Capítulo 60

Capítulo 60


By Lilith


Abrí los ojos lentamente cuando una débil luz me cegó. Volví a cerrarlos, incapaz de mantenerme despierta más de un segundo. Noté como alguien acariciaba mi cabeza con suma delicadeza y entonces su olor llegó a mí. Su esencia era algo que me hacía estar como en una nube, fuera de peligro, alejada de todo mal.

-Cariño...- Volví a abrir los ojos, intentando enfocar su rostro en mi retina. Su débil sonrisa y sus ojos rojos me demostraban que había estado llorando y que la preocupación aún seguía presente.- ¿Cómo te encuentras?- Intenté decir algo pero era incapaz de mover mis labios.- Tranquila, no necesitas decir nada.- Me dio un beso en la frente y entonces me percaté de dónde esta como aquella vez cuando me desperté tras el accidente.

-Ma... Mamá.- Conseguí decir con mucho esfuerzo. ¿Por qué estaba aquí? Después de todo lo que le había dicho la última vez, ella seguía a mi lado. ¿Era eso ser una madre? Un momento... Llevé mis manos con dificultad hasta mi vientre pero mi madre las detuvo antes de llegar.- ¿Está bien?- Las imágenes de lo sucedido empezaron a bombardear mi cabeza. La abuela, Adam, sangre, Tom, sangre,...- ¡¿Mamá, cómo está?!- No fui consciente del tremendo grito que pegué, con el miedo instaurado en el cuerpo y con lágrimas brotando de golpe.

-Cariño, creo que es mejor que Tom hable contigo de esto.- Tom... No, no, no, me negaba a volver a verlo. No quería, no podía volver a mirarle a la cara después de lo que me dijo Adam. Recordaba absolutamente todo, incluso las palabras que me susurró cuando clavó esa estaca en mi vientre.

-No quiero volver a Tom así que dime cómo está mi monstru... mi bebé.- Ella esquivó mi mirada durante un par de segundos y volvió a clavar sus ojos en mí.- Por favor...- Le supliqué entre lágrimas.

-¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada?- Ella comenzó a llorar desesperadamente, tanto que se tapó la cara con las manos.- Yo... yo te podría haber ayudado, yo hubiese podido protegerte, a ti y al bebé.- Dio un grito de dolor con el cual me quedé paralizada. ¿Se había ido? ¿Mi pequeño monstruito había muerto?

Mis ojos volaron hacia la puerta en cuanto noté su presencia. Estaba apoyado en la columna sin inmutarse ante los gritos de su madre y mis lágrimas. Su rostro era frío, sin expresión, oscuro que hacía tiempo no había visto,... pero no me daba miedo. Esta vez, más que nunca, la rabia, la ira y el odio recorrían cada centímetro de mi cuerpo.

-Sal de aquí.- Mi madre se levantó como si fuese un robot antes las palabras de Tom y salió sin ni siquiera mirarme.- ¿Cómo estás?- Su tranquilidad me enrabietaba.

-¿Está muerto, verdad?- Llevé mi mano a mi vientre, sin sentir un ápice de su presencia en mí.- ¿Dime, Tom, lo has hecho queriendo como la última vez?- Su rostro no se inmutó ni un poco pero esta vez estaba dispuesta a plantarle cara.

-Creo que esa pregunta deberías de hacértela a ti misma.- Notaba como el ambiente se tensaba cada vez más, como Tom se estaba preparando para soltar toda su furia sobre mí pero ahora ya no tenía excusas.

-Mi vida pasada como humana, mi familia, la violación de Markus, Shelly, el hijo que mataste... ¿Qué más me has borrado de la memoria?- Sentía mi sangre arder de furia y su tranquilidad sólo hacía ponerme peor.

-Creo que eso es todo.- Su respuesta me dejó atónita. ¡¿Cómo podía decirme eso como si nada?!

-Eres un hijo de puta.- Sentí mis ojos volverse rojos de ira y mis colmillos crecer en mi boca.

Posé mis pies en el suelo, movida por el odio que crecía en mi interior. Un paso, otro más, otro... Estaba a escasos centímetros de mí, con la misma cara de póker que cuando entró. Sus ojos no se apartaban de los míos, su rostro frío como el hielo permanecía inmóvil antes las lágrimas que caían si cesar de mis ojos.

-La próxima vez que te quieras ir, procura que haya gente inocente de por medio así nos ahorraríamos problemas con la policía.- Se separó de mí dispuesto a irse pero lo agarré y lo estampé contra la pared de su espalda, haciendo que ésta se desquebrajase y Tom cerrase los ojos para contener el golpe.

-¡Cállate! ¡Eres un hijo de puta que sólo me ha utilizado para llegar al poder! ¡Has matado a tu propio padre, repudias a tu madre y matas a tu hijo! ¡¿Qué clase de monstruo eres, maldito hijo de puta?!- Pese a que era más pequeña que él, me sentía grande, poderosa y capaz de cualquier cosa para hacerle pagar tantas mentiras. Las lágrimas no me impedían ver su rostro hierático y esa media sonrisa que esbozó.

-Te lo dije, estar a mi lado no te convenía.- Agarré el cuello de su camisa y lo obligué a que bajase su cabeza hasta tenerlo de frente.

-Te di todo lo que tenía, me entregué a ti en todos los sentidos posibles, te perdoné absolutamente todo, me moviste a tu antojo como un juguete pero eso se acabó.- Ni un mínimo pestañeo de su parte, nada.- Te quería pero ahora sólo siento asco y odio hacia ti. Eres el ser más vil y despreciable que he conocido nunca.- Sus ojos se volvieron rojos de golpe. Sabía que había despertado a la bestia...

-Me alegro de que te hayas dado cuenta.- Le di una fuerte bofetada que hizo que ladease su cabeza. Cerró los ojos mientras seguía en la misma posición en la que mi golpe lo había dejado.- Si no te hubieses escapado, si no hubieses ido a ver a Aghata sin ninguna protección, si no le hubieses seguido el rollo a Adam, tal vez esto nunca hubiese ocurrido.- Sus ojos se volvieron a clavar en mi llenos de furia. Sin embargo, no le tenía miedo.

-Eso no quita que mi mintiese todo este tiempo, yo...

-¡Para protegerte!- Me interrumpió. Me apartó las manos de su cuello con fuerza y empezó a moverse por la habitación como un león enjaulado.

-¡¿Protegerme?! ¡Por el amor de Dios no me hagas reír!- Me llevé las manos a mi vientre, intentando encontrar la presencia de ese pequeño ser que no estaba.- ¡Me has hecho la vida imposible! ¡¿Qué clase de protección era esa?! ¡¿Me hiciste olvidar mi vida como humana para protegerme?! ¡¿Me hiciste olvidar la violación de Markus y que mataste a nuestro hijo para protegerme?! ¡Lo hiciste para manejarme a tu antojo y para hacer de mí lo que te diese la gana!- Se paró en seco y empezó a caminar hacia mí desde la otra punta de la habitación. Se quedó quieto cuando vio que no retrocedí al tenerlo delante de mí.

-Cada segundo de mi puta vida todo lo que he hecho ha sido protegerte. La única razón por la que no he acabado con mi vida durante todo este tiempo ha sido por ti. Sin embargo, cuando me enteré de que estabas embarazada, dejaste de ser la única a la que quise proteger y ese bicho se convirtió en una prioridad en mi vida.- Me llevé las manos a la barriga inconscientemente.- ¿Pero sabes qué? ¡Fuiste tan inútil que no fuiste capaz ni de proteger a tu puto hijo! ¡Saliste corriendo para ver a una humana y sin protección, sabiendo que esos hijos de puta te están buscando! ¡¿Y que cojones conseguiste?! ¡Que Cintia regresara llorando a casa, que Aghata esté con una pierna fracturada y que hayas matado a mi hijo!- Mis piernas chocaron sin fuerzas en el suelo y mis ojos empezaron a expulsar aquel agua salada que tan presentes habían estado. Escuchar decir a Tom que o había matado al bebé por un impulso me estaba destrozando, tanto o igual que oírlo referirse al monstruito como su hijo.- Lo reconozco, sí te borré tus recuerdos desagradables para que no vivieras con todas esas cosas en la cabeza, sí maté a nuestro hijo porque no estábamos Vinculados y Markus nos acechaba ese día. Pero tú has matado a tu hijo por tu egoísmo y eso, Lilith, es peor que lo que hice.- Mientras miraba al suelo, incapaz de mirarlo a la cara, escuché como Tom se alejaba y el sonido de la puerta cuando se fue.

Era incapaz de moverme, Tom tenía razón. Mi egoísmo había matado a mi pequeño monstruito y yo me sentía el ser más asqueroso sobre la faz de la Tierra. ¿Cómo le miraría a la cara de nuevo? No podía seguir a su lado, ambos nos habíamos hecho demasiado daño por una relación que sólo nos había traído problemas.

Me tiré en el suelo en posición fetal y comencé a llorar como una cría. Este dolor me estaba consumiendo y esta vez no estaba segura de si podría recuperarme. Le había echado en cara a Tom lo mismo que yo había hecho con la diferencia de que él lo hizo por nosotros y yo lo hice por pura inconsciencia.

-¿Lilith?- Una manos me levantaron del suelo y me abrazaron con fuerza.- Tranquila, pequeña.- Su voz, su dulce voz...

-Bill...- No podía dejar de llorar entre sus brazos. Mi hermano sólo me acariciaba el pelo intentando consolarme o simplemente que me desahogara.

No recuerdo cuánto tiempo estuve así, abrazada a Bill en el suelo en aquella habitación, sólo que no se apartó de mí ni un sólo segundo sin decir nada, simplemente acariciando mi cabeza.


[…]


3 meses después


Recordaba el día en el que llegué a casa del hospital. Pensaba que volvería al apartamento de Tom por lo que estaba asustada pero éste había dado orden expresa de que todas mis cosas se trasladaran a la mansión Kaulitz de nuevo. Eso me rompió el corazón pero lo entendía perfectamente. Nos habíamos hecho daño el uno al otro y lo mejor para los dos era terminar con esto.

Estaba en el jardín, al lado de la piscina del patio trasero cuando escuché como alguien se acercaba por detrás. Conocía la presencia de aquella persona así que no le dí la más mínima importancia.

-Señora, esto es para usted.- Dorota se inclinó con una reverencia y me dio un pequeño sobre.- El señor la ha hecho llegar para usted.- ¿El señor? ¡¿Tom?! No puede evitar ponerme nerviosa y coger aquella nota con las manos temblorosas. Hacía tres meses que no sabía nada de él y nadie me lo había mencionado desde que llegué del hospital.

-Gracias, Dorota.- La susodicha hizo otra reverencia y se marchó.

Era incapaz de abrir el sobre sin que mi sangre burbujeara en mis venas. Sentía su olor llegar a mis sentidos. Me ponía nerviosa con el simple hecho de que Tom se hubiese molestado en mandarme algo después de una incomunicación más que evidente.

Lo abrí con cuidado y saque una pequeña nota de su interior.


A las 21:00 en mi apartamento.


¿Eso era todo? Le di la vuelta la tarjeta pero no había nada más. ¿Por qué quería que fuese a verlo? No pensaba ir. Sabía que nada bueno saldría de una reunión con él, nada excepto gritos y más gritos que se convertirían en un odio más que profundo entre nosotros.


[…]


Eran las ocho y media de la tarde y mi cabeza seguía barajando la posibilidad de ir. No podía volver a verlo y estaba segura que lo que me tendría que decir no era nada bueno. Si fuese importante me hubiese llamado o mandado un mensaje o hubiese venido...

Me tumbé en la cama que tantas veces había compartido con él. Aún seguían muchas de sus cosas aquí, entre ellas la guitarra. ¿Por qué no se la habrá llevado? Me levanté y la cogí con cuidado. Recordaba haberlo oído tocar alguna vez pero en cuanto yo aparecía el paraba.

Miré el reloj de nuevo. Las nueve menos cuarto. No pensaba ir, no, no, y no. ¿Y si se enfadaba? ¡Qué se enfadase! Mi importaba una mierda... Respiré hondo y una fuerte punzada se clavó en mi bajo vientre. Las había estado teniendo desde hacía unos días y lo odiaba. Eso sólo me hacía acordarme de mi pequeño monstruito y me hacía llorar.

Me levanté de la cama, me puse unos tacones a juego con el vestido que llevaba, el cual apenas me cubría los muslos y que me había puesto pese a que no iba a salir a ningún sitio. Salí de mi habitación y salí corriendo escaleras abajo tras la atenta mirada de la gente del servicio. Mis pies no respondían, sólo se movían con vida propia llevados por el reloj.

-¿Señora Kaulitz?- Uno de los guardias que custodiaban la puerta se plantó frente a ella.

-Necesito un chófer.- Ambos se miraron interrogantes.- Tengo órdenes expresas del señor Kaulitz.- Les enseñé la nota que llevaba en la mano, y al igual que yo, tras oler la esencia de Tom, reconocieron que era cierto.

-Le pediremos un coche enseguida.- Uno de ellos habló por ese chisme que llevaban todos en la muñeca y en pocos segundos uno de los chóferes de la familia estaba en la puerta esperándome.

-Muchas gracias.- Ambos se inclinaron en señal de reverencia y yo salí corriendo tras el chófer.

Una vez que me abrió la puerta, me metí corriendo en el coche. Necesitaba llegar allí como fuese. Miré el reloj del coche desde atrás. Las nueve menos cinco. No llegaría a tiempo y Tom se enfadaría y sería un motivo más de discusión.

-¿A dónde, señora?

-Al apartamento del señor.- El afirmó con la cabeza y arrancó el coche.

Pese a que notaba como la presencia de mis guardaespaldas habituales nos seguían en otro coche, no podía dejar de pensar en qué querría decirme. No estaba asustada pero reconocía que me encontraba ansiosa por verle.

Las calles de Hamburgo estaban repletas de gente gracias al clima tan agradable de verano. Siempre me hubiese encantado recorrer las calles con Tom de la mano como una pareja normal pero si algo teníamos era que no éramos normales.

-Hemos llegado, señora.- Me bajé corriendo del coche y anduve deprisa hasta el edificio de Tom.

Me subí en el ascensor como una bala y tras pulsar el botón de su piso, éste se puso en marcha. Me ponía nerviosa cada vez que veía en la pantalla que nos acercábamos al último piso. Llegaba tarde y estaba preparada para enfrentar a un Tom furioso por mi tardanza.

Cuando las puertas de ascensor se abrieron, me topé de golpe con dos guardaespaldas de Tom en la puerta. Eran enormes, parecían gigantes custodiando a un enorme castillo. Los ojos de aquellos dos hombres se clavaron en mí interrogantes y tras unos segundos de duelos de miradas, me dedicaron una reverencia.

-El señor la está esperando.- Uno de ellos abrió la puerta, y de un momento a otro, escuché como una música de lo más sensual salía del interior del apartamento.

Entré con cuidado y vi a muchísima gente vestida de forma elegante y con copas de sangre en la mano. ¿Qué era todo esto? Intenté buscar a Tom con la mirada pero entre tanta gente era imposible.

-¡Señora Kaulitz!- Me giré hacia donde provenía una voz. De repente se hizo el silencio y todos los asistentes miraron en mi dirección. Tantas miradas y esa música me estaban poniendo nerviosa.- ¡Qué alegría verla!- Una mujer alta y morena de unos treinta y algo aparentemente, vampiresa como todos los demás, se acercó a mí.- Todos estábamos deseando que apareciese.- Intenté buscar de nuevo a Tom pero seguía sin verlo. Estaba perdida entre gente desconocida y aquel dolor había vuelto a aparecer.

-Ho... Hola.- Se escuchó un “oooh” de asombro en todo el lugar.

-¡Tiene una voz preciosa!

-¡Es tan guapa!

-¡Qué ojazos!

Esos eran algunos de los comentarios que oía mientras observaba entre la multitud. Necesitaba salir de allí lo más pronto posible. Una mano me tocó el hombre y de inmediato me di la vuelta alarmada. Bill me sonreía con calidez y yo le devolví la sonrisa. Gracias a Dios había encontrado a alguien conocido.

-¡¿A que es guapa mi hermanita?!- Un sí sonoro retumbó en el apartamento ante la pregunta de Bill. Éste me miró y me dio un beso en la boca casto y puro.- ¿Qué estás haciendo aquí?- Me susurró al oído cuando todos empezaron a dispersarse y a centrarse en sus conversaciones.

-Tom me mandó una nota citándome aquí.- La cara de Bill demostraba que no estaba al tanto de ésto.- ¿Dónde está?- Bill me abrazó con fuerza, cosa que me cogió de sorpresa.

-Será mejor que te vayas, Lilith.- Negué con la cabeza.

-¿Dónde está, Bill?- Él se rascó la cabeza. Siempre lo hacía cuando se ponía nervioso.

-No lo sé. Vamos, te acompaño abajo.- Tiró de mi brazo hacia la puerta pero me solté bruscamente de él. Me sentía mal tratándolo así pero sabía que me estaba ocultando algo y quería saber el qué.

-No me sigas.- Me di la vuelta y comencé a caminar entre medio de la gente, de la que la mayoría me observaba.

Tom no estaba entre esa muchedumbre así que sólo podía encontrarse en las habitaciones. Me encaminé hacia el pasillo donde se encontraban los dormitorios y empecé a abrir puerta por puerta.

Me faltaba mirar la habitación del fondo, su habitación, bueno la nuestra. ¿Estaría allí? Era incapaz de sentir su presencia debido a la cantidad de gente que había por metro cuadrado. Sin más dilaciones abrí la puerta y por lo que vi, deseé no haberlo hecho.

Tom se encontraba sentado en el sofá de su habitación, apenas iluminada por algunas velas negras repartidas por todo el cuarto. A ambos lados de él, dos chicas que lo lamían como si fuera un caramelo cubiertas simplemente por un tanga. Entre sus piernas, otra más haciéndole una felación.

-Llegas tarde.- Quise cerrar la puerta de nuevo pero era incapaz de moverme mientras veía esa escena.- Entra y cierra la puerta.- ¿Qué... Qué estaba haciendo? ¿Qué era todo esto? ¿Por qué me había pedido que viniese?

Al ver que no reaccionaba, hizo un gesto con la cabeza y las chicas se levantaron y se fueron tras pasar por mi lado. Tom se levantó del sofá y se abrochó la bragueta como si nada. Me miró desde su posición y yo clavé mis ojos en él, incrédula ante lo que acababa de contemplar.

-Creo recordar que te dije que vinieras a las nueve y has llegado a y cuarto. ¿Puedo saber a qué se debe esa demora?- Empecé a caminar hacia él lentamente bajo su atenta mirada. Sus ojos me escrutaban mientras yo caminaba con dolor, luchando porque mis lágrimas no saliesen de mis ojos.

Una vez delante de él, seguimos con nuestro particular duelo de miradas. Ambos intentábamos saber en qué estaba pensando el otro, ese había sido nuestro juego favorito aunque nunca consiguiéramos nuestro objetivo.

Alcé mi mano y con un golpe seco y fuerte la clavé en su cara. El fuerte golpe lo hizo dar un paso atrás aunque su cara no mostraba que le hubiese dolido lo más mínimo. Así nos quedamos durante unos interminables segundos, él con la cara vuelta y yo mirándolo como una estúpida sin reconocer al ser que tenía delante.

-¡No vuelvas a hacerlo!- Me agarró de ambas manos y me tiró en el sofá que quedaba detrás de él. Era incapaz de levantarme y golpearle de nuevo, sólo quería desaparecer.- Que sea la última vez que vuelves a ponerme la mano encima porque para la próxima te juro que no podrás contarlo.- Ahí estaba de nuevo el Tom frío y con ese aura oscura que hacía tiempo que no veía. Me había vuelto a empujar, a gritar y hacerme sentir una mierda.

-Te mereces eso y más.- Era imposible mirarle a la cara. Quería gritarle por haberme estaba engañando y no haber impedido que lo pillase, pero simplemente no podía.- Te odio.- Eso era lo más hiriente que era capaz de decirle en estos momentos y me sentía estúpida por ello. Quería reaccionar y pegarle hasta que toda la rabia desapareciese pero mi mente sólo recordaba esas imágenes que había presenciado.- ¿Me has llamado para que viera esto? ¿Para que mirase cómo te acuestas con otras?- Sentía su mirada en mí aunque yo siguiera mirando la mano que le había golpeado. Era mi primer contacto con él después de tanto tiempo y me dolía igual que si me hubiese quemado.- ¡¿Era esto lo que querías?!- Me levanté del sofá dispuesta a pegarle de nuevo pero él seguía ahí, sin inmutarse.

-No, te he traído aquí porque la excusa de que te encontrabas mal ya no colaba. Lo que acabas de ver lo hago siempre.- Mis tripas se retorcieron al oírle decir eso. Siempre significaba que incluso cuando estaba conmigo lo hacía.

-Me das asco.- Me acerqué a él y lo rempujé para que se apartara de mi camino pero no conseguí moverlo.- Quítate de en medio.- Tom negó con la cabeza.- ¡Apártate!- Le di otra bofetada que esta vez me dolía muchísimo.- ¡He dicho que te quites!- Sus manos me agarraron de nuevo y me llevó hasta la cama. Me tiró sobre ella con él encima mientras me presionaba las muñecas para que no me moviese.- ¡¿Qué estás haciendo?!- Intenté deshacerme de su agarre pero no tenía fuerzas suficientes para ello.

-Te lo advertí.- Sus ojos clavados en los míos deberían de provocarme miedo pero no lo hacían. Estaban de su color natural y no rojos como cuando se enfadaba de verdad. ¿Es que acaso no estaba enfadado?

-Si vas a hacerlo, date prisa. Así podrás continuar jugando con tus amiguitas.- Le volví la cara para dejar de mirarlo. Estaba cansada de este juego, quería desaparecer de aquí, irme lejos y olvidarme de todo.

-Somos bestias que necesitan sexo, si tú no me lo proporciona alguien tendrá que hacerlo.- No quería estar aquí, cada una de sus palabras eran hirientes y sabía que lo estaba haciendo aposta.- Sabía que vendrías como un perrito faldero en cuanto recibieras la nota.- Me volví de nuevo para mirarle llena de rabia. ¡¿Pero quién mierda se creía que era?!

-Eso es estúpido, si venía era con la intención de decirte que quiero que esto termine. Estoy harta de ti, de tus juegos, de tus mentiras y de tu capacidad para hacerme odiarte.- Vale, no era eso lo que había pensado cuando venía, ni siquiera sabía por qué lo había hecho.

-¿Quieres terminar con esto?- Afirmé con la cabeza.- ¿Me odias, verdad?- Volvía a repetir el mismo gesto.- Yo también lo hago. Cada segundo de mi existencia es un infierno para mí y pensaba que contigo podría olvidarme de todo y empezar de cero pero que tú sufrieras no entraba dentro de mis planes.- Me quedé embelesada mirándolo, viendo como su rostro se volvía oscuro y su mirada estaba perdida en mí.- Si te pedí que vinieras fue para que vieras el tipo de monstruo que somos. Nos movemos por instintos, por sexo, sangre... Y esa no es la vida que tú quieres. Por eso, quiero que firmes la disolución del Vínculo de Sangre.- ¿Qué? ¿Qué? ¡¿Qué?!

-Bien.- Mi orgullo no me permitía echarme para atrás. Ya está. Todo terminado. Tan rápido como empezó finalizó. Ambos haciéndonos daño y sin poder adaptarnos al otro.

-¿Puedo... Puedo besarte por última vez? Juro que después de ésto no me volverás a ver el pelo.- ¿Cómo? Mis ojos empezaron a cristalizarse pero luchaba para que no liberasen todo el dolor que durante estos tres meses había retenido.

-¿Por qué todo tiene que acabar de esta manera?- Tom se quitó de encima mía y se tiró en la cama junto a mí. Hacía tanto tiempo que no estaba de esta forma con él que me había olvidado cómo me sentía al tenerlo tumbado al lado.

-Esto no es un cuento de Disney en el que el príncipe y la princesa viven felices. Esto es una historia de terror en la que la bella princesa se enamora de un monstruo que la utiliza porque la odia por haberlo dejado hace tiempo, cosa que la princesa no recuerda. Cuando ella vuelve, él la odia e intenta por todos los medios alejarla de él con tan mala suerte que termina enamorándose de ella. Sin embargo, la princesa descubre que el monstruo la ha estado engañando durante mucho tiempo y empieza a odiarlo, tanto que quiere alejarse de él para siempre. El monstruo, sabiendo que no la puede hacer feliz, la deja huir para que pueda encontrar su camino.- La historia de esa princesa y ese monstruo era nuestra historia. Tom había dicho que el monstruo se había enamorado de la princesa. ¡¿Tom se había enamorado de mí?!

-¿Qué ocurre después?- Escucho como Tom suspira, señal que desata mis lágrimas.

-La princesa huye del monstruo y éste se suicida porque ella era la única razón por la que seguía vivo.- El final es estremecedor. ¿Era así cómo acabaríamos?

-Me gustan más los finales felices.- Lo observo por el rabillo del ojo y veo como mira al techo ensimismado.

-Los finales felices no existen, simplemente que las historias se cortan donde todo parece que mejora.- Sabía que le había hecho daño, que él me había hecho daño a mí, que nuestro monstruito ya no estaba con nosotros y que era imposible que siguiéramos juntos. Sin embargo, me negaba a perderlo de nuevo.

-Creo que el final está mal.- Sus ojos ahora me miran a mí y quedamos cara a cara.- La princesa es una masoquita que no puede vivir sin el monstruo y vuelve a él. El monstruo, enamorado de la princesa, la abraza y le dice que la quiere.- Tom pasa su mano por mi cara y seca las lágrimas. Si este era nuestro final, era demasiado triste para ser cierto.

-Las buenas historias tienen finales amargos.- Sus labios se posan sobre los míos con cuidado, como si temiera romperme. Las lágrimas vuelven a brotar de nuevo y me aferro a su camiseta para controlarlas.- Sé feliz, Lilith. Yo no puedo hacerlo.- Se levantó de la cama y se fue, dejándome llorando en aquella enorme habitación.

Me levanté como puede y en dos segundos ya estaba cruzando la puerta de la habitación. Le eché un último vistazo antes de desaparecer de allí ya que posiblemente nunca más la volvería a ver.

Muchos de los asistentes se me quedaron mirando mientras atravesaba el enorme salón en busca de la salida. Vi a Bill pero éste sólo me sonrió y se fue. Estaba sola, completamente sola en esto. Ya nada me retenía a su lado y lo más triste era que dudaba que pudiese olvidarme de él tan fácilmente. ¿Se olvidaría él de mí? Por supuesto que sí. Le había faltado tiempo para acostarse con otras...

-Buenas noches, señora Kaulitz.- Me dijeron los dos guardaespaldas de la puerta cuando me metí en el ascensor. Les sonreí justo antes de que se cerraran las puertas.

Una vez abajo, el chófer que me había traído me abrió la puerta del coche. Vi la seriedad de su rostro al verme llorar pero agradecía que no dijese nada. Estaba bien porque al fin Tom sería libre de hacer lo que quisiese pero por otro lado, no podía evitar dejar de sentirme vacía.

-¿A dónde, señora?- Me llevé las manos a la barriga y suspiré hondo.

-Al aeropuerto.- Él afirmó y sin más dilación puso rumbo a mi destino.

El dolor volvía estar en mi vientre pero esta vez era más intenso, mucho más que la última vez. Dolía demasiado pero sabía que era solo mi cuerpo intentando entender que mi pequeño monstruito ya no estaba dentro de mí.

Miré por la ventanilla, intentando recordar cada calle de Hamburgo, cada glorioso lugar que había compartido mi vida como vampiresa porque a donde iba, no podría disfrutar de ellos.


[…]


By Tom


Me fumé el último cigarro mientras veía como todos follaban entre ellos. Agradecía que Lilith se hubiese ido antes de ver esto. Me había vuelto el mismo cerdo que mi padre organizando estas fiestas con el fin de satisfacer nuestros deseas más bajos. Sabía que volvería a las andadas en las que me encontraba antes de que viniese Lilith de nuevo pero esta vez no podía pasarme demasiado, tenía que llevar hacia delante una especie. ¿Irónico, verdad? Yo, que no sabía cómo manejarme a mi mismo, tenía que gobernar a otros.

-Mi señor, deseo jugar con usted.- Una de las hijas de los peces gordos del Consejo se puso a mi lado. Quería que me la follase pero no tenía ganas ahora de eso. Las lágrimas de Lilith seguían clavadas en mí como si de fuego se tratase.

-Piérdete.- Ella, tras una reverencia, se largó.

Miré mi muñeca una vez más. Aún seguía la última cicatriz de mis colmillos intentado darle mi sangre para que sobreviviera. Aun así, todo fue inútil, perdí a Lilith y perdí al bicho justo cuando estaba concienciado de que podría hacerlo bien. Era mi castigo por todo lo que había hecho, esa gilipollez que Bill llamaba karma me había dado en la cama y dolía demasiado.

Me fui a mi habitación entre gemidos y jadeos de los allí presentes. No tenía ganas de follar y menos ahora. Cuando abrí la puerta aún olía a ella. Su aroma seguía impregnado en cada rincón del cuarto y eso me iba a volver loco.

Me tiré en la cama y aspiré el aroma que había en las sábanas. Olía a Lilith... Empecé a sentirme extraño, como si me hiciesen un nudo en el estómago. La garganta empezó a dolerme y los ojos a escocerme. ¿Qué mierda me pasaba? Sabía que había sentido esta sensación antes pero no recordaba cuándo, simplemente que odiaba sentirme así.

-¿Qué se siente al dejar ir a la única persona que te ha querido de verdad?- Bill estaba parado delante de la cama, observándome.- Eres un puto gilipollas.- Sí, lo era pero también era el único que había dañado a Lilith de tal forma que ésta lo odiaba por ello.

-Lo mejor para los dos es estar separados.- Bill se sentó a mi lado en la cama y se tapó la cara con las manos.- Estoy harto ya, Bill. Necesito alejarme de todo, descansar y librarme del peso que conlleva Lilith.- Bill se destapó la cara sobresaltado.

-¡¿Peso?! ¡Lo que pasa es que no eres suficiente hombre para ella! ¡Sólo te la has follado y has bebido su sangre! Si la quisieses de verdad saldrías por esa puerta e irías tras ella, le dirías que la quieres y regresarías con ella para hacerla feliz! ¡¿Qué clase de hombre eres?!- Miré como Bill se enfadaba con cada palabra.- ¿Y tu te llamas hombre? Simplemente eres un cerdo que sólo sirve para follar.- Se levantó y se fue tras un portazo.

Lo peor de todo esto era que tenía razón. Pese a que los sentimientos por Lilith me asfixiaban, era incapaz de abrirme a ella. Sin embargo, ya era demasiado tarde para volver atrás. Lilith estaba dispuesta a seguir con su vida y yo estaba dispuesto a seguir sufriendo sin estar a su lado. Estaba acostumbrado al dolor, no me cogía desprevenido aunque esta vez, el agobio era peor. Sentía que me ahogaba cada vez que la recordaba... Quería correr, ir tras ella, decirle lo que sentía y no separarme de nuevo de ella pero no podía moverme. Ya era demasiado tarde.

La princesa se había ido y el monstruo se había quedado encerrado en su torre llena de demonios depravados. Ese monstruo sabía que no podía vivir sin la princesa pero prefería dejarla ir para que pudiese ser feliz. Ella no encajaba en este mundo, era un ángel que le había enseñado al monstruo a sentir cosas que jamás imaginó pero se había cansado de él y de su juego sucio.

Esta era una buena historia ya que las mejores son las que tienen finales tristes y amargos.




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