AMO <3 Siguelaaa pronto :3
ResponderEliminarEsa Eva es de lo peor, de verdad nunca me agrado, pero lo bueno es que Lilith y Tom se arreglaron, eso si que monos pinta el primo de Tom ahora en todo esto?
ResponderEliminarBueno espero que estes bien y super que sigas subiendo cap. cuidate mucho chaiss
AWWWW *-* ME EN-CAN-TA!!
ResponderEliminarNo me creo que le pida casarse!! :O oh Gott! Es genial¡¡ x)
Al igual que Bill, me da algo de pena por Louis... ¡Que se joda! Lilith y Tom vuelven a estar juntos <3
Esa Eva es una kjfahgafghadfv!!! D:< Seguro que el rollo de que está embarazada es mentira! ¬¬ Cómo pudo hacerle eso a Tom!?!?
Muy buen capítulo!! ;D Estaba ansiosa por leerlo xd
Besos, linda!! ^^
:OO Tom le propuso matrimonio?? ... Tom realmente cambió, me encanta este Tom!!!
ResponderEliminar& ese Jan que se joda! Al igual que esa Eva! No que muy enamorada de Tom? Es una perra!
Me en cantó el capítulo, ya quiero leer el otro \•/