Capítulo 60
Capítulo
60
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Lilith
Abrí
los ojos lentamente cuando una débil luz me cegó. Volví a
cerrarlos, incapaz de mantenerme despierta más de un segundo. Noté
como alguien acariciaba mi cabeza con suma delicadeza y entonces su
olor llegó a mí. Su esencia era algo que me hacía estar como en
una nube, fuera de peligro, alejada de todo mal.
-Cariño...-
Volví a abrir los ojos, intentando enfocar su rostro en mi retina.
Su débil sonrisa y sus ojos rojos me demostraban que había estado
llorando y que la preocupación aún seguía presente.- ¿Cómo te
encuentras?- Intenté decir algo pero era incapaz de mover mis
labios.- Tranquila, no necesitas decir nada.- Me dio un beso en la
frente y entonces me percaté de dónde esta como aquella vez cuando
me desperté tras el accidente.
-Ma...
Mamá.- Conseguí decir con mucho esfuerzo. ¿Por qué estaba aquí?
Después de todo lo que le había dicho la última vez, ella seguía
a mi lado. ¿Era eso ser una madre? Un momento... Llevé mis manos
con dificultad hasta mi vientre pero mi madre las detuvo antes de
llegar.- ¿Está bien?- Las imágenes de lo sucedido empezaron a
bombardear mi cabeza. La abuela, Adam, sangre, Tom, sangre,...-
¡¿Mamá, cómo está?!- No fui consciente del tremendo grito que
pegué, con el miedo instaurado en el cuerpo y con lágrimas brotando
de golpe.
-Cariño,
creo que es mejor que Tom hable contigo de esto.- Tom... No, no, no,
me negaba a volver a verlo. No quería, no podía volver a mirarle a
la cara después de lo que me dijo Adam. Recordaba absolutamente
todo, incluso las palabras que me susurró cuando clavó esa estaca
en mi vientre.
-No
quiero volver a Tom así que dime cómo está mi monstru... mi bebé.-
Ella esquivó mi mirada durante un par de segundos y volvió a clavar
sus ojos en mí.- Por favor...- Le supliqué entre lágrimas.
-¿Por
qué no me dijiste que estabas embarazada?- Ella comenzó a llorar
desesperadamente, tanto que se tapó la cara con las manos.- Yo... yo
te podría haber ayudado, yo hubiese podido protegerte, a ti y al
bebé.- Dio un grito de dolor con el cual me quedé paralizada. ¿Se
había ido? ¿Mi pequeño monstruito había muerto?
Mis
ojos volaron hacia la puerta en cuanto noté su presencia. Estaba
apoyado en la columna sin inmutarse ante los gritos de su madre y mis
lágrimas. Su rostro era frío, sin expresión, oscuro que hacía
tiempo no había visto,... pero no me daba miedo. Esta vez, más que
nunca, la rabia, la ira y el odio recorrían cada centímetro de mi
cuerpo.
-Sal
de aquí.- Mi madre se levantó como si fuese un robot antes las
palabras de Tom y salió sin ni siquiera mirarme.- ¿Cómo estás?-
Su tranquilidad me enrabietaba.
-¿Está
muerto, verdad?- Llevé mi mano a mi vientre, sin sentir un ápice de
su presencia en mí.- ¿Dime, Tom, lo has hecho queriendo como la
última vez?- Su rostro no se inmutó ni un poco pero esta vez estaba
dispuesta a plantarle cara.
-Creo
que esa pregunta deberías de hacértela a ti misma.- Notaba como el
ambiente se tensaba cada vez más, como Tom se estaba preparando para
soltar toda su furia sobre mí pero ahora ya no tenía excusas.
-Mi
vida pasada como humana, mi familia, la violación de Markus, Shelly,
el hijo que mataste... ¿Qué más me has borrado de la memoria?-
Sentía mi sangre arder de furia y su tranquilidad sólo hacía
ponerme peor.
-Creo
que eso es todo.- Su respuesta me dejó atónita. ¡¿Cómo podía
decirme eso como si nada?!
-Eres
un hijo de puta.- Sentí mis ojos volverse rojos de ira y mis
colmillos crecer en mi boca.
Posé
mis pies en el suelo, movida por el odio que crecía en mi interior.
Un paso, otro más, otro... Estaba a escasos centímetros de mí, con
la misma cara de póker que cuando entró. Sus ojos no se apartaban de
los míos, su rostro frío como el hielo permanecía inmóvil antes
las lágrimas que caían si cesar de mis ojos.
-La
próxima vez que te quieras ir, procura que haya gente inocente de
por medio así nos ahorraríamos problemas con la policía.- Se
separó de mí dispuesto a irse pero lo agarré y lo estampé contra
la pared de su espalda, haciendo que ésta se desquebrajase y Tom
cerrase los ojos para contener el golpe.
-¡Cállate!
¡Eres un hijo de puta que sólo me ha utilizado para llegar al
poder! ¡Has matado a tu propio padre, repudias a tu madre y matas a
tu hijo! ¡¿Qué clase de monstruo eres, maldito hijo de puta?!-
Pese a que era más pequeña que él, me sentía grande, poderosa y
capaz de cualquier cosa para hacerle pagar tantas mentiras. Las
lágrimas no me impedían ver su rostro hierático y esa media
sonrisa que esbozó.
-Te
lo dije, estar a mi lado no te convenía.- Agarré el cuello de su
camisa y lo obligué a que bajase su cabeza hasta tenerlo de frente.
-Te
di todo lo que tenía, me entregué a ti en todos los sentidos
posibles, te perdoné absolutamente todo, me moviste a tu antojo como
un juguete pero eso se acabó.- Ni un mínimo pestañeo de su parte,
nada.- Te quería pero ahora sólo siento asco y odio hacia ti. Eres
el ser más vil y despreciable que he conocido nunca.- Sus ojos se
volvieron rojos de golpe. Sabía que había despertado a la bestia...
-Me
alegro de que te hayas dado cuenta.- Le di una fuerte bofetada que
hizo que ladease su cabeza. Cerró los ojos mientras seguía en la
misma posición en la que mi golpe lo había dejado.- Si no te
hubieses escapado, si no hubieses ido a ver a Aghata sin ninguna
protección, si no le hubieses seguido el rollo a Adam, tal vez esto
nunca hubiese ocurrido.- Sus ojos se volvieron a clavar en mi llenos
de furia. Sin embargo, no le tenía miedo.
-Eso
no quita que mi mintiese todo este tiempo, yo...
-¡Para
protegerte!- Me interrumpió. Me apartó las manos de su cuello con
fuerza y empezó a moverse por la habitación como un león
enjaulado.
-¡¿Protegerme?!
¡Por el amor de Dios no me hagas reír!- Me llevé las manos a mi
vientre, intentando encontrar la presencia de ese pequeño ser que no
estaba.- ¡Me has hecho la vida imposible! ¡¿Qué clase de
protección era esa?! ¡¿Me hiciste olvidar mi vida como humana para
protegerme?! ¡¿Me hiciste olvidar la violación de Markus y que
mataste a nuestro hijo para protegerme?! ¡Lo hiciste para manejarme
a tu antojo y para hacer de mí lo que te diese la gana!- Se paró en
seco y empezó a caminar hacia mí desde la otra punta de la
habitación. Se quedó quieto cuando vio que no retrocedí al tenerlo
delante de mí.
-Cada
segundo de mi puta vida todo lo que he hecho ha sido protegerte. La
única razón por la que no he acabado con mi vida durante todo este
tiempo ha sido por ti. Sin embargo, cuando me enteré de que estabas
embarazada, dejaste de ser la única a la que quise proteger y ese
bicho se convirtió en una prioridad en mi vida.- Me llevé las manos
a la barriga inconscientemente.- ¿Pero sabes qué? ¡Fuiste tan
inútil que no fuiste capaz ni de proteger a tu puto hijo! ¡Saliste
corriendo para ver a una humana y sin protección, sabiendo que esos
hijos de puta te están buscando! ¡¿Y que cojones conseguiste?!
¡Que Cintia regresara llorando a casa, que Aghata esté con una
pierna fracturada y que hayas matado a mi hijo!- Mis piernas chocaron
sin fuerzas en el suelo y mis ojos empezaron a expulsar aquel agua
salada que tan presentes habían estado. Escuchar decir a Tom que o
había matado al bebé por un impulso me estaba destrozando, tanto o
igual que oírlo referirse al monstruito como su hijo.- Lo reconozco,
sí te borré tus recuerdos desagradables para que no vivieras con
todas esas cosas en la cabeza, sí maté a nuestro hijo porque no
estábamos Vinculados y Markus nos acechaba ese día. Pero tú has
matado a tu hijo por tu egoísmo y eso, Lilith, es peor que lo que
hice.- Mientras miraba al suelo, incapaz de mirarlo a la cara,
escuché como Tom se alejaba y el sonido de la puerta cuando se fue.
Era
incapaz de moverme, Tom tenía razón. Mi egoísmo había matado a mi
pequeño monstruito y yo me sentía el ser más asqueroso sobre la
faz de la Tierra. ¿Cómo le miraría a la cara de nuevo? No podía
seguir a su lado, ambos nos habíamos hecho demasiado daño por una
relación que sólo nos había traído problemas.
Me
tiré en el suelo en posición fetal y comencé a llorar como una
cría. Este dolor me estaba consumiendo y esta vez no estaba segura
de si podría recuperarme. Le había echado en cara a Tom lo mismo
que yo había hecho con la diferencia de que él lo hizo por nosotros
y yo lo hice por pura inconsciencia.
-¿Lilith?-
Una manos me levantaron del suelo y me abrazaron con fuerza.-
Tranquila, pequeña.- Su voz, su dulce voz...
-Bill...-
No podía dejar de llorar entre sus brazos. Mi hermano sólo me
acariciaba el pelo intentando consolarme o simplemente que me
desahogara.
No
recuerdo cuánto tiempo estuve así, abrazada a Bill en el suelo en
aquella habitación, sólo que no se apartó de mí ni un sólo
segundo sin decir nada, simplemente acariciando mi cabeza.
[…]
3
meses después
Recordaba
el día en el que llegué a casa del hospital. Pensaba que volvería
al apartamento de Tom por lo que estaba asustada pero éste había
dado orden expresa de que todas mis cosas se trasladaran a la mansión
Kaulitz de nuevo. Eso me rompió el corazón pero lo entendía
perfectamente. Nos habíamos hecho daño el uno al otro y lo mejor
para los dos era terminar con esto.
Estaba
en el jardín, al lado de la piscina del patio trasero cuando escuché
como alguien se acercaba por detrás. Conocía la presencia de
aquella persona así que no le dí la más mínima importancia.
-Señora,
esto es para usted.- Dorota se inclinó con una reverencia y me dio
un pequeño sobre.- El señor la ha hecho llegar para usted.- ¿El
señor? ¡¿Tom?! No puede evitar ponerme nerviosa y coger aquella
nota con las manos temblorosas. Hacía tres meses que no sabía nada
de él y nadie me lo había mencionado desde que llegué del
hospital.
-Gracias,
Dorota.- La susodicha hizo otra reverencia y se marchó.
Era
incapaz de abrir el sobre sin que mi sangre burbujeara en mis venas.
Sentía su olor llegar a mis sentidos. Me ponía nerviosa con el
simple hecho de que Tom se hubiese molestado en mandarme algo después
de una incomunicación más que evidente.
Lo
abrí con cuidado y saque una pequeña nota de su interior.
A
las 21:00 en mi apartamento.
¿Eso
era todo? Le di la vuelta la tarjeta pero no había nada más. ¿Por
qué quería que fuese a verlo? No pensaba ir. Sabía que nada bueno
saldría de una reunión con él, nada excepto gritos y más gritos
que se convertirían en un odio más que profundo entre nosotros.
[…]
Eran
las ocho y media de la tarde y mi cabeza seguía barajando la
posibilidad de ir. No podía volver a verlo y estaba segura que lo
que me tendría que decir no era nada bueno. Si fuese importante me
hubiese llamado o mandado un mensaje o hubiese venido...
Me
tumbé en la cama que tantas veces había compartido con él. Aún
seguían muchas de sus cosas aquí, entre ellas la guitarra. ¿Por
qué no se la habrá llevado? Me levanté y la cogí con cuidado.
Recordaba haberlo oído tocar alguna vez pero en cuanto yo aparecía
el paraba.
Miré
el reloj de nuevo. Las nueve menos cuarto. No pensaba ir, no, no, y
no. ¿Y si se enfadaba? ¡Qué se enfadase! Mi importaba una
mierda... Respiré hondo y una fuerte punzada se clavó en mi bajo
vientre. Las había estado teniendo desde hacía unos días y lo
odiaba. Eso sólo me hacía acordarme de mi pequeño monstruito y me
hacía llorar.
Me
levanté de la cama, me puse unos tacones a juego con el vestido que
llevaba, el cual apenas me cubría los muslos y que me había puesto
pese a que no iba a salir a ningún sitio. Salí de mi habitación y
salí corriendo escaleras abajo tras la atenta mirada de la gente del
servicio. Mis pies no respondían, sólo se movían con vida propia
llevados por el reloj.
-¿Señora
Kaulitz?- Uno de los guardias que custodiaban la puerta se plantó
frente a ella.
-Necesito
un chófer.- Ambos se miraron interrogantes.- Tengo órdenes expresas
del señor Kaulitz.- Les enseñé la nota que llevaba en la mano, y
al igual que yo, tras oler la esencia de Tom, reconocieron que era
cierto.
-Le
pediremos un coche enseguida.- Uno de ellos habló por ese chisme que
llevaban todos en la muñeca y en pocos segundos uno de los chóferes
de la familia estaba en la puerta esperándome.
-Muchas
gracias.- Ambos se inclinaron en señal de reverencia y yo salí
corriendo tras el chófer.
Una
vez que me abrió la puerta, me metí corriendo en el coche.
Necesitaba llegar allí como fuese. Miré el reloj del coche desde
atrás. Las nueve menos cinco. No llegaría a tiempo y Tom se
enfadaría y sería un motivo más de discusión.
-¿A
dónde, señora?
-Al
apartamento del señor.- El afirmó con la cabeza y arrancó el
coche.
Pese
a que notaba como la presencia de mis guardaespaldas habituales nos
seguían en otro coche, no podía dejar de pensar en qué querría
decirme. No estaba asustada pero reconocía que me encontraba ansiosa
por verle.
Las
calles de Hamburgo estaban repletas de gente gracias al clima tan
agradable de verano. Siempre me hubiese encantado recorrer las calles
con Tom de la mano como una pareja normal pero si algo teníamos era
que no éramos normales.
-Hemos
llegado, señora.- Me bajé corriendo del coche y anduve deprisa
hasta el edificio de Tom.
Me
subí en el ascensor como una bala y tras pulsar el botón de su
piso, éste se puso en marcha. Me ponía nerviosa cada vez que veía
en la pantalla que nos acercábamos al último piso. Llegaba tarde y
estaba preparada para enfrentar a un Tom furioso por mi tardanza.
Cuando
las puertas de ascensor se abrieron, me topé de golpe con dos
guardaespaldas de Tom en la puerta. Eran enormes, parecían gigantes
custodiando a un enorme castillo. Los ojos de aquellos dos hombres se
clavaron en mí interrogantes y tras unos segundos de duelos de
miradas, me dedicaron una reverencia.
-El
señor la está esperando.- Uno de ellos abrió la puerta, y de un
momento a otro, escuché como una música de lo más sensual salía
del interior del apartamento.
Entré
con cuidado y vi a muchísima gente vestida de forma elegante y con
copas de sangre en la mano. ¿Qué era todo esto? Intenté buscar a
Tom con la mirada pero entre tanta gente era imposible.
-¡Señora
Kaulitz!- Me giré hacia donde provenía una voz. De repente se hizo
el silencio y todos los asistentes miraron en mi dirección. Tantas
miradas y esa música me estaban poniendo nerviosa.- ¡Qué alegría
verla!- Una mujer alta y morena de unos treinta y algo aparentemente,
vampiresa como todos los demás, se acercó a mí.- Todos estábamos
deseando que apareciese.- Intenté buscar de nuevo a Tom pero seguía
sin verlo. Estaba perdida entre gente desconocida y aquel dolor había
vuelto a aparecer.
-Ho...
Hola.- Se escuchó un “oooh” de asombro en todo el lugar.
-¡Tiene
una voz preciosa!
-¡Es
tan guapa!
-¡Qué
ojazos!
Esos
eran algunos de los comentarios que oía mientras observaba entre la
multitud. Necesitaba salir de allí lo más pronto posible. Una mano
me tocó el hombre y de inmediato me di la vuelta alarmada. Bill me
sonreía con calidez y yo le devolví la sonrisa. Gracias a Dios
había encontrado a alguien conocido.
-¡¿A
que es guapa mi hermanita?!- Un sí sonoro retumbó en el apartamento
ante la pregunta de Bill. Éste me miró y me dio un beso en la boca
casto y puro.- ¿Qué estás haciendo aquí?- Me susurró al oído
cuando todos empezaron a dispersarse y a centrarse en sus
conversaciones.
-Tom
me mandó una nota citándome aquí.- La cara de Bill demostraba que
no estaba al tanto de ésto.- ¿Dónde está?- Bill me abrazó con
fuerza, cosa que me cogió de sorpresa.
-Será
mejor que te vayas, Lilith.- Negué con la cabeza.
-¿Dónde
está, Bill?- Él se rascó la cabeza. Siempre lo hacía cuando se
ponía nervioso.
-No
lo sé. Vamos, te acompaño abajo.- Tiró de mi brazo hacia la puerta
pero me solté bruscamente de él. Me sentía mal tratándolo así
pero sabía que me estaba ocultando algo y quería saber el qué.
-No
me sigas.- Me di la vuelta y comencé a caminar entre medio de la
gente, de la que la mayoría me observaba.
Tom
no estaba entre esa muchedumbre así que sólo podía encontrarse en
las habitaciones. Me encaminé hacia el pasillo donde se encontraban
los dormitorios y empecé a abrir puerta por puerta.
Me
faltaba mirar la habitación del fondo, su habitación, bueno la
nuestra. ¿Estaría allí? Era incapaz de sentir su presencia debido
a la cantidad de gente que había por metro cuadrado. Sin más
dilaciones abrí la puerta y por lo que vi, deseé no haberlo hecho.
Tom
se encontraba sentado en el sofá de su habitación, apenas iluminada
por algunas velas negras repartidas por todo el cuarto. A ambos lados
de él, dos chicas que lo lamían como si fuera un caramelo cubiertas
simplemente por un tanga. Entre sus piernas, otra más haciéndole
una felación.
-Llegas
tarde.- Quise cerrar la puerta de nuevo pero era incapaz de moverme
mientras veía esa escena.- Entra y cierra la puerta.- ¿Qué... Qué
estaba haciendo? ¿Qué era todo esto? ¿Por qué me había pedido
que viniese?
Al
ver que no reaccionaba, hizo un gesto con la cabeza y las chicas se
levantaron y se fueron tras pasar por mi lado. Tom se levantó del
sofá y se abrochó la bragueta como si nada. Me miró desde su
posición y yo clavé mis ojos en él, incrédula ante lo que acababa
de contemplar.
-Creo
recordar que te dije que vinieras a las nueve y has llegado a y
cuarto. ¿Puedo saber a qué se debe esa demora?- Empecé a caminar
hacia él lentamente bajo su atenta mirada. Sus ojos me escrutaban
mientras yo caminaba con dolor, luchando porque mis lágrimas no
saliesen de mis ojos.
Una
vez delante de él, seguimos con nuestro particular duelo de miradas.
Ambos intentábamos saber en qué estaba pensando el otro, ese había
sido nuestro juego favorito aunque nunca consiguiéramos nuestro
objetivo.
Alcé
mi mano y con un golpe seco y fuerte la clavé en su cara. El fuerte
golpe lo hizo dar un paso atrás aunque su cara no mostraba que le
hubiese dolido lo más mínimo. Así nos quedamos durante unos
interminables segundos, él con la cara vuelta y yo mirándolo como
una estúpida sin reconocer al ser que tenía delante.
-¡No
vuelvas a hacerlo!- Me agarró de ambas manos y me tiró en el sofá
que quedaba detrás de él. Era incapaz de levantarme y golpearle de
nuevo, sólo quería desaparecer.- Que sea la última vez que vuelves
a ponerme la mano encima porque para la próxima te juro que no
podrás contarlo.- Ahí estaba de nuevo el Tom frío y con ese aura
oscura que hacía tiempo que no veía. Me había vuelto a empujar, a
gritar y hacerme sentir una mierda.
-Te
mereces eso y más.- Era imposible mirarle a la cara. Quería
gritarle por haberme estaba engañando y no haber impedido que lo
pillase, pero simplemente no podía.- Te odio.- Eso era lo más
hiriente que era capaz de decirle en estos momentos y me sentía
estúpida por ello. Quería reaccionar y pegarle hasta que toda la
rabia desapareciese pero mi mente sólo recordaba esas imágenes que
había presenciado.- ¿Me has llamado para que viera esto? ¿Para que
mirase cómo te acuestas con otras?- Sentía su mirada en mí aunque
yo siguiera mirando la mano que le había golpeado. Era mi primer
contacto con él después de tanto tiempo y me dolía igual que si me
hubiese quemado.- ¡¿Era esto lo que querías?!- Me levanté del
sofá dispuesta a pegarle de nuevo pero él seguía ahí, sin
inmutarse.
-No,
te he traído aquí porque la excusa de que te encontrabas mal ya no
colaba. Lo que acabas de ver lo hago siempre.- Mis tripas se
retorcieron al oírle decir eso. Siempre significaba que incluso
cuando estaba conmigo lo hacía.
-Me
das asco.- Me acerqué a él y lo rempujé para que se apartara de mi
camino pero no conseguí moverlo.- Quítate de en medio.- Tom negó
con la cabeza.- ¡Apártate!- Le di otra bofetada que esta vez me
dolía muchísimo.- ¡He dicho que te quites!- Sus manos me agarraron
de nuevo y me llevó hasta la cama. Me tiró sobre ella con él
encima mientras me presionaba las muñecas para que no me moviese.-
¡¿Qué estás haciendo?!- Intenté deshacerme de su agarre pero no
tenía fuerzas suficientes para ello.
-Te
lo advertí.- Sus ojos clavados en los míos deberían de provocarme
miedo pero no lo hacían. Estaban de su color natural y no rojos como
cuando se enfadaba de verdad. ¿Es que acaso no estaba enfadado?
-Si
vas a hacerlo, date prisa. Así podrás continuar jugando con tus
amiguitas.- Le volví la cara para dejar de mirarlo. Estaba cansada
de este juego, quería desaparecer de aquí, irme lejos y olvidarme
de todo.
-Somos
bestias que necesitan sexo, si tú no me lo proporciona alguien
tendrá que hacerlo.- No quería estar aquí, cada una de sus
palabras eran hirientes y sabía que lo estaba haciendo aposta.-
Sabía que vendrías como un perrito faldero en cuanto recibieras la
nota.- Me volví de nuevo para mirarle llena de rabia. ¡¿Pero quién
mierda se creía que era?!
-Eso
es estúpido, si venía era con la intención de decirte que quiero
que esto termine. Estoy harta de ti, de tus juegos, de tus mentiras y
de tu capacidad para hacerme odiarte.- Vale, no era eso lo que había
pensado cuando venía, ni siquiera sabía por qué lo había hecho.
-¿Quieres
terminar con esto?- Afirmé con la cabeza.- ¿Me odias, verdad?-
Volvía a repetir el mismo gesto.- Yo también lo hago. Cada segundo
de mi existencia es un infierno para mí y pensaba que contigo podría
olvidarme de todo y empezar de cero pero que tú sufrieras no entraba
dentro de mis planes.- Me quedé embelesada mirándolo, viendo como
su rostro se volvía oscuro y su mirada estaba perdida en mí.- Si te
pedí que vinieras fue para que vieras el tipo de monstruo que somos.
Nos movemos por instintos, por sexo, sangre... Y esa no es la vida
que tú quieres. Por eso, quiero que firmes la disolución del
Vínculo de Sangre.- ¿Qué? ¿Qué? ¡¿Qué?!
-Bien.-
Mi orgullo no me permitía echarme para atrás. Ya está. Todo
terminado. Tan rápido como empezó finalizó. Ambos haciéndonos
daño y sin poder adaptarnos al otro.
-¿Puedo...
Puedo besarte por última vez? Juro que después de ésto no me
volverás a ver el pelo.- ¿Cómo? Mis ojos empezaron a cristalizarse
pero luchaba para que no liberasen todo el dolor que durante estos
tres meses había retenido.
-¿Por
qué todo tiene que acabar de esta manera?- Tom se quitó de encima
mía y se tiró en la cama junto a mí. Hacía tanto tiempo que no
estaba de esta forma con él que me había olvidado cómo me sentía
al tenerlo tumbado al lado.
-Esto
no es un cuento de Disney en el que el príncipe y la princesa viven
felices. Esto es una historia de terror en la que la bella princesa
se enamora de un monstruo que la utiliza porque la odia por haberlo
dejado hace tiempo, cosa que la princesa no recuerda. Cuando ella
vuelve, él la odia e intenta por todos los medios alejarla de él
con tan mala suerte que termina enamorándose de ella. Sin embargo,
la princesa descubre que el monstruo la ha estado engañando durante
mucho tiempo y empieza a odiarlo, tanto que quiere alejarse de él
para siempre. El monstruo, sabiendo que no la puede hacer feliz, la
deja huir para que pueda encontrar su camino.- La historia de esa
princesa y ese monstruo era nuestra historia. Tom había dicho que el
monstruo se había enamorado de la princesa. ¡¿Tom se había
enamorado de mí?!
-¿Qué
ocurre después?- Escucho como Tom suspira, señal que desata mis
lágrimas.
-La
princesa huye del monstruo y éste se suicida porque ella era la
única razón por la que seguía vivo.- El final es estremecedor.
¿Era así cómo acabaríamos?
-Me
gustan más los finales felices.- Lo observo por el rabillo del ojo y
veo como mira al techo ensimismado.
-Los
finales felices no existen, simplemente que las historias se cortan
donde todo parece que mejora.- Sabía que le había hecho daño, que
él me había hecho daño a mí, que nuestro monstruito ya no estaba
con nosotros y que era imposible que siguiéramos juntos. Sin
embargo, me negaba a perderlo de nuevo.
-Creo
que el final está mal.- Sus ojos ahora me miran a mí y quedamos
cara a cara.- La princesa es una masoquita que no puede vivir sin el
monstruo y vuelve a él. El monstruo, enamorado de la princesa, la
abraza y le dice que la quiere.- Tom pasa su mano por mi cara y seca
las lágrimas. Si este era nuestro final, era demasiado triste para
ser cierto.
-Las
buenas historias tienen finales amargos.- Sus labios se posan sobre
los míos con cuidado, como si temiera romperme. Las lágrimas
vuelven a brotar de nuevo y me aferro a su camiseta para
controlarlas.- Sé feliz, Lilith. Yo no puedo hacerlo.- Se levantó
de la cama y se fue, dejándome llorando en aquella enorme
habitación.
Me
levanté como puede y en dos segundos ya estaba cruzando la puerta de
la habitación. Le eché un último vistazo antes de desaparecer de
allí ya que posiblemente nunca más la volvería a ver.
Muchos
de los asistentes se me quedaron mirando mientras atravesaba el
enorme salón en busca de la salida. Vi a Bill pero éste sólo me
sonrió y se fue. Estaba sola, completamente sola en esto. Ya nada me
retenía a su lado y lo más triste era que dudaba que pudiese
olvidarme de él tan fácilmente. ¿Se olvidaría él de mí? Por
supuesto que sí. Le había faltado tiempo para acostarse con
otras...
-Buenas
noches, señora Kaulitz.- Me dijeron los dos guardaespaldas de la
puerta cuando me metí en el ascensor. Les sonreí justo antes de que
se cerraran las puertas.
Una
vez abajo, el chófer que me había traído me abrió la puerta del
coche. Vi la seriedad de su rostro al verme llorar pero agradecía
que no dijese nada. Estaba bien porque al fin Tom sería libre de
hacer lo que quisiese pero por otro lado, no podía evitar dejar de
sentirme vacía.
-¿A
dónde, señora?- Me llevé las manos a la barriga y suspiré hondo.
-Al
aeropuerto.- Él afirmó y sin más dilación puso rumbo a mi
destino.
El
dolor volvía estar en mi vientre pero esta vez era más intenso,
mucho más que la última vez. Dolía demasiado pero sabía que era
solo mi cuerpo intentando entender que mi pequeño monstruito ya no
estaba dentro de mí.
Miré
por la ventanilla, intentando recordar cada calle de Hamburgo, cada
glorioso lugar que había compartido mi vida como vampiresa porque a
donde iba, no podría disfrutar de ellos.
[…]
By
Tom
Me
fumé el último cigarro mientras veía como todos follaban entre
ellos. Agradecía que Lilith se hubiese ido antes de ver esto. Me
había vuelto el mismo cerdo que mi padre organizando estas fiestas
con el fin de satisfacer nuestros deseas más bajos. Sabía que
volvería a las andadas en las que me encontraba antes de que viniese
Lilith de nuevo pero esta vez no podía pasarme demasiado, tenía que
llevar hacia delante una especie. ¿Irónico, verdad? Yo, que no
sabía cómo manejarme a mi mismo, tenía que gobernar a otros.
-Mi
señor, deseo jugar con usted.- Una de las hijas de los peces gordos
del Consejo se puso a mi lado. Quería que me la follase pero no
tenía ganas ahora de eso. Las lágrimas de Lilith seguían clavadas
en mí como si de fuego se tratase.
-Piérdete.-
Ella, tras una reverencia, se largó.
Miré
mi muñeca una vez más. Aún seguía la última cicatriz de mis
colmillos intentado darle mi sangre para que sobreviviera. Aun así,
todo fue inútil, perdí a Lilith y perdí al bicho justo cuando
estaba concienciado de que podría hacerlo bien. Era mi castigo por
todo lo que había hecho, esa gilipollez que Bill llamaba karma me
había dado en la cama y dolía demasiado.
Me
fui a mi habitación entre gemidos y jadeos de los allí presentes.
No tenía ganas de follar y menos ahora. Cuando abrí la puerta aún
olía a ella. Su aroma seguía impregnado en cada rincón del cuarto
y eso me iba a volver loco.
Me
tiré en la cama y aspiré el aroma que había en las sábanas. Olía
a Lilith... Empecé a sentirme extraño, como si me hiciesen un nudo
en el estómago. La garganta empezó a dolerme y los ojos a
escocerme. ¿Qué mierda me pasaba? Sabía que había sentido esta
sensación antes pero no recordaba cuándo, simplemente que odiaba
sentirme así.
-¿Qué
se siente al dejar ir a la única persona que te ha querido de
verdad?- Bill estaba parado delante de la cama, observándome.- Eres
un puto gilipollas.- Sí, lo era pero también era el único que
había dañado a Lilith de tal forma que ésta lo odiaba por ello.
-Lo
mejor para los dos es estar separados.- Bill se sentó a mi lado en
la cama y se tapó la cara con las manos.- Estoy harto ya, Bill.
Necesito alejarme de todo, descansar y librarme del peso que conlleva
Lilith.- Bill se destapó la cara sobresaltado.
-¡¿Peso?!
¡Lo que pasa es que no eres suficiente hombre para ella! ¡Sólo te
la has follado y has bebido su sangre! Si la quisieses de verdad
saldrías por esa puerta e irías tras ella, le dirías que la
quieres y regresarías con ella para hacerla feliz! ¡¿Qué clase de
hombre eres?!- Miré como Bill se enfadaba con cada palabra.- ¿Y tu
te llamas hombre? Simplemente eres un cerdo que sólo sirve para
follar.- Se levantó y se fue tras un portazo.
Lo
peor de todo esto era que tenía razón. Pese a que los sentimientos
por Lilith me asfixiaban, era incapaz de abrirme a ella. Sin embargo,
ya era demasiado tarde para volver atrás. Lilith estaba dispuesta a
seguir con su vida y yo estaba dispuesto a seguir sufriendo sin estar
a su lado. Estaba acostumbrado al dolor, no me cogía desprevenido
aunque esta vez, el agobio era peor. Sentía que me ahogaba cada vez
que la recordaba... Quería correr, ir tras ella, decirle lo que
sentía y no separarme de nuevo de ella pero no podía moverme. Ya
era demasiado tarde.
La
princesa se había ido y el monstruo se había quedado encerrado en
su torre llena de demonios depravados. Ese monstruo sabía que no
podía vivir sin la princesa pero prefería dejarla ir para que
pudiese ser feliz. Ella no encajaba en este mundo, era un ángel que
le había enseñado al monstruo a sentir cosas que jamás imaginó
pero se había cansado de él y de su juego sucio.
Esta
era una buena historia ya que las mejores son las que tienen finales
tristes y amargos.
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