Capítulo 50
Capítulo 50
By Simone
-¿Qué le decimos a la prensa, mi señora?- Uno de los representantes de
los medios de comunicación de nuestra familia cogió su ordenador donde
apuntaría lo que yo le dijera.
-No podemos decir que fueron los licántropos los que lo mataron, eso
está claro, pero un asesinato no creo que sea la mejor forma de decirlo.- Ni
siquiera sabía cómo demonios esos perros habían podido entrar sin que los de
seguridad se diesen cuenta. Cabía la posibilidad de que Shelly, ahora que se
estaba convirtiendo, pudiese haberlo hecho pero era una niña incapaz de hacerle
eso a alguien como Jörg.
-¿Entonces...?
-Muerte natural, un infarto o algo por el estilo, creo que será lo
mejor.- Declaré antes de salir de aquel sitio.
Hacía una semana desde que habíamos sabido del brutal asesinato de mi
hermano por culpa de la gente de Markus, el mismo tiempo que Lilith llevaba sin
salir de su habitación y Tom de la de Bill. Éste último me había comentado que
entre ella y su gemelo había habido una serie de problemas debido a lo
mujeriego de Tom, y que hubiesen sido ellos los que se encontraron así a su
propio padre, había supuesto un shock para mi pequeña.
Por otro lado, la situación no me disgustaba demasiado. Ahora que Jörg
estaba muerto, Tom se convertiría en el nuevo líder sin haber traído un
heredero al mundo y eso sólo iba a suponer que El Consejo le obligase a tenerlo
lo más pronto posible. Eso, estaba segura, que a Lilith no le gustaría. No iba
a poder soportar ser tratada como un simple objeto y mucho menos tener que
verse obligada a separarse de su hija cuando naciese, y será “hija” porque
Lilith jamás podría tener un varón... Ella jamás soportaría ser una mujer en el
Vínculo de Sangre y lo que ello conllevaba. Era de eso de lo que yo quería
apartarla...
-¿Mamá?- Me volví y vi a Lilith bajando las escaleras. Su rostro estaba
demacrado, como si llevase días sin probar la sangre.
-¡Cariño, pensaba que no bajarías!- Me sorprendió verla allí después de
que ni siquiera me hubiese dejado entrar en toda la semana en su habitación.-
Tienes muy mala cara, tendrías que beber algo.- Terminó de bajar los últimos
peldaños sin apartar la mirada de sus pies.
-¿Puedo hablar contigo?- Me fui hacia ella y la abracé como durante
tanto tiempo había deseado.
-Eso no lo tienes ni que preguntar, cariño.- Me alegraba que mi hija
quisiese hablar conmigo y me abriese su corazón después de todo lo que habíamos
pasado. Así que no tardé en llevarla hasta la cocina para hablar tranquilas,
dado el escándalo que había en toda la casa.- ¿Qué te pasa?- Pregunté esperando
ver en esos ojos hinchados de llorar algo de luz.
-No estoy segura de lo que siento.- Presté más que atención aquellas
palabras atropelladas que salían de los temblorosos labios de mi hija.
-¿De lo que sientes respecto a qué?- Sabía a que se refería pero
necesitaba oírlo de su boca. Después de tanto tiempo, mis plegarias parecían
haber sido escuchadas.
-Respecto a... a... a Tom.- Le costó pronunciar su nombre más de lo que
me hubiese imaginado.- Soy incapaz de volver a verlo, la simple idea me
aterroriza.- Sí, estaba oyendo lo que deseaba pero jamás imaginé que eso le
produjera tanto dolor a Lilith.
-¿Por qué te aterroriza? ¿Es que te ha hecho algo malo?- Esperaba que
no, aunque viniendo de él no me extrañaba.
-Es por todo en general... ¿Tú también tenías dudas cuando estabas
con... con papá?- Vi como se movió nerviosa al recordar a su padre. Le había
dolido su muerte, quizás la única que había sentido algo de pena por ello.
-Tu padre y yo nuca nos quisimos, hija. Desarrollamos una especie de
dependencia por la sangre del otro, como una droga. Por un minuto bien, nos
pasamos días peleados. Me pegaba, me insultaba, se acostaba con otras mujeres,
salía hasta tarde y cuando llegaba aún le quedaban fuerzas para decirme lo
estúpida que era.- Lilith miró hacía abajo, apunto de llorar. Le estaba
describiendo su vida y eso no le estaba gustando.
-¿Tú estabas enamorada de él?- Una pequeña gota roja se deslizó por su
mejilla pero ella fue más rápida y logró hacerla desaparecer antes de que se
secara en su tersa piel.
-Nunca fue amor, sino dependencia y miedo hacia aquel monstruo que
podía acabar con mi vida en un segundo.- Lilith soltó todo el aire que parecía
haber retenido en los pulmones y clavó sus ojos en mí.
-Quiero acabar con el Vínculo antes de que eso pase.- Sus palabras me
sorprendieron y me alegraron al mismo tiempo. Por fin Lilith se había dado
cuenta del peligro que corría al lado de Tom...
-Cariño, sabes que es lo mejor que puedes hacer. Tom sólo te traerá
dolor y sufrimiento, nunca podrás darle un heredero y eso hará que te odie aún
más... Es mejor así.
-¿En serio, piensas eso?- Asentí con la cabeza y me fui hacia ella a
abrazarla de nuevo. Sentir su débil cuerpo temblar entre mis brazos me hacía
querer protegerla toda la eternidad.
-Tom no te merece, no sabe valorarte, te hará daño, Lilith.- Sus brazos
imitaron a los míos y me rodearon con suavidad.
-Si es tan malo... ¿Por qué me siento así?- Empecé a notar como mi
hombro se empapaba de la sangre que emanaba de sus ojos en forma de lágrimas, y
como un nudo se me formaba en el estómago viendo como mi hija tenía que pasar
por todo lo que quise evitarle desde un principio.
-Es eso precisamente de lo que te quería alejar al convertirte en humana,
al separarte de mi lado... Que Tom no pudiese hacerte sufrir como tu padre hizo
conmigo.- Ella rompió nuestro abrazo sin apartar la vista de mis ojos.
Intentaba buscar algo que le diera confianza para creer en mis palabras, algo
que le dijera que todo iría bien si confiaba en mí...
-Prefería mil veces mi vida como humana.- Su semblante cambió y su
rostro se volvió oscuro. Esta Lilith que tenía delante era la que Tom había
creado, un ser con miedo a ser dañado porque ya le habían hecho sufrir
demasiado, alguien sin vida y cuya función en el mundo era sólo seguir los
pasos del demonio.
-Lo sé...- Fue lo único que puede decirle. Tenía razón pese a que en su
otra vida había habido multitud de atrocidades, en esa no había estado Tom.
-¡Lilith!- Bill apareció en la puerta sofocado. Sus ojos estaban
abiertos como platos y parecía estar muy nervioso por como miraba toda la
cocina en busca de la susodicha.- ¡Necesito que me ayudes!- Lilith se levantó
de la silla preocupada. Por mucho que quisiera parecer dura, no podía evitar
sentirse inquieta cuando algo no iba bien con los de su alrededor.
-¿Qué te pasa?- Bill la agarró del brazo y tiró de ella hacia afuera.
Yo les seguí mientras contemplaba con inquietud qué era lo que abrumaba a mi
hijo.- ¿Do... Dónde vamos?- Lilith empezó a tirar de Bill en cuanto vio como
éste comenzaba a subir las escaleras.
-¡Es Tom!- De repente, un ambiente oscuro se formó entre ellos, tanto
que hizo que mi pequeña se soltase del brazo de su hermano.- ¡No se encuentra
bien!- Bill me miró esperando que yo dijera algo para convencer a Lilith de que
subiera a verle. No lo hice. No podía arrastrarla al infierno...
-¿Qué... Qué le pasa?- Estaba flaqueando, la veía debilitarse por
segundos en el momento en el que Bill mencionó el nombre de su gemelo. Me había
dado cuenta que por mucho que yo quisiese alejarla de él, ella volvía
arrastrándose.
-¡Deshidratación! ¡Lilith, necesita tu sangre!- Me tensé en ese
instante. De tan sólo pensar que Tom la mordía para saciar sus instintos
animales, me ponía enferma. Sabía que era su vinculada, que su misión era
alimentarle, pero por mucho que lo supiera, era como si viese como el demonio
le arrebataba el alma a un ángel.- ¡¿Es que no piensas venir?!- Mi hija me
miró, esperando a que yo le dijera qué hacer. Por otro lado, estaba Bill, casi
a punto de estallar por la tardanza de Lilith a ir en ayuda de su hermano.
-Yo...- Confiaba en ella, confiaba en que mi pequeña no se apaciguara
de nuevo, no fuese un juguete más para él... ¿Tan difícil era querer protegerla?-
No voy a ir.- Bill la miró incrédulo y nervioso al mismo tiempo. ¡Ni yo me
creía que lo hubiese dicho!- Dile que vaya a buscar con la que se acostó,
quizás a ella no le importe darle su sangre.- Mi nueva Lilith se volvió a
mirarme y yo le sonreí con complicidad.- Además...- Miró a su hermano a punto
de soltar lo que ninguno de los dos nos esperábamos.- No tengo ningún motivo
para hacerlo. ¿No sabes que está prohibido beber la sangre de tu propia
familia? Y mucho más la mía.- Comenzó a andar en dirección contraria a las
escaleras. El tono oscuro y frío con el que le había hablado a Bill, me había
dejado petrificada.
-¡Estás comprometida por el Vínculo de Sangre! ¡¿Qué demonios te pasa,
Lilith?!- Ésta se giró clavando sus afilados ojos rojos en Bill. Ver a Lilith
así asustaba tal y como decía la leyenda, Lilith era un diablo vestido de
ángel.
-A Tom y a mí ya no nos une nada, ni siquiera ser hermanos.- Lo dijo
con total tranquilidad, como si no fuese ella la dulce Lilith que lloraba por
todo y que daría hasta la última gota de su sangre por su hermano sin importar
las consecuencias.
-Li... Lilith.- Bill no se lo podía creer y yo mucho menos. Observaba
como su hermana pequeña desaparecía sin ni siquiera volverse al llamarla. Esa
era la Lilith que quería, la que no se dejaba amedrentar por nadie, la que no
se dejaba influir por las palabras de aquel monstruo.- ¿Qué le pasa, mamá?- Mi
hijo me preguntó casi apunto de explotar.
-Creo que ha abierto los ojos.- Él me miró extrañado y negando con la
cabeza.
-Tom tenía razón.- Lo miré por el tono de desprecio que había utilizado
en su frase.- Desde que Lilith puso un pie en nuestra familia has intentado
alejarla de él.- Era la primera vez que mi hijo me hablaba así, la primera que
utilizaba tanto odio en sus palabras... Tenía la misma voz que Tom y eso me dio
miedo.
-Bill, cariño, sabes que es lo mejor para tu hermana.- Él soltó una
risa sarcástica que retumbó en las escaleras.- Sólo lo hago para protegerla,
para apartarla de ese monstruo que tienes por hermano.
-Me alegra que hayas dicho por fin lo que pensabas.- De pronto el
ambiente se volvió negro. Su presencia varios escalones arriba de Bill le
hacían imponer más respeto del que ya por sí desprendía. Tom parecía el típico
gánster de las películas, sólo que él no necesitaba una pistola para matar a
quien tuviese delante.- ¿Bill, puedes dejarnos solos?- Miré a Bill asustada. Si
me dejaba a solas con él podría matarme, estaba segura de que me odiaba por eso
evitaba estar cerca de mi propio hijo.
-Claro.- Bill despareció dejándome sola ante la mismísima muerte. Tenía
ganas de salir corriendo e incluso de suplicarle que me dejase en paz... pero
tenía que mantenerme fuerte por el bien de Lilith.
-¿Qué quieres?- Le pregunté desafiante. Tom como contestación simuló
una sonrisa aterradora y comenzó a bajar lentamente las escaleras sin apartar
la vista de mí.
-Hablar, mami.- Dijo con con ironía. No recordaba la última vez que me
había llamado así. Antes me gustaba, ahora lo odiaba.- ¿Hace cuánto que no
hablamos tú y yo a solas?- Se estaba riendo de mí. Le divertía la situación
mientras yo luchaba para que mis piernas no empezaran a correr.
-¿No estabas mal? Bill dijo que estabas deshidratado.
-Era sólo una excusa.- Se puso justo delante de mí, apartando todo el
aire que pudiese quedar entre nosotros.
-¿U... Una excusa para qué?- Me puse nerviosa cuando sus ojos se
centraron en los míos. No estaba ese brillo que tenía de pequeño, ahora todo lo
que había era oscuridad...
-Para pegarle, follármela y después beber su sangre hasta no dejarle ni
una gota en el cuerpo.- Me tapé la boca a punto de soltar un grito de pavor.
-¡¿Cómo puedes decir semejante atrocidad?!- Lo empujé lejos de mí, lo
que provocó que se abalanzara y me agarrara la mano que estaba a punto de
golpearlo.
-¡Porque es lo que quieres escuchar!- Hacía una fuerte presión en mis
muñecas, como si pretendiese romperlas.- ¡¿No es eso lo que querías?! ¡Sólo te
estoy dando un puto motivo más para que Lilith me odie!- Me soltó con tanta
fuerza que hizo que me cayese al suelo.
-¡No te dejaré que le hagas daño!- Sentí mis ojos arder por la sangre
que se acumulaba en ellos.- ¡No quiero que la historia de tu padre y mía se
vuelva a repetir con vosotros!- Tom se echó a reír para mi sorpresa.
-¿Enserio crees que Lilith y yo seremos como vosotros? Déjame decirte
algo.- Se puso de cuclillas frente a mí sin apartar esa sonrisa escalofriante
de sus labios.- Tú tienes la culpa de todo lo que pasó y está pasando. Jörg y
tú erais felices hasta que a ti te dio el calentón y te acostaste con Markus.
Tú eres la responsable de que maldijeran a Lilith, tú eres la responsable de
que Jörg te odiara por ello, tú eres la responsable de haberla alejado de mí
sin motivos...- Las lágrimas caían como cascadas de mis ojos. Tom estaba soltando
lo que durante tanto tiempo todos habíamos mantenido oculto y que a él no le
estaba costando ningún trabajo echarme en cara.- Y tú... mami... eres la única
responsable de que Lilith haya sufrido toda su vida.
-Yo sólo quería protegerla...- La voz no me salía. No podía articular
palabra bajo sus ojos amenazadores.
-¡¿Y quién me protegía a mí?!- Se puso de pie a la velocidad de la luz,
agarrándome la muñeca y obligándome a imitarle mientras me zarandeaba.- ¡¿Dónde
estabas cuando Jörg me pegaba cuando hacía las cosas mal?! ¡¿Dónde estabas
cuando lloraba por las noches porque me sentía solo sin ti y sin Bill?! ¡¿Dónde
estabas cuando pasaba mi cumpleaños y navidad solo?! ¡¿Por qué cojones no me
protegiste a mí también?!- El silencio que se formó fue roto por su
respiración. ¿Hacía cuánto que sus ojos estaban perfilados de rojo sangre?
-Intestaste matarme...- Le recriminé.
-¡Porque apartaste de mi lado a la única persona que estuvo conmigo en
esos momentos!- Empecé a llorar recordando esa noche en la que Tom clavó esa
estaca en mi barriga. Podría haberlo hecho en el corazón, pero Bill se lo
impidió.
-Cuando te volví a ver, te comportabas como tu padre. No reconocía a mi
pequeño Tom, el que venía abrazarme cuando me veía, el que decía que era la
mejor mamá del mundo... No sabía quién eras.- Me tapé la cara, dejando que la
sangre que brotaba de mis ojos se escurriera entre mis dedos. Nunca pensé que
Tom se había sentido así.
-¿Por eso me odiabas? ¿Porque me parecía a él?- Preguntó con ironía.-
Él y yo jamás nos hemos parecido, yo no seré como él.- Levanté la vista para
mirarlo. Sus ojos se habían vuelto de su color natural, y sus puños estaban
apretados hasta tal punto, que se podía ver el blanco de sus huesos atravesar
la piel.
-Eres igual a Jörg.- Le había tocado su punto débil y tenía que
aprovechar la ventaja que había conseguido para terminar de hundirlo. Me
levanté y le planté cara mientras él mantenía la cabeza agachada.- Cada día que
pasa, te pareces más a él, como si fueras su reflejo. Te comportas como él,
tratas a Lilith de la misma forma que él me trataba a mí, y estoy segura que
llegarás a ser el mismo mal líder que fue tu padre.- Levantó la mirada del
suelo y me apuñaló con ella. Había dado con su talón de Aquiles y me
aprovecharía tanto como pudiese.- No eres capaz de decir nada porque sabes que
es verdad... Estás igual de podrido por dentro y solo como lo estuvo Jörg.
Nadie te quiere, Tom, ni siquiera yo que soy tu madre...- Me acerqué a él tanto
como pude, haciéndome lentamente más fuerte que él.- ¿Qué te hace pensar que
Lilith alguna vez te quiso?- Soltó todo el aire de sus pulmones, incapaz de
pronunciar palabra.
-Señora, el comunicado ha salido en prensa. En unos minutos ya todo el
mundo se enterará.- El jefe de comunicación de la familia apareció rompiendo
por completo el ambiente que había creado en detrimento de mi hijo.- Tiene que
firmar unos papeles, por favor.- Me volví dejando a Tom completamente hundido.
Había conseguido en unos minutos lo que me había costado años y años de
sufrimiento. Le había dejado las cosas claras como también, que estaba
dispuesta a enfrentarme a él por proteger a mi hija.
By Lilith
Cerré los ojos con fuerza aspirando el aroma de las rosas del jardín.
Hacía tanto tiempo que no las veía que parecían más hermosas que la última vez.
El aire era tan frío que incluso las lágrimas de mi cara parecían haberse
congelado en el camino. En este momento, no me importaba quedarme congelada en
el banco en el que estaba sentada, frente al jardín de rosas donde solía jugar con
mis hermanos de pequeña. Era una bonita forma de hacerlo...
-¿No hace mucho frío aquí?- Su voz, como siempre, me pareció la de un
ángel. Eso era él, mi ángel de la guarda desde que lo vi en aquella azotea en
Londres.
-¿Es que acaso tú lo sientes?- Noté como se sentaba a mi lado y me
miraba. Sus ojos fijos en mí siempre me transmitían tranquilidad, y era
justamente eso lo que necesitaba ahora mismo.
-¿El frío? ¡Claro que lo siento!- Empezó a reírse como si la pregunta
fuese la más tonta del mundo.- Otra cosa muy distinta es que lo tenga.- Tenía
razón. Hacía tanto tiempo que había dejado de tener frío, que se me había
olvidado cómo era. Sin embargo, mi corazón estaba congelado, y ese dolor sí que
lo sentía.- Lilith, yo... Siento mucho lo de tu padre.- Apoyé mi cabeza en su
hombro, sintiendo la serenidad que necesitaba.
-No lo sientas, no tienes por qué.- Estaba tan tenso que parecía de
piedra. ¿Es que acaso él también podía sentir como Tom nos miraba desde la
ventana?
-Era tu padre, nuestro líder... Creo que sí que tengo que sentirme mal
por ello.- Me levanté y lo miré por primera vez desde que se puso a mi lado.
Seguía igual que siempre, su pelo, sus ojos, sus labios... Era Nate, el de
siempre, el mismo que se ponía nervioso cuando lo miraba.- ¡No llores, por
favor!- Sus dedos se movieron rápidos en mi cara, limpiando la sangre que la
manchaba.- Los Sangre Pura no pueden llorar en público.
-Mis lágrimas siempre tienen público, sería aburrido que salieran sin
que nadie las pudiese ver.- Él asintió con una sonrisa en la boca. Gracias a
Nate, siempre conseguía evadirme de mis problemas, o eso creía...
-¿Hace cuánto que has llegado?- Nate se levantó e hizo una reverencia
ante mi hermano. Bill estaba utilizando un tono demasiado frío para dirigirse a
Nate, o quizás todavía estuviese enfadado por lo de antes.
-Acabo de llegar pero había visto a Lilith aquí y he venido a darle el
pésame.- Yo también me levanté junto con Nate pese a que no tenía ganas de ver
a nadie en estos momentos.
-Ya...- Bill me miró con una ceja alzada mientras yo evadía su mirada.-
Será mejor que vayamos dentro, tenemos que reunirnos para saber qué decir a la
prensa y lo que pasará a partir de ahora.- Nate hizo otra reverencia y empezó a
caminar hacia la puerta principal. En cambio, mi hermano y yo nos quedamos
parados uno frente al otro, esperando que alguien dijese algo. Las palabras no
vinieron pero sí los actos. Bill sacó un pañuelo de su bolsillo y empezó a
limpiar mi cara de la sangre que la manchaban.- No puedes dejar que todos te
vean así.
-¿No estás enfadado conmigo?- Paró de limpiarme para solamente cruzar
miradas.- Deberías de estarlo, si yo fuera tú...
-Jamás sabrás qué se siente siendo yo.- Me cortó. Puede que tuviera
razón y que nunca comprendería qué significaba ser su gemelo, pero aun así
tampoco me gustaría ser Bill.- ¿No vas a preguntarme por cómo está Tom?- Se
volvió a guardar el pañuelo en el bolsillo y empezó a caminar hacia el interior
de la casa.
-¿Debería?- Pregunté aun sabiendo lo que me contestaría.
-No entiendo por qué te comportaste así antes. ¿Es por lo que pasó
con... Jörg?- Mis pies se detuvieron de repente al oír su nombre. Las escenas
de aquella noche no las recordaba con claridad pero los golpes de la cabeza de
mi padre estampándose contra el suelo, sí. Lo peor no era eso sino escuchar los
gritos de Tom repetirse en mi cabeza.
-Supongo que eso fue la gota que colmó el vaso.- Bill tiró de mí, me
puso frente a él y me abrazó. Me estaban entrando ganas de llorar de nuevo pero
esta vez no salió ninguna lágrima.- No quiero seguir teniéndole miedo, no
quiero tener ganas de huir cada vez que lo vea y es que simplemente no puedo
ser fuerte frente a él.- Bill me estrechó más entre sus brazos y me besó la
cabeza.
-Creo que eres la única que puede permitirse el lujo de no tenerle
miedo. Tú eres la única persona que está a salvo de sus locuras, la única que
ha roto ese muro que lo apartaba del resto del mundo. Ni siquiera eres
consciente de lo importante que eres para él.
-Señor, la reunión va a empezar.- Nos interrumpieron justo cuando
pensaba pedirle una explicación sobre lo que acaba de decirme. Era algo sin
sentido ya que yo había sido la persona con la que más había descargado toda su
frustración y “locuras” como Bill lo llamaba.
-Enseguida vamos.
Mi hermano y yo entramos en aquel enorme lugar en el que recordaba
haber estado antes. Era el mismo sitio donde había confesado ante el Consejo
que había sido yo la que había dado su sangre a Adam y no Tom. Todavía me
preguntaba por qué él mintió sobre eso. ¿Es que acaso quería protegerme?...
Imposible.
-Por favor, tomen asiento.- Cuando quise darme cuenta, ya todo el mundo
estaba sentado en sus respectivos lugares. Parecía el Coliseo romano, con
cientos de personas sentadas en aquella sala redonda. En la parte principal,
Tom, a su lado dos miembros del Consejo.
Podía imaginarme el motivo que nos había traído aquí, es más, podía
incluso escuchar los comentarios de todos. Había que tratar el tema de la
“muerte” de mi padre y, por supuesto, el liderazgo de Tom. ¿Pero realmente
estaba éste preparado para tener tanta responsabilidad? Claro que no, o al
menos eso creía. Seguramente si alguien no acataba las normas que pusiese, lo
mataría o los torturaría hasta que muriese de dolor.
Verlo ocupar el sillón donde tantas veces había estado mi padre me
ponía los pelos de punta. Me preguntaba qué estaría sintiendo él en este
momento. ¿También le entrarían escalofríos como a mí? No lo sabía, aunque podía
ver la tensión que se dibujaba es su rostro. Estaba como perdido mientras la
gente que entraba se iba acomodando en sus respectivos lugares. Miraba al suelo
pensativo, con los brazos a ambos lados de su cuerpo mientas sus puños se
mantenían cerrados. Podía percibir ese aura oscura después de creer que había
desaparecido para siempre. Sin embargo, no sabía si alguna vez esa oscuridad
propia de su alma se había ido alguna vez o sólo había permanecido ocultad y
disfrazada de falsos “sentimientos”.
-¿Cielo?- Dejé de mirar a Tom cuando mi madre me llamó.- ¿Por qué lo
estabas mirando?- Buena pregunta, aunque dudaba si tenía respuesta para ella.
-Yo...- Volví a mirarlo. Ahora estaba sentado junto con todo el mundo
en aquel enorme lugar. Ahora, sus ojos estaban fijos al frente, seguro de sí
mismo o eso intentaba aparentar.- Está mal.- No sabía por qué había dicho eso,
pero era lo que sentía en mi interior.
-Olvídalo, tan solo intenta hacerte sentir culpable.- Sonó fría al
hablar de su hijo, demasiado para mi gusto.- He hablado con él.- Sus palabras
me dejaron impactada y a la vez curiosa.
-¿De qué habéis hablado?- Mi madre me miró fijamente, intentando buscar
en qué estaba pensando en estos momentos. ¿Es que nadie se había dado cuenta ya
de que sólo Tom era capaz de hacer eso?
-No hemos hablado, más bien hemos discutido... Incluso me ha pegado.-
Abrí los ojos de par en par ante semejante acusación. Sabía que Tom era capaz
de eso y mucho más pero no que tuviera el estómago para pegar a su propia
madre. Un segundo... Había matado a nuestro padre y líder de toda la
especie...- Me ha dicho que soy una mala madre, que no necesita a nadie para
sentirse bien, ni siquiera a ti.- Me volví a mirar a Tom desde la lejanía que
había entre nosotros. Nuestras miradas se cruzaron, él con una ceja alzada y yo
con muestra de pavor en el rostro. Ni siquiera pude mantenerle la mirada un par
de segundos.
-¿Ha dicho eso?- Me escocían los ojos muchísimo. ¿Por qué me afectaba?
¿No era yo la que estaba dispuesta a terminar con el Vínculo de Sangre?
-Y mucho más que prefiero no contarte.- Respiré hondo tragándome las
ganas de llorar. No entendía como mi madre me decía cosas tan diferentes a la
de Bill. Conocía lo mucho que éste apreciaba y quería a su hermano pero también
lo mucho que Bill me quería a mí.
-Señores, señoras y miembros del Consejo. Como todos sabemos, nuestro
líder ha muerto asesinado por culpa de la gente de Markus. Desde la
desaparición del Sol, estamos cada vez más amenazados y si han sido capaces de
matar de esa manera tan descabellada al líder, ninguno de nosotros estamos a
salvo. Estamos aquí reunidos para tratar los temas de seguridad de nuestra
especie y de los miembros de la familia Sangre Pura, como también de la
sucesión del heredero al mando, el señor Thomas Kaulitz.- Su nombre hacía que
todos temblaran de miedo, y no era para menos. Cada segundo que pasaba en este
lugar, sentía como su miraba se clavaba en mí, atravesando cada célula de mi
cuerpo.- Los medios de comunicación han sido informados y la noticia ya ha dado
la vuelta al mundo. Sólo necesitamos que todos los presentes conozcan el
procedimiento a seguir para nuestra
protección.- Aquel hombre, miembro del Consejo y que ya había visto en varias
ocasiones, se sentó para dejar que otro de semejante rango tomase la palabra.
-Nuestro mayor objetivo es proteger a la señorita Kaulitz de cualquier
peligro al que pueda estar expuesta.- Alcé la mirada cuando me hicieron
alusión. Mi protección era algo que traía de cabeza a toda la especie cuando ni
siquiera sabían que el mayor peligro vivía bajo el mismo techo que yo.- Hemos
reforzado las medidas de seguridad, así como la protección de cada uno de los
miembros de la familia. Nadie podrá salir de la casa sin llevar guardaespaldas
y mucho menos abandonar la casa sin haber pasado antes por el señor Kaulitz.-
Seguramente, tener un papel tan importante hacía crecer el ego de Tom por
segundos y todos éramos conscientes de ello. Aun así, Tom no parecía muy
animado con la idea.- Mi señor...- Aquel hombre se sentó para que esta vez
fuese mi hermano el que nos asustara con su imponente tono de voz.- ¡Todos en
pie!- Dicho y hecho. Al terminar esa orden a forma de grito por aquel hombre,
todos se levantaron sin rechistar. Todos menos yo, que me había quedado
petrificada después de que mi madre me hubiese confesado todo acerca de su
discusión con él.
-Creo que todo ha quedado bastante claro. Sin embargo, para los que
todavía tengan dudas, nada será igual al mandato de nuestro anterior líder así
que olvidaros de hacer las cosas que os de la gana porque yo... no soy Jörg.-
La última frase hizo que me recorriesen escalofríos por todo el cuerpo aunque
no estaba segura si era por eso o porque sus ojos habían vuelto a fijarse en
mí.- Es todo por hoy.- Todos hicieron la reverencia propia que le hacían al
líder y que antes, había sido de mi padre.
Poco a poco, la sala se fue vaciando de gente. Sólo estábamos Bill, Tom
y yo. El primero estaba esperando a que Tom terminase de hablar con uno de los
miembros del Consejo, yo aún esperaba el momento en el que mis piernas
reaccionasen y me sacasen de allí. Con un poco de suerte, esperaba pasar
desapercibida para él.
Sus pasos pronto se hicieron notar en aquel vacío lugar. Había
terminado de conversar con ese hombre y ahora se dirigía hacia donde le
esperaba su hermano. Me escurrí un poco en el asiento, esperando con eso que no
me viese. Todo mi cuerpo temblaba de tan solo imaginarme que en pocos segundos
pasaría por mi lado. No notaría que estaba allí, nunca sentía mi presencia en
ningún lugar.
-Tenemos que hablar.- Levanté la cabeza lentamente, rezando a cualquier
dios que me estuviese escuchando que no fuese yo a quien se dirigía.- Piensas
esconderte de mí todo el tiempo.- Pero como era de esperar, ningún dios
escucharía a alguien completamente distinta a una persona religiosa.
-Tom...- La voz de Bill sonó detrás de la de su gemelo. Ambos me
miraban desde arriba, esperando a que les contestase o diese alguna señal de
vida.
-¿Puedes dejarnos a solas, Bill?- Tom no apartaba sus ojos de los míos,
ambos manteniendo una batalla fría en la que si alguno desviaba la mirada, perdía.
-No creo que sea buena idea, estás cansado y necesitas dormir...
-¡He dicho que te largues!- La excusa de Bill no le valió para nada.
Jamás lo había escuchado gritarle así y nunca me imaginé que fuese capaz de
hacerlo.
-Mi señor...- Bill se inclinó ante su hermano, lo que me hizo
sorprenderme aun más. Si Bill mostraba sus respetos hacia alguien como Tom,
significaba que nadie estaba a salvo de él, ni siquiera su gemelo.
Una vez que la puerta se cerró tras la salida de Bill, Tom me apartó la
mirada para darme la espalda. Eso significaba que él había perdido esta vez en
nuestro duelo de miradas. No, él nunca perdía, simplemente se había dejado
ganar con facilidad...
-¿Qué quieres?- Conseguí decirle pareciendo amenazante mientras me
incorporaba en el sillón.
-¿Qué quieres?- Repitió mi pregunta con un tono de incredulidad e
ironía. Tal vez no era la manera más indicada de hablar con un líder pero a
quien tenía delante no podía verlo como tal.
-Sí, ¿qué quieres?- Soné desafiante pero era eso lo que realmente
quería. No me iba a dejar intimidar de nuevo por una persona que había pegado a
su madre, a su hermana, gritado a su gemelo y matado a su padre.
-Primero, que dejes de actuar así.- Puso ambas manos en la mesa,
dejándose caer hacia delante con la intención de intimidarme. Siempre lo
conseguía pero esta vez, no le mostraría el miedo que le tenía.
-¿Actuar cómo?- Su expresión se tornó amenazadora. Sus ojos se habían
vuelto rojos y era más que evidente que sus colmillos estarían dispuestos a
asustarme.
-¡Como si fueses una cría!- De nuevo esa palabra, la que me hacía
sentirme mucho inferior a él, “cría”. Puede que lo fuese en aquellos momentos o
quizás estuviese comenzando a crecer y era por eso que estaba empezando a abrir
los ojos.
-Tenías que decirlo. ¿Te sientes mejor ahora?- Pregunté llena de
rencor. Yo también quería hacerle frente aunque mis ojos demostrasen lo
contrario.
-No, en realidad me siento como una puta mierda.- Su cara se fue
aproximando a la mía desde el otro lado de la mesa que nos separaba.- ¿Por qué
demonios no has ido en una semana a verme?- Su voz había cambiado por completo,
el mismo tono que siempre utilizaba cuando nos acostábamos.
-No pensaba ir a verte.- Sus intenciones de besarme se vieron abolidas
por mi frase. Me miró interrogante para después esbozar una sonrisa maliciosa a
la que ya me tenía acostumbrada.
-¿Por?- Dijo con maldad esperando que mi respuesta fuese parecida a las
que él estaba acostumbrado.
-Porque me sentía incapaz de hablar con el monstruo que me ha engañado
con otra, ha pegado a su madre y ha matado a su padre sin ni siquiera sentirse
culpable por ello.- Me levanté del sillón y me puse a su misma altura. Estaba
dispuesta a pelear con él hasta que reconociese sus errores.
-¡Intentó matarte o peor, hacer que fuera yo quien lo hiciese!- Esta
vez no parecía enfadado como la anterior, sino confundido por mi acusación.-
¿Quieres que me disculpe por salvarte la vida? ¡Pues no pienso hacerlo!- Ni
siquiera me lo pensé, estampé mi mano contra su cara haciendo que se tambalease
al no esperárselo.
-¡Te debería de dar vergüenza todo lo que haces! ¡Si yo fuese tú ya me
habría suicidado! ¡No sé cómo puedes seguir mirándote al espejo sin sentir asco
y desprecio por lo que ves!- De repente, mi cuerpo había volado contra una
pared, mi cabeza había rebotado en esta y su brazo hacia una fuerte presión en
mi cuello, como si intentara rompérmelo.
-¿Sabes que podría matarte por haber hecho eso y que nadie me
condenaría?- Sentía como mi cuello luchaba por no romperse y como su sonrisa
macabra me helaba la sangre.
-¿Te das cuenta? Eres in... incapaz de no hacerle daño... a nadie.-
Intenté coger aire para poder seguir hablando pero Tom sólo apretaba con más
fuerza.- Ahora mismo... estás intentando matarme... ¿Por qué te molesta que...
papá lo hubiese intentado?- Mi cuerpo chocó con violencia contra el suelo. Tom
me había soltado y alejado varios pasos de mí. Empecé a toser violentamente
dado que cada vez que cogía aire sentía un dolor infernal en la garganta.
-¿Qué pretendes? ¿Intentas hacerme sentir culpable?- Alcé la vista
viendo como Tom se apretaba con fuerza la cabeza y caía de rodillas al suelo.
-No voy a caer esta vez, Tom.- Apretaba con más fuerza su cabeza a la
vez que cerraba sus ojos de la misma manera. Era otro truco de los suyos para
que me acercase a él preocupada, me cogiese y me hiciese sentir mal de nuevo.
-¿Por qué no se callan?- Dijo con un hilo de voz.
-¡Basta ya, me voy!- Me levanté dispuesta a salir por la puerta aunque
en mi interior algo me decía que no era igual a otras veces.
-Siempre se callan cuando tú estás...- Quité las manos de la puerta y
esperé a que siguiera hablando. No sabía si era por el Vínculo de Sangre o por
cualquier conexión fraternal que ya teníamos, pero lo cierto era que algo no
iba bien con Tom y lo sentía.
-No sé si es una broma pero no tiene gracia, no vas a solucionar nada
con tus trucos de siempre.- Me fui acercando lentamente a la defensiva ante
cualquier posible ataque.- ¿Tom?- ¿Por qué se había callado? Aligeré los pasos
hasta situarme a su lado de pie. Sentía mi sangre quemar mis venas y esta vez
no era porque necesitaba la suya, es más, dudaba que en este momento me
apeteciese.
-Lla... Llama a Bill.- Sus manos se estamparon contra el suelo
rompiéndolo en mil cachitos.
-¿Qué... Qué te pasa?- Me incliné junto a él, a la espera de que me
contestase.
-¡Tú eres lo que me pasa!- Sus ojos se abrieron como platos apuntando
directamente hacia mí. No pude evitar caerme de la impresión ante su grito.-
¡¿Por qué cojones es tan difícil entenderte?!- Volvió a tocarse la cabeza y a
pronunciar algo que no logré escuchar.
-¡Lo complicado es entenderte a ti! ¡¿Por qué siempre terminas
fastidiándolo todo?! ¡¿Por qué no desapareces de mi vida para siempre, Tom?!-
Me levanté del suelo y me fui dirigiendo hacia la puerta. Las lágrimas pronto
empezaron a escurrirse por mi cara. No le daría el gusto de verme llorar de
nuevo porque sabía que era eso lo que quería.
-Porque... te quiero.- Mi mano se detuvo de nuevo en la puerta,
temblorosa al igual que todo mi cuerpo. Estaba a punto de caerme al suelo al
escuchar esas palabras de Tom, las mismas que durante tanto tiempo había
necesitado oír de sus labios.
-Deja de mentir, es suficiente.- Abrí la puerta y comencé a caminar con
pasos lentos ya que no veía nada debido a las lágrimas rojizas. Volvía a jugar
de conmigo porque sabía que le funcionaba. Tal vez fue útil con la Lilith de
antes que se dejaba engañar por dos palabras bonitas de aquel monstruo que la
hacía olvidar todo lo que le había hecho, pero con esta Lilith las cosas
cambiarían muchísimo.
-No te estoy mintiendo, nunca lo he hecho.- Escuché como se ponía de
pie y se acercaba a mí. Agradecía estar dándole la espalda o de lo contrario,
si lo estuviese viendo, me lanzaría a él como una posesa. Pero esta vez no
caería, esta vez era más fuerte que esa dos palabras tan deseadas, era más
fuerte que él...
-Ahora ya no funciona, Tom.- Conseguí cerrar la puerta con un gran
golpe cuando salí.
Ya era demasiado tarde para volver atrás...
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