Capítulo 48
Capítulo 48
By Lilith
Navidad, ese día del año en el que la familia se reunía para estar
junta y darse regalos. Una ocasión para pasarlo bien junto a los tuyos y
disfrutar de las pequeñas cosas que hacen la vida un poco más amena. Sí, eso
era la Navidad para el resto de personas que no tuvieran el apellido Kaulitz
porque para éstos, entre los que me incluía, la mañana de este día festivo
significaba dormir hasta que cayese el Sol.
Eran las nueve de la mañana del día de Navidad y como todos los años
antes de estar con mi verdadera familia, mis ojos ya se habían abierto ansiosos
de ver aquello que me hubiese traído Santa Claus. En lugar de eso, lo único que
alcanzaba a contemplar era a Tom dándome la espalda en la cama. No estaba
diciendo que me gustasen más los regalos que esta increíble vista pero
reconocía que extrañaba esos momentos de euforia por la mañana.
-Duérmete.- Me asusté al escuchar la voz de Tom en el silencio de la
habitación. ¿Cómo se había dado cuenta
si me estaba dando la espalda en la cama?
-No puedo dormir.- Dije con cuidado de no hacer tanto ruido.- ¿Tú
tampoco puedes?- Pregunté ya que él no estaba dormido.
-Me has despertado.- Contestó esta vez con un tono más bajo.
-¿Cómo te voy a haber despertado si ni siquiera me he movido?- Esperaba
con ansias la respuesta que pudiera darle a mi pregunta ya que las
contestaciones de Tom parecían haber estado elaboradas desde antes de que yo
formulara las preguntas. De todas formas, llevaba despierta desde que él se
metió en la cama porque a diferencia de Tom, a mí sí que me había desvelado.
Había llegado sobre las seis de la mañana, a escasos minutos antes de que
amaneciera. Este comportamiento se había estado repitiendo desde ayer. Después
de haber llegado de ir de compras con Cintia, él ya no estaba.- ¿Tom? ¿Te has
dormido ya?- Dije al no recibir mi ansiada respuesta después de un largo
silencio.- Tonto...- Esta vez sí que me moví para darle yo también la espalda.
Ahora que lo pensaba, estaba deseando que todos estuviesen despiertos
para darles los regalos que les abría comprado. Me moría de ganas por ver sus
caras al verlos. Era cierto que nosotros nunca habíamos celebrado la Navidad
pero este podría ser un buen momento para empezar a hacerlo porque al fin y al
cabo, ¿no eran estas fiestas en un principio paganas?
-¿Por qué no me dijiste que te desmayaste?- No, no estaba dormido.
¿Había estado todo este tiempo pensando esa pregunta?
-No fue nada.- Contesté sin darle importancia. Los mareos se habían
repetido de vez en cuando pero sólo cuando hacía algún que otro movimiento
brusco.
-Ya te dije que todo tenía que pasar por mí.- Sonó amenazador, lo
suficiente para sentir como el regocijo de los regalos se esfumaba con sus
palabras.
-¿Cuándo se supone que te lo tendría que haber dicho? ¿Antes de irte,
cuando aún estoy dormida, o cuándo llegas antes de que amanezca?- Noté como la
cama se movió y la posterior mirada de Tom clavada en mi nuca.- ¿Dónde has
estado?- La pregunta me costó formularla pero necesitaba hacérsela.
-¿Te preocupa?- ¡Claro que me preocupaba! Conociéndolo podría haber
estado en cualquier sitio, haciendo cosas que no me gustaba pensar.-
¿Desconfías de mí?- Su mano se posó en mi hombro y tiró de mí hasta que nos
encontramos cara a cara. Sus ojos estaban rojos, demostrando la verdad sobre su
repentino insomnio.
-No... No desconfío, es que me fastidia no pasar más tiempo contigo. Si
no es el hospital, son tus salidas nocturnas y nunca nos vemos.- Sus pupilas
recorrían mi rostro como si esperase alguna señal que éste pudiese darle.
-¿Tu problema es que quieres pasar más tiempo conmigo?- Asentí
esquivando su mirada. Verlo así daba auténtico miedo. Parecía una bestia
salvaje que esperaba el momento indicado para lanzarse a mi cuello.- Quizás
luego te arrepientas.
-Nunca me voy a arrepentir.- De pronto, sentí como su mano se posaba en
mi cara y descendía por mi cuello. Pese a que su piel estuviese helada, el
recorrido sobre la mía dejaba un camino de fuego por donde pasaba.- ¿Vas a
morderme?- Debía reconocer que tenía cierto miedo a que lo hiciese. Mis mareos
podían significar que estaba débil y que Tom bebiese mi sangre no ayudaría a
recuperarme.
-No siempre que te toque significa que quiera morderte o follarte.-
Sonreí ante tan... tan extraña confesión, que a su manera, era bonita. Su mano
se detuvo en mi barriga incapaz de seguir más abajo. Tom sonrió y cada vez que
lo hacía, me parecía más bonita que la vez anterior.- Duérmete.- Cuando estuvo
a punto de darse la vuelta para dar por finalizada nuestra conversación, me
tiré sobre él. Mi cara se posó en su torso desnudo sintiendo como todos sus
músculos se habían tensado. Debido a mi inesperada acción, me volví a marear
sólo que esta vez no me caería.
-¿Puedo quedarme así hasta que me entre sueño?
-No, quítate.- Dijo serio. Su respuesta no me cogió por sorpresa. ¿Tom
no sabía que significaba la palabra romanticismo?- Si era esto a lo que te
referías con pasar más tiempo conmigo, yo paso.- Intentó separarme sin éxito ya
que me había abrazado fuertemente a él.- ¡Suéltame, joder!- No pude evitar
empezar a reírme ante su desesperación.
-¡No!- Tom intentaba separarme pero yo hacía más fuerza. La situación
era bastante divertida, demasiado como para parecer real.
-Como quieras...- Sus intentos se desvanecieron como la la presión que
había estado haciendo.
-¿Te rindes? ¿Así de fácil?- Intenté picarlo siendo consciente de que
Tom, con un simple empujón, me podría haber apartado.
-Sí y aprovecha porque será la última vez que te deje hacer conmigo lo
que quieras.- Pese a lo insinuante de la frase, yo sólo pude volver a poner la
cabeza en su torso.
-¿Lo que yo quiera?- Le miré desde abajo y vi como mi hermano asentía.
-Menos violarme y cosas por el estilo.
-Dilo.
-Ya estamos...
-Por favor...
-No.
-¿Qué te cuesta?
-¿Por qué eres tan infantil?- Su pregunta retórica me cortó el rollo.
Puede que en otra ocasión no me hubiese importado pero ahora, me había tocado
la fibra sensible.
-¿Sabes cómo te llaman en el hospital?- Dijo Cintia mientras cogía una
camiseta de premamá.
-¿Cómo?
-La bebé.
-¿La... la bebé?
-Bueno, creo que han cogido de referencia a la imagen mental que tenían
de la chica que conseguiría a Tom.
-No te sigo.
-Verás, todo el mundo se pensaba que cuando Tom saliera con alguien,
esa chica sería despampanante, alta, elegante,... Cuando te vieron pensaron que
eras todo lo contrario y que parecías más su hermana pequeña que otra cosa.
-¿Su... Su hermana pequeña?
-Sí, pero vamos, que lo que yo pienso es que están envidiosas de que
seas tú y no ellas. Más quisieran...
-¿Piensas que soy una niña pequeña a tu lado?- Me separé de él y me
senté en la cama sin apartar la vista de la expresión de Tom.
-A veces te comportas como una.- Puso sus manos detrás de su cabeza
mientras me miraba con chulería.- Te enfadas por tonterías, te preocupan cosas
que al resto de vampiros nos la suda y encima,...- Esperé con ansias que
terminase la frase pero él sólo sonreía, divirtiéndose a mi costa.
-¿Y encima qué?- Insistí.
-Lloras y te escondes en un rincón como una cría cuando las cosas no
salen como esperas.- Que Tom tuviese razón me fastidiaba bastante. Algunas
veces era consciente de que mi comportamiento delante de él sólo demostraba
debilidad pero no podía evitarlo. Tom me intimidaba y hacía que mi personalidad
se multiplicase por tres ante él.- ¿Sabes una cosa?- Lo miré interrogante y
triste al saber lo que Tom realmente pensaba de mí.- El Consejo apoyó a mamá
para que el Vínculo de Sangre entre nosotros no se realizara.
-¡¿Por qué?!- Me tapé la boca por el enorme grito. Quizás este gesto
también fuera un poco infantil...
-Porque aún no eres una vampiresa adulta, más bien eres...- Se quedó
pensando intentando buscar las palabras indicadas.- Un bebé vampiro.- Mi boca
se abrió de par en par ante semejante comparación lo que provocó que Tom se
partiese el culo.
-Dios, deja de reírte.- Sus carcajadas cada vez se hacían más fuertes y
por un momento, me dejó de importar que Tom me viese como un “bebé” porque
escuchar su risa rompiendo el silencio de la casa, me gustó tanto o más que si
me hubiese dicho te quiero.
-No te preocupes, sólo te quedan unos doscientos años más para ser
adulta.- Dijo sin borrar la sonrisa de su rostro.
-Me dejarás antes.- Reconocí con tristeza. Estaba claro que Tom no
aguantaría mucho a mi lado si seguía de esta forma.
-¿Qué te hace pensar eso?- Se incorporó en la cama, dejando su espalda
apoyada en el cabezal.
-No te pega ir con una cría a tu lado sino con una chica como lo fue
Sasha, Rachell o Romina.- La cara de Tom cambió de un segundo a otro. La
sonrisa divertida que había adornado sus labios despareció para dar paso a un
gesto indescifrable.
-¿Crees que me pegan otras chicas?- Su voz sonó seca e incluso oscura,
pero conociéndolo, eso no era algo raro en él.- ¿Te arrepientes del Vínculo?
-¡No!- Intenté tocarle como gesto de complicidad pero Tom se levantó
antes de que mis dedos llegasen a rozarle.- Sólo digo que...
-Si esto no te gusta, puedes dejarlo cuando quieras.- Se fue hasta
donde estaba el sillón junto a la ventana, que tenía su guitarra. Verlo sentado
así, con aquel instrumento entre sus manos y los ojos cerrados, concentrado en
el roce de sus dedos con las cuerdas, despertaba en mí sensaciones extrañas
como si el que estuviese ahí no fuese él.
-No podría hacerlo por mucho que quisiera.- Aunque sonase patético, era
verdad. Este Vínculo lo habíamos estado forjando desde que yo tenía uso de
memoria. No podría vivir sin Tom y mucho menos dar por finalizado aquello que
tantas lágrimas y sangre se había llevado.
-Aprovecha antes de que no puedas dar marcha atrás y acabes matándome.-
Una escurridiza nota sonó en toda la habitación como resultado de aquel
movimiento de manos.
-¿Por qué iba a acabar matándote? Que en otros Vínculos las cosas no
hayan salido bien no significa que el nuestro vaya a acabar mal.- Dije
convencida.- Ellos se habían estado engañando desde el principio, es normal que
no funcionasen. Yo sería incapaz de estar con otra persona que no fueras tú.-
La guitarra se cayó al suelo en el momento en el que Tom se levantó y me miró
con los ojos inyectados en sangre. No pude evitar asustarme cuando se empezó a
acercar.
-El Vínculo no nos obliga a ser fieles.- Se sentó en el borde de la
cama dándome la espalda de nuevo.
-¿Es que acaso me tienen que obligar a serlo? Te quiero a ti y no a
otro. Sólo a ti, Tom.- Le abracé por detrás y dejé caer mi cabeza en su hombro.
Tom no me correspondió como era de esperar pero tampoco pretendía que lo
hiciese.
-Yo...- Dijo con un hilo de voz apenas audible.- Yo... me he estado...
aco...- Cogió aire repetidas veces como si lo que fuese a decir le estuviese
costando la misma “vida”. Yo, por el contrario, me estaba impacientando ante su
confesión.- Acostan...
-¿Acostando? ¿Te has estado acostando con alguien?- Tenía miedo de la
respuesta, sobretodo, cuando Tom se levantó como una fiera.- ¡¿Es eso?!- Me
apartó la mirada y por ese gesto entendí que mi pregunta era la que se había
convertido en contestación.- Dios mío...- Un nudo se me había formado en la
garganta.
-Fue antes del Vínculo, mucho antes de que lo del Sol pasase.- Lo decía
con suma tranquilidad pero sin mirarme.- No éramos nada la semana antes de eso.
-¡Me dijiste eso en el avión! ¡Dijiste que sentías algo por mí!- Me
levanté de la cama y le obligué a mirarme.- Esa maldita frase se ha estado
repitiendo en mi cabeza todo este tiempo.- Aunque las lágrimas se esforzasen
por salir, esta vez no lo permitiría.- ¡Pensé que habías cambiado!- Le empujé
para que reaccionase pero sólo conseguí que me mirase con odio por lo que había
hecho.- ¡¿Quién te crees que eres para hacerme esto?!- Tom consiguió tirarse
encima de mí sobre la cama. Sus manos habían acorralado a las mías por encima
de mi cabeza.- ¡Suéltame!- Sonrió de esa manera macabra propia de él mientras
me acribillaba con la mirada.
-¿Sigues pensando que jamás me dejarías?- Su pregunta me silenció en el
momento. Realmente, ahora no sabía qué pensar. Sabía que nunca podría odiarle
pero me había dolido que le hubiese hecho.- Te estoy dando una oportunidad para
romper.
-¿Lo dices para volver con la guarra a la que te has follado o porque
quieres librarte de mí ahora que, según tú, estamos a tiempo?- Le pregunté
irónica.
-No lo hago para librarme de ti porque si me dejaras ahora...- Su cara
se acercó a la mía y cerró los ojos aspirando el aire de mi alrededor.- No
podría soportarlo.- Los abrió de golpe para observar mi reacción.
Lo aparté de una patada que lo estampó contra la pared de enfrente. Me
sorprendí más yo que él al escuchar el increíble estruendo que provocó el
golpe. Un fino hilo de sangre se empezó a escurrir por su oído aunque ya no
comprendía si era por mi empujón o por estar aún despiertos de día.
-¿Es... Estás bien?- Me levanté de la cama acelerada, intentado
encontrar en mi hermano algo que me dijera que estaba consciente.- ¿Tom?- Sus
ojos se abrieron, rojos como la sangre que estaba empezando a manchar su ropa.-
Lo... Lo siento.- Me arrepentí de mi disculpa cuando se la dije. ¿Por qué tenía
que pedirle perdón? ¡Era él el que me había engañado, el que me había dicho
palabras vacías simplemente para conseguir que me pillase más por él!
-La... la cabe... cabeza.- Me fijé en ella, a la cual aparentemente no
parecía haberle pasado nada.
-No tienes nada.- Se levantó a la velocidad de la luz y estampó mi
cabeza contra la pared, tal vez con más fuerza de lo que pude hacerlo yo.
-Que sea la última vez... ¡La última puta vez que me haces eso!- Cerré
los ojos con fuerza esperando el puñetazo que Tom no tardaría en darme y que su
respiración agitada me confirmaba, pero al pasar los segundos y no sentirlo,
los abrí. Me mareé al instante en lo que lo hice. Sólo veía la figura de Tom
difuminada y apenas distinguía el color de sus ojos.- ¡Mírame cuando te hablo!-
¿Es que acaso no lo estaba haciendo?
-Estoy ma... mareada.- Tom dejó de sujetarme por los brazos y yo me caí
de bruces al suelo. De pronto, me sentía débil y con unas enormes ganas de
vomitar.- ¿Tom?- No veía nada y ahora, pese a todo, necesitaba sentir a Tom a
mi lado.- Estoy asustada.- De nuevo la debilidad había salido pero es que
realmente, tenía miedo de lo que me estaba pasando.
-Estoy aquí.- La voz cargada de odio que antes me había gritado, pasó a
una sosegada y tranquila. Sentí sus fuertes brazos cogerme y tirarme en la cama
con suma delicadeza.
-No sé qué me está pasando.- Su mano se posó en mi frente, acción que
deshizo de golpe.
-Estás ardiendo...- Lo dejó caer incrédulo. Obviamente, sabiendo que
era una vampiresa o peor, que estaba muerta, que mi cuerpo empezase a
calentarse era extraño.- ¿Bill?- Por lo que supuse, ya que no veía nada, mi
hermano había llamado a su gemelo.- Avisa a los demás, creo que algo no va
bien.- A los pocos segundos, oí la puerta abrirse y un montón de pasos
acercarse a la cama.
-¡¿Qué ocurre?!- Escuché la voz de mi querido Bill en toda la
habitación y después, millones de sonidos y voces desconocidas...
[…]
-Creo que ha empezado a extenderse por su sangre.
-¿Es grave?
-Ha sido poco así que no creo que su cuerpo tarde mucho en eliminarlo.
-No quiero ni pensar en que pasaría si algo peor le hubiese sucedido.
-Nadie quiere pensarlo.
-Lo sé... ¿Y Tom?
-No le ha afectado, no ha sido gran cosa.
Esas voces me habían despertado aunque seguía con los ojos cerrados. No
quería abrirlos por miedo a que pudiese volver a marearme porque incluso con
ellos cerrados, sentía que todo me daba vueltas...
Reconocí a uno de los que estaban allí, mi madre. Sonaba preocupada y
algo confusa pero a la vez calmada gracias a las palabras de aquel hombre.
Recordé lo sucedido anteriormente. Había dejado de darle importancia a mi “salud”
para centrarme en la de Tom. ¿Por qué mi madre había preguntado por Tom? ¿Es
que mis mareos también le afectaban? Sería por el Vínculo, porque si algo
estaba claro era que había algo en mi sangre que se estaba empezando a extender
por todo mi cuerpo.
-¿Ma... Mamá?- Me costó muchísimo pronunciar aquella palabra. Tenía la
garganta seca, como si me hubiese tirado meses sin beber.
-¡Cielo!- Su mano agarró la mía y fue en ese momento cuando creí estar
preparada para abrir los ojos y volver a marearme.- ¿Cómo te sientes?- Su
sonrisa me deslumbró como siempre. Hacía tiempo que ésta había desaparecido
pero hoy parecía realmente feliz. ¿Por qué Tom dijo que ella se había opuesto
al Vínculo?
-Estoy mejor.- Miré a mi alrededor y vi a un montón de hombres vestidos
de manera extraña, como con túnicas, que bajaron la cabeza en señal de
reverencia cuando les miré. -¿Qué me ha pasado?- Me atreví a preguntar cuando
todos volvieron a mirarme.
-Sólo estás un poco débil. Te pondrás bien enseguida.- Volvía a
ocultarme cosas. Había oído la conversación y ahora sabía que me engañaba.-
¿Qué es lo que hay en mi sangre?- Mi madre me miró sorprendida por mi pregunta.
-Bueno... Hay restos de veneno de... de... licántropo en tu sangre.-
¡¿Qué?!
-¡Eso es absurdo!- Exclamé incrédula. Me estaba volviendo a engañar...-
¡No he tenido contacto con ninguno!- Mi madre esquivó mi mirada y se tocó la
frente nerviosa.
-Creemos que hay un convertido entre nosotros.
-¿Un convertido?
-Alguien que ha mantenido contacto con ellos y que se está convirtiendo
en uno.
-¿Los vampiros podemos convertirnos en hombres lobo si nos muerden?
-Ese es el caso, que sólo los humanos pueden.- Me quedé pensando un par
de segundos sobre esa información.
-Pero no hay humanos entre noso...- Me volví a marear al encajar las
piezas del puzzle. Claro que había un humano en la casa, un mortal que había
tenido contacto conmigo todos los días y que además, me había...
-¡Ah!- La palma de mi mano empezó a sangrar cuando el alfiler que
estaba en el vestido se clavó en ésta.
-¿Estás bien?- Shelly cogió mi mano y la beso justo en la herida.
-Se cerrará pronto.- La herida no tardó en desaparecer bajo los labios
de mi pequeña hermana.- Te has mancha...- Abrí los ojos de par en par cuando vi
como Shelly pasaba su lengua por sus labios, haciendo que mi sangre pasase a
formar parte de su organismo.- ¿Qué... Qué has hecho?- Dije con un hilo de voz.
-Es lo que hacía mamá cuando teníamos una herida, ¿recuerdas?- Era
verdad. Intenté quitarle hierro al asunto al ser consciente de que sólo había
sido una gota de mi sangre la que había estado en sus labios. Al ser Shelly una
humana la eliminaría en cuestión de minutos.
-No vuelvas a hacerlo.- Dije mientras le sonreía.
-Shelly...
-¿Ya te has despertado?- Bill apareció por la puerta sin percatarse de
que mi madre me hizo un gesto para que no dijese nada.
-S... Sí.- Fingí una sonrisa lo más bien que pude para que mi hermano
no sospechase.
-¡Vaya susto nos has dado! Y al final no está embarazada ni nada...
-¡¿Embarazada?!- Bill comenzó a reírse como un loco a mi costa.
-Como te vimos así, pensamos que estabas embarazada, con eso de los
mareos... pero al final resulta que es cansancio acumulado.- Entendí al
instante que mi madre estaba intentando evitar que lo de Shelly se difundiese
por toda la casa aunque eso incluyese no decírselo a su propio hijo.
-¿Cómo pudiste pensar eso?- Pregunté para llevar la conversación a otra
parte.
-¿Quieres que te explique mi proceso deductivo?- Me contestó elevando
una ceja y con una sonrisa traviesa en sus labios.
-¡No!- Y mucho menos delante de mi madre. Bill se echó a reír como un
loco mientras la cara de la susodicha expresaba todo lo contrario.
-Me voy, la dejo a tu cuidado, cariño.- Nos besó a mi hermano y a mí en
la frente antes de marcharse con todo el seguito detrás.
-La verdad es que me ha dado mucha pena que no estuvieses embarazada.-
Miré a Bill al decir esas palabras con una decepción aparente.
-¿Por qué dices eso? ¡Yo no quiero quedarme embarazada todavía!- Dije a
la vez que me reía. De sólo pensarlo, me hacía gracia. La posibilidad estaba,
dado que Tom y yo lo hacíamos sin protección aunque no estaba muy segura si
funcionaba así entre vampiros...
-¿No querías quedarte embarazada?- Negué con la cabeza aún con la
sonrisa en mi boca.- ¿Entonces, por qué lo hicisteis en Luna Llena? ¡Es una
locura!
-¿Hacer el qué?- No estaba entendiendo nada y por lo que veía, mi
hermano tampoco.
-¡Follar!- Abrí los ojos de par en par ante tan tremendo grito. Ahora
sí que estaba perdida. ¿Qué tenía que ver que yo y Tom lo hubiésemos hecho en
Luna Llena para que yo me quedase embarazada?- ¿Tom no te lo ha contado?- Ante
mi cara de extrañeza, Bill se toqueteo la cabeza nervioso. Conocía ese gesto
como también, lo que significaba. Bill había dicho algo de lo que se arrepentía
y yo esta vez no me quedaría con la duda.
-¿Decirme el qué?- No podía ser peor de lo que ya me había confesado
antes de desmayarme, así que descubrir algo más no sería nada...
-Las Sangres Pura se quedan embarazadas en Luna Llena.- Vale, no era
tan malo como pensaba. Sabía que ya que no menstruábamos tendría que haber una
forma de saber si nos quedábamos embarazadas o no.
-¿Y?- Pregunté intentado sacar algo claro de esta situación.
-Bueno, que si no querías quedarte embarazada, no entiendo por qué lo
hicisteis ese día. Había un 80% de probabilidades de que eso pasase y por lo
visto, Tom dio por hecho que querías tener un bebé.
-¡Yo no quiero tener un bebé!- Dije ante la cara de extrañado de mi
hermano.- Al menos, no ahora cuando ni siquiera sé si el Vínculo seguirá
adelante.- A Bill le cambió la expresión ante mi confesión. Su cara se había
puesto más pálida de lo que ya era normal y un nerviosismo más que apreciable
se empezó a hacer dueño de él.
-¡¿Por qué dices eso?!- Se sentó en la cama, poniendo su cara justo
frente a la mía.- ¡No puedes hacerle eso a Tom!- ¿Por qué ahora parecía
enfadado y preocupado a la vez?
-Dijo que lo que sentía por mí jamás nadie lo entendería mientras por
detrás, se tiraba a otra.- De sólo pensarlo me ponía enferma. Esas palabras que
se habían grabado en mi cabeza, ahora parecían no tener sentido para mí.
Simplemente, una frase vacía sin significado...
-Vale, sí, no te lo voy a negar. Tom, a veces, parece que ha nacido
para follarse a todo ser viviente pero te puedo garantizar que desde que
pusimos un pie de nuevo en Alemania, no lo ha vuelto a hacer.- Sonaba
convincente pero conociéndolo, sabía que Bill haría cualquier cosa por proteger
a su gemelo.
-Eso no justifica que lo hiciese después de haberme dicho eso.- Quizás
para ellos... nosotros... los vampiros, que alguien te dijese eso y luego se
acostase con otra no tenía ningún significado. Sin embargo, a mí me había
dolido.
-No intentes entender a Tom, no vas a conseguirlo.- Su voz había
cambiado tanto que de cierta forma, asustaba. Era la frialdad que alguna vez
legué a sentir la que estaba presente en mi querido hermano.- Durante mucho
tiempo, dediqué mi vida a intentar entrar en su cabeza, saber qué hacía que
actuase de esa manera...- Hizo una pausa breve para tragar saliva.- Creo que lo
que lleva a Tom a comportarse así es el dolor.
-¿Dolor? Tom no siente dolor, no le importa nada ni nadie...
-Exacto. ¿Qué lleva a una persona a dejar de querer sentir? El dolor.
Tom ha sufrido tanto que ya no quiere que eso le vuelva a suceder.- En los ojos
de Bill se estaban empezando a amontonar pequeñas gotas rojas. Sus ojos pronto
desvelarían lo que él durante tanto tiempo había luchado para mantener
encerrado.- Cuando te fuiste, la educación de Tom se centró en prepararlo para
ser un auténtico líder. No mantenía contacto con nadie que no fuese Jörg, el
Consejo, gente importante de nuestra especie... Todo ello para que se centrase
en su auténtico objetivo.- Un nudo se me había formado en el pecho, siempre me
pasaba cada vez que escuchaba algo que me acercaba un poco más al Tom oscuro y
siniestro.- Recuerdo que me llevé años sin ver a mi hermano, tan sólo hablaba
con él por teléfono y poco más. De un día para otro se volvió más frío y
calculador que el propio Jörg. No le reconocí cuando le volví a ver. Había
cambiado tanto que incluso le llegué a tener miedo.- Hizo otra pausa dejando
que una lágrima silenciosa y roja resbalase por su bello rostro.- Tom nunca
tuvo el cariño de nadie, todos le tenían miedo.
-¿Es por eso que siempre dice que nadie puede querer a los monstruos?-
Bill asintió mientras se limpiaba la cascada de lágrimas que estaban empezando
a manchar todo.
-En el fondo, Tom es un niño asustado de que le quieran. Tiene miedo de
ser amado porque no sabe qué hacer ante eso. Desconoce qué se siente cuando te
quieren ni qué hacer cuando eres tú el que quiere alguien. Simplemente tienes
que darle tiempo para que lo averigüe.- Hizo amago de levantarse antes de que
todo su cuerpo empezase a temblar. Ante tal situación, yo sólo miré en la
dirección en la que él lo hacía y entonces, lo vi. Estaba dejado caer en el
marco de la puerta, con los brazos cruzados y esa cara de póquer que no dejaba
saber en qué pensaba. Bill y yo nos quedamos hieráticos, más de lo que en algún
momento pudimos estar. Sus ojos estaban fijos en nosotros, desafiantes y
amenazadores. En un momento como este me habría puesto nerviosa pero ahora, si
quería cambiar, el primer paso sería no volver a tenerle miedo a Tom.- Q... Qué
pronto has llegado...- La voz de Bill se entrecortaba y no era para menos. Se
suponía que si él, su alma gemela, su otro mitad, le tenía tanto pavor era por
algo.
-Te sorprendería saber que llevo aquí un buen rato.- Bill se toqueteó
la cabeza nervioso ante la respuesta de su hermano y yo, más que extrañada
porque no lo había sentido, miré hacia otro lado, rompiendo así esa batalla
intensa de miradas entre él y yo.- ¿Podrías dejarnos solos, Bill?- Bill me miró
y pronunció un suave “Lo siento” que Tom, esperaba, no llegó a escuchar. Mi
confidente salió por la puerta de la habitación sin pararse ni un segundo a
hablar con Tom. Una vez cerrada la puerta, la atención de Tom se volvió a
centrar en mí. Sus ojos miel me estaban calando en lo más profundo de los
huesos, su pose chulesca me estaba dando miedo y notaba como un ligero mareo me
volvía apartar de la realidad.- ¿Cómo estás?- Su pregunta me cogió de sorpresa.
Pensaba que gritaría que lo que había dicho Bill había sido un a tontería o
simplemente que no me creyese esa gilipollez...
-Ma... Mareada.- ¿Qué decirle? Debía reconocer que escuchar todo eso
sobre la infancia de Tom me había dejado sin palabras. Con cada frase de Bill,
me mente la interpretada y dibujaba un niño pequeño, siempre solo y rodeado de
sombras con figura humana. Había escuchado sus llantos, había sentido su
soledad en mí y aun así, no entendía su manera de actuar y de pensar.
-¿Sigues enfadada?- Esquivó mi mirada cuando lo miré sorprendida. ¿Tan
culpable se sentía por lo que había hecho que ahora me hablaba como si nada
hubiese pasado? Sabía que estaba jugando a lo de siempre, hablarme bien,
decirme cuatro cosas para que perdiese la cabeza y perdonarlo. Esa era su
táctica y yo ya estaba cansada de lo mismo.
-No.- Y no lo estaba, simplemente nunca podría estarlo y lo odiaba.- La
fidelidad no es una obligación del Vínculo... ¿Por qué enfadarme cuando ésto se
va a estar repitiendo todos los días? Sólo estamos obligados a traer a esta
familia un nuevo miembro al que destrozarle la vida, ¿no?- Me miró con una ceja
alzada ante mi extraña respuesta.
-Sí estás enfadada.
-¡No, lo que estoy es harta de ser una mierda en esta familia, de ser
una mierda para ti y de ser la única que no se entera de nada!- Sentía mis ojos
rojos y mis colmillos rozando mis labios al hablar. Quizás me hubiese alterado
demasiado pero si no se lo decía acabaría reventando.- ¡¿Quieres saber cómo
estoy?! ¡Cansada! ¡Cansada de no poder salir sola porque tengo a toda una
especie detrás de mí, cansada de no poder gritarle a los cuatro vientos lo que
siento, cansada de este infierno al que llaman Vínculo!- Tom volvió a dejar de
mirarme, haciendo que un largo silencio relevase a mis gritos. Mi hermano se
había quedado quieto, con los puños apretados y una tensión más que apreciable.
Conocía que en momentos como este, Tom explotaba, gritaba y golpeaba todo lo
que tuviese por delante y eso sí que daba auténtico terror.
-Te dije que podrías dejar esto cuando quisieses, nadie te obliga a
estar conmigo.- Su voz sonó rota, como si le estuviese costando muchísimo
hablar.- Puedo hablar con el Consejo para que disuelva el Vínculo antes de que
se nos vaya de las manos.- Cogí aire profundamente intentando retener el grito
de pavor que me producía esa frase. De sólo pensar que lo que habíamos estado
construyendo durante todo nuestra vida se desquebrajase, me volvía loca.- Tú
nunca llegarás a comprenderme, no aguantarás estar con un monstruo que no te
valora y que no es capaz de decirte que te quiere, y yo... - Se volvió a quedar
callado sin poder terminar la frase. Yo en cambio, seguía sin entender por qué
me había levantado de la cama y me había colocado frente a él.
-¿Tú qué?- Tom clavó sus ojos en los míos, haciendo que esos
escalofríos que creí olvidados volviesen a recorrerme todo el cuerpo.-
¿Seguirás acostándote con la primera que se te ponga por delante, matando a
gente inocente, tratándome como si sólo fuese un juguete...? ¿Es eso, Tom?- Vi
como su mano se lanzó decidida a agarrarme y estamparme contra la pared pero
esta vez, deshizo el movimiento sin llegar a rozarme.
-Yo seré incapaz de hacerte feliz.- Los mareos que había sentido desde
que me levanté de la cama se habían intensificado de golpe.- No intentes
comprender el por qué.- Hizo el intento de salir de la habitación antes de que
yo agarrase su camiseta para detenerlo.
-¿Es por lo que ha dicho Bill? ¿Es cierto?- Que me diese la espalda en
este momento no impedía que notase como había entrado en tensión ante mis
preguntas.
-¿Qué más da si es verdad o no? ¿Crees que mi infancia es lo que me ha
llevado a ser como soy? ¿Crees que la culpa de todo esto la tienen ellos?- Se
dio la vuelta tranquilamente, haciendo que lo soltara. Su rostro ahora estaba
más oscuro que de costumbre, sus ojos habían pasado a una penumbra envolvente y
sus puños apretado dejaban ver su frustración mientras yo sólo podía observar
sus labios moverse.- Cuando te fuiste, Simone hizo lo mismo con Bill y conmigo.
-¿Ha... Hacer el qué?- Pregunté con miedo ante la posible respuesta.
-Convertirnos en humanos.- Y como siempre, sus contestaciones no
dejaban indiferente a nadie. Me tuve que sentar en la cama ante tan extraña
sensación.
-¿Por qué hizo eso?- Dije con un tono de voz casi imperceptible.
-Para librarnos del futuro que nos esperaba según ella. Estaba claro
que el de Bill era confuso pero el mío ya había sido establecido incluso antes
de que yo naciera. Con lo que Simone no contó fue que con un heredero Sangre
Pura no se puede jugar.- Hizo una pausa para dejarse caer en la puerta, con una
mano en la cabeza y los ojos cerrados.- Me habían enseñado a no sentir, a no
pensar en nadie que no fuese en mí, a ser frío como el hielo... pero ser humano
complicó las cosas.- Abrió los ojos de golpe y me miró como si esperase que lo
cortase para preguntarle algo. Sin embargo, en un momento como este, en el que
Tom me estaba hablando de él, no podía emitir sonido alguno.- Nadie nunca me
había dicho que sentir fuese tan doloroso.
-¿Por qué me estás contando esto?- Lo miré a la vez que él miraba al
frente, perdido.
-Para que escuches la otra versión de la historia de Bill.- Pensé que
no respondería por su mirada ausente pero lo hizo.- Sentí cosas que jamás había
experimentado y no me gustaron. Intenté suicidarme varias veces pero Bill
siempre aparecía para pararme.- Un nudo se formó en mi garganta, me quedé
inmóvil ante su confesión, mientras contemplaba como la parte humana de aquel
demonio salía a flote sin ni siquiera habérselo pedido.- Jörg casi mató a
Simone cuando se enteró y reunió al Consejo para que volviéramos de ser los
monstruos de antes pero yo ya no era igual. Pese a que ante los ojos de los
demás, era el Tom de siempre, algo dentro de mí no estaba bien y sigue sin
estarlo.- Me levanté con las piernas temblorosas hasta situarme frente a él. Al
percibirme, sus ojos se abrieron de golpe, con sus pupilas rojas como la
sangre.
-¿Qué... Qué está mal?- Sentí como mi cuerpo pronto se desplomaría por
los mareos debido a la cantidad de información tan macabra que estaba
recibiendo en una sola noche.
-Todo.- De repente, se arrodilló ante mí, haciendo que diese un paso
atrás.
-Tom...
-Perdóname por haber querido destruirte desde que te vi la primera vez,
perdóname por haberte querido matar tantas veces, perdóname por gritarte,
pegarte, humillarte, engañarte y haberte hecho llorar.- Que mantuviese la
cabeza agachada sin mirarme fue lo mejor que pudo haber hecho en estos momentos
porque me hubiese visto llorar como una magdalena por sus palabras. Tom, mi
demonio particular, me estaba pidiendo perdón por todo y esta vez estaba segura
que no era una artimaña para arrastrarme a él otra vez.
-Tom...
-Cuando te vi, sentí lo mismo que cuando era humano. Me haces querer
suicidarme todos los días para dejar de notar ésto.- Lo imité y me arrodillé yo
también frente a él. Seguía mirando al suelo, así que no me quedó otra que
agarrarle la cara y obligarlo a que me mirara.
-¡No vuelvas a decir eso!- Le pegué una torta que hizo que su cabeza se
doblase.- ¡¿Y me dices que yo soy débil?! ¡¿Qué eres tú, estúpido?! ¡Ni
siquiera eres capaz de soportar los sentimientos!- Sus ojos rojos como el fuego
se clavaron en mí amenazadores, pero no me acobardé. Le planté cara sin
apartarle la mirada ni un sólo segundo. Sonrió con cinismo y terroríficamente
ante mis gritos, hasta que su mano agarró con fuerza mi cuello, provocándome un
dolor insufrible.
-¿Crees que porque te haya contado esto me he hecho más débil? ¡¿Quién
te crees que eres para pegarme?!- Puse mis manos en la que me agarraba e
intenté tirar para que me soltara.- Aún no eres consciente de que puedo matarte
con sólo levantar un dedo, ¿verdad?- La situación le divertía tanto, que no
había borrado su sonrisa todavía.
-Su... Suelta... Suéltame.- En lugar de eso, apretó más. Ahora todo
daba más vueltas que antes, incluso dejé de ver al Tom desquiciado que tenía
delante.
-¿Te das cuenta? ¿Quieres que terminemos así? ¡¿Matándonos?!- Escuché
un fuerte golpe que hizo que la presión de mi cuello desapareciera. Empecé a
toser como una loca sin darme cuenta que Bill se había tirado encima de Tom.
-¡¿Es que te has vuelto loco?!- Cuando abrí los ojos, aún de rodillas
en el suelo y con la mano en la garganta, vi como Bill sujetaba a su gemelo por
la camiseta, pegándolo a la pared de un fuerte empujón.- ¡¿A qué mierda estás
jugando, Tom?!- Tom esquivó la mirada de Bill, haciendo que éste girara la
cabeza a la vez.
-¿Qué son esos gritos?- Mi abuela entró en la habitación tranquila
hasta que vio la desgarradora escena que habíamos formado.- ¿Qué está pasando
aquí?- En cuanto me vio salió corriendo a auxiliarme mientras los gritos de
Bill me retumbaban en los oídos.
-Tenía a Lilith agarrada del cuello. Creo que si no hubiese llegado a
tiempo, la habría matado.- Las palabras de mi hermano hicieron que mi inerte
corazón diese un vuelco. ¿Tom había estado intentando matarme?
-No... No es eso.- Dije ante la mirada de preocupación de mi abuela.-
Sólo estábamos discutiendo.- Intenté defender a Tom, pese a todo y sin saber
por qué, después del daño que me había hecho.- Bill, por favor, suéltalo.- Le
dije, no, más bien se lo imploré. La culpa había sido mía, yo le había chillado
y gritado y aun así, la bronca se la estaba llevando él.
-No trates de defenderlo, querida.- Mi abuela me abrazó intentando
tranquilizarme pero lo único que consiguió fue que me enfadase.
-¡No!- Me levanté del suelo y empujé a Bill tanto como mis fuerzas me
dejaron. Su mirada de asombro no fue nada comparada con la que sentía de Tom en
mi espalda.- ¡Esto es algo entre Tom y yo! ¡Estoy harta de que os metáis en mi
vida como si os perteneciera! ¡Fuera de aquí!- Bill y mi abuela me miraron como
si la que tuviesen delante no fuese la misma que ellos conocían. Estaba cansada
de que pensaran que no podía solucionar mis problemas yo sola y mucho más,
cuando Tom estaba en medio. Ver como Bill le gritaba y como mi abuela, sin
saber de qué iba la historia, no dudó en echarle toda la culpa a él, me puso
histérica.
-Lilith...- Bill dio un paso adelante, intentando tranquilizarme.
-¡Iros!- Mi abuela agarró del brazo a Bill y lo sacó de la habitación
mientras éste aún me miraba asombrado, intentando encontrar algo de la Lilith
anterior.
Una vez que la puerta se cerró, fui consciente del riesgo al que me
enfrentaba yo sola. Estar con Tom ahora mismo era como estar con una bomba a
punto de explotar sabiendo que no podría escapar de ella. Sólo esperaba que la
explosión de Tom no me hiciese mucho daño...
-¿Es... Estás bien?- Me di la vuelta y le miré siendo consciente de que
darle la espalda a Tom en un momento como este, podría significar mi muerte.
-¿Por qué has hecho eso?- Su mirada seguía fija en el suelo y su cuerpo
pegado a la pared. No recordaba el momento exacto en el que me olvidé de todo
lo que había hecho y dicho, y le perdoné. Simplemente, esa confesión, esas
palabras que me acercaron a él hicieron que el lado humano de Tom saliera.
-¿El qué?- Pregunté confusa.
-Defenderme.
-Ha sido mi culpa, no debería de haberte pegado...- La mirada de Tom de
repente se clavó en mí. Quizás, que yo reconociera que le había pegado y él no
había podido devolvérmelo, le había golpeado en lo más profundo de su orgullo.
-Si Bill no hubiese venido, te habría matado.- Reconoció lo que mi
corazón me negaba desde el primer momento. El ambiente se volvió más espeso de
lo normal, más cargado de malas vibraciones y cruces de miradas matadoras.
-No lo habrías hecho.- Dije convencida. Tom había tenido muchas
oportunidades de haberme matado de las maneras más crueles jamás pensadas pero
sin embargo, no lo había hecho.- Me pediste perdón antes por todo y retractarte
de tus palabras no es algo que vaya contigo.- Me acerqué a el despacio y con
miedo a sus posibles reacciones. Respiré hondo e intenté besarle... Intenté,
porque Tom volvió la cara.- ¿Qué... qué pasa?- No lo entendía. Estaba dispuesta
a perdonarlo por todo, a no recordar lo que había pasado a antes, incluso, a
olvidar que hoy era Navidad y que, como otros años, pasaría desapercibida para
mí.
-Creo que deberíamos darnos un tiempo, un tiempo que sirva para que te
des cuenta de si lo que quieres es esto el resto de tu vida.- Abrió la puerta
de la habitación que hasta ahora habíamos compartido y se fue sin ni siquiera
mirarme.
Las palabras de Tom me habían dejado de piedra e incapaz de reaccionar.
¿Un tiempo para pensar? Sí, realmente creía necesitarlo ya que no estaba segura
si realmente podría sobrevivir a este Vínculo de Sangre...
By Tom
-Si pensabas matarla debiste haberlo hecho cuando estuvieseis solos en
casa.
-¡¿Pero qué barbaridad estás diciendo?!- Simone gritó como una loca
ante las palabras de Jörg.
-Sabes que están destinado a eso, no pasa nada por adelantarlo un
poco.- No sabía que mi padre fuese tan hijo de puta aunque no me extrañaba para
nada que dijese eso.
-¡Es tu hija, Jörg!- Simone se levantó acribillando al gilipollas de mi
padre con la mirada antes de salir por la puerta y dar un portazo ensordecedor.
-Me encanta hacerla enfadar...- Sonrió con malicia mientras me miraba.
Sabía perfectamente lo que me iba a decir sólo que esta vez no estaba seguro si
yo actuaría de la misma manera.- ¿Has visto esto, hijo? Observa bien porque en
esto se convertirá tu vida si sigues con ella.- Y vuelta a empezar. Todavía no
llegaba a comprender los planes de mi padre. ¿Por qué no se opuso al Vínculo
pese a que quería que acabase matando a Lilith?- Si sigues así nunca llegarás a
ser un líder, además, sabes de sobra que ella nunca te podrá dar un hijo. Si
Lilith algún día se quedase embarazada traería al mundo a otra estúpida hembra
de la que todos querrían beber su sangre.- Se levantó y fue tranquilamente
hacia uno de los guardaespaldas. Le hizo un gesto algo extraño, señal que
sirvió para que desapareciera del salón.- Thomas, tú mejor que nadie sabes
hasta donde puede llegar a afectarte estar con ella. Sólo te traerá problemas,
al igual que cuando nació.- Me estaba dando la espalda, confiado en que nada
podría pasarle pese a que por primera vez me estaba diciendo lo que realmente
pensaba de Lilith.
-Sé que por mucho que digas que amas a tu hija, la odias.- Se dio la
vuelta con algo en la mano, la estaca que una vez me dio para que también
acabase con ella.
-¿Puedes terminar lo que empezaste?- La madera de aquel arma mortal
brillaba por el fuego de la chimenea. Tenía que reconocer que era tentador
agarrarla y verla manchada de sangre tal y como las voces decían...- Sufriste
tanto por convertirte en un buen líder, sacrificaste tu vida por ello, y ahora,
por culpa de alguien que no tuvo que nacer, de un monstruo que juega con los
sentimientos de los demás y sobretodo con los tuyos... Te rindes, olvidas todo
por lo que pasaste y dejas que nuestra especie sufra por culpa de unos perros
que la buscan. ¿Es eso lo que quieres, Thomas?- Anduve hasta él y agarré la
estaca con fuerza.- Hazlo, te lo pide el pueblo, tu familia, tu padre,... las
voces. Tú quieres acabar con ella pero no lo haces. ¿Por qué, hijo?
-¿Por qué la odias?- Pregunté sin apartar los ojos de lo que tenía
entre mis manos.
-Porque se parece a tu madre, porque sé que te engañará, te hará sufrir
y luego se marchará con otro como lo hizo ella. Te está haciendo daño y yo sólo
quiero protegerte.- Lo miré y vi como tenía la misma expresión que ponía cuando
le hablaba a los de nuestra especie, la misma que cuando decía que amaba a su
querida hija.- Yo pronto te dejaré el mando a ti. Estoy cansado y sé que podrás
hacerlo. Simplemente no quiero verla a ella a tu lado, destruyéndote la vida.-
¿Destruyéndome la vida? Mi vida ya estaba destruida desde hacía mucho tiempo.
-Deberías de haberte retirado hace cien años pero tus ansias de poder
no te dejan.- Le gustaba sentirse poderoso, le encantaba ver como la gente le
temía y respetaba. Su enorme ego crecía por segundos cada vez que alguien lo
miraba como a un Dios...
-Cuando llegues y te sientes delante de todo el Consejo, delante de
toda una especie y veas como todos te respetan, lo entenderás. Por eso, no
necesitas a ninguna mujer a tu lado, a nadie que te haga dudar de lo que
haces.- Me acerqué más a él hasta tenerlo a escasos centímetros de mi cara.
Pese a que era un poco más bajo que yo, no me impidió que nos miráramos a los
ojos, ambos rojos como el fuego.
-Nunca dudo de nada de lo que hago, con Lilith o sin ella. No tengo
nada que perder ni destruir, simplemente, porque no tengo nada.- Mi padre
sonrió de la misma forma que antes sólo que esta vez, parecía que también con
algo de lástima.
-Me tienes a mí.- Mi cuerpo se congeló cuando escuché su voz a mi
espalda. Me volví todo lo rápido que pude para verla.- No vuelvas a decir eso.-
Sus ojos miel me taladraban el cerebro, su dulce voz me hipnotizaba y dejaba de
sentir ese odio incondicional hacia ella.
-Ven, hija.- Jörg extendió una mano con la intención de que Lilith se
la agarrara y se acercase a él. Ella lo hizo, por lo que pensé que no habría
escuchado toda la conversación.- Cariño, estábamos hablando de vuestro Vínculo
y los problemas que estáis teniendo.- La voz de mi padre había cambiado tan
drásticamente que incluso parecía humano.
-Yo no tengo problemas con Tom.- Sus ojos ahora miraban el suelo
evitando mi mirada fija en ella.- Entiendo que él no puede cambiar su forma de
ser porque yo se lo pida, sólo quiero que no sea tan frío y que confíe más en
mí.- Jörg me miró y sonrió de nuevo. La situación le hacia gracia y a mi me
estaba empezando a poner enfermo.
-Lo ves, hijo, intenta manipularte.- Lilith levantó la vista hacia mi
padre, sin entender muy bien por qué decía eso.- Vamos, Thomas, mátala.- De
repente, Jörg cogió a Lilith por la espalda y pasó su brazo por su cuello. Ella
fue incapaz de reaccionar debido a que no se lo esperaba y, que por alguna
razón que desconocía, ni siquiera se resistió.- Acaba con ella y serás libre.
Es tu momento.
Dejarás de sentir.
Volverás a ser libre por fin.
No la necesitas.
Mátala.
Mátala.
Mátala.
Calvé la estaca justo en su corazón. La sangre poco a poco empezó a
escurrirse por su cuerpo y a deslizarse por aquel trozo de madera que mantenía
fuertemente agarrado. Sus ojos estaban fijos en mí, abiertos a más no poder por
la sorpresa. Balbuceó algo que no llegué a comprender y que sinceramente no me
importaba.
-Los malos siempre mueren al final de la película.- Tiré la estaca al
suelo antes de que su cuerpo se transformara en polvo para siempre.
Comentarios
Publicar un comentario