Capítulo 55

Capítulo 55


By Lilith


Mientras lo veía, las lágrimas no paraban de recorrer mis mejillas. Me dolía todo el cuerpo, no sólo por mis costillas rotas sino también por la manera tan bestia en la que estaban pegándole. El suelo estaba bañado de su sangre, al igual que la paredes y las manos de aquel monstruo. Quería correr hacia él pero nadie me veía, no sabían que estaba allí en un rincón de la habitación oscura impregnada de la sangre de Tom.

La puerta se abrió de golpe y... ¿Qué hacía yo a allí? Yo estaba ahí, agarrada por uno de los hombres de Markus, con todo el cuerpo manchado de sangre y un montón de mantas en las manos. Esos trapos comenzaron a moverse y a llorar. ¡Era un bebé! ¡¿André?!

-La hemos encontrado, señor, y viene con un regalito.- La Lilith que estaba viendo apretaba contra su cuerpo al bebé mientras mantenía la mirada fija en Tom. Éste abrió los ojos muchísimo cuando la vio en la puerta. Quiso ponerse de pie pero cayó de bruces contra el suelo.

-Vaya, por fin te encontramos.- Markus dejó de patear a Tom y se vino hacia mí, o bueno, a la Lilith que estaba viendo.- Os habéis escondido muy bien.- Esa Lilith hizo un movimiento rápido con la mano que no me dio tiempo a ver pero que hizo que el hombre que la agarraba por detrás, cayese al suelo... muerto.- Veo que Thomas te ha enseñado muy bien.- Sonrió cínicamente a la vez que acariciaba su cara.

-Suéltalo, me tienes a mí.- Cuando Markus fue a tocar al bebé Tom se puso entre esa Lilith y Markus. Respiraba agitado y con los ojos rojos como el fuego.

-Elige, ¿Thomas o el bebé?- Ella apretó más al bebé, que no paraba de llorar y Tom se puso recto pese al dolor que reflejaba su cara.

-Entonces mátame a mí porque no pienso elegir entre ninguno de los dos.- Markus volvió a sonreír hasta que su cara se llenó de sangre. Ella lo miró confusa y el bebé dejó de llorar por unos segundo.

Tom cayó de rodillas al suelo, escupiendo sangre por la boca. Una estaca atravesaba su corazón de un lado a otro. Tanto la Lilith que estaba tras él como yo nos tapamos la boca incapaces de soltar un grito ahogado.

-¡Tom!- Conseguí chillar y correr hacia él. Me arrodillé frente a él y lo miré a sus ojos miel. No me veía, era inútil, nadie podía verme.- ¡Tom!- Mis manos atravesaban su cuerpo, como si fuera un fantasma.- No... No me dejes.- Balbuceé pero Tom desapareció.- ¡Tom!- Mi otra yo me imitó y cayó de rodillas aún con el bebé entre sus brazos. Ahora ambas estábamos en la misma postura, una frente a otra y dejando que millones de lágrimas llorasen la pérdida de Tom. El bebé se unió a nosotras y comenzó a llorar de manera estridente.

-Tom...- Dijo ella en un susurro y atrajo más a ella ese montón de mantas que no paraban de moverse.- Los malos siempre mueren al final de la película.- Se levantó tambaleándose y clavó sus ojos en los de Markus.

Había depositado con cuidado el bebé en el suelo, junto a mí, y caminó hacia Markus. Sus ojos demostraban el monstruo que era y sus colmillos, los míos, fueron mostrados a Markus. Verme así era realmente aterrador. Sí, estaba asustada de mí misma, más de lo que algún día pude estarlo de Tom...

-Así que esta es la Lilith de la que todo el mundo habla, el demonio.- Ella se lanzó a por él como una bestia salvaje y en ese momento decidí no volver a mirar. Aparté la vista y la llevé hacía el bebé que estaba en el suelo.

-Hola, pequeño.- Era extraño que a él sí lo pudiera tocar y no lo atravesara como me pasó con Tom.

Al apartar las mantas, vi a un pequeño bebé bañado en sangre que había dejado de llorar cuando lo cogí. Destapé su cara pero no había nada. ¿Qué era esto? ¿Dónde estaba el bebé que lloraba?

Me levanté sobresaltada y la otro yo se puso frente a mí, mirando las mantas del suelo. Estaba llena de sangre y sabía que era de Markus. Sus ojos se clavaron en los míos, color miel como el de todos los Kaulitz.

-Tom...- Empezó a llorar de nuevo y yo la imité. Tom estaba muerto, lo había matado Markus.- ¡Tom!

-¡Tom!- Grité.

Una luz blanca me cegó cuando abrí los ojos. Estaba sobresaltada, tanto que escuchaba como cogía bocanadas de aire a un ritmo frenético. Estaba sentada en una cama y frente a mí, una pared blanca que dolía incuso mirarla. ¿Dónde estaba?

-Señora Kaulitz.- Miré hacia donde provenía la voz. Recordaba a aquel chico, el que estuvo en el despacho de Tom cuando vine al hospital a ver a Cintia.- Está en el hospital.- Parecía tranquilo aunque realmente estaba atacado, su corazón palpitaba a un ritmo ensordecedor.

-Ha sido una pesadilla.- Dije aliviada en un susurro.- ¡¿Dónde está Tom?!- Las imágenes de él lleno de sangre y muerto, vinieron a mi cabeza de nuevo.- ¡Necesito verle!- El chico dio un bote, sobresaltado por mi grito.

-Yo... Yo iré a avisarlo... se... señora Kaulitz.- Desapareció por la puerta en un visto y no visto.

Necesitaba verlo aunque fuese un segundo, sentir que estaba bien pese a lo estúpido de la idea. Sabía que sólo había sido una pesadilla, la más horrible y real de toda mi vida, pero aun así, quería ver a Tom, sentir que estaba bien y olvidarme de ese mal sueño.

Me levanté de la cama dispuesta a ir a buscarlo personalmente por el hospital. Recordaba haberme sentido mal en el restaurante donde fuimos a comer con Cintia y Jake. ¿Habría sido por que había comido mucho o por el impacto de saber que la madre de Cintia era una Nivel E?

Abrí la puerta con cuidado y para mi sorpresa vi un camino de hombres vestidos de negro, pegados a ambos lados del pasillo y que cuando me vieron, bajaron la cabeza en señal de respeto. Empecé a caminar descalza entre ellos, que se mantenían en silencio mientras andaba. Eran vampiros, quizá guardaespaldas que me custodiaban para que no se volviera a repetir lo de Rachell.

-¿Qué haces levantada de la cama?- Miré hacia el final del pasillo y allí estaba él junto con el chico que había ido a buscarle.

-Tom...- Me quedé hierática en el sitio, viendo como él caminaba hacia mí.- Estás vivo.- Mis pies empezaron a moverse solos y correr hacia él.- ¡Estás vivo!- Lo abracé con tanta fuerza que parecía que lo rompería. Sentí como sus músculos se tensaron, incapaces de responder. Me daba igual, simplemente quería sentir que estaba a salvo.

-¿Qué demonios estás haciendo?- Me agarró del brazo y me separó de él bruscamente. Comenzamos a andar hasta meternos en la habitación, dejando al chico fuera. - ¡Sabes que no puedes tocarme sin mi permiso y mucho menos delante...!- No le di tiempo a terminar, y volví a abrazarlo, con los ojos llenos de lágrimas.

-He tenido una pesadilla horrible.- Lo apreté entre mis brazos a la vez que él permanecía quieto pero esta vez más relajado.- No me gusta levantarme y que no estés a mi lado.- Y ahí estaba de nuevo, la Lilith sensiblera y cobardica en su máximo esplendor, y toda para Tom. Quizá debería de dejar de comportarme así delante de él y mostrarle que yo también tenía una parte de chica dura que ahora mismo no sabía dónde estaba, pero qué podía hacer. Lo necesitaba tanto que se había convertido un dependencia casi absoluta y sabía que él me necesitaba a mí pese a no decirlo. Sí, Tom me necesitaba sin importarle el daño que le hice en el pasado.

-No puedo estar pegado a tu culo todo el día.- Puso una mano en mi cabeza y acarició mi pelo tal y como haría un hermano mayor. ¿Y no era eso él? Aunque una parte de mí rechazaba la idea de que Tom y yo fuésemos hermanos de sangre, la otra parte lo veía de lo más normal. Me acostaba con mi hermano mayor, teníamos sexo y para más, estábamos Vinculados... Y no me arrepentía de nada.- ¿Qué has soñado?- Volvió a separarme de él y a mirarme con esos ojos llenos de oscuridad.

-Ha sido horrible.- No quería recordarlo ni hablar de ello aunque era consciente que Tom insistiría en que se lo contase.- Estaba en una habitación oscura y Markus te estaba golpeando. Entonces, entré yo con un bebé en los brazos.- Arqueó una ceja interrogante.- Yo estaba en una esquina pero nadie me veía, era como si fuese un fantasma.- Los ojos se me llenaron de lágrimas.- Te pusiste en medio para que Markus no tocase al bebé y te...- Hice una pausa. Sólo recordarlo se me encogía el corazón inerte.- Te mató.- Sentí de nuevo ese aura oscura que caracterizaba a mi Vinculado.- Yo, bueno, la Lilith del sueño, soltó al bebé en el suelo y mató a Markus. Sin embargo, cuando me acerqué al bebé, no había nada. No sé qué pintaba André en el sueño...- Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano sin apartar la vista del rostro de Tom. Parecía confuso y tenso.

-¿Estás segura de que era André?- Negué con la cabeza. Ni siquiera había podido ver al bebé de mi pesadilla.- Necesitas descansar.- Tom cambió drásticamente de tema. Sabía que era una tontería darle vueltas a mi pesadilla aun así me molestaba que Tom no me diese su opinión al respecto.- Te desmayaste en la puerta del restaurante, ¿lo recuerdas?- Me senté en el borde de la cama del hospital, intentando recordar lo que pasó. No estaba cansada ni me dolían las costillas pero sentía que si me movía demasiado me terminaría cayendo.

-Sí.- Tom se sentó en una de los sillones de la habitación, frente a mí.- ¿Qué me ha pasado?- Tom se revolvió en su sitio, inquieto.

-Deshidratación. No debes de esperar tanto para beber sangre.- Hice memoria de la última vez que había bebido sangre. Fue cuando Tom me dio la suya en su despacho. ¡Dios, hacía más de una semana!

-Desde que... bueno, desde que lo dejamos... no le daba mucha importancia a la sangre. Creo que mi cuerpo se ha acostumbrado.- Intenté quitarle importancia al asunto pero Tom parecía enfado.

-¿Estás loca? ¡Estás rodeada de humanos!- Me sobresalté por su grito. Vaya, estaba bastante furioso.- ¡No controlas tus instintos aún, podrías haber mordido a cualquier humano que pasase por tu lado en cualquier momento!- No había pensado en eso... Mierda, ahora me sentía fatal.- ¿Qué hubiese pasado si no te hubieses controlado y hubieses mordido a Cintia, Jake o a André?- ¡Oh! Dejé de mirar a Tom, incapaz de aguantarle la mirada. La simple idea me aterrorizaba. ¡Podría haberlos matado!

-Lo siento, no sé en qué estaba pensando.- Escuché sus pasos caminar hacia mí y de un momento a otro, mi cabeza se chocó contra su duro abdomen, rodeada por sus brazos.

-¿Cuándo dejarás de darme problemas? Tengo demasiados ya.- Sonreí inconscientemente. Me estaba abrazando sin que fuese yo la primera en hacerlo.

-Te quiero.- Lo abracé yo también, perdiéndome en su aroma.

-Lo sé.- Ese aura oscura había desaparecido y eso hacía que me sintiese mejor. Podría estar así toda la eternidad, abrazada a él, sin mover un ápice de mi cuerpo.- Jake y Cintia quieren que vayamos a Burdeos con ellos. ¿Qué quieres hacer?- ¡Es verdad! Me separé de él de golpe, abrumada por esas palabras. ¿ir a Burdeos? No estaba segura si quería o no pero la idea me llamaba la atención. Sería un bueno sitio donde alejarnos de todo lo que estaba pasando en Hamburgo, para pasar tiempo solos él y yo,...

-Quiero ir.- Me miró fijamente, intentando saber en qué estaba pensado pero desistió en la idea cuando le sonreí.

-Doctor Kaulitz.- La voz del chico resonó tras la puerta.- Te... Tengo que entrar.- Tom suspiró y cerró los ojos. Parecía agotado.

-Espera un momento.- Se llevó la muñeca y mordió con fuerza, tanto que escuché como la carne se partía cuando sus colmillos la atravesaron.- Vamos, no tenemos mucho tiempo.- Lo miré incrédula. ¿Enserio quería que lo mordiera? ¡¿Aquí?!- Joder, Lilith.- Dijo desesperado. Acerqué mis labios a su piel perforada y empecé a succionar.

Mi cuerpo le daba la bienvenida a su magnífica sangre. La necesitaba tanto como a él pese a que me negaba a reconocerlo. Me veía incapaz de pedirle que me dejase morderle porque la necesitaba, todo lo contrario a él, que no le importaba decírmelo. Me sentía tan bien “bebiéndolo” que se me olvidaba los principios que creía tener. Era un monstruo que necesitaba la sangre de su propio hermano, al cual se tiraba porque precisamente eso significaba ser vampiro, la libertad de hacer lo que quisieras para ser feliz. La eternidad era muy larga y estar muertos en vida no ayudaba demasiado.

Desenterré mis colmillos y comencé a lamer su muñeca hasta que la sangre que goteaba de ella hacia su mano desapareciese. Escuché un leve suspiro de Tom, parecido a cuando lo hacíamos. Él no era consciente de lo que eso podía provocar en mí, ¿verdad? Su sangre agudizaba mis sentidos y si a eso le sumábamos su jadeos, me volvería loca en cuestión de segundos.

-Te recuerdo que estás completamente curada.- Dijo en señal de advertencia.- Deja de hacer eso o pienso empotrarte contra la pared.- Le mordí el dedo corazón donde segundos antes había estado goteando su sangre con una sonrisa divertida. No me disgustaba la idea.- Tú lo has querido.- Me sacó el dedo de la boca y fue su lengua la que tomó el relevo.

Estaba más excitado que yo. Parecía una bestia salvaje hambrienta y yo simplemente era incapaz de moverme dado que Tom había tomado el control de todo mi cuerpo. Mi espalda chocó contra el blando colchón, presionado por el peso de Tom y el mío sobre él. Ya estaba notando su erección contra mí y sus suspiros ahogados sobre mi boca.

Mis manos se movieron ágiles hasta su bragueta. El deseo me estaba devorando por segundos y no estaba segura si podría controlarme más tiempo. Tom cogió el camisón del hospital y me lo subió hasta la cintura.

-Voy a follarte, Lilith.- Le mordí el labio inferior y tiré de él hasta que un hilito de sangre se escapó.

-¿A qué estás esperando?- Le sonreí divertida mientras pasaba la lengua por sus labios ante la miraba atenta y excitada de Tom.

-Luego, no quiero que llores.- ¿Llorar?

-¡Ah!- Tom me penetró con fuerza haciéndome gritar, no por el dolor sino por la impresión y placer al que mi cuerpo había respondido.

-Te recuerdo que hay mucha gente fuera.- Me tapó la boca cuando un segundo grito consecuencia de su segunda embestida iba a salir.

Apreté más las piernas a su alrededor haciendo que volviese a entrar en mí con la misma fuerza que antes. No pude evitar arquearme por completo cuando me sentí llena en todos los sentidos. Quería gemir pero la mano de Tom me lo impedía. Era frustrante y realmente delicioso. Tom entraba, salía de mí y se quedaba quieto, esperando a que yo lo mirase deseosa de más y le rogase con los ojos que lo volviera a hacer. ¡Maldito Tom!

-¡Tooooooooooooooooooooooooom!- Tom abrió los ojos como platos al igual que yo, y me destapó la boca.- ¡Toooooooooooooooooooooooooooooooom!- Tom salió de mí pero esta vez estaba segura que no volvería a entrar.- ¡Abre!

-¿Bill?- Dijimos Tom y yo al unísono. Pensaba que nunca lo diría pero no quería ver a Bill.

-Gilipollas.- Susurró Tom para sí. Se puso de pie y se abrochó los pantalones. Yo le imité pese a que me temblaba todo el cuerpo por la excitación.- Ponte bien el pelo.- Tom caminó hacia la puerta para abrir a nuestro hermano y yo corrí a acomodarme la larga melena pelirroja antes de que éste entrara.

-¡Lilith!- Bill vino a abrazarme a la cama. Sí, estaba sentada en la cama porque como me pusiera de pie me terminaría cayendo.- ¿Cómo estás?- Excitada.

-Bi... Bien.- ¿Por qué estaba tartamudeando?

-¡No sabes que feliz estoy! Cuando Tom me lo dijo, no me lo creía pero ahora... ¡Dios!- Volvió a abrazarme ante mi perplejidad. No sabía que Bill estuviese tan contento de que no me hubiese pasado nada. Tampoco era para tanto.

-Bill.- Tom lo llamó pero éste seguía en su mundo o más bien, pegado a mí como una lapa.- ¡Basta ya!- Tom lo separó de mí con fuerza. El chico que había estado aquí cuando me desperté estaba de pie, observando la escena atónito.- Saltamontes, dale el alta a la señora.- Tom mantenía agarrado a Bill por el brazo mientras que el chico, Saltamontes según mi hermano, se acercaba a mí con el pulso a mil.

-Ti... Tiene que firmar... aquí.- Me señaló un espacio en blanco en el documento justo debajo de mi nombre impreso. Cuando miré hacia donde estaban Tom y Bill, no había nadie. ¿Dónde estaban?- Aquí también, señora Kaulitz.- Ahora parecía más tranquilo. Era Tom quien lo ponía nervioso, lo comprendía.

-Es “El Efecto Tom”.- Le dije cuando terminé de firmar el segundo espacio en blanco. Él me miró como si no entendiera lo que le estaba diciendo aunque después de un rato pareció darse cuenta.- ¿Por qué te llama Saltamontes?- Él se tocó la cabeza nervioso.

-El primer día que entré aquí para las prácticas me asignaron al doctor Kaulitz. Todos decían que era muy estricto y que no pasaba ni una así que me puse tan nervioso que cuando lo vi y me tiró los historiales, empecé a esquivarlos con las manos como en la peli de Karate Kid.- Así que de eso venía Saltamontes, del pequeño saltamontes de la película. ¿Cómo podía ser Tom tan cruel?- Se me quedó el mote.- Dijo resignado.

-¿Cómo te llamas?- Le di mi alta médica ya firmada y cumplimentada previamente por Bill, reconocía su letra.

-Daniel Rück, señora.

-Llámame Lilith, por favor.- Él asintió y se sonrojó. Vaya, no pensaba que podía provocar eso en los hombres.

-¿Habéis terminado?- Tom y Bill entraron en el mismo preciso momento en el que Daniel me sonreía.- Largo.- Le dijo Tom cortante. Estaba enfadado y mucho. Quizá habíamos tardado demasiado con la charla.

-Sí... Sí, doctor Kaulitz.- Salió casi corriendo de la habitación, sin darme tiempo a despedirme.

-Pues yo ya me voy.- Bill se acercó a mí y me besó en la frente.- ¡Qué os lo paséis muy bien en Burdeos!- Le dio un abrazo a Tom que éste rompió de inmediato.- Acordaros de llevar protección, el sol de Francia es muy traicionero y vais a deshidrata...

-¡Vete ya!- Tom lo empujó literalmente fuera de la habitación mientras las estridentes carcajadas de Bill resonaban por todos sitios. No pude evitar reírme yo también viendo como se comportaban como niños pequeños.- Maldito Bill.- Sonreí ante su comentario. Pese a que Tom lo maldijera por lo bajo, quería a su gemelo.- En el armario tienes la ropa, vístete.- Me levanté de la cama y me volví a sentar en cuanto lo hice. No había sido consciente hasta ahora de lo sensible que tenía todo el cuerpo, en especial... esa zona. El simple roce de mis piernas me excitaba.- ¿Qué te pasa?- Lo miré con la cara roja como un tomate. ¿Cómo le decía a Tom lo que me pasaba?

-No puedo levantarme.- Él me miró interrogante.

-Son más de las dos de la mañana, no pienso quedarme aquí toda la noche esperando a que te levantes.- Tragué saliva y me levanté. Notaba como la piel se me erizaba con el simple roce del camisón en mis piernas. Caí de bruces al suelo sin soportar más tiempo esta agonía.- ¿Qué demonios te pasa?- Tom me levantó con cuidado. Su piel sobre la mía sólo hacía empeorar la situación.

-No... No te acerques.- Clavó sus ojos en mí y sonrió.

-Así que es eso...- Se pasó la lengua por el piercing y empezó a moverlo de esa manera tan seductora. Sería mejor que parase o me lanzaría a por él.- Hoy es Luna Llena y tú estás más receptiva.- ¿Luna Llena? ¡Oh! Recordaba cuando me lo explicaron. Las Sangres Pura en esta fase de la Luna perdían el control de su cuerpo y se les despertaba más de lo normal el instinto sexual con el fin de la reproducción de la especie. Eso significaba que si lo hacía con Tom ahora... ¡Podría quedarme embarazada!- Será mejor que salga.- Agarré su jersey negro y lo detuve.

-No creo que pueda soportar esto, Tom.- Todo el cuerpo me estaba temblando. Lo necesitaba ahora antes de que me volviese loca por completo.

-¿Quieres hacerlo?- Se dio la vuelta, me agarró de la mano que lo agarraba y tiró de mí hasta que nos quedamos pegados.

-Tom, por favor.- Deslicé mis manos hasta el cinturón de sus vaqueros.

-Se supone que esto no te debería pasar...- Dijo en voz baja pero yo conseguí escucharlo. Sin embargo, no le di importancia a sus palabras.

-¡Tom!- Grité cuando su mano se coló por debajo del camisón, esquivaron mi ropa interior y comenzaron a acariciarme.- No... No puedo... más.- Me agarré con ambas manos a su jersey, a punto de deshacerme sobre su mano.

-¿Sabes que puedo hacer que te corras así?- Abrí los ojos y los clavé en los suyos. Se estaba divirtiendo a mi costa.- Esta es una de mis imágenes favoritas de ti.- Sacó la mano, dejándome ansiosa por más.- Cuando sonríes y cuando lo hacemos.- Sonrió levemente pero cuando se dio cuenta de que lo estaba mirando, se puso serio de nuevo.

-No, no pares.

-¿Qué?

-De sonreír.- Me cogió de la mano y me empujó hasta que me caí en la cama.

-No voy a tener miramientos, Lilith.- Se quitó el jersey y mi cuerpo volvió a reaccionar ante tan increíble paisaje.- Mañana te dolerá hasta pensar.- Me quité el camisón sin apartar la vista de él como respuesta.- Como quieras.- Se tiró sobre mí en la cama y comenzó a besarme.

Me cuerpo respondía a cada caricia, beso o mirada de Tom. Yo le pertenecía por completo y él disfrutaba sabiéndolo. Jamás en mi vida había pensado que alguien me hiciese sentir así y más si ese alguien era Tom. Cuando estábamos juntos, ninguno de mis “mandamientos” parecía importarle y se lo agradecía enormemente.

Me dedicó una sonrisa antes de introducirse en mí con una pasmosa lentitud. Volvíamos a hacer el amor, en el hospital, en una cama individual donde si nos separábamos un poco, nos terminaríamos cayendo.

La Luna se podía ver a través de la ventana, enorme, eclipsando todo el cielo de Hamburgo. Quién diría que esta noche marcaría el resto de mi vida...


[…]


El avión privado era bastante grande. Lo recordaba de la última vez cuando volvíamos de Londres, ensangrentada por todas partes gracias al gracioso de Tom. Lo distinto esta vez era que era que me sentía más relajada, hablando con Cintia y Jake y no teniendo miedo de mi monstruo favorito. Se había mantenido callado casi todo el viaje, leyendo historiales médicos y consultando su Tablet cada cinco minutos. Pese a que estaba de vacaciones seguía pendiente del trabajo.

-Muchas gracias, Tom, por ofrecerte a llevarnos. Podríamos haber ido en un vuelo normal.- Jake hizo que por fin Tom levantase la vista de ese montón de papeles.

-No me gustan los vuelos comerciales.- Un “de nada” hubiese bastado pero con él nunca se sabía.

-Cintia y yo estamos muy contentos de que hayáis aceptado venir a Burdeos esta semana con nosotros.- Miré a Cintia , que reposaba en el hombro de Jake, dormida.- No hemos descansado mucho esta noche con André.- Me dijo Jake cuando se percató de que la miraba. Yo tampoco había dormido nada. Tom y yo nos habíamos pasado toda la noche en el hospital, haciéndolo sin un mínimo descanso. No le había dado a Tom ni un respiro para reponerse cuando ya estaba encima de él. ¡Dios, me había comportado como una salida! ¿Qué imagen tendría de mí ahora? ¡Oh!

-Nosotros tampoco hemos dormido nada.- Dijo Tom sin apartar la vista de la Tablet. Lo miré alarmada. No tenía que haber dicho eso.

-Normal, lo bueno es que Lilith se encuentra mejor.- Jake me sonrió y yo le devolví lo que pretendía ser una sonrisa pero que acabó en otro cosa extraña. ¿De qué estaban hablando ahora?- Cuando Tom nos dijo que te encontrabas mal y que os ibais a casa, nos preocupamos mucho.- Miré a Tom y éste sonrió de lado como diciendo: “¿Qué te habías pensado?”

André comenzó a llorar. En todo el trayecto no se había despertado sino que había estado callado y sin moverse ni un segundo. Jake se levantó para cogerlo ya que Cintia seguía dormida en su asiento, ajena a los gritos del bebé. Jake se sentó de nuevo con él en los brazos, más calmado. André era tan encantador y gordito que daban ganas de achucharlo todo el día.

-Creo que tiene hambre.- Jake sacó un biberón del bolso de Cintia y se lo empezó a dar al bebé. Era una de las escenas más hermosas que había visto. Las palpitaciones de ambos se habían sincronizado, haciendo que tanto él como el bebé se relajasen y se volviesen uno. Era imposible describir como me sentía y las ganas tan grandes que tenía de llorar. ¿Por qué? Ni siquiera lo sabía.- Estaba hambriento.- Jake sonrió al bebé que no apartaba la mirada de su padre.

-Toma.- Tom me pasó la Tablet y leí lo que había escrito en la pantalla.

Cuando lleguemos, tendrás que darle tu sangre.”


Me apresuré a escribirle una respuesta. La simple idea de volver a darle mi sangre a André me ponía nerviosa. Sería poca cantidad ya que sólo lo necesitaba hasta que fuese un poco más mayor aun así, me aterrorizaba la idea de que dependiese de mí para eso.

Ok. Por qué no me dijiste lo que le habías dicho a Jake y Cintia de mi “ausencia” del restaurante?”

Se la pasé de nuevo un poco mosqueada. Lo había pasado realmente mal al no saber qué tenía que contestarle a Jake y él sólo se había limitado a sonreír de esa forma de chico malo.

Volvió a dármela pasándose la lengua por los labios. Esto no pintaba bien...

Cuándo? Cuándo lo hicimos en la cama? En el sofá? Contra la pared? En el suelo? En el sillón? De pie? Si me hubieses dado un respiro, te lo habría dicho. Aún te duele?”

Me sonrojé cuando leí su respuesta. ¡Madre mía, estaba fatal! Era cierto que no le había dado tiempo ni para hablar pero es que había perdido cualquier control de mi cuerpo. Ahora me dolía todo el cuerpo, un excitante de dolor que me recordaba lo bestia que había sido Tom.

Un poco... Te estás quejando porque no te dejé hablar? No pareció importarte anoche.”

Le sonreí con autosuficiencia. Posiblemente, si no hubiese sido por escrito, no podría habérselo dicho. Cuando Tom estaba delante mía me ponía nerviosa y era incapaz de pensar con claridad... “El Efecto Tom”. Era tan aterrador y sexy al mismo tiempo, que era incapaz de aclarar mis sentimientos por él. Lo quería, no, lo amaba demasiado.

Lo miré de reojo. Parecía concentrado escribiendo y ya llevaba un rato. ¿Qué estaría poniendo? Parecía serio aunque se adivinaba una chispa de diversión en sus ojos miel. Su piel pálida brillaba por el sol que entraba por el cristal de la ventanilla del avión. Nunca lo había visto así de relajado, sin esa oscuridad que lo rodeaba a todas horas.

-Señoras y señores, les informamos que dentro de cinco minutos aterrizaremos en el aeropuerto de Burdeos. Esperamos que hayan tenido un vuelo agradable y disfruten de su estancia en la ciudad.- Reconocí la voz de la azafata que nos había atendido durante el viaje, vampiresa y muy guapa. Normalmente todas las de mi especie eran hermosas menos yo.

Tom dio la Tablet de nuevo. Toda la pantalla estaba escrita y yo comencé a ponerme nerviosa. Tom no hablaba demasiado nunca así que pensaba que tampoco escribía mensajes largos. Me equivocaba claramente.

No, no me importó no hablar. En realidad si por mí fuera, no hablaría nunca y mucho menos cuando estoy follando. Sin embargo, tú eres incapaz de estarte dos segundos callada, por eso me extrañó. No me gusta verte callada, cuando lo estás es porque estás pensando y eso no trae nada bueno. Sueles darle vueltas a cosas que al resto de mundo se la trae floja así que es mejor que pares. Me gustaría que me contaras lo que piensas y las cosas que te preocupan, no puedo protegerte si no te conozco.”


¿Qué era esto? Una faceta de Tom completamente desconocida se había abierto ante mí. Había demasiados mensajes subliminales en este texto. Era un Tom que desconocía completamente. “Si por mí fuera no hablaría nunca”. ¡Dios! ¡¿Cómo podía decir eso?! ¿Era un reproche a sí mismo? ¡Dios! ¡¿Cómo iba a contarle lo que pensaba y me preocupaba?! Me dejaría si se lo decía. Mi mente era un huracán de cosas sin sentido y compartirlo con Tom sería volverlo loco a él también.

-¡Lilith!- Miré hacia arriba y vi a todos levantados de sus asientos, incluso a Cintia que llevaba la sillita de André.- ¿Te encuentras bien?- Me desabroché el cinturón y me puse de pie junto a ellos para salir. Me había quedado anonadada.

-Sí.- Fingí una sonrisa mientras le daba vueltas al mensaje de Tom.

Desembarcamos y cuando pisamos la pista de aterrizaje, ya había un coche esperándonos. Era el mismo que me recogió aquella vez del hospital y los mismos hombres también. Volveríamos a tener guardaespaldas aquí también...


[…]


La casa era enorme, de madera y completamente rústica. Estaba en medio de un bosque pero perfectamente comunicado con el pueblo. Se respiraba aire puro por todos sitios y el clima era realmente agradable.

En el patio trasero había una piscina gigantesta, con sombrillas y hamacas alrededor. Aunque estuviésemos a principios de primavera, aquí en el sur de Francia hacía calor o al menos era lo que sentía después de venir de un país tan frío como Alemania.

-¿Te gusta vuestra habitación?- Miré a Cintia que estaba intentando dormir a André mientras yo sacaba la ropa de mi maleta.

-Sí, es muy bonita, gracias.- Le sonreí animada. La habitación era bastante grande, con una cama de matrimonio de madera de roble, con sábanas blancas, muebles de madera, suelo tapizado...- A mí aún me cuesta adaptarme a tanto lujo.- Cintia ahora parecía triste.- La familia de Jake cree que me quedé embarazada por tenerlo cogido pero realmente todo esto me sobra.- No pude evitar acercarme a ella y abrazarla junto con André. La entendía perfectamente. Mi madre y todo el Consejo se oponían a que Tom y yo estuviésemos juntos y a mí también me estaba costando acostumbrarme a todo lo que me rodeaba, incluso a Tom.

-No los necesitas. Tienes una familia maravillosa, a Jake que te quiere como nadie y un hijo precioso que te querrá muchísimo también.- Escuché como sorbía por la nariz. ¿Estaba llorando?- Y no hace falta que te diga que me tienes a mí.- Me dio un beso en la mejilla, cosa que me impresionó bastante.

-Muchas gracias, Lilith.- La puerta de la habitación se abrió y apareció Tom. Estaba hablando por el móvil hasta que nos vio y colgó. Posiblemente se habría creído que no había nadie.- ¿Sabes? Tienes una mujer maravillosa.- Le dijo Cintia. Yo intenté callarla pero fue en vano. Tom nos miraba alternativamente sin saber de qué iba el tema.- Tenlo, voy a por los pañales.- La enfermera le plantó a Tom el bebé sin más explicaciones. Su cara era un poema. No sabía cómo cogerlo y lo miraba como si André fue a decírselo. Estaba nervioso y desconcertado.

-Cógelo tú.- Extendió los brazos con el bebé.

-Cintia te lo ha dado a ti, además yo tengo que sacar la ropa de la maleta. Necesito ponerme algo más ligero.- Me miró enfadado para luego volver a atraer al bebé hacia él.- Se os ve bien juntos.- Reprimí una carcajada cuando me miró alzando una ceja. Pese a que Tom no parecía gustarle tener a André en brazos, al bebé no parecía importarle, es más, ni siquiera se había despertado.

-¿Me estás vacilando?- Negué con la cabeza sin poder dejar de sonreír y volví a concentrarme en la maleta.- Tienes que darle tu sangre.- Buscaba maneras para librarse de él pero no caería. Me gustaba verlo con André, era tan entrañable.

-No voy a darle mi sangre ahora, Cintia puede llegar en cualquier momento.- Puse toda la ropa en la cama para empezar a colgarla en el armario. Ahora que me fijaba, no recordaba tener esta ropa y más si... ¡Tenían las etiquetas!- ¿De quién es esta ropa?- Tom no apartó la vista del bebé, que estaba profundamente dormido.

-Te la ha comprado Bill.- ¿Qué? La verdad es que eran preciosas y bastante caras, de marca y con el olor a ropa nueva.- Piensa que tienes que renovar el vestuario ahora que eres la...señora Kaulitz.- Sí, lo cierto era que yo también lo había pensado. Mi ropa parecía sacada de mercadillo a diferencia de cuatro cosas que Bill me había comprado anteriormente. Si quería estar a la altura de mi posición y de Tom tendría que empezar a cambiar esto.- Vuelves a estar callada.- Quité la vista de la ropa y me centré en Tom, que me miraba intentado saber en qué pensaba. ¿Tendría que decírselo, tal y como me lo decía en el mensaje?

-Estaba pensando que la ropa que venía utilizando no se adecuaba a lo que quería ser. No podía decir que me molestaban que me tratasen como una cría si era eso lo que parecía.- Se lo solté, esperando que reaccionase de alguna manera pero simplemente se mantuvo callado sin apartar la mirada.- Soy Lilith Kaulitz, la Vinculada del líder, la que siempre lleva vaqueros vaya donde vaya.- Empecé a colgar de nuevo la carísima ropa que me había comparado Bill y a acomodar los zapatos es su sitio. Todos eran de tacón menos unas sandalias negras.

-También estás bien en vaqueros.- Se me cayeron dos pares de zapatos por su respuesta. No me la esperaba y menos viniendo de él.

-¡Listo! ¿Aún sigue dormido?- Cintia nos interrumpió nuestro duelo de miradas.

-Creo que ha salido a su madre.- Le contestó Tom, dándoselo por fin. Su cara se relajó bastante cuando se libró de él por fin.

-Tienes razón.- Cintia le devolvió una sonrisa.- Os dejo que os acomodéis. Nos vemos abajo dentro de media hora para comer.- Salió de la habitación y cerró la puerta tras sí. Tom y yo volvíamos a estar solos de nuevo.

Él se tiró en la cama como un peso muerto. Tendría que estar cansado después de lo de anoche. Dejé de mirarlo porque me pondría roja otra vez recordándolo. Seguro que se quedaría dormido...

Cogí la maleta de Tom y la abrí para colgar también su ropa. No me había dicho que lo hiciera ni tenía por qué hacerlo pero me apetecía. Me sentía como si por un momento fuese útil para él y eso me gustaba. Toda esta ropa ancha pero no tanto como hacía tiempo, parecía bastante cara también. Había empezado a utilizar camisetas más estrechas y esos jerseys ajustados que me volvían loca.

Cuando terminé, me senté en la cama junto a él. Estaba profundamente dormido. ¿Cómo lo sabía? Por la relajación de todos los músculos de su cuerpo, porque no me daba miedo estar a su lado... porque parecía un niño pequeño. Le quité los deportes para que descansara mejor y no manchase las sábanas blancas de la cama. Ni siquiera se había inmutado.

Acerqué lentamente la mano para tocarle la cara pero antes de hacerlo en un visto y no visto, me encontraba debajo de Tom, quien tenía los ojos rojos como el fuego, los colmillos fuera y su brazo presionando mi garganta. ¡Dios, me iba a partir el cuello!

-¡Joder!- Apartó el brazo y se echó a un lado de la cama, respirando agitado- ¡No vuelvas a hacer eso!- Yo me había quedado inmóvil, con la imagen de ese monstruo grabada en mis retinas.- ¡Podría haberte matado!- Sentí su mirada de nuevo en mí pero me costaba reaccionar. No había sentido tanto miedo en mi vida.- Lilith...- Sentí su mano acariciarme la cara y como las lágrimas volvían a mis ojos.

-Me has asustado.- Sí, por un momento había visto al Tom de hacía un año, el que me pegaba e insultaba, y yo ni siquiera había podido reaccionar.

-Nunca te acerques a un monstruo cuando duerme.- Se puso sobre mí y comenzó a lamerme el cuello. No pude reprimirme, lo cogí por el pelo y le levanté la cabeza. La bofetada que le di seguramente me dolió más a mí que a él pero necesitaba hacerlo.

-¡¿Cómo puedes hacer esto?!- Me levanté de la cama dejándolo a él ahí, no por mucho tiempo. Tom se levantó hecho una fiera, me agarró y me estampó contra la pared. Todos los huesos de mi cuerpo empezaron a crujir.

-¡No vuelvas a levantarme la mano! ¡Te puedo hacer bastante daño!- Intenté soltarme pero era imposible, Tom tenía mucha más fuerza que yo.

-¡Adelante si es eso lo que quieres! ¡¿Quién soy yo para negarme a los deseos del líder?!- Me soltó, yo diría que con expresión de miedo. Había abierto los ojos de incredulidad y los músculos de la cara se le habían tensado. Ese aura oscura había vuelto...

-No.- Me miraba confundido, como si lo que viese fuera un fantasma.- Yo... Yo no quiero hacerte daño.- ¡Madre mía! ¿Qué le pasaba?

-¿Estás bien?- Me acerqué a él pero dio un paso atrás cuando me dispuse a tocarlo.- Tom.- Se llevó las manos a la cabeza y apretó con fuerza los ojos. Me recordaba a la primera vez que me dijo que me quería.

-Han vuelto.

-¿Quién?

-Las voces.

-Tom...

-No dicen nada.

-Tom, mírame.- Él abrió los ojos y los clavó en mí. No había rastro de aquel brillo que había tenido estos días.- No sé de qué estás hablando.- Le cogí la cara y lo acerqué más a mí, intentando de alguna manera u otra entender algo de lo que estaba diciendo.

-No tienes que saberlo.- Puso sus manos sobre las mías y volvió a cerrar los ojos. Si no lo conociera diría que era el ser más vulnerable con el que me había encontrado nunca.- ¿Piensas que quiero hacerte daño?- jamás había visto a Tom así, parecía otra persona distinta, un ser humano con miedo.

-No, claro que no.- Se me había formado un nudo en la garganta. Tenía ganas de llorar por lo que estaba viendo. Su cuerpo estaba casi temblando entre mis manos y su piel, más fría que el hielo, se erizaba cada vez que yo le acariciaba las mejillas con los pulgares.- Me asusté cuando te vi a así, de la misma forma que te ponías cuando te enfadabas conmigo antes. Sé que me quieres y que no me vas a hacer nada.- Abrió los ojos de nuevo, incrustándose en lo más profundo de mi alma.

-¿Cómo puedes estar tan segura? Te he hecho llorar muchas veces, como ahora.- Una lágrima cruzó mi cara. Sí, la mayoría de las veces había llorado por su culpa pero también él era el único con el que me sentía feliz y viva aunque no lo estuviera.

-Confío en ti.- Junté nuestros labios lentamente, temiendo que en algún momento se alejara o no me lo permitiese.- Te quiero, siempre te quise y siempre te querré. Hagas lo que hagas o digas lo que digas, siempre estaré a tu lado.- Posó una de sus manos en mi cabeza y la otra en la cintura hasta pegarme a él para profundizar nuestro beso.

-Deberías de odiarme.- Dijo cuando se separó de mí, sin romper nuestro contacto de cuerpo a cuerpo.

-¿Por qué?- La mano que estaba en mi cintura se deslizó hasta mi vientre, haciéndome sentir un escalofrío por todo el cuerpo. Era agradable pero al mismo tiempo extraño.

-Te he mentido.- Le besé de nuevo y le sonreí quitándole importancia al asunto.

-Lo sé. ¿Creías que me había tragado lo de las voces? Es el mismo truco que utilizaste la otra vez para que me acercara a ti y se me pasara el enfado.- Él me miró interrogante, como si no supiera de qué le estaba hablando. Luego, después de unos segundos pareció reaccionar.

-Dame tu mano.- La que aún permanecía sobre mi barriga, agarró a la mía y la llevó al mismo sitio donde había estado él antes.- ¿Qué sientes?

-Nada.- No me dolía nada si era eso a lo que se refería.- ¿Qué tiene que ver esto con tus mentiras?- Quité la mano de mi barriga sin saber muy bien a qué se estaba refiriendo.

-No era deshidratación.- Tom se tocó la cabeza justo como hacía cuando estaba nervioso.

-¿Si no era deshidratación, qué era?- Lo miré un par de segundos hasta que por fin decidió hablar.

-”Es”, no “era”.

-¿Qué es, entonces?- Me estaba empezando a asustar dado los titubeas que Tom estaba mostrando para decírmelo. Era incapaz de hacerme una idea de lo que podría haberme provocado semejante sensación en el restaurante.

-Tú...- Volvió a cerrar los ojos. Incluso él era incapaz de decirlo.

-¡Tom, me estás asustando!

-Estás embarazada.


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