Capítulo 10
Capítulo 10
Abrí los ojos lentamente esperando el ansiado roce de sus labios. En
lugar de eso, me encontré tirada en la cama de mi habitación. No sabía cómo
había llegado a parar allí.
Su sudadera me cubría parte del cuerpo y su olor aún permanecía en
ella. Estaba confusa porque no entendía qué había pasado. Después de lo
sucedido con aquellos tipos, nos metimos en el coche y de lo que ocurrió
después, no me acordaba. Ese sueño había sido de lo más extraño. Me sentía
asquerosa soñando esas cosas y más si eran con él.
Decidí vestirme y bajar. Llevaba sin comer desde las doce del mediodía
y ya eran las cinco de la tarde y no había probado bocado.
La casa estaba en silencio, un silencio que asustaba, tenebroso y
tétrico. La verdad es que cuando la casa estaba sola y oscura como en este
momento daba miedo.
Jamás me había fijado en la enorme foto que se encontraba presidiendo
el enorme salón. No era una imagen que pasara desapercibida fácilmente. En ella
se encontraba Simone, con ropa un poco antigua, Bill y Tom con el mismo aspecto
que su madre y un señor que su simple fotografía imponía respeto. ¿Quién sería?
Podría ser su padre ya que se parecían muchísimo, sobretodo en los ojos.
Dejé de mirar el cuadro y entré en la cocina. En esa parte de la casa
ya me habían pasado la mayoría de las cosas más "espeluznantes" (por
llamarlo de alguna manera). Al parecer, no había nadie en la casa y eso me daba
más tranquilidad para campar a mis anchas por ella. Me dirigí a la nevera a
buscar algo que llevarme al estómago. Me preparé un sanwich y me fui al salón a
comérmelo. Me dí cuenta que había una enorme televisión de plasma de por lo
menos cien pulgadas, de las cuales, no estaba muy segura si existían tantas. Me
vi tentada a encenderla y empecé a buscar el mando a distancia. Busqué debajo
del sofá, entre los cojines, debajo de la mesa y en todos los sitios posibles
en los que pudiera estar un mando a distancia. Desistí en mi búsqueda después
de estar quince minutos buscando el dichoso aparato. Al levantarme, me golpeé
en la cabeza con la mesa. Mi grito se escuchó en toda la casa y no era para
menos. Salí de debajo y me llevé la mano a la cabeza. Me saldría un gran
chichón... Mi sorpresa fue el sentir una mano ya en mi cabeza, una mano que no era
la mía, por supuesto.
-Mira que eres torpe.- Una voz dulce, casi melódica, se oyó detrás de
mí. Me giré al descubrir al dueño de tan preciosa risa.
-¡Me has asustado, Bill!- Estaba con la misma ropa que esta mañana. Su
pelo, su sonrisa, su...todo era perfecto. Desde mi posición, sentada en el
suelo, él parecía un gigante aunque sin estar así también lo era.
-Lo siento. ¿Estás bien?- Me tendió una mano para ayudar a levantarme.
-Sí. Es que estaba buscando el mando de la tele, me agaché y...- Sus
labios me silenciaron. Mis ojos estaban muy abiertos debido a la impresión de
su acto. Pude ver sus ojos cerrados y perfectamente maquillados, transmitiendo
una tranquilidad propia de él.
Cerré los míos yo también, buscando ese sentimiento que me provocaba cada
vez que estábamos cerca. Sus manos rodearon mi cintura y las mías se posaron,
con miedo, alrededor de su cuello. Me tenía que empinar para poder llegar hasta
él y por lo visto se dio cuenta, ya que
se bajó un poco hasta estar ambos en una altura cómoda para los dos.
Su lengua se abrió paso entre mi boca, entrando y jugando con la mía en
un duelo que no quería que se acabase nunca. Tenía calor, mucha calor y ganas
de...sexo. Sí, unas ganas impresionantes. Nunca había sentido eso porque nunca
me había hecho falta. Abrí los ojos lentamente para romper ese mágico momento
pero mi sorpresa fue tal al descubrir que no era Bill quien me besaba sino él.
Lo empujé con las fuerzas, que en ese momento tenía, apartándolo de mí lo más
lejos posible.
-¿¡Qué estás haciendo!?- Le grité. Cerré los ojos lo más fuerte que
pude para controlar mi rabia.
-¿He hecho algo que te haya molestado?- Abrí los ojos de nuevo. No era
Tom, alias el Vampiro Asesino, sino Bill. Me miraba confuso y tocándose la
cabeza en plan "qué le pasa a la loca esta".
-No, es que...yo no...y entonces...- Me intentaba disculpar dentro de
la vergüenza que sentía en ese momento, uno de esos en lo que te gustaría
desaparecer en ese instante.
-¿Qué?- Ahora sí que estaba perdido. Veía que tenía unas ganas de
reírse impresionantes pero aguantaba por educación.
-¿Por qué paráis ahora? Ya que había ido a hacerme palomitas para la
peli porno...- Miedo, tensión, escalofríos, pánico, pavor,... Me faltarían
sustantivos para describir todo lo que sentía en esos momentos. Estaba sentado
en el sofá con un bol de palomitas en los brazos y con mi sanwich. ¿Cómo había
llagado hasta allí sin que nos diéramos cuenta?
-No seas cerdo, Tom.- Bill resopló y negó con la cabeza.- No estábamos
haciendo nada malo, ¿verdad?- Me miró y me guiñó un ojos en señal de
complicidad. Yo, más tiesa que un palo, negué con la cabeza efusivamente.
-Claaaaro. Llego dos minutos más tarde y os pillo follando como
conejos.- Le tiró un bocado enorme a la que era mi merienda y me miró. Una mirada
cargada de odio, rencor, incluso de rabia que congeló cada célula de mi cuerpo.
-Tú lo que estás es celoso.- Dijo Bill para picarlo.
-Antes me lo hago con un donut.- Y se quedó tan a gusto. A una mujer un
comentario de ese tipo le ofendería y yo, no era menos. No era que me
apeteciera hacerlo con él, en absoluto, pero no tenía derecho a insultarme de
tal manera.
-Yo también lo haría antes con un lápiz que contigo aunque pensándolo
despacio no tiene que haber mucha diferencia entre un lápiz y eso.-Dije
señalando a su entrepierna. Su cara cambió de tranquilidad a "te voy a
destripar" en cero coma dos. Le había tocado su orgullo y eso le había
dolido más que cualquier golpe que se podría haber llevado por mi parte. Un
enorme silencio inundó el salón.
-Jajajajajajaja... ¡Qué me meooo!... jajajajaja- Bill había estallado
en carcajadas y roto el ambiente tan cargado que se había formado. Se agarraba
la barriga con una mano y con la otra se secaba las lágrimas que salían de sus
ojos debido a la risa.
En un abrir y cerrar de ojos, dejé de sentir el suelo bajo mis pies
para sentir la mano de Tom agarrarme por el cuello con una fuerza sobrehumana.
Estaba a una cabeza por encima de él. Sus ojos estaban rojos y pude apreciar
sus blancos y brillantes colmillos sobresalir se su boca al sonreír de esa
manera tan descabellada que tenía.
Si no fuera porque mi corazón no latía, ya hubiera entrado en un paro
cardíaco. Agarré con mis dos manos la suya que me sujetaba con fuerza el
cuello.
-Ba...bája...bájame.- Empecé a patalear en el aire intentando librarme
de su agarre. Parecía estar disfrutando de este momento. No era la primera vez
que le veía sonreír mientras yo sufría.
-No puedes hablar de algo que no has visto.- Me hablaba como si lo
estuviera haciendo a una niña de cinco años.
-No me hace falta verla para saberlo.- Contraataqué.
-Escúchame bien. Tengo una polla que atravesaría tu delicado y débil
cuerpecito de un lado a otro de una sola embestida. ¿Lo entiendes o te hago un
dibujito?- Abrí los ojos tanto como pude de la impresión. Ni en un millón de
años me hubiera imaginado esa respuesta por su parte aunque viniendo de él
ninguna de las respuestas que me daba me las esperaba.
-Eres un cerdo.
-Cuando quieras te demuestro lo que es capaz de hacer mi
"lápiz".
-¡Thomas Kaulitz! ¡Bájala ahora mismo!- Una voz femenina resonó en toda
la sala. Simone había llegado cargada de bolsas acompañada de Mara, que se nos
quedó mirando con sorpresa. Tom me soltó con brusquedad en el suelo y se giró a
ver a su madre. Yo, sin embargo, preferí echar mano a mi garganta dolorida.-
¿Se puede saber qué estabas haciendo?
-Darle clases de... anatomía.- ¡Y se cachondeaba el muy gilipollas!
-¿¡De anatomía!? ¡Eres un cerdo asqueroso!- Estallé. Simone y Mara me
miraron escandalizadas y Tom simplemente se limitó a sonreír de esa manera tan
cínica.
-¿Ves, mamá? Se lleva todo el día así... y luego el malo soy yo.- Ahora
ponía cara de bueno. Sería...
-¡Me da igual!- Sentenció Simone. Parecía mosqueada y según lo que me
dijo un día Mara, cuando Simone se enfadaba había que hacerle caso a todo lo
que decía porque daba miedo cuando se ponía así. Ahora sabía a quien se parecía
el "Vampiro Asesino"...- ¡Bill, para de reírte!- Bill aún
permanecía en el suelo muerto de risa.-
Quedaos los dos aquí. Mara y Elizabeth podéis iros.- Las dos asentimos casi a
la vez. Cuando Mara pasó por al lado de Bill, le dio un codazo al que él
respondió con una sonrisa increíblemente sexy.
Las dos salimos de allí hacia nuestras respectivas habitaciones. Las
reacciones de Tom me dejaban bastante aturdida. ¿Qué se supone que pretendía
actuando de esa manera? Un día estaba para echarle la comida de lejos y al otro
se relacionaba y todo. Bill era tan diferente a él. Eran hermanos gemelos de
eso no había duda, incluso los había pillado más de una vez con los mismos
gestos y expresiones pero eso no quitaba de que no se parecieran en nada en
personalidad. Bill era dulce, amable, sensible, educado, responsable,... y Tom
era todo lo contrario aunque si mal no recordaba, cuando vinimos de la
universidad, íbamos en coche y luego me quedé dormida y me desperté en mi cama.
Sólo él me podría haber llevado o habría sido capaz de haberme dejado en el
coche y mandar a las criadas que me llevasen a la habitación...
Tenía que evitar que me tratase así pero aunque me lo había propuesto a
mí misma días atrás, era imposible. Su simple mirada, contacto o cualquier cosa
que tuviera que ver con él despertaba algo extraño en mí. Lo que había colmado
el vaso fue el sueño que había tenido. Reconocía que el simple hecho de que no
hubiera sido verdad sino un sueño, me cabreaba, no por no haberle besado sino
por la duda de cómo tenía que ser hacerlo. En mi sueño se mostraba tan
diferente, como si no fuera el Tom al que estaba acostumbrada. Y por otro lado,
también tenía que reconocer que me asqueaba pensar esas cosas. Parecía que poco
a poco se me estaba olvidando odiarle pero eso no pasaría nunca. Él me había
convertido en algo en lo que en estos momentos no estaba segura el que era. Al
ver películas y series sobre vampiros mis ideas sobre ellos eran las que
observaba en ellas, pero ahora era todo muy diferente, lo único que era más o
menos igual era el hecho de que bebían sangre y que tenían mucha fuerza (cosa
que pude comprobar repetidas veces gracias a Tom). Ni la luz del Sol ni nada
por estilo correspondían con la realidad por eso me encontraba tan perdida. Sí
era cierto que Mara me había explicado algunas cosas pero no las suficientes
para saber muy bien como reaccionar ante diferentes circunstancias. Otra de las
cosas que no entendía era que mi virginidad fuese tan importante en la casa. Ya
sabía que ser virgen a mi edad ya no se veía pero de eso a ser el único tema de
conversación en la casa me preocupaba. El sexo no había sido algo que me llamara
demasiado la atención pero era uno de los instintos que Mara me dijo que
notaría más y el cual, junto a la sed de sangre, básico para la supervivencia.
¿Se supone que a partir de ahora mi vida se centraría en comer y hacer el amor
todo el día? ¡Pues vaya mierda de vida me esperaba!
Abrí la puerta de mi habitación después de despedirme de Mara. La
habitación estaba igual que yo la había dejado menos por la cama, que estaba
hecha, algo que no duraría mucho puesto que me volví a tirar. Necesitaba
aclarar ciertas cosas que me rondaban la cabeza. Primero, ¿Qué me estaba
pasando con Bill? Me desconcertaba también. ¿Por qué me besaba? ¿Yo le gustaba
o simplemente se estaba aprovechando de mí? Veía incapaz a Bill de hacer eso y
también de que yo pudiera gustarle. Bill podía conseguir a cualquier chica que
quisiese y yo era demasiado poco para él. Me estaba empezando a dar miedo el
que un día me llegase a enamorar de él. Yo no merecía tener a un chico como él
a mi lado porque se terminaría aburriendo y yéndose con otra como lo hizo Jake.
Mi estómago rugió como si llevara años sin comer. Con eso del mano de
la tele y lo sucedido después me había olvidado de comer. Llevaba mucho tiempo
sin hacerlo y tampoco había bebido nada. Esta mañana había cometido la inmensa
estupidez de irme hacia una fuente de agua en la universidad para beber agua.
Habría sido una locura ponerme a beber agua y retorcerme en el suelo instantes
después de hacerlo debido al dolor.
Me levanté de nuevo de la cama y me dispuse a bajar de nuevo para la
cocina. Mi sanwich había sido devorado por Tom y yo me había quedado sin
tirarle un mísero mordisquito. ¡Dios! Sólo pensar en comida se me hacía la boca
agua. Quizás si comía mucho ahora, luego no tendría que cenar con todos ellos y
así podría evitar las continuas miradas del Vampiro Asesino. Sí, eso haría, me
hartaría de comer y luego sólo tendría que ducharme y meterme en la cama.
Entré en la cocina y repetí las mismas acciones que hice antes. Pan,
jamón, queso, lechuga...sangre. Tenía mucha sed pero el beber sangre por
voluntad propia aun me costaba. Abrí el frigorífico y levanté la tapa que
ocultaba las botellas repletas del líquido rojo. Cogí una, un vaso y vertí un
poco de su contenido en él. Mis ojos miraban detenidamente como la sangre se
amoldaba perfectamente al vaso, obteniendo así la forma de éste. Mientras mi
mente decidía si beber o no, unos gritos provenientes del salón se escucharon.
Era la voz de Simone y parecía estar llorando. No quería escuchar el motivo de
sus lloros pero era imposible no hacerlo hasta la siguiente casa, que estaba a
unos dos kilómetros de esta, se enteraría.
-¡¿Crees que yo no me arrepentí?! ¡Tenía miedo!- A Simone apenas
se le entendía lo que decía. Sus gritos me helaban el cuerpo. Me producían
tristeza y dolor.
-¡¿Y esperas a decírnoslo ahora?! ¿¡Después de más de doscientos
años nos lo sueltas?! ¡¿Qué se supone que tengo que hacer ahora, mamá?! ¡¿Tengo
que convertir a otra estúpida humana?!- La voz de Tom produjo un inmenso
silencio en el que ni los lloros de Simone se escuchaban. ¿Qué era eso de
convertir a otra humana? El hambre había desaparecido para dar paso a mi
interés por esa conversación. Quizá así me enterara por qué me convirtió. Me
dirigí a la pared de la cocina que daba al salón por el otro lado para escuchar
mejor.
-Tom, relájate.- Bill habló para tranquilizar las cosas.- Tampoco
es para tanto. Desde el primer momento que la vi supe que era especial.
-¿Qué coño me estás contando, Bill? ¡Pretendías follártela! Si llego
más tarde os pillo dándole al tema.- ¿¡Estaban hablando de mí!?
-¡No! Debo reconocer que me atrajo desde el primer momento que la vi
pero eso es debido a lo que es. No digas estupideces, Tom. - Bill parecía
enfadado.
-Una cosa no quita a la otra. Sabéis que está permitido...- La
voz de Simone parecía más tranquila que antes. No estaba entendiendo nada de lo
que hablaban pero ¿a qué venía lo que había pasado con Bill?
-Él sabía quién era cuando me la adjudicó, ¿verdad? ¡Lo tenía todo
planeado!- El golpe de algo al estrellarse con el suelo, me asustó. Tom
estaba muy enfadado.
-Sabes que debes mantener el Vínculo de Sangre, Tom.
-No con ella.
-Mañana irás a hablar con tu padre y se lo dirás aunque no creo que
le haga mucha gracia.- Ahora Simone parecía preocupada. ¿Cómo sería el
padre de los gemelos? No estaba segura si todavía estaba vivo ya que Simone
estaba con Gordon, pero claro una cosa no quitaba a la otra.
-Está claro que las relaciones entre hermanos no funcionan...-
Tras esa declaración por parte del Vampiro Asesino, se escuchó el tremendo
portazo que debió dar al irse porque su voz no se volvió a escuchar.
Después de eso, ya no volví a escuchar nada más. No entendí nada de lo
que estuvieron hablando. ¿Qué era eso del Vínculo de Sangre? Tom parecía muy
enfadado por el tema y Simone muy apenada por ello. ¿Qué se supone que estaba
pasando? Me daba muchísima rabia el no entender nada de lo que pasaba y sabía
de sobra que no me contarían nada. No era que me importarse demasiado pero algo
me decía que yo tenía algo que ver.
Me senté en la silla para comer. El hambre prácticamente había
desaparecido. Mi confusión crecía por momentos pero no quería pensar mucho en
ello. No era algo en lo que yo me debiera de meter porque no me importaba.
¿Pero a quién pretendía engañar? Claro que me importaba. Tenía la sensación de
que estaban hablando de algo referido con convertir y yo quería saber por qué
me había convertido, por qué él y por qué tanto misterio en esta casa.
La puerta de la cocina se abrió de un fuerte golpe. Me volví asustada para
ver quién era el autor de dicho estruendo. Simone respiraba agitada, como si le
faltara el aire. Su dulce rostro se había convertido en miedo y tristeza. Me
miró al darse cuenta de mi presencia. Se me cayó el alma al suelo cuando vi sus
ojos enrojecidos de haber estado llorando y la dulce sonrisa que me dedicó sin
apenas ganas.
-No sabía que estabas aquí.- Su voz sonaba ronca. Se sentó en la silla
que estaba a mi lado. Habría jurado que le costaba hasta andar. Su cuerpo cayó
desplomado en la silla como si no se hubiera sentado en años.
-¿Estás bien?- Opté por preguntarle. Quizás necesitara a alguien con
quien desahogarse.
-Sí, cielo. No te preocupes.- Volvió a sonreír con pesadez.- ¿Qué
estabas haciendo?
-Iba a comer. Tenía hambre.- Me entraron unas ganas de correr y
abrazarla enormes. Se veía tan triste...
-¿¡Pensabas tomarte eso frío!?- Su dedo señaló el vaso que había
enfrente. Se escandalizó al observarlo.- Incluso se te ha coagulado...- Empezó
a reírse. Ya no sabía si era por el vaso o por simplemente ocultar su dolor.
-Sí...bueno...Tenía sed. ¿No se hace así?- Otra vez la dichosa
sensación de sentirme estúpida.
-Voy a tirar esto.- Cogió el vaso y lo echó en el fregadero. Sus pasos
eran lentos pero no tanto como segundos antes. Abrí la nevera y volvió a echar
sangre en el vaso y lo metió en el microondas. En un minuto sacó el vaso y me
lo puso delante.- Hay que ponerlo a 36º C así sabrá mejor.
-36º C...La temperatura del cuerpo humano...- Susurré para mí misma
aunque ella pareció enterarse. Cogí el vaso y bebí un poco. Sin duda sabía
mucho mejor que la primera vez. Tenía un sabor imposible de describir, incluso
pude sentir como recorría mi cuerpo, proporcionándome una sensación jamás
experimentada con otra cosa. Mi ojos y mi cuerpo ardían en un inmenso calor.
Cuando me dí cuenta, Simone ya no estaba. Se había ido y ni siquiera
había podido darle las gracias por todo. Quería hablar con ella porque sabía
que estaba mal pero se había esfumado antes que pudiera hacerlo.
Me terminé mi merienda/cena y me fui a mi habitación. Necesitaba una
ducha o un baño para poder relajarme. Hoy había sido un día duro y me había
sobrepasado todo.
Después de llenar la bañera hasta arriba y desnudarme, me metí en ella.
El agua estaba perfecta y la calor que me proporcionaba era mucho mejor. Mi
cabeza no dudó en darle vueltas a la discusión que habían mantenido Simone,
Bill y Tom. ¿De qué se supone que estaban hablando? Quizás fuese una pelea
entre madre e hijos pero por otro lado, parecía mucho más fuerte que eso. También
había que tener en cuenta el fuerte carácter de Tom. Le había hablado fatal a
su madre y a Bill. Sin duda era más grosero y maleducado de lo que yo suponía.
Cientos de interrogantes se formaban en mi cabeza... ¿Qué les había dicho
Simone para que se pusieran así?, ¿Por qué Tom tendría que convertir a otra
persona?¿Qué tiene que ver lo que había pasado con Bill esta tarde?, ¿Qué era
eso del Vínculo de Sangre?, ¿Quién era y dónde estaba el padre de Bill y Tom? y
una larga lista de preguntas, todas ellas sin respuestas. Hundí mi cabeza en el
agua con los ojos fuertemente apretados. Los abrí debajo y ¡veía!. Veía
perfectamente como si no estuviera en el agua. Veía y respiraba...bueno, no
respiraba porque simplemente, no lo hacía. Otra cosa que sabía que podía hacer
de una larga lista que aún no conocía.
Saqué la cabeza y la dejé caer en el borde de la bañera. Mis dedos ya
no se arrugaban ni mi aliento se mezclaba con el vapor del agua. Añoraba los
pequeños detalles de la vida que ya no podía hacer. Antes, no habría pensado
estas cosas ni siquiera hubiera sido conscientes de ellas. Ahora las cosas
habían cambiado. Mi pelo, mi cuerpo, mis ojos,...eran distintos. Me sentía
impotente ante esta situación. ¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Sentarme a
esperar que las cosas llegasen solas? Aunque fuese una locura, mi idea de irme
para Francia no había desaparecido. Lo que tenía que hacer era esperar el
momento indicado para salir de esta casa. No quería acostumbrarme a ellos ni a
esta vida. Todavía no podía creerme que los vampiros existieran y mucho menos
que yo fuera una de ellos. Debía reconocer que había cogido cariño a Mara,
Andreas, Simone, Gordon (aunque no hubiera tenido mucho trato con él), Bill
y... a Tom, no estaba muy segura. Le odiaba por lo que me había hecho y por
como me trataba pero había algo, algo que me impedía poder llegar más allá.
Claro que me habían entrado ganas de matarlo más de una vez cuando me trataba
mal pero había una conexión especial, algo que no sabría muy bien como definir.
Odiaba no saber que me pasaba porque cuando era humana estas cosas no me
sucedían...
Salí de la bañera y me puse el albornoz. Mara me lo compró el día de
las compras y de mi casi huida. Era blanco y suave. Me hubiera quedado horas y
horas tocándolo de no ser por la llamada de Andreas.
-Elizabeth, ¿puedo pasar?- Tocó la puerta con golpes secos.
-Pasa.- La puerta se abrió tras el chirriante sonido de las clavijas
dejándome ver a Andreas.
-¿No bajas a cenar?- Preguntó al verme con el albornoz todavía puesto.
-Ya he comido.
-¿Puedo quedarme? Es que yo no tengo mucha hambre.
-Claro. Ponte cómodo, yo voy a vestirme.- Me metí en el baño ya que mi
habitación estaba ocupada. Andreas parecía triste.
A los cinco minutos salí con mi mini-camisón que cómo no, también Mara
me había comprado. Era negro de tirantes y tapaba lo justo y necesario para que
no se viera nada.
Andreas estaba apoyado en la ventana fumándose un cigarro. Su mirada
estaba perdida en algún punto de afuera en medio de la noche. Su pelo rubio
platino casi blanco, llamaba mucho la atención. No era más alto que Tom o Bill
pero si que estaba más rellenito que el último (de Tom no tenía datos porque
siempre llevaba ropa ancha).
Me situé a su lado y me dejé caer en el alfeizar de la enorme ventana.
El humo del cigarrillo dibujaba ondas hipnotizantes en el aire. Nunca me había
fijado con atención en el frondoso bosque que rodeaba la casa. Había árboles de
un tamaño gigantesco con ramas que parecían alcanzar el mismo cielo y un camino
que conducía a alguna parte entre el bosque. ¿A dónde llevaría? Otra pregunta
sin respuesta dentro de mi cabeza.
Un coche pasó a toda velocidad por debajo de mi ventana. Era el
Cadillac de Tom. En un visto y no visto desapareció ante nuestros ojos.
-¿Dónde va? Es muy tarde.- Miré hacia mi izquierda para encontrarme a
Andreas. Sus ojos verdes brillaban muchísimo en la noche.
-A follarse a alguna. ¿Te interesa?- Levantó una ceja interrogante.
¿Qué si me interesaba? Pues no...demasiado.
-No. Pero mañana hay que ir a la universidad...- Lo dejé en el aire
esperando una contestación del rubio.
-¿Y? Mañana estará fresco como una lechuga. Cada vez que está mosqueado
o estresado, se va a su garito favorito a tirarse a alguna. Yo odio cuando se
pone así. Paga el cabreo con todo el mundo como si nosotros tuviéramos la culpa
de que las cosas no salgan como él quiere.- Arrugó el entrecejo como si se
estuviera acordando de algo que no le gustara.
-¿Qué has estado haciendo estos días? No te he visto.- Decidí cambiar
de tema porque este parecía no agradarle demasiado. Me miró extrañado por mi
pregunta.
-Pues...estudiar. Mañana tengo un examen de bioquímica y como no
apruebe Simone me mata. No me gusta esa asignatura y mucho menos la profesora
que la imparte. Va de guay por la vida como diciendo "Yo me como el
mundo" y no me extraña que lo diga, tiene un culo que no es sólo de
haberse comido la Tierra sino también a Marte...- Este chaval cuando le daba
por hablar no paraba. Yo asentía como
los perritos que se pones detrás de los coches sin prestarle mucha atención.-
Así que me tiene manía...- Miró de nuevo hacia el bosque.- Vaya...- Sus ojos se
achinaron intentando visualizar algo. Yo lo imité. Mis ojos no daban crédito a
lo que veían. Bill y Mara se estaban besando de una manera "pasional".
Sentí como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago. Por un
momento pensé en dejar de mirar pero era imposible. Sus cuerpos estaban muy
pegados. La manos de Bill agarraban el trasero de Mara y ésta rodeaba a Bill
con sus brazos. De repente, Mara deshizo el agarre y se puso de rodillas frente
a Bill. Me imaginaba lo que pasaría después.
-Será mejor que nos metamos dentro.- Andreas me agarró del brazo y
cerró la ventana. Parecía que la situación no le incomodaba ni le cogía por
sorpresa.- Yo no sé para qué están las habitaciones...- Se tiró en mi cama con
las manos detrás de la cabeza. Yo, sin embargo, me había quedado donde él me
había llevado. ¿Qué era eso que acababa de ver? Bill y Mara se estaban
besando...-¿Estás bien?- Andreas se reincorporó, quedándose sentado sobre la
cama. Me miraba preocupado.
-Sí...sólo...no me lo esperaba.- Intentaba ordenar los pensamientos
dentro de mi cabeza. Lo que había visto era demasiado.
-¿No sabías que Bill y Mara estaban juntos?- Algo dentro de mí se
rompió después de la pregunta de Andreas. Me sentí humillada, vacía y estúpida.
Las mismas sensaciones que experimenté cuando pillé a Jake con mi mejor amiga.
Sabía que yo no podía gustarle a Bill. Él era perfecto y yo no era nada
comparada con él. Pero lo que más me dolía era que me había engañado. No me
había dicho que estaba con ella, me había besado y si no llego a parar, a saber
qué más hubiera pasado. Confiaba en Bill y ahora estaba sola porque él era mi
único apoyo moral en la casa.- ¿Elizabeth?
-Lo siento. ¿Hace cuánto que están juntos? Ni Bill ni Mara me habían
dicho nada.
-Unos diez años. En realidad no es nada serio. Pueden acostarse con
quien ellos quieran en un momento dado pero nunca lo hacen. Entre ellos hay
algo más. Tienen una relación abierta, por así decirlo aunque Bill sólo se
acuesta con ella y ella con Bill pero les gusta darse celos mutuamente.- ¿¡Diez
años!? ¿Entonces yo había sido la muñequita de Bill para poner celosa a Mara?
Tocada y hundida, así me sentía. Cuando dije que Bill no se parecía en nada a
Tom, me equivocaba, eran idénticos. Tom te atacaba a la cara y Bill a la
espalda y de las dos formas me dolía.
-Bueno...Yo me voy ya que querrás descansar.- Andreas se levantó de la
cama, me dio un beso en la mejilla y tras un "Buenas noches", se fue.
Me metí en la cama y me tapé hasta la cabeza. Esta noche tampoco
dormiría pensando en lo estúpida que había sido creyendo a Bill. Había jugado
conmigo y yo le había seguido. Existía la posibilidad de que él no hubiese
querido nada conmigo, que simplemente haya sido su manera de ser. El dar besos
en los labios, el tratarme tan bien, quizás sólo hubiera sido la forma de
hacerme sentir cómoda entre ellos. Fuera lo que fuese, la única tonta, era yo.
Al paso que iba me metería a monja.
¿Habría monjas entre los vampiros?
Hola, he seguido esta serie desde hace muuuchisimo tiempo, y es la mejor de todas, pero creo que es un poco tedioso leer así, deberían crear un documento pdf con todos los capítulos....
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