Capítulo 59

Capítulo 59


By Lilith


No sabía dónde estaba aunque sinceramente, no me importaba. Hacía tres días que estaba encerrada en esta habitación sin ventanas. Me había desmayado en el momento en el que Adam me abrazó y desde hacia unas horas (según lo que ponía intuir) me había levantado. ¿Estaría Tom buscándome? Deseaba que no fuese así al menos hasta saber qué era lo que Adam pretendía.

Sabía que no quería hacerme daño, no les serviría muerta pero de lo que estaba segura era de que odiaban a los Kaulitz por encima de todo, por eso tenía que evitar dar un paso en falso o todo acabaría.

Desde que me levanté, mis manos acariciaban mi barriga sin parar. Necesitaba una muestra de que mi pequeño monstruito seguía ahí y estaba bien, pero no sentía nada. El silencio de este sitio sólo hacía ponerme más nerviosa y eso no me ayudaba a concentrarme en alguna muestra de “vida” en mi interior.

El sonido de la puerta hizo que mis colmillos se mostrasen amenazantes. Tenía que controlar mis instintos si no quería fastidiar todo pero Tom nunca me enseñó cómo evitar estas reacciones.

-Ya estás despierta.- Me volví con calma, intentando parecer lo más tranquila posible.- Te he traído algo de sangre, la necesitas.- El olor de esa sangre me resultaba familiar, un aroma diferente al de la sangre humana... la de Adam.

-¿Es tu sangre?- Él asintió con una media sonrisa, aquella que siempre me había mostrado. Era incapaz de ver a Adam como un enemigo sino como alguien similar a Tom. Ambos habían tenido una infancia difícil, había sufrido por amor y tenían unos padres horribles que habían llevado sus vidas como habían querido.- ¿Por qué haces esto?- Él extendió su mano junto con el vaso de sangre.

-Creo que mereces algo mejor de lo que tienes.- Cogí el vaso y me lo bebí de un trago. Necesitaba mucha más sangre pero esta era suficiente para mi monstruito.- Los Kaulitz te están engañando, te controlan y te manipulan como a ellos les da la gana, sobretodo Tom.- ¿Era eso lo que quería, alejarme de ellos?- ¡Lilith, te están ocultando cosas que deberías saber, te ocultan hasta tu propia identidad!- Mi monstruito reaccionó. Una punzada en lo más profundo de mis entrañas, que me provocó un dolor horrible. Tuve que aguantar la compostura si no quería que Adam se diera cuenta.

-Nadie me está ocultando nada, estás equivocado.- Él caminó hacia mí con tranquilidad, esperando a que yo me alejase de él pero era imposible, ese dolor no me dejaba moverme.

-¿Equivocado? Bien, déjame que te pregunte algo.- Se puso justo delante mía, tan cerca que podía notar su respiración chocar contra mi cara.- ¿Por qué no te acordabas de tu anterior familia?

-He tenido otras cosas en las que pensar.- Dije convencida.

-¿Por qué te estabas olvidando de Shelly pese a que vivía en tu propia casa?- Cogí aire momentáneamente pero ni una gota de oxígeno entró en mis pulmones.- ¿Por qué tu padre y Tom intentaron matarte? ¿Crees que fue porque nosotros te buscábamos?- Estaba congelada. Todo mi cuerpo se había quedado hierático y la cabeza me iba a explotar. Imágenes de aquella noche en la que Tom mató a nuestro padre, el sonido de su cabeza golpeando el suelo y la sangre salpicando a mi hermano...

-Intentaban proteger a la especie. Si yo estoy viva, esta guerra no terminará nunca.- Mis manos volvieron a ese lugar en el que habían estado todo el día. Mi querido monstruito seguía sin reaccionar salvo por aquel dolor infernal.

-No, Lilith.- Sus ojos se clavaron en los míos, profundos y sin miedo.- Te han estado ocultando tu verdadera identidad durante todo este tiempo porque saben que eres más fuerte que ellos, que podrías derribar al mismísimo Lestaf con una mirada.- ¿De qué estaba hablando?- En el principio de los tiempo, Dios creó a Adam junto a con una mujer, Lilith. Ésta era una mujer indomable y fuerte que no sucumbía a las ordenes de Adam tal y como había sido ordenado por Dios.

-No quiero que me cuentes historias, Adam.- ¿A qué venía todo esto? Estaba cansada de cuentos y vueltas a las cosas.

-No son historias, es tu historia.- Ahí estaba, de nuevo ese dolor en la cabeza acompañado de punzadas en mi vientre.- Lilith fue expulsada del Paraíso y llevada al mismísimo Infierno como concubina de Satán. De esa relación nacieron cinco hijos, todos varones, monstruos sedientos de sangre de Adán para vengar a su madre. Sus hijos se repartieron en los cinco continentes con el fin de aniquilar a toda la especie humana. Sin embargo, sólo eran cinco así que Lilith y Satán concibieron a cinco mujeres que serían las esposas de sus hijos para así extender la especie.- La cabeza me iba a explotar. Toda la habitación había desaparecido y sólo veía a una mujer sin rostro de largos cabellos rojos, ojos rojos como el fuego y un vestido más oscuro que la noche.- Un día, Satán se cansó de la rebeldía de Lilith y la mató, condenando a su especie a no engendrar a ninguna mujer por el resto de los siglos porque una mujer sólo traería problemas. Sin embargo, Lilith dijo que volvería antes de morir.- Esa mujer me miraba con sus ojos bañados en lágrimas de sangre. ¿Quién era ella?

-¿Ella volvió?- Mi mirada esta fija en ella mientras su pelo se movía al compás de una brisa inexistente.

-Los hijos de Lilith tuvieron varones pero ninguna mujer que les permitiese seguir con los Sangres Pura.- Ella se tocó la barriga con dulzura y yo la imité. Ahí estaba mi bebé, sentía su presencia inundar mi cuerpo.

-Imposible, Lestaf y Elizabeth tuvieron a mi madre y a mi padre.- Yo también estaba llorando, imitando a ese ser.

-Simone fue engendrada por Lestaf con una humana, y así ha sido con todas las mujeres Kaulitz... menos contigo.- Una luz iluminó su rostro, pálido y manchado de sus lágrimas. Era yo, ella era yo... Lilith era yo.- Cuando naciste todos creyeron que tú eras Lilith pero pensaron que era mejor no decirte nada o de lo contrario te revelarías como hizo ella.- Adam apareció de nuevo ante mí, mirándome interrogante.

-Son simples historias.- Dije con un hilo de voz.

-No. ¿Por qué crees que Simone te convirtió en humana? ¿Por qué piensas que tu padre quería matarte? ¿Por qué Tom no te ha dicho quién eres realmente? Porque teme que te rebeles contra él y lo mates, porque tienes más fuerza sobre él que nadie. Tú, Lilith, eres una diosa... La reencarnación de la madre de toda la especie. ¿Creías que los vampiros no teníais religión? Ahí la tienes.- Caí de bruces al suelo porque era incapaz de mantenerme en pie.- Todos te han engañado, incluido Tom.- Me tapé los oídos con fuerza. No quería escuchar esto porque sabía que era verdad, algo en mi interior me decía que era cierto y dolía.- Te borraba la memoria para que no pudieses utilizar nada en su contra, para que siempre te mantuvieses ajena a todo lo que te rodeaba. Te ha engañado diciéndote cosas que no eran ciertas, creándote recuerdos falsos.

-¡Cállate!- Me levanté como pude y le planté cara.- ¡Si todo esto es cierto, por qué me seguís!- Adam dio un paso atrás. Estaba segura que mis ojos se habían vuelto de nuevo rojos como el mismísimo infierno.

-Porque tu sangre sirve para acabar con toda la especie.

-¿Cómo?

-Quemándola, toda ella.- Agachó la cabeza como si la idea no le hiciese ninguna gracia.

-¿Por qué quemándola?- Pregunté.

-Porque el fuego elimina todo rastro y tu sangre está presente en cada uno de los seres de tu especie. Si la quemamos, los matamos a ellos.

-¿Me has traído aquí para matarme y quemar mi sangre?- Adam levantó la cabeza de golpe y con los ojos abiertos de par en par.

-¡No, te he traído aquí para proponerte algo!- Se tocó la cabeza nervioso hasta que por fin habló.- Únete a nosotros para así acabar con la gente que tanto daño te está haciendo, creemos a un descendiente directo tuyo, un híbrido entre ambas especies.

-¿Un... descendiente?

-No habrá nada más poderoso que un ser nacido de tus mismísimas entrañas, Lilith.- Mi monstruito... ¿Tom no había querido que me quedara embarazada porque el bebé sería incluso más poderoso que él?- Es la mejor solución para acabar con todo esto. Estoy harto de ver a mi pueblo morir en manos de los tuyos.- Levanté la cabeza lentamente y vi cómo los ojos de Adam se cristalizaban.- Todo lo que veo es sangre derramada por una guerra que no es la nuestra y esto sólo lo podemos parar si conseguimos que nuestras especies se unan.- Las palabras de Adam resonaban en mi cabeza. Todo tenía sentido pero era tan horrible pensarlo que me daban ganas de vomitar. ¡Oh, no! ¡Iba a vomitar!

-Adam...- Me tapé la boca con la mano a la vez que notaba como la sangre subía por mi esófago.

-¿Qué... Qué te pasa?- Se puso en cuclillas frente a mí, intentando tranquilizarme. Las náuseas parecieron desaparecer cuando lo tuve delante.

-Estoy bien.- Sus manos se apoyaron en mis hombros y lentamente se fue acercando a mí. Sus ojos no se apartaban de los míos y yo lo miraba sorprendida viendo que no se detendría pero... ¿por qué no me alejaba yo?

-Te amo.- Sus labios se terminaron de juntar con los míos, más como un roce superficial que como un beso en sí. Sus ojos estaban cerrados, dejándose llevar. Yo, en cambio, seguía quieta ahí, intentando moverme pero sin poder hacerlo. ¡¿Qué demonios me pasaba?!- Lilith, déjame alejarte de esos monstruos, por favor... de Tom.- No podía creerle aunque si me paraba a pensarlo, todo tenía sentido.

-¿Cómo estás seguro de lo que estás diciendo?- Me puse de pie, intentando controlar las arcadas.

-Porque lo sé. Todos lo saben menos tú. ¿Acaso piensas que tu madre te alejó de ellos por lo del Vínculo de Sangre? ¡Lo que intentaba era evitar que terminaras muerta!- Se calló de repente ya que se percató de la dureza de sus palabras, palabras que hacían que se me retorciera el estómago.- Lo siento.- La cabeza me iba a explotar con tanta información, lo peor era que no desconfiaba del todo en sus palabras, es más, me las creía.

-Tom no sería capaz de pensar en un plan tan macabro como ese.- Dije en voz alta para autoconvencerme aunque realmente lo hacía para que mi subconsciente dejara de gritarme la verdad.

-Lilith, Tom ha hecho cosas peores.- Respiré profundamente intentando contener las lágrimas y las punzadas que el monstruito me provocaba.

-¿Hay algo peor que eso que me estás contando?- Pregunté sin ni siquiera pensar en que Adam me respondería.

-¿Es que acaso se te ha olvidado cuando mató a vuestro primer hijo?- Otra punzada que hizo que me retorciese de dolor. ¿De qué estaba hablando ahora?

-¿Co... Cómo?- Las palabras salían con dificultad de mi boca. Aquel oxígeno que desde hacía tiempo había dejado de necesitar, ahora me faltaba, como si necesitara gritar con fuerza para que el dolor cesase.

-Aquella vez en el bosque cuando Tom clavó una estaca en tu vientre.- La habitación empezó a darme vueltas. Escenas de aquella noche en la que creí haber matado a Tom se pasaban por mis ojos como si diapositivas se tratase. Sin embargo, no me acordaba de ese momento porque cuando desperté lo había olvidado todo... Tom había hecho que lo olvidase.

De repente, toda la habitación se volvió oscura. Sentía mi cuerpo flotar entre nubes, nubes con pinchos que se clavaban en mi piel y me hacía sangrar. Lo que antes era de un color oscuro ahora era rojo, ese rojo intenso que me encantaba pero que demostraba el color del mismísimo infierno.

La sangre se escurría entre mis piernas lentamente pero sin cesar. Era tan hermoso como hipnotizante, me gustaba. Llevé mis manos a mi barriga, quizás mi pequeño monstruito tuviese hambre pero no había nada. Había dejado de sentirlo. Me sentía vacía, muy vacía, como si me hubiesen arrancado un trozo de mí.

By Tom


Llamé a casa por milésima vez. Nadie se había puesto en contacto conmigo aún para decirme que habían encontrado a Lilith, que estaba bien y que venían para casa. ¡¿Es que acaso estos gilipollas no sabían hacer su trabajo?! ¡Qué pregunta tan estúpida! Por supuesto que no, si lo hubiesen sabido hacer, Lilith no se les habría escapado.

-¡Tom!- Bill entró como un loco en mi habitación.- ¡La han encontrado!- Me levanté de la cama como un loco, bueno, como lo que era.

-¡¿Dónde está?! ¡¿Está bien?! ¡¿Cómo está el bicho?!- No podía más, necesitaba verla, simplemente verla llorar y abrazarse a mí de lo asustada que había estado, que me dijese que me quería y todo volvería a ser como antes.

-No, simplemente la han localizado. Está en un pueblo del sur de Francia. Ya hemos mandado gente a por ella.- Bill se sentó en la cama con las manos en la cabeza, también había sido una semana difícil para él.- La tiene Adam, no saben si puede estar viva o muerta o si el bebé estará bien.- ¿Muerta? La simple palabra me ponía enfermo. Ese hijo de puta la tenía, de eso no tenía duda pero dudaba mucho que la matase. Ese perro estaba enamorado de ella, hasta tal punto que había desobedecido las órdenes de su padre.

-¿Dónde está?- Bill me miró de reojo. Sabía que no me diría nada sobre dónde encontraba ese cabrón.- Bill, por las buenas o por las malas.- Se removió el pelo con las manos, pensando quizás si debía contármelo o no.

-Lyon.- Esta vez fue demasiado fácil sacarle la información aunque suponía que era porque mi gemelo estaba tan desesperado como yo por saber si Lilith estaría bien.- Tom, por favor, no hagas ninguna locura y por supuesto, no la tortures por lo que hizo. Estará débil y aturdida.- Asentí, no le diría nada de momento. Sólo quería matar a ese hijo de puta y hacerme un puto collar con sus tripas.


[…]


Estaba plantado en frente de aquella casa abandonada hecha de madera. Era fácil escuchar el crujir del suelo bajo los pies de aquel perro. Sí, olía perfectamente a Adam, sabía que estaba allí pero sin embargo, no había rastro de Lilith. ¿Y si se la había llevado a otro sitio? No me extrañaría que supiera que la estábamos buscando...

Me acerqué un poco más a aquel lugar. Si no era rápido, posiblemente Adam se percatase de mi presencia. Miré a una ventana de las del piso de arriba, si me concentrase quizás podría sentir al bicho ya que tenía una presencia mucho más fuerte que la de Lilith... Nada, no había nada.

Trepé hasta un árbol con la intención de saltar hacia aquella ventana pero tenía que hacerlo con cuidado porque dudaba que Adam no se diese cuenta de que yo ya estaba ahí.

Respiré hondo y salté. Desde la copa del árbol se podía ver algo más. Una cortinas verde oscuro tapaban la que se escondía tras esa habitación en medio de aquel silencioso bosque.

Dí un salto más y me pegué a la ventana como una lapa. Por mucho que ponía mi oído junto a la fachada seguía sin oír nada y me estaba desesperando por momentos. Si Lilith no se encontraba aquí, ¿dónde demonios estaba?

La ventana estaba abierta cuyas cortinas se metían al interior de la habitación balanceadas por el viento de la mañana. Respiré hondo de nuevo como si sirviera para algo, y entré en aquel lugar apenas iluminado por una leve bombilla.

La imagen que tenía ante mis ojos era desgarradora. Un tubo transparente salía de su brazo y desembocaba en una especie de cubo a la cabecera de la cama. Cada gota de su sangre caía silenciosamente, provocando que un pequeño “plof” interrumpiera el silencio sepulcral que me estaba torturando.

Acaricié su dulce rostro, frío como el hielo sin ninguna reacción de su parte. ¿Estaba muerta? ¿Ese hijo de puta la había matado? Llevé una de mis manos temblorosas hacia su barriga cubierta por una sábana. No había rastro del bicho, ni un sólo rastro de lo que me había transmitido días atrás. En ese momento, sentí como si todo el peso del mundo cayera sobre mis espaldas, tan fuerte y doloroso que mis rodillas se hundieron en aquel suelo de madera. No podía mover ni un músculo, ni siquiera pestañear para terminar de creérmelo.

De repente, la habitación pareció iluminarse cuando Lilith entreabrió los ojos. Sus pupilas se habían vuelto casi blancas lo que demostraba que se estaba quedando sin sangre, esas pupilas se dirigieron hacia a mí débilmente.

-El... demonio...- Me quedé impactado ante esa frase. ¿Era yo el demonio? Claro que lo era pero debería de haberse puesto contenta o empezar a llorar como acostumbraba.

-¿Estás bien?- Dije en un susurro de voz. Adam aún no se había percatado de mi presencia.

-Lo... mataste...- Sus ojos volvieron a cerrarse y una fina lágrima se perdió en su pelo. Tenía que quitarle ese tubo y darle mi sangre o moriría así que colé una mano por su cabeza y la incliné. Un mordisco en mi muñeca bastó para que mi sangre saliera a borbotones y ni un sólo segundo bastó para que se hallase en la boca de Lilith.

-Vaya, Tom, no te esperaba por aquí.- Su repulsiva voz y su tono de arrogancia no me alejaron de ella. Tenía que darle la sangre suficiente para que fuese capaz de reanimarse pero no tanta que me dejase sin fuerzas para matar a ese cabrón.- ¡Aléjate de ella!- Me apartó de ella con tanta fuerza que hizo que me estrellase con la pared de detrás.- ¡¿Qué te crees que estás haciendo?!- Me puse de pie enseguida sin apartar la vista del cuerpo de Lilith. Contra más la veía más odio y repulsión sentía por Adam.

-No, ¿qué estás haciendo tú?- Clavé mis ojos en los suyos, haciendo que éste diese un paso atrás.- Decías que la amabas y estás matándola, no lo entiendo.- Sus ojos se achinaron y me miraron desafiantes. ¿A qué estaba jugando?

-La estoy salvando de que acabes con su vida. ¿Crees que no sé que tenía un puto demonio creciendo dentro de ella?- La sangre me empezó a hervir de tal manera que las voces volvieron. Me repetían incansables que era el momento de matar a ese hijo de puta, sacarle el corazón y comérmelo.

-¿Qué mierda has hecho?- Intenté mantener la calma pero ya era tarde. Las voces se habían apoderado de mí, estaba ciego de ira y necesitaba bañarme en la sangre de ese hijo de la grandísima puta.- ¡¿Qué mierdas has hecho?!- Me avalancé a por él como si me tratase de un león hambriento. Su cuello entre mis manos se hacía cada vez más pequeño. Quería matarlo aquí mismo, no podía esperar ni un segundo más.

-Ma... Máta... me pe... pero ya... es... tar... tarde.- No quería oírlo, no controlaba mis manos. Apretaban y apretaban, viendo como los ojos de Adam se estaban empezando a poner rojos y su cara azul. Le arrancaría la cabeza de esta forma y luego me la pondría de llavero.- Li... Lilith... lo sa... sabe to... todo.- ¿Qué sabía? ¡¿De qué estaba hablando?!

Esta incertidumbre me desorientaba y sólo hacía que me pusiese más furioso por eso apreté con más fuerza hasta que las venas de sus ojos explotaron. Vi como la parte blanca se volvía de un color rojo intenso a la vez que el gritaba pero, qué más daba. Me gustaba escucharlo gritar, sentir como yo era el dueño de su vida, como poco a poco sus pulmones dejaban de coger aire y como su corazón se paraba lentamente.

-¡Basta, Tom!- Su voz hizo que parase al instante. Mis manos se quedaron sin fuerza y cayeron a ambos lados de mi cuerpo mientras Adam caía al suelo ante mis ojos. Me volví despacio y allí estaba de pie, con el cuerpo cubierto apenas por una sábana.

-Lilith...- Dí un paso hacia a adelante pero algo me paró. Las sábanas se empezaron a bañar de sangre. Era imposible dejar de mirar ese increíble espectáculo... Ella se llevó las manos a la barriga como si le doliese y entonces se percató.

-Se va...- Dijo en un susurro.



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