Capítulo 64

Capítulo 64


By Lilith


Lo observé a contraluz. Su brillo iluminaba la penumbra de la habitación en la que me encontraba. Era increíble como algo tan pequeño podía desprender tanta luz y significar tanto para dos personas. Era un poco más pequeño que el diamante que había adornado durante tanto tiempo aquella pulsera que Tom me dio por mi cumpleaños y que ahora formaba parte de un collar guardado en un cajón en Burdeos.

Me dí la vuelta en la cama y abracé a Louis por la espalda. Pegué la cabeza a su cuerpo y esperé que los latidos de su corazón me relajasen. Me había pasado toda la noche sin dormir y sabía que no pegaría ojo en las próximas noches, hasta que las palabras de mi hermano se esfumasen como un recuerdo más.

Tom había ido a buscarme al aeropuerto y había dejado que me marchase. Recordaba sus palabras en aquella fiesta en su casa, quería que me fuera y fuese feliz. Lo había hecho, me había ido y ahora luchaba por ser feliz junto a Louis, alguien que siempre había estado ahí pese a no conocerme de nada. Le agradecía cada uno de los días que había pasado a mi lado, cada uno de los besos y abrazos que me habían hecho olvidar mi pasado. A mi familia le había gustado Louis, Bill había dicho que era un buen chico y Tom... Bueno, él al menos no lo había matado.

¿Qué hubiese pasado si Tom me hubiese detenido aquel día? Quizás podríamos estar juntos, disfrutando de un Vínculo mucho más fuerte tras la pérdida de nuestro monstruito. No, no podía engañarme. Por culpa de mi egoísmo habíamos perdido a esa pequeña criatura, por mi culpa él había pasado por mucho dolor, se había enfrentado a Markus, a Adam, a... ¡Adam!

Te borraba la memoria para que no pudieses utilizar nada en su contra, para que siempre te mantuvieses ajena a todo lo que te rodeaba. Te ha engañado diciéndote cosas que no eran ciertas, creándote recuerdos falsos. ¿Acaso piensas que tu madre te alejó de ellos por lo del Vínculo de Sangre? ¡Lo que intentaba era evitar que terminaras muerta!”

Esas palabras que había pronunciado Adam aquella vez me taladraron el cerebro de nuevo. Dolían pero eran ciertas. Tom me había confesado todo pero también el motivo por el que lo había hecho y había sido para protegerme. De sólo imaginarme cómo Markus me violó aquella vez o el accidente de los que fueron mis padres durante mucho tiempo, me ponía enferma. Él había hecho que olvidase todo para evitarme este sufrimiento que me consumía día tras día, me había protegido como haría un buen hermano mayor.

Un golpe hizo que abriese los ojos y que Louis se medio despertase. Toda la casa había retumbado como si de un terremoto se tratase y algo en lo más profundo de mi ser me decía que algo iba mal.

Me levanté de la cama con sumo cuidado para no despertar a Louis y salí de la habitación. Dejé que mis instintos me guiasen esta vez hasta una habitación al fondo del pasillo, no muy lejos de la mía. Vi a Bill en la puerta, con la mano en el pomo y dubitativo. Su semblante era serio, el aura oscura que rodeaba a nuestra especie envolvía su esbelta figura y sus ojos, los cuales siempre brillaban como si rebosasen vida, estaban apagados como nunca antes los había visto.

-Bill.- Lo llamé. Sus ojos rojos como el fuego se clavaron en mí como un cuchillo. Nunca lo había visto así y era sumamente aterrador.

-¿Qué estás haciendo aquí?- Su voz sonó rota aunque sus ojos miel me demostraron que no tenía nada que temer.

-Había escuchado un golpe y he venido a ver qué pasaba.- De pronto, lo tenía enfrente, escrutando cada centímetro de mi cara.

-Vete, no pasa nada.- Su mano se posó sobre mi cara y la acarició con ternura.- No hay nada que podamos hacer.- Otro golpe hizo que diese un bote pero Bill no se inmutó.

-¿Qué... Qué es eso, Bill?- Vi sus ojos cristalizarse, a punto de derramar millones de lágrimas.- Bill...- Entonces, lo sentí. Su presencia tras esa puerta era débil pero sumamente poderosa.- ¿Es Tom?- Él esquivó mi mirada pero yo ya estaba lo suficientemente nerviosa como para dejar este tema zanjado.- ¡Bill!- Los ojos de mi hermano derramaron una lágrima que me empapó el corazón.

-No... No puedo hacer nada... Yo quiero quitarle todo ese dolor pero no puedo, Lilith... Desearía que compartiese un poco conmigo...- Me abrazó para ocultar las lágrimas que había liberado.

-¿Qué... Qué le pasa a Tom?- Sentía como pronto yo también le acompañaría en ese dolor.

-Las voces.- Mi estomagó se encogió. Había escuchado hablar a Tom de “las voces” anteriormente pero nunca me había dicho qué significaba eso.

-¿Las voces?- Sentí como las manos de mi hermano apretaban con fuerza mi camisón.

-No sabes cuánto duele.- Bill estaba completamente hundido, como nunca antes me lo hubiese imaginado.- Vamos, Lilith.- Me cogió de la mano y tiró de mí para alejarnos de la habitación donde estaba Tom.

Anduve casi arrastrada por los pasos sin rumbo de mi hermano. Me dejó en la puerta de mi habitación y siguió hacia la suya como un alma en pena. No había rastro de la alegría que rebosaba todos los días ni de esa sonrisa que te hacía imitarle casi como un impulso.

Lo observé hasta que se metió en su habitación y me encaminé por el pasillo de nuevo. Tenía que saber que Tom estaba bien aunque su expresión me había demostrado que no. No podía quedarme en mi cuarto encerrada sin conocer el estado de mi hermano mayor, al fin y al cabo él era también mi líder y como su sierva tenía que ayudarle en todo lo que pudiese.

Giré el pomo con cuidado y entré en la habitación. Un fuerte olor a sangre casi me hizo retroceder. La habitación estaba tan oscura que era imposible ver algo. Nunca había desarrollado mi visión como vampiresa completamente y por ello era incapaz de ver entre tanta oscuridad.

Mis sentidos se alteraron, era el olor de la sangre de Tom y era tan profundo que no podía significar nada bueno. Me estaba asustando por lo que podría encontrarme cuando diese con el interruptor de la luz. Cuando lo accioné la imagen ante mí era completamente aterradora, como sacada de la película más gore y siniestra del mundo.

La cama estaba completamente destrozada, al igual que todos los muebles de la habitación, los espejos estaban rotos y sus cristales esparcidos por el suelo. Pero tal vez, lo peor era que absolutamente todo estaba bañado por la sangre de Tom. Había charcos en el suelo, sábanas destrozadas manchadas de rojo e incluso... ¡Trozos de carne!

Quise salir de allí de inmediato pero no pude hacerlo. En su lugar, caminé hacia la puerta del baño que estaba a un lado de la habitación. Sentía su presencia al otro lado de la puerta, tan débil y tan impropia de él. Me puse delante y me preparé psicológicamente para lo que pudiese encontrarme tras cruzar esa barrera que nos separaba.

Abrí la puerta y de inmediato me llevé las manos a la boca para no gritar. Al igual que el resto de la habitación estaba lleno de sangre y en el medio, dentro de una enorme bañera llena de sangre mezclada con un poco de agua, Tom.

Corrí hasta allí tan rápido como mis temblorosas piernas me dejaron y me apoyé en el borde la bañera.

-¡Tom!- Él tenía los ojos cerrados y no se movía.- ¡Dios mío, Tom!- Le dí una guantada tan fuerte que me quemó la mano pero al menos sus ojos se entreabrieron.

-Li... Li... Lilith.- Apenas tenía voz y sus ojos se cerraban y abrían lentamente.- So... Sólo... a... así... se ca... callan.- Me puse de pie y metí mis manos en el agua para conseguir agarrarlo por debajo de los brazos y sacarlo de allí.

-Voy a sacarte de aquí, Tom.- Tiré de él pero no se movió ni un centímetro.- ¿Qué has hecho?- Le pregunté con los ojos llenos de lágrimas. Él esbozó una sonrisa siniestra, propia del mismísimo demonio.

-¿Por... por qué... si... siempre... aparece al... alguien?- No tenía sentido nada de lo que de decía o al menos yo no lo entendía.

Volví a meter mis manos en la sangre de la bañera y tiré de Tom una vez más con todo el miedo y el terror que corrían por mis venas. Sentí mi sangre hervir, mis ojos encenderse y mis colmillos aflorar para despertar al monstruo que había en mí. Pese a que odiase esa parte de mí misma, en este momento la necesitaba para sacar a mi hermano de allí.

Con todas mis fuerzas lo agarré y lo atraje hacia mí, haciendo que los dos cayésemos en el suelo empapado de sangre. Me quedé impactada cuando vi su cuerpo. Su torso tenía arañazos profundos, sus brazos estaban cortados y en ellas faltaban trozos de carne. Parecía como si una bestia le hubiese atacado, lo peor es que sabía que esa bestia había sido él mismo.

Me acerqué a él, que continuaba con los ojos cerrados y la respiración entrecortada. Verlo así me rompía el alma. Tom, mi hermano, el fuerte, el monstruo que no sentía nada se estaba autodestruyendo de la forma más cruel que jamás había visto.

-Tom...- Las lágrimas se agolparon en mis ojos pero me resistí.- Abre los ojos, por favor.- Le dí una pequeña bofetada en la cara. Las heridas no dejaban de sangrar, el agua evitaba que se cerrasen, lo sabía porque yo había hecho lo mismo.- ¿Qué has hecho?- Me levanté en busca de una toalla y comencé a secar su cuerpo para que las heridas se cerrasen.

-Li... Lilith.- Entreabrió los ojos y los clavó en mí.- Ve... Vete.- Negué con la cabeza mientras las lágrimas caían silenciosas por mi rostro. Seguía limpiándole pese a que sabía que no surgiría un efecto inmediato pero si no lo hacía pronto se desangraría.

-¿Por qué demonios has hecho esto, Tom?- La toalla ya estaba empapada de sangre y era imposible limpiar más. Le miré pero él ya había cerrado los ojos de nuevo.- ¡¿Eres imbécil?! ¡¿Cómo se te ocurre hacer esto?!- Le dí un pequeño golpe en el pecho que lo hizo despertarse.

-A... Así... se callarán... para... para siempre.- Vi como sus colmillos sobresalían de su boca. Su cuerpo le pedía reponerse y yo aquí simplemente lo estaba poniendo peor.

-¿Qué se callarán? ¿Las voces?- Él sonrió y a mí me heló la sangre.

-Maldi... Maldito Bill... es... es un chivato.- Me quité el camisón y seguí secándolo. Algunas heridas se estaban empezando a cicatrizar pero otras tardarían días por mucha sangre que bebiese.- Lilith.- Le miré cuando me llamó. No podía dejar de llorar al verlo así. Estaba asustada y nerviosa. Si yo no hubiese entrado a tiempo, Tom hubiese llevado a cabo su plan.- No... no llores.- Su mano intentó levantarse pero cayó al lado de su cuerpo antes de que llegase a tocarme.

-Si no quieres verme llorar, no vuelvas a hacerlo. No sé qué haría si te pasase algo.- Quizás fueron estas las palabras más sinceras que había dicho en estos cinco años pero él pareció no darle importancia.

-Pa... Para. Se cerrarán... siempre... siempre lo hacen.- Paré en seco. ¡¿Eso significaba que lo había hecho antes?!- Lilith.- Mi mano temblorosa tocó su rostro, manchado por su sangre. ¿Quién diría que este era el Tom al que estaba acostumbrada?- ¿Eres... eres feliz?- Afirmé con la cabeza tras pensármelo unos segundos.- Bien... si no todo... todo esto... no hubiese... merecido la... pena.- Apoyé mi cabeza en su pecho y lo abracé, dejando que su sangre me manchase el rostro y el pelo.- Quédate así... hasta... hasta que pueda... perdonarte.- Volví a afirmar con la cabeza y me quedé quieta. Las lágrimas que caían de mis ojos barrían la sangre de su cuerpo pero él se estremecía con cada una de ellas.

-¿Qué dicen las voces?- Su mano se apoyó en mi cabeza, débil y sin fuerza.- ¿Quieren que hagas esto?- Escuché un gruñido que no supe identificar pero que supuse que significaba que no quería que le preguntase por eso.

-Quieren que haga cosas peores.- Su voz había vuelto a su tono normal y eso me medio tranquilizó, al menos sabía que estaba mejor.

-¿Algo peor que te mates a ti mismo?- Su mano empezó a deslizarse por mi pelo, igual que cuando éramos pequeños... una y otra vez.

-Que te mate a ti.- Me contraje sobre su cuerpo. ¿Debería de huir? ¿Era esto una trampa para hacerlo?- Prefiero mil veces esto a verte mal por mi culpa una vez más.- Levanté la cabeza y lo miré a los ojos. Eran fríos y oscuros, tanto que matarían con la mirada a cualquier ser viviente que se cruzase ante ella.- Deja de llorar, odio ser la causa.- Esquivó mi mirada pero le agarré la cara y lo obligué a mirarme.

-Quiero que me prometas que esta será la última vez que lo haces.- En un movimiento hábil se situó sobre mí, haciendo que su sangre gotease sobre mi cuerpo.

-No puedes darme órdenes.- Acercó su cara a escasos centímetros de mi cara.- Yo soy tu hermano mayor, tu líder, Lilith.- Volvía a ser el Tom que conocía y eso me tranquilizaba aunque sólo fuese un poco.

-No te estoy ordenando nada, te estoy pidiendo un favor.- Una gota de sangre procedente de su cara cayó sobre mi labio inferior. Intentaba que esa gota no cayese en mi boca y probara su sangre porque entonces, no podría resistirme.

-¿Por qué debería de parar de hacerlo? Cuando lo hago, las voces se callan. Durante cinco años esta era la única solución y no pienso parar si con eso consigo que desaparezcan.- Su lengua pasó por mi labio y borro ese rastro de sangre antes de que cayese en el interior de mi boca.

-Deja de hacerlo, odio ser la causa.- Él volvió a sonreír de esa forma tan diabólica que tenía al repetir sus palabras.

-Espero que estos cinco años hayan sido los más felices de tu vida y que Louis te trate como te mereces y siga ahí siempre. Quiero verte sonreír, quiero verte feliz... Si no estos cinco años no habrán servido de nada.- Se quitó de encima y se puso de pie con suma dificultad, aguantando el dolor que se hacía palpable en su rostro.- Esto sí es una orden, Lilith.- Me estremecí por completo al verlo caminar hacia la habitación. Todo estaba destruido y lleno de sangre, al igual que él.

Le seguí hasta que se tiró en la cama. La expresión por el dolor de sus heridas no se iba y mi cuerpo no dejaba de temblar cada vez que lo miraba. Era incapaz de pensar y pronunciar palabra alguna. Me encontraba en un estado de shock tan profundo que cuando despertase querría estar muerta.

-Tom.- Le llamé.- Dime que no lo haga y no lo haré.- Se sentó en la cama, quedándose frente a mí.- Una palabra tuya basta para que lo deje todo.- Tom me hizo un gesto con el dedo para que me acercase a él y eso hice. Me puse frente a Tom, él sentado y yo de pie. Me abrazó como si temiera romperme. Puso su cabeza en mi barriga y cerró los ojos.

-Hazlo.- Puse las manos sobre su cabeza y acaricié su pelo lentamente.- Cásate y se feliz.- Asentí pese a que él no pudiese verme.

-Sí, mi Señor.- Le contesté a punto de caerme al suelo. Esto era una orden que no era capaz de desobedecer.

-Vete, el Sol está a punto de salir.- Tom se deshizo de nuestro abrazo y se tiró en la cama.

Me encaminé hacia la puerta y salí al pasillo completamente llena de sangre y en ropa interior. Su sangre sobre mi cuerpo me quemaba, las escenas me horrorizaban y tenía ganas de gritar. Las lágrimas caían de nuevo por mi rostro al quedarse grabada en mi retina esa imagen tan destrozada de mi hermano.

-¡Oh, Dios mío! ¡Lilith!- Mis ojos se movieron lentamente hacia la fuente de esa voz. Mi madre me observaba horrorizada.- Cariño...- La vi dar un paso hacia mí y eso fue todo.

La oscuridad se hizo dueña de mí, la misma oscuridad que habitaba en el alma de Tom. Cada palabra y cada imagen de minutos antes me asustaban. Tenía miedo, muchísimo miedo. Nunca en mi vida me había sentido tan insegura como en este momento y la razón era que había visto como Tom podía desaparecer de mi vida en cuestión de segundos y no estaba preparada para ello.


[…]


-Princesa, es hora de levantarse.- Sentí sus cálidos labios sobre mi frente y su dulce voz, despertarme de aquel sueño tan horrible que había tenido.

-Buenos días.- Me incorporé en la cama mientras Louis se levantaba para vestirse.- ¿Dónde fuiste tan temprano?- Preguntó desde el baño.

-¿Cuándo?- Dije sin saber muy bien a qué se refería.

-Te levantaste esta mañana y tardaste un buen rato en volver.- ¿Volver? ¿De dónde?

-Habría ido a beber agua o algo.- Me dolía mucho la cabeza y no sabía por qué. Era como si mi golpearan con un martillo justo en el cráneo.

-Tal vez...- Cerró la puerta del baño y yo me volví a tirar en la cama. Tenía mucho sueño y muchas ganas de llorar sin saber el motivo.

Recordaba haberme quedado dormida mirando el anillo de compromiso que me había dado Louis. Tal vez esa declaración me había cogido de imprevisto, nunca me había imaginado que pudiese pedirme matrimonio y mucho menos delante de toda mi familia. No entendía su actitud. Habíamos peleado porque decía que él no encajaba en mi familia y al día siguiente era él el que me decía que fuésemos a pasar el fin de semana con ellos. Incluso se me hacía raro que pudiese haber comprado un anillo como este, por la pinta parecía bastante caro...

Si me imaginaba mi vida con Louis después de casados, se me encogía el estómago. Me gustaba la idea porque sabía que podía ser feliz a su lado y hacerlo feliz a él pero por otro lado, estaban esas ansias que era incapaz de controlar. Yo era un monstruo que se alimentaba de sangre humana y si un día perdía los papeles podría incluso atacarle. Me atemorizaba simplemente imaginármelo aunque de una forma u otra ya lo había hecho más de una vez. Le había arañado hasta que sangrase por el simple hecho de que me gustaba el olor de su sangre, le había casi obligado a acostarse conmigo cuando él era incapaz de llevar mi ritmo y aun así, seguía sintiéndome vacía.

-¿Te gusta?- Miré a Louis sentado en la cama.- ¿El anillo?- Me levanté y me puse de rodillas frente a él para besarlo.

-Me encanta.- Él me abrazó y yo me aferré a él. Mi cabeza se hundió en su cuello y el olor de su sangre me cautivó. Era de tipo 0 negativo, unas de las más cotizadas entre los vampiros y que se veía como algo exclusivo ya que muy pocos humanos poseían este tipo de sangre.- Hueles tan bien.- Le dije aunque él no fuese consciente de cuáles eran mis intenciones.

-No sé cómo lo haces pero siempre consigues ponerme a mil.- Le lamí el cuello lentamente, lo que provocó que de su boca saliera un gemido casi inexistente.- Dios, Elizabeth...- Seguí mi juego hasta que mis colmillos salieron a la luz. Había ablandado su carne para que éstos entrasen mejor y mis instintos me decían que había llegado el momento de hacerlo. Su corazón latía rebosante de adrenalina mientras tocaba mi cuerpo pero todos mis sentidos estaban puestos en su yugular palpitante.- Eres una diosa, cariño.- Sí, lo era, la misma que Tom había despertado... ¡Tom!

-¡AH!- Grité de dolor. La cabeza me daba punzadas y eran insoportables. Me separé de Louis y me retorcí en la cama con las manos puestas en mi sienes.

-¡Elizabeth!- Louis me llamaba para que abriese los ojos pero era imposible, los mantenía cerrados con fuerza intentando que desapareciese el dolor.- No te muevas, iré a llamar a alguien.- Escuché como la puerta se cerraba y me estiré sobre la cama.

Me encontraba francamente mal, estaba mareada y con migrañas. Un vampiro nunca se sentía así salvo que algo en su interior no fuese bien. No recordaba haber hecho algo que me hiciese estar así, sólo que me quedé dormida observando el anillo de compromiso que Louis me había dado.

Repetí el gesto una vez más y lo observé pese a que me era imposible enfocar la vista en algo tan pequeño. El diamante estaba manchado de algo rojo y cuyo olor delató de qué se trataba. Era sangre... ¡Sangre de Tom! Me erguí en la cama lo más pronto que pude. ¿Por qué el anillo estaba manchado de su sangre?

-¡Elizabeth!- Oí la voz de Bill y sus manos agarrar mi cara para que lo mirase.- ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué te pasa?!- Las lágrimas volvieron a salir de mis ojos mientras luchaba por no gritar. Lo recordaba, recordaba todo lo que había pasado hacía una horas.- Tranquila.- Tom lo había vuelto a hacer, me había borrado de la memoria esas imágenes para que fuese incapaz de recordarlo en ese estado pero no había funcionado.

-Bill... Tom...- Me incorporé en la cama y abracé a mi hermano con muchísima fuerza. Lloraba y lloraba como una cría, entre hipidos y gritos histéricos de impotencia. Me dolía el pecho de una manera brutal aunque el dolor de cabeza había desaparecido.

-Ya pasó.- Lo apreté más fuerte contra mí. Era tanta la rabia y el dolor que sentía en mi interior que temía terminar desplomada de nuevo.- Él está bien, ya pasó.- Me separó de él y me secó las lágrimas, todo ellos bajo la mirada de estupefacción de Louis.- No tienes por qué preocuparte.- Afirmé con la cabeza y me sequé las lágrimas.- No es nada, Louis. Elizabeth suele tener ataques de migrañas muy seguido.- Bill se levantó de la cama y me besó con dulzura en la mejilla.- ¡Vamos a desayunar!- Salió dando saltitos de la habitación como si nada. Quién diría que este Bill era el mismo que había visto anoche, llorando y completamente roto por el sufrimiento de su gemelo.

-Siento haberte preocupado.- Louis se acercó a mí y me dio un pequeño beso en los labios.

-No tienes por qué.- Su corazón aún palpitaba muy rápido por el susto que se había llevado.- Deberías de haberme dicho que esto te pasa bastante así estaría más preparado.- Parecía asustado pero también algo confuso. Daría lo que fuera por saber en qué estaba pensando aunque por un lado no quería saberlo.- Hay algo más que quieras contarme.- me puse tensa al instante, Por supuesto que tenía millones de cosas que contarle y tarde o temprano tenía que hacerlo, pero no ahora.

-Le tengo fobia a los pájaros.- Él esbozó una sonrisa, liberando toda la tensión que había acumulado.

-Vístete y vamos desayunar que tengo hambre.- Le dediqué una sonrisa y me levanté de la cama dispuesta a enfrentar un día más sin él a mi lado...


By Tom


-Como mencionábamos anteriormente, mi Señor, no necesitamos abrir un nuevo hospital en Francia. El que tenemos en París va muy bien así que no...

-He dicho que haremos uno en Burdeos.- Le corté. Estaba harto de escuchar tonterías sobre lo que podía y no podía hacer.

-Como ordene, mi Señor.- Dijo resignado. Vi como anotaba algo en esa agenda azul que siempre lo acompañaba. Me preguntaba qué más escribiría ahí...

-Respecto al hijo de Markus, no hemos recibido noticias aún por parte de ellos.- Me di la vuelta en mi sillón y miré por la ventana hacia a la playa. Hoy parecía que sería otro día soleado y los odiaba.

-¿Le habéis dicho que tenemos a su hijo, verdad?- Achiné los ojos y la busqué con la mirada en arena y en el agua. No estaba.

-Sí, mi Señor.- Volví a mirar a todos los allí presentes, notando como se ponían nerviosos cada vez que posaba mis ojos en cada uno de ellos.- No... No sabemos... qué pueden estar tramando.- Si no había movido ficha en los últimos cinco años pese a que teníamos a Adam era porque estaba ideando algo gordo.

-Algo grande se aproxima, señores, y nos hemos quedado sin armas para combatirlo.- Sabía que Markus estaba tramando algo aunque no tuviésemos constancia de ello. Ese era el motivo que me había traído hacia donde ella estaba. Una vez más me había tragado mi orgullo para intentar protegerla de todas las maneras posibles.

-¿Aumentamos la seguridad, mi Señor?- ¿Seguridad? ¿De qué servía la seguridad sino para atrasar lo inevitable?

-No, sólo llamaríamos más la atención.- Apoyé los codos en la mesa y me tapé la cara.

Aún me dolía la cabeza de anoche y dudaba que se me quitase tan simplemente. Esta vez me había pasado y gracias a eso casi había conseguido quitarme de en medio. Había convencido a Bill para que me dejase solo, que me dejase morir lentamente y con el dolor que merecía. Él estaba harto de salvarme el culo cada vez que las voces aparecían y yo estaba harto de verlo sufrir por mi culpa.

Si no hubiese sido por ella, anoche hubiese sido mi final. Ya había dejado zanjado todo lo que tenía que hacer por ella para que fuese feliz pero se empeñaba en aferrarse a mí. Veía en sus ojos al mismo Tom que dejó en Alemania aunque yo quería que se olvidase de él, que me viese como un hermano más o como el líder hermético de su especie, eso era todo.

-Mi Señor, la señorita Elizabeth desea verle.- Aparté las manos de mi cara de golpe. ¿Qué demonios quería?

-Decidle que no puede pasar, estoy ocupado.- Los asistentes a la reunión se pusieron tensos en cuanto Gustav salió por la puerta. Sabían que Elizabeth era Lilith aunque no se mencionase su nombre, podíamos sentir su presencia al otro lado de la puerta.- ¿Por dónde íbamos?- Acerqué el informe y leí el tercer punto: Vínculo de Sangre. Lo volvería a tachar y a pasar del tema como venía haciendo todo este tiempo.

-¡Tom!- Las puertas de abrieron de repente y Lilith apareció con la respiración agitada y con Georg y Gustav tras ella, incapaces de tocarla.- Digo... Mi Señor.- Hizo una reverencia ante mí, lo cual todavía lo veía raro viniendo de ella.

-¿Sabes que no puedes interrumpir así, verdad?- Le respondí sin mirarla. Quería que se fuera de allí, tenía cosas que atender más importantes de lo que sabía sería su charla sobre lo que pasó anoche.

-Es importante.- La miré por primera vez desde que entró en la sala de reuniones. La veía ansiosa por algo, con los ojos rojos tal y como se les ponía cuando lloraba y con su larga melena rubia pegada en su frente.

-Estoy seguro que no es tan importante como esto así que sal de aquí.- Volví a los papeles en los que se trataba sobre el Vínculo de Sangre que cancelé hacía cinco años pese a la oposición del Consejo.

-Es importante para mí.- Su voz, esa maldita voz que me dejaba sin palabras. Era dulce, melódica... casi humana. La miré desafiante, esperando que se acobardase y retirase su propuesta pero no lo hizo. Se mantuvo firme, aguantándome la mirada durante mucho tiempo.

-Señores, concédannos cinco minutos.- Todos se levantaron y tras una reverencia ante mí, se fueron.- ¿Y bien?- Me tiré en mi sillón, esperando su respuesta. Ella se sentó en una de las sillas y agachó la cabeza. Se miraba las manos como siempre hacía cuando estaba nerviosa. Era terriblemente encanta... ¡Estúpida!

-Volviste hacerlo.- Me miró con los ojos cargados de acusación. Pensé durante unos segundo qué demonios había hecho yo ahora.- Me has borrado la memoria pero he de decirte que no ha funcionado.- ¿Borrarle la memoria?- Tom, no sé qué diablos te pasa pero no quiero que lo vuelvas a hacer.- Sonreí cuando dijo eso. Su tono era autoritario pese a que sabía que no podía darme órdenes.

-¿Es una orden?- Dije a punto de echarme a reír. Por primera vez en mi vida la veía decidida, segura de lo que estaba diciendo.

-Sí.- Me levanté del sillón y caminé hasta ella, poniéndome detrás de su silla. Intentaba ponerla histérica y por unos instantes pensé que lo había conseguido.

-No puedes darme órdenes, soy tu líder.- Le susurré al oído, haciendo que la piel se le pusiera de gallina.- Hueles tan bien...- Y ese fue mi punto final para que se levantara y se fuera... Sin embargo, no lo hizo. Por el contrario, se levantó y se puso frente a mí.

-Sí que puedo, Tom.- Retiró la silla que nos separaba y se acercó a mí.- Sé que lo que hiciste anoche lo has echo antes y está bien si no quieres hablar de ello o de las malditas voces pero no voy a permitir que lo de esta noche se vuelva a repetir.- Me reí ante sus palabras aunque una parte de mí sabía que no lo decía de broma. Era obvio que la tendría pegada al culo para vigilarme pero por suerte, sabía cómo mantenerla alejada de mí.

-¿Y qué vas a hacer para que no lo haga?- Me pegué completamente a ella, haciendo que su culo chocara contra la mesa. Ella apoyó las manos en ésta para no caerse mientras yo me acercaba más a su boca. Quería besarla, me moría por hacerla mía sin importar que hubiese gente al otro lado de la puerta. La necesitaba tanto como la sangre o mucho peor que eso.

-Sé que soy la culpable de que estés así, por eso quiero ayudarte.- La cogí y por los brazos y la levanté hasta que quedó sentada en la mesa. Sus piernas quedaron colgando y yo me colé entre ellas.

-¿Sabes qué es lo que necesito para estar bien?- Me recosté sobre ella y sus ojos no tardaron en ponerse azules. Sabía que tanto ella como yo nos necesitábamos hasta el punto de perder la cordura.- Tu sangre y tu cuerpo... Lilith.- Acerqué la boca a su cuello, aspirando su magnífico olor y lamí su piel. Ella dejó escapar un gemido que sólo me hacía enloquecer más.- ¿Qué quieres darme antes? ¿Tu sangre o a ti?- No estaba seguro de si podría parar ahora que todo lo que sentía era a ella y como siempre, una parte de mí exclamaba que podía hacerle daño, que lloraría una vez más por mi culpa...

-Tú eres el líder.- Saqué mis colmillos y chupé su piel hasta ablandarla para mí.

¡¿Qué haces, estúpido?!

¡¿Vas a dejar que te domine de nuevo?!

Puedes acabar con ella ahora mismo.

Muérdela, toma su sangre y mátala.

Sin ella, serías la persona más poderosa.

Me separé de Lilith y la observé desde mi posición. Su respiración estaba agitada, sus ojos azules por el momento y las lágrimas manchando de nuevo su hermoso rostro. La había asustado hasta tal punto de hacerla sentir culpable si la hubiese mordido o me hubiese acostado con ella. Pese a que esas habían sido mis intenciones, sin importarme una mierda sus sentimientos o Louis, no podía hacerlo. Ella tenía un fuerte influjo en mí. La había visto mal muchas veces por mi culpa y la había dejado ir para que fuese feliz, rompiendo el Vínculo de Sangre que nos unía.

Le tendí la mano para que se levantase y ella no tardó en hacerlo temblando como un flan. Pese a sus colmillos y el color se sus ojos, no parecía una vampiresa sino un ser indefenso y asustado.

-Lo siento, creo que la broma ha llegado demasiado lejos.- Apoyé mi mano en su cabeza y le revolví el pelo como hacía cuando ella era pequeña.- Además, los cinco minutos ya han pasado.- Le sonreí tal y como ella me había enseñado durante tanto tiempo y me fui hasta mi asiento.

-No lo vuelvas a hacer, por favor.- Me sonrió forzosamente y se fue sin mencionar una palabra más.

Pronto, todos los tipos de antes comenzaron a entrar mientras yo seguía embobado mirando la puerta. Su olor se había quedado en toda la sala, lo cual me desconcentraba y no me dejaba pensar en otra cosa que no fuese ella. El aroma de su sangre era algo casi embriagador y había estado tan cerca de morderla que aún me costaba librarme de esta maldita excitación en todo mi cuerpo.

-Señores, la reunión ha finalizado por hoy.- Me levanté de mi silla y salí de allí antes de que su olor terminase volviéndome loco.

Bajé las escaleras a un ritmo frenético mientas mis sentidos la buscaban. No estaba por ningún sitio, sólo percibía una débil muestra de que había pasado por aquí. La necesitaba hasta tal punto de tragarme mi orgullo tal y como hice aquel día en el aeropuerto aunque esta vez no la dejaría ir. ¡¿A quién cojones pretendía engañar?! La necesitaba tanto o más que la sangre, más que un humano respirar,...

-No está.- Miré a Simone, preparada para ir a la playa.- Está fuera con Louis.- Apreté mis puños con fuerza, intentando contener la impotencia que sentía en estos momentos.

-¿Fuiste tú quien le borró la memoria?- Ella afirmó. - Era la última imagen que quería que tuviese de mí.- Simone se acercó a mí y me abrazó, gesto que no me esperaba de ella y que pese a que ya habíamos aclarado nuestra diferencias, me seguía pareciendo extraño.


-¡¿La has dejado ir?!- Se abalanzó sobre mí y empezó a pegarme en el pecho.- ¡No eres nadie para alejarla de mí, Tom!- Ahora que el Consejo se había ido, la voz de Simone era más estridente.

-Tú me dijiste una vez que lo más importante para ti era la felicidad de tus hijos y de Gordon.- Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas. Era increíble lo parecidos que eran a los de Lilith.- Yo no pude hacer feliz a mi hijo así que a la única que puedo hacer feliz es a Lilith.- Su cara de impresión ante mis palabras demostraba lo perpleja que estaba.- Ahora entiendo por qué la alejaste de mí, supongo que ver a tu hija ser feliz es algo estupendo para una madre. Yo también quiero hacerla feliz y la mejor forma es apartándola de mi lado.- Simone me abrazó con fuerza, como hacía años que no hacía. Millones de “sensaciones” que creía enterradas afloraron de inmediato. Debía reconocer que había echado de menos sus abrazos...

-Cariño, perdóname.- Sus lágrimas empezaron que mojar mi camiseta y a calar mi piel.- Sé que lo estás pasando mal aunque no lo demuestres. Lilith será feliz gracias a ti y ese bebé que no ha nacido, seguro que se hubiese alegrado de tener un padre como tú.- Sentí como mi sangre empezaba a hervir al recordar como ese bicho se escurría entre las piernas de Lilith por culpa de ese maldito perro. Nunca en mi vida había sentido tanta rabia y odio hacia una persona por destruir a mi... hijo.

-Duele.- Ella me estrechó más entre sus brazos y yo la correspondí. Solía abrazarla de pequeño cuando tenía miedo o estaba asustado, y ahora lo estaba.


-Piensa que al menos tu objetivo se está cumpliendo. Espero que el Consejo no ponga impedimentos para que se celebre la boda.- Ese tema no se me había ido de la cabeza desde que Louis me pidió ayuda para encontrar el mejor anillo para Lilith.

-Se opondrán y no dejarán que una Sangre Pura y menos ella, se mezcle con un humano.- Ambos nos deshicimos de nuestro abrazo y vi la expresión de preocupación de Simone.

-¿Y si la obligan a que lo convierta como hicieron conmigo y Gordon?- Era probable.- No podemos permitir que eso pase de nuevo. Lilith ya tiene a Andreas y a Nate como convertidos. Si Louis se suma a esa lista, lo convertirán en un blanco fácil.- Ahora era ella la que parecía preocupada.- ¿Qué hacemos?- Me preguntó.


-To... Tom.- Oí su voz y me volví a verlo. Ni siquiera había sentido su presencia pero olía a ella.- ¿Puedo pedirte un favor?- Asentí.- Yo no sé cómo pedírtelo pero es algo sumamente importante para mí.- Se tocó la cabeza nervioso mientras su corazón latía desbocado.- ¿Puedes ayudarme a encontrar un anillo de compromiso para Elizabeth?- ¿Compromiso?

-¿Quieres casarte con ella?- Él afirmó con una gran sonrisa en su rostro, la misma que le había dedicado a Lilith todos estos días.- ¿Por qué?- Esa pregunta le cogió de sorpresa aunque necesitaba saber el motivo exacto.

-¿Por qué?- Repitió incrédulo.- Elizabeth es la mujer más maravillosa que he conocido en mi vida. Es dulce, atenta, se preocupa por mí y la quiero, la quiero más de lo que jamás nadie podrá entender.- Cada palabra que decía era absolutamente cierta.- Quiero compartir el resto de mi vida con ella.- Ahí plantado frente a Louis, entendí que Lilith podría ser realmente feliz con él. Sólo hacía falta mirar la cara de ese humano mientras hablaba de ella.

-Te ayudaré a encontrar un buen anillo.- Él sonrió y yo sólo pensé en delicada mano adornada por un anillo no más hermoso que ella.


-Sigamos hacia adelante con la boda.- Le dije a Simone antes de desaparecer de allí.

Quería ir a la playa pero en estos momentos necesitaba verla, charlar sobre lo que pasó anoche y soltar todas y cada una de las cosas que se me pasaban por la cabeza. Era la única que me había ayudado a sobrellevar esto desde hacía cinco años.

Recordaba la noche en la que la conocí, cuando estuve al borde de la muerte de nuevo. Se ofreció a ayudarme como parte del equipo de médicos del Consejo, sin querer nada a cambio. Ella me había hecho abrir los ojos sobre qué era lo mejor para mí y para Lilith. Gracias a ella había conseguido centrarme en liderar a mi raza y no a pensar en follar y en beber sangre las veinticuatro horas del día.

Me monté en el coche y salí pitando de la casa de Cannes. Vi por la ventanilla a todos en la playa, disfrutando como un familia feliz. Estaba claro que yo sobraba allí. Shelly jugaba con Bill, Louis y Gordon al volleyball en la arena mientras mi madre, Aghata y Lilith los miraban animadas. Sus ojos estaban perdidos en el mar, serenos y tranquilos. Al menos no estaba llorando...

Me bajé del coche y entré en el hotel donde sabía que ella estaría dispuesta a recibirme. Los botones me saludaron y me llamaron al ascensor sin necesidad de que yo les dijera nada. De inmediato llegamos a la planta 13 y las puertas se abrieron ante mí. No tardé en salir de allí y casi correr hasta la puerta de su habitación.

Me planté en la puerta y no me hizo falta llamar, ella la abrió preocupada como siempre. Cada vez que iba a verla era porque algo no iba bien.

-Mi Señor.- Hizo una reverencia para luego apartarse y dejarme pasar.- Siéntese, por favor.- Me tiré en el sofá de su habitación, necesitaba relajarme.- ¿Lo has vuelto a hacer?- Cerré los ojos, dejando que el silencio me llevase.

-Ella me vio.- Escuché cómo movía la silla para sentarse a mi lado.- Va a casarse, Eva, y yo se lo voy a permitir.- El sonido de su bolígrafo al escribir en su cuaderno siempre me ponía histérico. ¿Qué mierda escribiría ahí?

-Dijo que la dejó ir para que ella pudiese ser feliz. ¿Es feliz?- Recordé sus ojos vidriosos cuando Louis le pidió matrimonio y como sonreía cuando lo miraba.

-Sí.- Abrí los ojos y la miré, esperando su respuesta.

-Bien, era eso lo que usted quería.- Sí...- ¿Ha hablado con ella algo relacionado con todo lo que pasó entre ustedes? ¿El accidente de anoche? ¿El Vínculo? ¿El bebé?- Volví a cerrar los ojos al escuchar esa palabra. Sería un bebé si hubiese nacido pero no nació, lo mataron así que se había quedado en monstruito.

-Me pidió que no lo volviese a hacer y respecto al Vínculo creo que sabe que se deshizo.- Ella afirmó y volvió a anotar algo en ese maldito cuaderno.

-Si ella se casa significa que es el fin de todo esto así que debería de replantearse empezar de nuevo su vida. Centrarse en su trabajo, en conocer a nuevas personas, en su familia... Todo lo que sea con el fin de no pensar en ella y acabar con su vida.- Me incorporé en el sofá y atraje la silla donde Eva estaba sentada con mi pierna.

-¿Conocer nuevas personas?- Dije sin apartar los ojos de los suyos.

-Por ejemplo, mi Señor.- Pasé mis manos por sus muslos, haciéndola estremecer.- Lo más importante es que usted también sea feliz. ¿Es feliz, mi Señor?- La agarré del brazo y la tumbé con fuerza en el sofá donde antes yo había estado tirado.

-La felicidad no está hecha para mí.- Le arranqué la ropa de un manotazo mientras ella ya gemía sin ni siquiera tocarla.

-Mi... mi Señor, la felicidad está al alcance de todos.- Colé mi cabeza en su cuello y lo lamí. Sus brazos se entrelazaron en mi espalda, pegándome más a ella.- Hay que luchar por ser feliz aunque eso suponga dejar atrás muchas cosas.- me separé de ella y la observé desde arriba. Sus ojos azules y sus colmillos me pedían que terminara lo que hacía empezado.

-Supongo que tienes razón.- Me desabroché el botón del pantalón y se la clavé de golpe, haciendo que su cabeza chocara con el reposabrazos del sofá con violencia.- Hazme olvidar, Eva, para eso te pago.- Comencé mis brutales embestidas mientras ella gemía y gemía.

Me la follaría como llevaba haciendo todo este tiempo. Me gustaba tirármela porque era la única que me hacía olvidarla durante un par de minutos u horas si queríamos. Eva era alguien que había llegado a mi vida sin avisar y a la que le debía que aquella noche cuando perdí al monstruito no acabase con la vida de Adam y de Markus.

Hoy, como otro día más, me la follaría y me bebería su sangre hasta dejarla casi seca, olvidándome de Lilith por apenas un rato. A Eva le hacía todo lo que con ella no me atrevía, le jalaba del pelo, la mordía con brutalidad y la penetraba hasta hacerla sangrar. A Lilith no podría hacerle eso nunca porque ella era la persona más importante para mí y me había dado cuenta que verla sufrir por mi culpa ya no me llenaba ni disfrutaba de ello.

Una vez más, terminaría bañado en su sangre y disfrutando de lo bien que la mamaba. Sin embargo, todo era falso placer porque al acabar, me sentiría vacío de nuevo y la necesitaría más que antes.

Y de repente, me dí cuenta de que todo había terminado de verdad. Intentaba recordar en qué momento comenzó todo y descubrí que todo empezó antes de lo que pensaba. Justo en ese momento, cuando te das cuenta de que las cosas sólo ocurren una vez y por mucho que te esfuerces ya nunca volverás a sentir lo mismo. Ya nunca tendría la sensación de estar volando entre sus brazos...



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