Capítulo 57
Capítulo
57
By
Lilith
¿Quién
era esa que estaba en el espejo? Su pelo era realmente largo y
anaranjado. Sus ojos color miel brillaban con fuerza, haciendo que
ese color resaltase más si cabía. La piel de esa chica era blanca
como la nieve mucho más cuando las ramas de los árboles del
exterior dejaban que los rayos del Sol entrasen por la ventana.
Cuando bajé la vista hasta sus piernas, hice un recorrido por todo
su cuerpo. No era muy alta pero sus curvas estaban bastante
definidas, mostrando unas caderas de infarto y unos pechos no
demasiado grandes, acordes a su figura. El camisón negro que llevaba
apenas tapaba sus muslos, dejando al descubierto una piel fina y
sensible... ¿Cuándo me había convertido yo en esa?
-¿Aún
sigues así?- Miré el reflejo de Tom en el espejo, detrás de mí.
Ambos cruzábamos miradas a través de ese trozo de cristal, nada más
que viendo las reacciones del otro.
-No...
No sé quién es.- Señalé mi reflejo ante la mirada atónita de mi
hermano.
-¿Te
has vuelto loca o algo por el estilo?- Me miraba interrogante y a la
vez divertido.
-¿Es
por el embarazo?- Bajé la mirada hacia la tripa de aquella chica. No
había muestras que reflejasen su estado. Su vientre era tan plano
que incluso el camisón le quedaba ancho.
-No.-
Me volví por primera vez para dejar de verme y centrar toda mi
atención en el Adonis que tenía detrás con simplemente una toalla
puesta alrededor de la cintura.- Has estado alimentándote mejor
estos días, sobre todo de mi sangre.- Cierto. La noche anterior me
había bebido casi toda su sangre, dejándole sólo lo necesario para
que pudiera moverse hasta la cama y dormir hasta hacía unos minutos.
-La
necesitaba.- Tom casi me había dejado sin nada cuando me mordió él.
No estaba segura de por qué lo había hecho pero mi cuerpo había
reaccionado de manera extraña cuando empecé a marearme.- Lo
siento.- Él bajó la vista hacia mi vientre pero la subió
enseguida, como si le atemorizase. La reacción de Tom cuando me tocó
la barriga anoche me dejó perpleja. Había retirado la mano como si
se quemase.
-Soy
yo quien lo siente.- ¡Vaya, una disculpa de Tom! Se acercó a mí y
pasó sus dedos por la cicatriz ya casi inexistente de mi cuello,
donde la noche anterior habían estado sus afilados colmillos.- Había
pensado seguir lo de la bañera en la cama pero como no me dejaste
continuar...- Puse mis manos en su torso desnudo, sintiendo su piel
caliente por el agua de la ducha en contraste con el frío de mi
piel.
-Tengo
muchas preguntas.- Deslicé mis dedos hasta sus abdominales marcados
que se contrajeron cuando me detuve.
-Pregunta.-
Sus manos se posaron sobre las mías, acariciándome lentamente con
los pulgares.
-No
estoy segura de si tú sabrás las respuestas.- Retiró sus manos y
con ellas las mías. ¿Le habría ofendido?- Es sobre el embarazo.-
Me miró durante un par de segundos y tras una mueca extraña, se
volvió, dándome la espalda y empezando a vestirse.- ¿Qué síntomas
puedo tener? Hasta ahora no he sentido nada, ni siquiera al bebé.-
¡Oh, Dios! El aura oscura había vuelto. ¿Qué había dicho ahora?
Respiré hondo e intenté acercarme a él. Necesitaba espantar el
miedo que mi cuerpo había empezado a sentir. Tenía que ser fuerte,
no podía temer al hombre/monstruo/líder/hermano/vinculado con el
que pasaría toda la eternidad.- Tom...- Acerqué mi mano a él, pero
la apartó de un manotazo.- ¿Por qué has hecho eso?- Se volvió
como una fiera, con los ojos rojos y con sus colmillos amenazándome.
-¡¿Por
qué cojones me preguntas eso?!- Retrocedí en cuanto se lanzó para
agarrarme.
-¿Por
qué te pones así? Un “no lo sé” hubiese bastado.- Intenté
contestarle manteniendo la calma. En realidad, estaba muerta de
miedo. Creía que cuando estuviese con él ese pánico irracional
desaparecería pero por lo visto, me equivocaba.
-Lo
siento.- Sus ojos volvieron a su estado habitual tras esa disculpa.
Nunca entendería sus cambios de humor y la bipolaridad que parecía
sufrir.
Se
terminó de vestir y se sentó en la cama, mirando de nuevo la
Tablet. Y así era como Tom cambiaba de humor en cuestión de
segundos y yo mientras ahí de pie, observándole desde la lejanía,
sintiéndome cada vez más extraña y triste ya que no comprendía a
la persona que más quería en este mundo.
Decidí
pasar de él y meterme en la ducha. Tom y Jake iban a ir a comprar
cloro y otros productos para poder bañarnos por fin en la piscina
del patio trasero. A Cintia, André y a mí nos dejarían en el
mercado del pueblo para que compráramos algo para comer ya que hoy
vendrían los padres de Jake a conocer al bebé. A Cintia no parecía
hacerle mucha gracia y tras lo que me confesó, estaba segura de que
ellos también me caerían mal. Da igual, estaría con ella para
apoyarla en todo.
Mientras
el agua resbalaba por mi cuerpo, empecé a lavarme lentamente. La
piel la tenía más sensible de lo normal y con el simple roce de mis
manos, me entraban escalofríos por todo el cuerpo. ¿Sería todo
esto fruto del embarazo? Al paso que iba jamás me enteraría de
nada. No sabía qué era peligroso para el bebé, qué debía hacer y
qué no. Tom parecía no saberlo y en momento así, me encantaría
que mi madre estuviese ahí. Sabía que ella siempre había estado en
contra de lo mío con Tom, que me había comido la cabeza para
alejarme de él y que lo único que había hecho había sido intentar
protegerme en detrimento de su otro hijo. Ahora, la comprendía. El
abandono, las constantes charlas sobre lo peligroso que era mi
hermano... Todo lo había hecho para protegerme y ahora que yo iba a
ser madre todo me parecía claro. ¿Habría hecho yo lo mismo en su
situación?
Salí
de la ducha donde la noche anterior Tom y yo nos habíamos devorado
literalmente el uno al otro. Me miré en el espejo y allí estaba
ella de nuevo. Era incapaz de ver a la Lilith de hacia unos días, la
que me devolvía mi reflejo era distinta. Me toqué la barriga
lentamente, intentando sentir algo pero no había nada. No sentía
como una vida crecía en mi interior, ni su presencia, nada. Tom sí
era capaz de sentirlo y me preguntaba por qué. No parecía gustarle
y se enfadaba cuando percibía a nuestro bebé.
-Jake
y Cintia nos están esperando abajo.- La voz de Tom sonó al otro
lado de la puerta. No parecía enfadado ni nada por el estilo así
que me alegré. Esperaba que este día transcurriera de lo más
normal ya que no estaba seguro si podría aguantar otra pelea con
Tom.
Abajo
ya estaban Cintia y Jake con el pequeño André en su carrito. Estaba
despierto, mirando como su madre le hacía todo tipo de muecas
graciosas. Jake sonreía feliz, por fin vería a su familia pese a
que se habían opuesto a su matrimonio con la enfermera. ¿A qué me
sonaba esta historia?
-¡Por
fin bajáis!- Gritó Jake desde abajo de las escaleras. Tom caminaba
delante de mí aún con la Tablet en las manos. No había apartado la
vista ni un segundo de ella. Estaba serio, quizá algo no iba
bien...- Tenemos muchas cosas que hacer y no estoy seguro si nos dará
tiempo.- Mi hermano pasó de todos y puso rumbo hacia el jardín
principal donde el coche de Jake estaba aparcado.
-¿Con
qué humor se ha levantado hoy?- Cintia se puso a mi lado, llevando
el carrito de André, el cual no apartaba la vista de su madre.
-¿Tom?-
Ella afirmó y sonrió divertida.- Es difícil saberlo.- Dije en un
susurro. Sabía que Tom podía escucharnos, es más, estaba segura
que lo había hecho pero parecía tan concentrado en lo que fuese que
estuviera leyendo, que ni siquiera se inmutó.
-Ayer
parecía estar preocupado.- La miré de reojo mientras seguíamos a
Jake y a Tom, que ahora conversaban animados, bueno, en realidad sólo
Jake lo hacía.- Cuando lo conocí siempre estaba serio y no hablaba
con nadie. Desde que nos enteramos que se había casado, su
personalidad cambió. Hablaba con todos, de vez en cuando también
sonreía y a veces, incluso daba las gracias.- Ambas nos reímos ante
su frase. Era muy extraño que Tom diese las gracias por algo,
juraría que nunca lo había escuchado decirlo.- Creo que ha cambiado
desde que está contigo. Lo veo feliz, alegre y cuando te mira...
¡Dios, es asombroso! Sus ojos brillan y una media sonrisa aflora.
Está realmente enamorado de ti, Lilith.- Me fijé de nuevo en Tom,
que caminaba delante. ¿Tom estaba enamorado de mí? Aún lo dudaba.-
Creo que seréis muy felices juntos.- Miré a Cintia con lágrimas en
los ojos. Me estaban entrando ganas de llorar y desconocía el
motivo.
-¿Qué
te pasa?- Me volví a mirar a mi Vinculado, que nos observaba a
Cintia y a mí alternativamente.
-¡Espera,
cariño, que te ayudo a meter el cochecito!- Cintia salió corriendo
a auxiliar a su marido que intentaba coger a André y por otro lado
desmontar el carrito. No, en realidad se había ido para dejarnos a
los dos solos.
-¿No
vas a decírmelo?- Me limpié la lágrima que se había atrevido a
enfrentar a mi hermano y lo miré. Vaya, parecía preocupado.
-No
es nada.- Fingí una sonrisa pero sólo conseguí que Tom frunciese
el ceño.
-Nadie
llora por nada.- Dijo. La verdad es que no sabía por qué estaba
llorando.
-Soy
feliz.- Era eso. Lloraba porque era feliz pero no estaba acostumbrada
a serlo por eso desconocía qué se sentía.- Son lágrimas de
felicidad.- Me abracé a él con fuerza. La sensación de seguridad
volvía cada vez que estaba junto a él. Me sentía protegida, feliz,
en paz... Amaba a este hombre.- Te quiero mucho aunque no te
entienda.- Tom estaba tan quieto que sentía como sus músculos se
contraían entre mis brazos.- Y encima voy a tener a tu hijo, a
nuestro hijo.- Me agarró de ambos brazos y me separó de él. Estaba
tenso, lo sentía.
-¿Estás
feliz porque estás embarazada? ¿Porque eso es mío?- ¿Eso? ¿Había
dicho “eso”?
-¿Tú
no lo estás?- Me soltó y cerró los ojos con fuerza. Estaba
intentando controlar su furia ya que delante de Jake y Cintia no
sería muy apropiado.
-No
lo sé.- Confesó. Abrí los ojos incrédula. ¡No estaba feliz! ¡Tom
no quería tener al bebé!
-No...
No lo quieres.- Me llevé las manos a la barriga, como si así
consiguiera proteger a mi pequeño.- No quieres que lo tenga.- Tom
intentó tocarme pero yo me alejé. Me esperaba cualquier cosa pero
esto no.- No me toques.- Podía soportar que no me quisiese a mí,
que me odiase, incluso que me gritase sin motivo alguno. Sin embargo,
esto me había dolido demasiado.
-¡Nos
vamos!- Dejé de mirarlo y comencé a caminar hacia el coche.
Me
senté en los asientos traseros junto a Cintia y la sillita de André.
Tom no tardó en entrar en el coche y ponerse en el asiento del
copiloto. No podía evitar sentirme furiosa. Sí estaba tan cabrada
que tenía ganas de pegarle hasta que empezase a sangrar o a rogarme
que parase. ¡¿Cómo había podido decir eso con tanta
tranquilidad?!
Sentía
como mi rabia crecía por segundos. Quería matarlo, no,
estrangularlo con mis propias manos hasta que pidiera perdón. ¡¿Era
suyo?! El bebé de mi interior era completamente suyo, fruto de
nuestro amor, de lo que sentíamos el uno por el otro. Era consciente
de que no me esperaba esto y que cuando Tom me lo dijo me sentí
culpable por no haber podido retenerme en Luna Llena pero un bebé no
se hacía solo. Los dos habíamos formado parte de esto y ahora esto
era el problema al que teníamos que enfrentarnos. Yo no estaba
preparada para ser madre, lo sabía, y Tom mucho menos que yo pero
eso no significaba que no pudiésemos ser buenos padres.
-¿Os
bajáis aquí, chicas?- Jake paró el coche enfrente del mercado
donde muchas personas paseaban mirando puestos animadamente.- Cintia,
ayúdame a sacar a André.- Cintia se bajó del coche para coger al
bebé mientras Jake sacaba del maletero el cochecito.
-Espera.-
Los pestillos del coche se cerraron antes de que pudiera abrir la
puerta para salir. No quería compartir el mismo espacio de Tom, no
quería verlo ni hablarle.
-Abre.-
Le ordené. Soné fría y distante, no tanto como me habría gustado.
-No,
escúchame.- Intenté abrir la puerta sin éxito. No saldría tan
fácilmente...- Hay posibilidades de que sea un niño, sin embargo,
ya sea niño o niña, no puede nacer. Os perseguirían, derramarían
toda vuestra sangre y luego os matarían. Ya es difícil protegerte a
ti, será más complicado con otro más.
-Cállate.-
Le susurré. Sus palabras me estaban volviendo loca. ¿Podría ser un
niño, un heredero de Tom? Pero la gente de Markus lo perseguiría
para matarlo fuese del sexo que fuese. Su sangre, mi sangre era lo
que ellos querían. Matarían a mi bebé...
-Ya
te perdí una vez y fue doloroso, tanto que dejé de sentir en ese
mismo instante. Si te perdiera de nuevo por cualquier motivo...- Dejó
la frase en el aire aunque no hacía falta que la terminase.- De sólo
imaginármelo me pongo enfermo y luego pienso.- Estaba llorando de
nuevo. Tom se estaba abriendo ante mí, me estaba diciendo lo que
sentía.- ¿Cómo me sentiría si perdiera a mi propio hijo? Hasta
que te conocí, no supe lo que era querer a alguien, poner tu vida en
peligro por esa persona y el dolor, eso fue lo peor de todo. No
quiero sentir más dolor, Lilith. Estoy harto de sentirlo.- Dios mío,
necesitaba abrazarle y decirle que todo estaba bien. Yo no quería
que él sufriera ni que sintiera dolor, sólo que fuese feliz y
pensaba que este bebé lo haría feliz pero me equivocaba. Sólo le
estaba trayendo más dolor porque no sabía cómo protegernos a
ambos, tenía miedo de perdernos...
-Tom...-
Alcé mi mano para tocarle el hombro pero mi puerta se abrió de
golpe, dejando ver a una Cintia sonriente.
-Todo
listo.- Dijo y se apartó para que pudiera salir.
-Vete.-
Dijo autoritario. Me sequé las lágrimas y salí del coche. En
realidad, no estaba segura de qué decirle. Me sentía mal, bastante
mal como para poder mirarle a la cara.
Salí
y cerré cuando mis pies tocaron el suelo. Miré hacia la ventanilla
del copiloto pero los cristales estaban tintados así que no pude
verle. Sin embargo, sentía su mirada a través del cristal y las de
todos los guardaespaldas que nos habían acompañado. Estaban
escondidos en algún lugar para que nadie les viese pero sí
dispuestos a matar a cualquiera que intentase hacerme daño.
El
coche arrancó y en cuestión de segundos ya lo habíamos perdido de
vista. Cintia y yo comenzamos a caminar. Ella miraba alegre todos los
puestos de verduras y demás mientras yo sólo le daba vueltas a lo
que me había dicho Tom.
-Cintia.-
La aludida dejó de mirar unas manzanas para observarme.- ¿Puedo
hacerte una pregunta?- Ella afirmó sonriente y comenzó a caminar
mirando más de lo mismo.
-¿Cómo
reaccionaste cuando te enteraste de que estabas embarazada?- Ella
abrió mucho los ojos y luego pareció relajarse. Por lo visto, no se
esperaba eso.
-Al
principio me sorprendió, no me lo esperaba en absoluto.- Miré a
André que dormía ajeno a todo lo que le rodeaba.
-¿Qué
te dijo Jake cuando se enteró?- Se paró en seco y me miró,
escrutando cada centímetro de mi cara.- Por curiosidad...- No
pareció tragárselo pero me serviría para salir del paso.
-Casi
se desmayó. No era el mejor momento para quedarme embarazada ya que
la familia de Jake estaba en total desacuerdo en que fuésemos
pareja.- Y aún lo estaban.
-¿Pensaste
en, bueno, ya sabes?- Sí, me estaba replanteando acabar con mi
embarazo. ¿La razón? Tom estaba sufriendo, esto le estaba
provocando dolor y aunque yo sufriera por ello y aunque no me lo
perdonase a mí misma en la vida, esa idea no me parecía tan
desorbitada.
-¿En
abortar?- Afirmé con la cabeza. Tenía ganas de llorar de nuevo, me
estaba mareando y sentía como mi estómago estaba apunto de echar el
desayuno de esta mañana.- Sí, se me pasó por la cabeza en un par
de ocasiones. No me sentía preparada para ser madre, Jake estaba
demasiado ocupado en el hospital y su familia sólo presionaba para
que lo dejáramos.- Iba a vomitar, todo esto me superaba.- ¿Pero
sabes que pensé? Eres joven, Cintia, nadie dijo que ser madre fuese
fácil. Cometerás errores, le harás llorar en muchas ocasiones pero
también lo verás sonreír, te querrá incondicionalmente porque tú
y Jake le habéis dado la vida. ¿Qué más da lo que digan los
demás? Es tuyo, fruto de algo hermoso y lo querrás por encima de
todo.- La miré con los ojos aguados. No quería llorar delante de
Cintia pero no sabía si podría retenerme.- Y cuando vi su cara,
todos los malos momentos durante el embarazo, todo el cansancio,
vómitos náuseas y demás valieron la pena. Fue en ese momento
cuando me di cuenta de que tenerlo fue lo mejor que podría haber
hecho en la vida. Cada vez que lo miro me digo que lo estoy haciendo
bien.- Me cogió la cara y limpió las lágrimas que mojaban mis
mejillas.- Lilith, vas a pasar por muchos momentos duros y por
pensamientos aún peores pero cuando lo veas, te darás cuenta de que
todo ha valido la pena.- ¿Có... Cómo? ¿Cintia lo sabía?- Serás
una madre estupenda, lo sé.- Me abracé a ella. Necesitaba sentir a
alguien que me apoyaba, que estaba conmigo en esto. Pero por otro
lado estaba Tom. No iba a dejar que le hiciese daño. Era mi bebé,
un ser que había sido creado por nosotros...
-Gracias.-
Ella sonrió como respuesta.
[…]
Me
separé de la taza del váter por fin desde que llegamos. Llevaba
como media hora vomitando sin parar y ya me dolía todo el cuerpo.
Cintia no se había separado de mí y me agarraba el pelo mientras mi
estómago se contraía. Toda la situación me había superado y esta
era la manera más eficaz que a mi cuerpo se le había ocurrido para
demostrarme, que aunque no lo sintiera, estaba embarazada.
-¿Mejor?-
Asentí y comencé a lavarme los dientes para eliminar ese mal sabor.
Daba gracias de que Tom y Jake aún no hubiesen llegado porque no
sabía cómo enfrentarme a él y decirle que seguiría adelante con
el embarazo.- Bienvenida al espectacular mundo de las náuseas.- Le
sonreí cuando por fin terminé.
Estaba
cansada. Mi cuerpo luchaba por moverse pero me sentía débil e
incapaz de dar un paso. Me tiré en el sofá y apoyé la cabeza en el
reposa brazos. Al parecer los vómitos no se diferenciaban de un
embarazo humano por lo que ya sabía algo más.
-¿Quieres
que te prepare algo?- Seguro que si comía ahora lo terminaría
echando.
-No,
gracias.- Necesitaba su sangre pero eso no podía decírselo a
Cintia.- ¿Cómo supiste que estaba embarazada?- Ella se sentó a mi
lado y arrimó la cuna de André hacia el sofá para no perderlo de
vista.
-Esta
mañana Tom bajó cuando te estabas duchando. Le dijo a Jake que si
podían hablar en privado y yo me puse a escuchar.
-¿Qué
oíste?
-Le
preguntó que qué se sentía al ser padre. Jake le dijo que jamás
podría describirlo con palabras, que si ya me amaba a mí, a André
lo adoraba y que haría cualquier cosa por él. Tom salió de allí
escopetado cuando Jake terminó de hablar.- Tom estaba más perdido
que yo. Todo esto era nuevo para él por eso le daba tanto miedo.
¡Ahora lo entendía todo! El miedo irracional a perderme era eso.
Creía que todos irían detrás del bebé y mía, quería ahorrarse
el sufrimiento de perderme de nuevo y mucho más el dolor tan
insoportable que sería perder a su propio hijo.
Escuché
la puerta principal abrirse y las carcajadas de Jake inundar la casa.
Siempre me sonaban tan familiares... Ambos entraron y se dirigieron
hacia la cocina. Oía los pasos de de los dos entrando en el salón
donde nos encontrábamos Cintia y yo. Sentía de nuevo las arcadas
subirme por la garganta por los nervios. Tenía que tranquilizarme o
no llegaría al baño.
-¿Qué
pronto habéis llegado?- Jake me miró extrañado pero lo que más me
llamó la atención fue la penetrante mirada de mi hermano.
-¿Qué
te pasa?- Sonó preocupado aunque intentara disimularlo.
-Desde
que llegamos no ha parado de vomitar.- Debería de haberle tapado la
boca a Cintia antes de que hubiese dicho eso. Mierda, Tom odiaría
más al bebé si pensaba que lo estaba pasando mal por su culpa.
-Seguro
que has comido algo que te ha sentado mal.- Dijo Jake, intentando dar
un diagnóstico.
-Vete
a descansar, nosotros nos encargamos de preparar la comida.- Cintia
me ayudó a levantarme del sofá. Lo mejor sería tumbarme un rato
aunque me sentía peor sabiendo que Cintia, Jake y Tom tendrían que
encargarse de todo antes de que llegara la familia de Jake.- No te
preocupes, nos las apañaremos.- La enfermera me sonrió y se fue a
la cocina seguida de su marido.
Tom
y yo volvíamos a estar solos y la última vez había sido
horripilante. Sentía su mirada fija en mí pese a que yo miraba mis
pies sin saber qué decir. Necesitaba reunir fuerzas para poder
caminar y subir las escaleras hasta la habitación aunque ahora mismo
me faltaban.
Subí
la vista hasta su cara, indescifrable como siempre. No sabría decir
qué estaba pasando por su cabeza en estos momentos sólo sabía que
cada segundo que pasaba era una eternidad para mí. Cuando me moví,
una de sus manos se apoyó en mi hombro, y con mucha fuerza, hizo que
me sentase de nuevo.
-Podemos
hacerlo por las buenas o por las malas.- Me levanté de nuevo y
comencé a caminar en dirección a las escaleras. No quería
discutir.- Vuelve aquí.- Sonó amenazante pero debido a que la otra
pareja estaba en la cocina no alzó la voz.
-Necesito
descansar.- Le contesté, posando mi pie en el primer escalón.
-Entonces
sube, tenemos que hablar.- Comencé a subir las escaleras, seguida
muy de cerca por él.
Estaba
enfadado y era por lo del bebé. Todo mi cuerpo me mandaba señales
de advertencia que no lograba descifrar. ¿Tendría que tener cuidado
con Tom? Sabía que no me iba a hacer daño ni al bebé tampoco. O
eso esperaba...
Tom
cerró la puerta tras sí cuando entramos en la habitación. Cruzamos
miradas durante un par de segundos que se me hicieron eternos. Quería
demostrarle que yo también podía ser fuerte porque ahora ya no sólo
se trataba de mí sino también de ese ser que crecía en mi
interior.
Dio
un paso hacia a mí y se paró, esperando mi reacción. En cualquier
otro momento habría retrocedido pero esta vez no, le plantaría cara
de una vez por todas. Volvió a caminar hasta mí para quedarnos a
escasos centímetros uno del otro, tan cerca que podía notar su
respiración chocando contra mi cara.
-¿De
qué querías hablar?- Me atreví a preguntarle. Sus ojos se
achinaron como hacían siempre que yo reaccionaba de manera distinta
a la que él había pensado.
-¿Has
pensado sobre lo que te dije?- Lo sabía. Íbamos a retomar el tema
de lo del bebé.
-Sí,
mucho.- Ahí estaba de nuevo ese aura que le perseguía, calándose
en lo más profundo de mi alma, hasta tal punto que me temblaba todo
el cuerpo.
-¿Qué
has decidido?- Otro paso más lo acercó a mí. Buscaba intimidarme y
lo estaba consiguiendo aun así no podía echarme atrás.
-No
tengo nada que decidir.- Esta vez fui yo la que me acerqué a él. Su
cara no pareció demostrar que quisiese estar cerca de mí, al revés,
volvía a tener esa expresión de frialdad.- Voy a tener al bebé.-
Sus ojos se volvieron rojos, estaba enfadado y mucho. No podía
hacerme daño, sabía que Tom no me haría nada.
-Te
dije que podíamos hacerlo por las buenas o por las malas. ¿Qué
prefieres?
-Voy
a tenerlo te guste o no.
-Morirás...
Ambos lo haréis.
-No
vamos a morir.
-¡Lo
haréis! ¡¿Crees que voy a dejar que te ocurra algo así?!- Me
agarró de ambos brazos y me empujó contra la pared. Sus colmillos
brillaban ante mí, rebosantes de furia.
-¡¿Entonces
la solución es matar a tu propio hijo?! ¡¿Esa es tu puta solución,
Tom?!- Uno de sus brazos me inmovilizó y con el otro hizo que
doblase la cabeza, dejando mi cuello a su disposición.
-Prefieres
por las malas.- Sus colmillos se clavaron en mi piel con la misma
suavidad de siempre, sin embargo, esta vez no era para su disfrute
sino para...
-¡No!-
Intenté zafarme de él pero era imposible. Estaba completamente
inmovilizada contra la pared y su cuerpo mientras sentía como la
sangre se escapaba de mi cuerpo hacia el suyo. Recordaba la última
vez que lo hizo y lo mal que me sentí después.- ¡Tom, para!-
Separó sus labios de mi cuello. Respiraba agitado todavía con su
cabeza en el hueco entre mi cabeza y mi hombro.
-Aún
estás a tiempo de elegir.- Me sentía impotente. ¿Dónde estaba el
Tom de hacía unos días, el que me abrazaba con miedo? Seguía ahí
oculto tras el dolor.- Sé que me odiarás pero es lo mejor para
todos.- Sentía su gélido aliento sobre mi piel ensangrentada y el
roce de la mano que apretaba mi cuerpo contra la pared acariciar mi
vientre. ¿Por qué estaba haciendo esto? Era todo tan confuso.
-Tienes
miedo, lo sé.- Su cuerpo se pegó más al mío y su mano se aferró
más a esa parte donde crecía ese ser, ajeno a las locuras de su
padre.- Yo estoy tan aterrada que no soy capaz de conciliar el sueño
por las noches.- Ese aura de nuevo aunque distinta. Sentía su miedo
atravesar cara poro de mi piel, calarme en lo más profundo de mis
huesos.- Tom... Comprendo lo que debes sentir. No tuviste infancia,
no tuviste el amor de nadie, de unos padres que estuviesen ahí para
ti. Yo era la única que estaba contigo porque te necesitaba tanto
que era incapaz de alejarme de ti.
-¡Tommy!-
Corrí hasta mi hermano que estaba tirado en el césped del jardín.
Él abrió los ojos cuando me senté a su lado.- Roses ha hecho un
pastel enorme de chocolate y me ha dado este trozo para ti.- Se lo
tendí pero él seguía sin moverse, simplemente mirándome desde
abajo. Siempre me sentía nerviosa cuando Tommy me miraba. Era
extraño aunque me gustaba, quería que sólo me mirase a mí y no a
todas esas chicas que se encerraban con él horas y horas en su
habitación.
-Hoy
estás preciosa, Lilith.- Me tapé la cara con la mano que me quedaba
libre. Tommy era tan bueno y tan amable conmigo, él no me trataba
como si fuese un objeto más como papá y mamá, él y Bill me
querían.
-Tommy
siempre está guapo, guapo, guapo, guapo.- Me puse roja cuando se lo
dije. Él sonrió, esa sonrisa tan hermosa que me quedaba embobada
mirando.
-No,
Tommy sólo es guapo cuando tú estás.- Me tiré sobre mi hermano y
apoyé mi cabeza en su pecho. No sentía ningún latido como cuando
estaba en el cole con los humanos. Con él sólo escuchaba el
silencio de su interior.
-Te
quiero mucho.- Sentí su mano acariciarme el pelo bajo el Sol de la
mañana.- No me gusta que estés con otras chicas en tu habitación,
las escucho gritar y me da miedo.- Su pecho se infló bajó mi cara.
-Sólo
lo hago para mantenerme fuerte para ti. Quiero ser capaz de
protegerte del mundo si hiciera falta.- Abracé a mi hermano, ambos
tirados sobre la hierba. Me gustaría estar así siempre, día tras
día, sin apartarme ni un segundo de él.
-¡Tú!-
La voz de mi padre hizo que me separara de él. Venía casi
corriendo, seguido de unos cuantos miembros del Consejo.- ¡¿Piensas
pasarte todo el día holgazaneando?!- Mi padre le dio una patada a
Tom que hizo que escupiera sangre de la boca. Grité como una
histérica al ver a mi hermano retorcerse en el suelo mientras
nuestro padre seguía pegándole.
Uno
de los miembros del Consejo me agarró para que no pudiera irme para
él y detenerle. ¿Por qué Tom no se levantaba del suelo? Mi padre
paró y agarró a Tommy de la camiseta hasta ponerlo de pie. Sus ojos
estaban rojos como los de papá cuando se enfadaba. Daba miedo.
-¡Tommy!-
Grité entre sollozos. Nunca había visto a mi padre hacerle eso a mi
hermano aunque la escena me resultaba tan familiar...
-Cariño.-
Mi padre se acercó a mí bajo la atenta mirada de Tommy. Estaba
enfadado, podía sentirlo ya que esta mañana había tomado su
sangre.- Mírame, Lilith.- Hice lo que mi padre me dijo. Sus ojos
miel al igual que los de mis hermanos y los míos brillaban con
fuerza. Me sentía tan débil de repente y con mucho sueño. Quería
irme a la cama, descansar junto a Tom como tantas veces hacía.-
Cuando despiertes lo habrás olvidado todo.- Asentí con la cabeza
sin poder apartar los ojos de los de mi padre. Las lágrimas seguían
cayendo sin saber por qué pero me sentía mal.
-Lilith,
cielo, despierta. Vas a llegar tarde al colegio.- Abrí los ojos y
allí estaba Roses con mi uniforme del cole listo.-¿Qué tal ha
dormido, señorita?- Le sonreí a Roses mientras me frotaba los ojos
para despertarme. Estaban humedecidos al igual que mi almohada. No
recordaba haber estado llorando.
-He
soñado con Tommy.- Roses me ayudó a levantarme de la cama y a
vestirme. Como siempre, mamá no estaba para llevarme al colegio y
papá estaría muy ocupado.
-¿Y
qué ha soñado?- Mientras Roses me ponía los zapatos yo intentaba
recordarlo. Estaba tirada en el césped del jardín trasero y Tom me
había dicho que estaba muy guapa. Luego, puse mi cabeza en su pecho
y me quedé dormida mientras me acariciaba el pelo bajo los rayos del
sol. Sin embargo, eso no podía decírselo a Roses, era nuestro
secreto.
-Es
un secreto.- Ella sonrió y me dio la mano para que saliéramos de la
habitación y bajásemos las escaleras hasta el comedor.
-Me
hacían olvidar todo lo malo que pasaba a mi alrededor, todas y cada
una de las palizas que te daba.- Los ojos se me llenaron de lágrimas
ahora que recordaba esa escena. Dejó de hacer presión sobre mi
cabeza hasta que por fin pude ponerla derecha. Ahí estábamos los
dos, pegados contra la pared, con la mano de Tom posada sobre mi
barriga y la otra sujetándome el brazo para que no me moviese.
-Yo
te he borrado muchas veces la memoria.- Un hilo de voz salió de su
garganta, como si no tuviese aliento.- Como cuando ese hijo de puta
te violó.- Me estremecí de sólo recordarlo. Él apretó más su
mano contra mi vientre, con miedo. Sí, un terror inmenso se estaba
haciendo dueño de Tom, como su fuese un niño asustado.
-Está
bien, Tom.- Conseguí liberar mis manos y abrazarle, sin respuesta de
su parte. Estaba inmóvil, en shock, no lo reconocía.
-No
supe protegerte y esa fue la única opción que encontré para que no
me odiaras más.- Lo estrujé entre mis brazos con fuerza. Estaba
temblando.- Verte llorar como aquella vez cuando descargaste tu furia
por lo de Markus con Rachell, como cuando te decía todas esas cosas
que no quería para que te alejaras de mí... No soporto verte de esa
manera.- Quería reprimir mis lágrimas pero era imposible. Mantenía
la calma como podía aunque dudaba mucho que pudiese controlarme más
tiempo.- Si a... al bebé... le pasara algo, no sé lo que serías
capaz de hacer y yo... yo me volvería más loco aún.- En ese
momento sentí algo en mi interior. Un pellizco en lo más profundo
de mis entrañas, doloroso pero hermoso a la vez. Era... nuestro
bebé.
-¿Quieres
deshacerte de él porque tienes miedo de perderlo de una forma
dolorosa como conmigo?- Él asintió sin apartar su cabeza de mi
cuello.- Tienes miedo de no saber qué hacer con él. Todo este
tiempo has vivido sin sentir nada por nadie y ahora que estas
sensaciones vuelven a ti, tienes tanto miedo que no sabes qué
hacer.- Ese pellizco de nuevo que me demostraba que alguien estaba
ahí.- El embarazo es un nuevo reto para ti que no estás dispuesto a
seguir simplemente porque todavía no sabes enfrentar tus
sentimientos por mí.- Ahí estaba de nuevo ese pequeño dolor en mi
vientre. Mi pequeño o pequeña estaba reaccionando a las caricias
que Tom estaba haciendo con su mano en mi piel. Era imposible de
describir esta sensación tan extraña, esa conexión entre esa
pequeña cosita y el monstruo que temblaba entre mis brazos.
-Yo...
Yo no sé cómo es un padre. No quiero ser igual para... el... bebé.-
Las palizas, los gritos de Tom por la noche, la furia contenida, ese
dolor insufrible que sólo él había sentido de no ser querido ni
por sus padres, de perder a la única persona que le demostraba algo
de afecto, el rencor hacia un padre que sólo veía en él un negocio
más... Y yo le había culpado por haberlo matado, al ser que más
daño le había hecho. Le había llamado monstruo, le había dicho
que lo odiaba y que no quería verlo nunca jamás.
-No
serás como él, Tom. Seremos mejores padres que ellos, lo querremos
sea lo que sea, niño o niña, siempre estaremos a su lado y lo
protegeremos, los dos juntos. Te querrá tanto como te quiero yo.- Lo
abracé más fuerte hasta hundir mi cabeza en su pecho. Su olor era
increíble, me sentía tan bien así. Si tan solo pudiera compartir
un poco de su dolor conmigo, sería feliz.
-No
podré protegeros a los dos.- Quitó su mano de mi barriga y la puso
en mi cabeza, acariciando mi pelo lentamente como aquella vez.
-No,
no tienes que protegernos.- Alcé la cabeza y me fijé en sus ojos
miel tan hermosos...- Yo os protegeré a los dos, con mi vida si
hiciera falta. Esta vez, déjame a mí.- Sujetó mi cara con sus
manos y me besó. Posó sus labios fríos sobre los míos,
simplemente sintiéndonos el uno al otro.
-Habrá
que hacerlo oficial.- Le sonreí. ¡Tom había aceptado por fin al
bebé! ¡Íbamos a tener a nuestro hijo!
-Te
quiero, Tommy.- Él me devolvió esa sonrisa tan deslumbrante que
tenía y me dio un beso en la frente.- Él o ella también piensa lo
mismo.- Soltó todo el aire de golpe como si todo este tiempo lo
hubiese estado deteniendo en sus pulmones.
-Lo
sé.- Esta vez fue él el que me atrajo hasta él y me abrazó, tan
fuerte que me quedé en shock. ¡Tom me estaba abrazando!- Al final
va a ser verdad que eres más fuerte que yo.- Susurró mi querido
hermano.- Tan fuerte que incluso eres capaz de derretir el hielo del
corazón de un monstruo...- Rodeé su cuerpo con mis brazos y le
respondí a ese abrazo tan sincero.
¿Podría
ser más feliz? Lo dudaba.
[…]
Su
cuerpo cayó ante mis pies cuando clavé la estaca en su corazón.
Con este, ya iban doce a los que había matado hoy. Había demasiados
vampiros aquí en Burdeos y es que, tras dos días de intensa
búsqueda, al fin sabía dónde se encontraba Lilith y ese hijo de
puta.
La
seguridad en este pueblo era demasiado alta debido a que el líder y
su Vinculada estaban aquí. Me moría de ganas por verla de nuevo,
sentir su piel, sus labios o su simple olor. La amaba tanto que me
estaba volviendo loco y ahora que estaba bajo el mismo cielo que
ella, las ansias por verla eran asfixiantes.
-Señor.-
Uno de los hombres de mi padre que me custodiaban, sacó de mi mente
la imagen sonriente de Lilith.- Hemos encontrado la casa donde se
alojan. Es de un tal Jacob. Trabaja en el hospital de Hamburgo de los
Kaulitz. Por lo que nos ha contado uno de ellos antes de matarlo, han
venido a pasar una semana.- ¡¿Habían encontrado dónde estaba
Lilith?! No podía ni creérmelo. ¡Por fin la vería!
-Llévame
a esa casa.- Él asintió y comenzó a andar, seguido muy de cerca
por mí. Mi Lilith, mi dulce Lilith...
Era
una casa enorme, en medio de un frondoso bosque custodiado por
cientos de esos monstruos. Tendría que andarme con cuidado si quería
acercarme a ella, por eso, había mandado a varios de los míos a
aniquilar a esos demonios de la noche.
Las
luces de una de las habitaciones de la segunda planta se encendió,
brillando en medio de tanta oscuridad. Él apareció en esa ventana,
fumando y con esa expresión oscura en el rostro. Me escondí más
entre la copa del árbol donde estaba, observando al hijo de puta que
estaba engañando a Lilith para su propio beneficio.
-Señor,
será difícil acercarse a la casa. Hemos perdido a varios hombres
intentando acercarnos.- Escuché por el pinganillo de mi oído que me
comunicaba con el jefe de la operación.
-Retiraos.
Atacaremos cuando Lilith esté sola, no podemos arriesgarnos estando
Tom ahí.
-Sí,
señor.- Me quité el pinganillo y seguí observándole. Imponía
incluso en la lejanía, su figura era más que poderosa pero lo que
lo hacía fuerte no era eso, sino que tenía a Lilith en su poder.
Todo
este tiempo, Tom le ha estado ocultando a Lilith lo valiosa que es
para su pueblo. Sabía que él había estado todo este tiempo
planeando cómo usarla para su beneficio. Era más fácil tener a
Lilith como aliada que no como enemiga porque si eso pasase, ella
podría matarlo y nadie la juzgaría por ello. ¿Por qué? Porque
Lilith era una Diosa para esos demonios, más poderosa que el
mismísimo Lestaf y ese gilipollas sólo la quería para demostrarle
a la especie que tenía tanto poder que era capaz de controlar a una
diosa. ¿Lo sabría ella?
De
repente, vi como Tom sonreía y unas manos empezaron a aparecer por
su pecho. Sentía su fuerte presencia desde aquí...
-Lilith.-
Susurré con una sonrisa en los labios. La de Tom desapareció y
comenzó a mirar hacia todos direcciones. Me escondí más para que
no me viese. Tenía que ser cuidadoso, a veces se me olvidaba lo que
esos monstruos podían hacer.- Pronto estaremos juntos de nuevo,
Lilith...
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