Capítulo 44
Capítulo 44
By Adam
Me llevé la mano a la nariz y cuando la retiré, vi como estaba manchada
de sangre. Me había pegado tan fuerte que casi me había tirado al suelo. Pese a
no tener fuerzas, Lilith seguía teniendo ese carácter que no demostraba a
simple vista. Sus ojos se habían tornado de un color rojo brillante y sus
colmillos habían aparecido para amenazarme. Respiraba agitada aún con una muestra
de considerable enfado en su rostro.
No debí haberla besado, no debí haber pretendido que se olvidara de
todo, que se olvidara de él por tan solo un par de minutos. Me lo había
merecido pero aun así, no me arrepentía de nada.
-¡No vuelvas a hacerlo!- Observé como después de haberme gritado, sus
ojos estaban puestos en la sangre que se escurría por mi barbilla.
-Lo siento.- Tenía que salir de allí antes de que me viera como su
aperitivo porque estaba claro que yo no le daría ni para el primer plato.
Lilith había estado mucho tiempo sin beber nada y si yo seguía delante suya...
-Adam, necesito que me saques de aquí.- Sus ojos habían vuelto a su
color natural y su voz parecía ahora la del ángel al que estaba acostumbrado.-
Por favor...- Si seguía poniéndome esa cara no podría resistirme pero no podía
hacerlo. Mis intereses no eran los de mi padre, yo quería alejarla lo máximo
posible de ese monstruo. Sabía que si permanecía a su lado terminaría por
destruirla por completo.
-No puedo hacer eso.- Abrí la puerta y la cerré con llave antes de que
Lilith pusiese escaparse. Hasta ahora no había hecho falta encerrarla porque ni
ella misma había intentando salir, pero ya que sabía que Tom estaba vivo, no
dudaría ni un segundo.
-¡Adam!-Gritó.
-¿Así que la has besado?- Me di la vuelta alarmado al escuchar la voz
de mi padre por encima de los gritos de Lilith llamándome.
-¿Es que acaso me espías?- Comencé a caminar sin hacerle mucho caso
mientras mis entrañas se retorcían por querer volver a su lado.
-¿Estás enamorado de ella?- ¡Qué pregunta más estúpida! Claro que sí.
-No.- Pasaba de contarle mis sentimientos por ella. ¿Qué más le daba?
¿No iba a matarla de igual forma?
-Tengo algo que proponerte, Adam.- Dejé de prestarle atención a mis
pensamientos y me centré en lo que mi padre iba a decirme. En momentos como
este, si él decía algo que la salvara de su futuro inminente, aceptaría
encantado.- Lilith no nos sirve todavía.
-¿Cómo?- Algo en mi interior se revolvió.
-Es por donde podemos tener a la peor de las sanguijuelas cogida por
los huevos.- Mi padre sonrió para potenciar sus palabras.- Ella es su punto
débil.
-¿Estás hablando de Tom?
-¿De quién si no?- Mi cabeza empezó a barajar diferentes planes en los
que podía estar pensando mi padre.
-Pero Tom está muerto.- Esta conversación no tenía ni pies ni cabeza.
Vale que Tom no estuviese muerto del todo, pero le faltaba poco. No aguantaría
mucho más con la poca sangre que Lilith le había dejado. Eso es lo que nos
había dicho el chivato de turno que tenían entre ellos. ¿Sabrían que uno de
ellos nos estaba pasando información...?
-Se ha despertado gracias a la sangre de Lestaf.- Mi corazón empezó a
bombear muy deprisa, tanto que pensé que se me saldría del pecho. Jörg no había
mostrado indicios de tener la intención de recuperar a Lilith, pero si Tom
había despertado, no dudaría en venir a por ella. Esa posibilidad no me
asustaba en absoluto, lo que sí me aterrorizaba era que se la llevase y le
hiciera la existencia imposible, la tratara como una mierda, le pegara, le
chillara y le hiciese sentir el ser más insignificante sobre la Tierra. Lo
sabía, sabía que Tom lo había hecho muchas veces y que si se la llevaba,
volvería a lo mismo. Y otra cosa sí, pero ver llorar a Lilith por culpa de ese
monstruo me hacía tener ganas de destriparlo con mis propias manos.- Si la
sangre de Lestaf está fluyendo por sus venas, Tom será ahora más peligroso de
lo que era antes.- Estaba claro que un ambiente cargado se estaba formando en
el aire. La bestia había despertado y estaba claro que vendría a por su presa.
Lilith...
-Si eso es así tenemos que proteger a Lilith para que no se la lleve.-
Me empecé a mover nervioso intentando buscar a alguien para que no se moviera
de la puerta de Lilith.
-Hijo, será estúpido luchar contra él. Además, creo que le dolerá más
perderla al cabo del tiempo.
-¿A qué te refieres?
-Lestaf ha vuelto a poner en vigor el Vínculo de Sangre.
-¿C-cómo?- El Vínculo de Sangre, aquello a lo que los Sangres Pura más
respeto le tenían. La única razón por la que seguían existiendo era esa ley. El
Vínculo de Sangre permitía a hermanos Sangres Pura unirse para la eternidad y
con ello, traer a la próxima generación que gobernara a la especie. Así había
sido con Lestaf y Elizabeth, con Jörg y Simone, y con otros miembros de los
Sangres Pura de los distintos continentes, hermanos de Lestaf y Elizabeth. La
mayoría de esos “matrimonios” habían acabado mal, o se habían matado entre
ellos o ahora se odiaban a muerte. Menos Lestaf y Elizabeth, que mantenían
amándose como el primer día.- ¡Tom no puede estar con Lilith! ¡La matará!
-Relájate, las cosas pasarán a su debido tiempo.- Mi padre sonrió y se
fue dejándome con el corazón en el puño. Yo jamás permitiría que ese
chupasangre destruyese a Lilith.
Entré en mi habitación y me tumbé en la cama mientras mi mente
maquinaba distintas posibilidades de huir junto con ella a algún sitio al que
nadie pudiera encontrarnos. Un lugar lejos de mi padre y los Kaulitz, un lugar
en el que sólo existiéramos ella y yo.
Mi corazón no paraba de latir, tanto que podía incluso escucharlo. Mi
cuerpo había empezado a ponerse caliente lo que me avisaba de algún peligro
inminente. Mis instintos habían estado calmados estos días en los que Tom había
estado “muerto” pero ahora, parecían alertarme de que estaba en constante
peligro.
La ventana se abrió de pronto haciendo un ruido tremendo y dejando que
entrase el aire fría de invierno. Me levanté a toda prisa para cerrarla antes
de que la habitación se llenase de nieve.
-Qué de tiempo sin vernos, Adam.- Me di la vuelta agitado en cuanto
cerré la ventana. Estaba sentado en mi cama sonriendo de esa forma tan frívola.
-¿Qué... qué estás haciendo aquí?- No quitaba esa asquerosa
no-expresión en su rostro. Tenía que reconocer que no estaba preparado para verle
y mucho menos para enfrentarme a él sin haber planeado antes cómo matarlo y
cómo proteger a Lilith.
-¿Es que acaso no te alegras de verme?
-Preferiría verte muerto.
-Ya lo he estado, ¿lo sabías, no?- Se levantó de la cama y empezó a
pasearse por mi habitación observando cada detalle de ésta.- Claro que lo
sabías, has aprovechado ese tiempo para lanzarte a por ella.- Sus ojos se
clavaron en los míos haciéndome retroceder en cuanto sentí el frío de su mirada
llegar a mis huesos.
-Si has venido a por ella, déjame decirte que no voy a permitir que te
la lleves.- Intenté hacerle frente intentando poner un tono amenazante pero él,
en vez de tomárselo en serio, empezó a reírse.
-¿No has tenido suficiente con el beso? Supongo que querrías hacer lo
mismo que hizo tu padre con ella.- Cada vez estaba más cerca de mí y yo seguía
ahí quieto, intentando ganar esa batalla de miradas que se había formado entre
nosotros.
-¿Lo que hizo mi padre con ella? Lilith jamás lo había visto antes.
-¿Así que tu papi no te lo ha contado?
-¿El qué?
-Supongo que no querría que le odiases por eso.- Se puso justo a pocos
centímetros de mí, tan cerca que podía sentir el frío de su piel chocar con la
mía.- El día que te fuiste a Londres, Lilith fue a buscarte a tu casa.- Me
estaba poniendo nervioso al tenerlo tan cerca...- Markus estaba allí y, para
decirlo sin que te resulte demasiado asqueroso, se divirtió a costa de mi
querida hermanita.- La sonrisa desapareció de su cara y sus ojos se volvieron
rojos como el fuego.
-¡Mientes!- Lo empujé lejos de mí.- ¡Mi padre sería incapaz de hacer
algo así! ¡Quizás vosotros los chupasangres os de igual acostaros con unos o
con otros, pero nosotros no somos así!- Me estaba cabreando demasiado. ¡¿Cómo
se atrevía a decir algo tan horripilante de mi padre?!- ¡¿Crees que todos son
como tú?!- Mi sangre estaba empezando a hervir y sabía que pronto me
transformaría si seguía así.- Estoy seguro que tú si lo hubieses hecho si
hubieses tenido la ocasión.- Sus ojos rojos seguían fijos en mí, sin pestañear
ni un solo segundo.
-¿Y no era eso lo que tú pretendías hacer hace unos minutos?- Tenía
razón. Si Lilith no me hubiese pegado, hubiese seguido hasta el final... Bajé
la cabeza arrepentido por lo que había hecho.- Por mucho que intentes
convencerte de que el malo soy yo, tarde o temprano te darás cuenta de que el
único que intenta aprovecharse de ella eres tú.
-Yo jamás le haría daño a Lilith, no soy como tú.
-No fui yo el que, aún sabiendo que ella lo hacía para salvarse, se
aprovechó de la situación y se acostó con ella, tampoco fui yo el que le hizo
chantaje con Shelly para estar cerca de ella y no fui yo el que ha intentado
besarla en contra de su voluntad.- Sonrió al darse cuenta que sus palabras me
estaban destruyendo poco a poco.
-Lo hice sin pensar... La amo.- De pronto, mi cabeza se chocó con la
pared que estaba a varios metros de distancia. Cuando abrí los ojos tras el
golpe, vi el brazo de Tom en mi cuello mientras me ahogaba por la fuerte
presión que hacía.
-¡¿Cómo te atreves a decir que la amas?! ¡¿Cómo eres capaz incluso de
ponerle una mano encima?!- Parecía un loco histérico. Había perdido los papeles
por completo en segundos.- ¡No tienes ni puta idea de lo que eso significa!- Me
soltó haciendo que mi cuerpo cayese al suelo y empezase a toser como un loco.-
¡No mereces ni mirarla!
-No... no te la... vas... vas a llevar.- Su respiración agitada no le
impidió mostrar su sonrisa monstruosa.
-No he venido a llevármela. Aún no tengo la fuerza suficiente para
enfrentarme a unos chuchos rabiosos.- Comenzó a andar hacia la ventana
tranquilamente como si minutos antes no se hubiese comportado como un
psicópata. Se paró justo después de abrir la ventana dejando que el frío me
hiciese tiritar.- Esta no es nuestra guerra ni Lilith es ningún trofeo.- De un
salto salió por la ventana. Su presencia en la habitación había desaparecido.
Como si nunca hubiese estado aquí...
By Lilith
Abracé a mis rodillas más fuerte con la intención de controlar los
gritos cargados de lágrimas que luchaban por escaparse de mi garganta. Sentarme
en el rincón más oscuros de la habitación y llorar, esta vez no me estada
sirviendo de nada. Necesitaba salir de aquí, beber algo y sobretodo, ver a Tom.
Intentaba no pensar en él para que mi encarcelamiento aquí no se hiciese más
insoportable pero me estaba volviendo loca por cada segundo que pasaba sin
verle. Incluso había llegado a sentirlo hacía un momento, era algo tan estúpido
que la simple idea era absurda.
La puerta se abrió y cerró rápidamente. Escuché como los pasos de alguien
se acercaban cada vez más hacia donde yo estaba. Intenté no hacer ningún ruido
para que no se diera cuenta. Intenté captar el olor de aquella persona que
había invadido mi único segundo de libertad que tenía. El olor de quien fuese
que hubiese entrado no era el de un licántropo sino... ¡el de un vampiro!
-¿Lilith?- Era una voz masculina la que susurró mi nombre.- ¿Estás
aquí?- Reconocía esa voz, la había escuchado antes...- Tranquila, hemos venido
a sacarte de aquí.- Me puse de pie en la oscuridad con las pocas fuerzas que mi
cuerpo reservaba para ver a Tom antes de desfallecer.
-Estoy aquí.- Una larga melena rubia se movió dejando que el rostro de
aquel chico se iluminara al verme.- Georg...- Era Georg, el chico del Vamtasía
que intentó besarme una vez en los baños. Nunca me hubiese imaginado que me iba
a alegrar tanto al verle de nuevo...- ¿Vienes a por mí?- Asintió con la cabeza
y agarró mi mano con fuerza.
-Tenemos que salir de aquí antes de que nos descubran.- Tiró de mí
hacia la puerta haciendo que me fuera casi imposible seguirle.- ¿Estás bien?
-No creo que pueda correr mucho.- Me sonrió mientras negaba con la
cabeza quitándole importancia a mi confesión.
-No pasa nada, ya nos avisaron de que eras muy torpe.- No pude evitar
esbozar una sonrisa ante sus palabras.
Abrió la puerta con cuidado y tras asomarse, me sacó para afuera. A un
lado de ésta estaba el otro chico de la discoteca, Gustav. También me sonrió
tras hacerme una reverencia a la que todavía no estaba acostumbrada. Georg me
soltó y echó a correr.
-Saldremos de aquí y te llevaremos a casa.- Gustav apretó mi mano con
fuerza.- ¿Crees que podrás correr?- Asentí con la cabeza sin mucha seguridad.
Realmente, mi cuerpo no me daría para mucho, pero tenía que hacerlo para poder
ver a Tom de nuevo...- Bien.
Empezamos a correr como todo vampiro que se precie. No sentía el suelo
bajo mis pies ya que me estaba dejando arrastrar por Gustav como un monigote.
Veía como todo a mi alrededor pasaba a la velocidad de la luz y como el olor de
Adam y Markus estaba presente a mi alrededor.
Mis pies se detuvieron de repente. Gustav me imitó sin entender muy
bien por qué. Estaba justo delante de una puerta que me separaba de la que
alguna vez fue mi hermana, Shelly. Agarré el pomo confiada con la intención de
verla. No estaba segura si era buena idea que ella, una humana, viniese conmigo
a una casa llena de vampiros, pero tenía que hacerlo. Me juré a mí misma que la
protegería y si ella estaba aquí, yo no podría hacerlo.
-Date prisa.- Gustav me hizo un gesto para que entrase y yo se lo
agradecí devolviéndole la sonrisa que antes me ofreció.
-¿Elizabeth?- Su voz retumbó en mi cabeza, la misma voz que me llamaba
en las mañanas parisinas.
-Shelly, he venido para sacarte aquí.- Entré en su habitación y la vi de
pie, con la mirada perdida en mí...- ¿Quieres venir conmigo?- En realidad, no
pensaba hacerle esa pregunta sino sacarla de aquí lo más rápido posible.
-Claro. ¿Quién si no soy yo iba a protegerte?- Se abrazó a mí con las
lágrimas en los ojos.
Salí de la habitación con ella agarrada de la mano. Gustav no dudó en
cogerla en brazos y hacerme un gesto para empezar a correr de nuevo. De sólo
imaginármelo, ya me temblaban las piernas. Pronto me quedaría sin fuerzas pero
no podía ser antes de ver a Tom.
Si supiera cuántas ganas tenía de estar a su lado, si tan sólo si
hiciera una idea de lo mucho que necesitaba sentirlo cerca... ¿Y era eso ser
egoísta? Tal vez lo fuera. Estaba dispuesta a hacer lo que él quisiera para que
me perdonase. Incluso si pensaba que no quería estar a mi lado, yo me iría y lo
dejaría tranquilo. Simplemente, necesitaba verlo una vez más...
[…]
-Lilith, hemos llegado.- Abrí los ojos con lentitud. La luz de la luna
que se colaba por el cristal del coche me cegó al igual que lo hizo la sonrisa
de Shelly.- Todos te están esperando.- Georg me abrió la puerta y me tendió su
mano para ayudarme a bajar.
Cuando salimos del coche, contemplé como la enorme mansión donde vivía
se alzaba majestuosa y tétrica ante mis ojos. El primer paso que di hacía mi
hogar fue el que más me costó. Los pasos de los demás detrás de mí me hacían
sentirme segura aunque a la vez débil. Sabía la razón por la que Georg y Gustav
me seguían por detrás y era por si me desmayaba en cualquier momento. No lo
haría, todavía no...
-¡Elizabeth!- Me paré en cuanto Shelly me llamó.- ¿No querrás ver a tu
familia con la cara manchada de sangre?- Me llevé una mano a la cara sintiendo
como mi sangre empapaba delicadamente mis dedos. Shelly se puso ante mí y me
obligó a bajarme para que, con su pañuelo, limpiase cualquier muestra de dolor
que pudiese tener en mi rostro. Sonrió satisfecha al dar por acabada su labor.
¿Cómo podía haber estado tanto tiempo sin ella? ¿Cómo no me la había llevado el
primer día que la vi con Adam?- Dije que iba a protegerte.- Asentí con la
cabeza ante tan rotunda declaración.
Retomé mi camino viendo como cada vez la casa se hacía más grande hasta
que me encontré justo delante de la puerta en la que los dos de seguridad
esperaban a mi señal para abrir la puerta. En teoría tendría que estar deseosa
de volver a ver a mi familia, pero sólo en teoría porque en mi interior no
podría soportar que me recriminasen lo de Tom aunque lo entendería. Pero esta
noche en la que la nieve caía sin cesar y pasaba inadvertida para mí, no me
sentía con ganas de escuchar nada que no fuese su voz.
Levanté la cabeza tras dudarlo varias veces haciendo que los dos
hombres que velaban por la seguridad de mi familia, abriesen las enormes
puertas que me separaban de ellos.
La luz tenue del interior hizo que cerrase los ojos por unos segundos.
Cuando los abrí vi a mis padres, a mis hermanos y a mis abuelos, pero no veía a
Tom... Un momento, ¡¿Mis abuelos?!
No me dio tiempo a fijarme bien porque los brazos de mi madre hicieron
que me centrase en ella. Sus llantos me hacían daño en lo más profundo de mi
corazón. La abracé yo también como tantas veces había hecho. Quería llorar de
felicidad pero me era imposible derramar una lágrima más que mis venas no
tenían.
-Ya estás en casa, pequeña.- Mi padre me besó en la frente y agarró a
mi madre para que se separara de mí antes de que me rompiera algún hueso.
-Lilith, mi querida Lilith...- Los brazos de aquella mujer a la que
amaba me rodearon con delicadeza. Esa mujer a la que hacía tanto tiempo que no
veía, que me había dado más amor cuando más lo necesitaba, la que me
comprendía, la que sabía lo que sentía en cada momento... Mi abuela, mi amada
abuela, estaba aquí.
-A... abuela.- Se separó de mí con su dulce sonrisa para dejar que mi
abuelo se acercara. Sabía que tenía que arrodillarme ante él pero no tenía
fuerzas para hacerlo.
-Nadie podrá romper jamás el Vínculo, Lilith.- Me cogió la mano y me
dio una especie de navaja de plata.
-¿Qué...?- No me dio tiempo a responder cuando una avalancha de
personas lo borraron de mi campo de visión. Bill, Mara, Nate, Andreas,... mis
queridos hermanos me abrazaron a la vez. Todos me hablaban pero yo sólo
escuchaba un tremendo alboroto en mis oídos. No podía escuchar una palabra más.
Todos se separaron de mí dejándome aturdida por varios segundos. Cuando
miré hacia delante, lo vi. Venía andando hacia mí, con paso tranquilo y sin
ninguna expresión en el rostro... como siempre. La tensión que se palpaba en el
ambiente no me dejó indiferente. Cuando se paró justo delante, fue el momento
en el que mis piernas dejaron de soportar mi cuerpo y caí de rodillas ante él.
-Lo siento.- Bajé la cabeza porque me sentía indigna de mirarle a los
ojos.- Lo siento mucho.- Sentí corrientes eléctricas en mi cuerpo cuando Tom me
agarró el brazo y me obligó a levantarme. Yo seguía sin poder mirarlo porque no
soportaría ver reflejado en su cara el odio que me tenía.- Perdó...- Un fuerte
golpe en mi mejilla me hizo casi caer de no haber sido porque mi brazo aún
estaba sujeto por mi hermano.
-¿Cómo puedes ser tan estúpida?- Sonreí al escuchar su voz, como si me
hiciese olvidar todo lo que había pasado.
-Lo siento.- La mano con la que me había pegado me agarró el otro brazo
haciendo que lo mirase. Me veía reflejada en sus ojos como nunca antes lo había
hecho.- Yo no quería hacerte daño, no sé qué me pasó.- La imagen de Tom cada
vez se me hacía más borrosa. Mi cuerpo había llegado a su límite y pronto se
quedaría sin fuerzas para permitirme hablar.
-He aceptado algo sin preguntarte.- Susurró en mi oído.
-Nunca lo haces...
-¿Conoces el Vínculo de Sangre?- ¿No era eso lo que había dicho el
abuelo?
-No.
-Entonces dilo.- Luchaba con todas mis ganas para seguir con los ojos
abiertos.- Di que me amas y que quieres estar conmigo para siempre.- Cerré los
ojos por un instante simplemente para centrarme en sus palabras.
-¿Por qué debería hacer eso?- Le pregunté. Sabía que no contestaría
pero lo que fuera que dijese, mi corazón sin vida latiría.
-Porque necesito saber que sientes lo mismo que yo.- Abrí los ojos de
par en par ante tan extraña confesión. Se separó de mí sin apartar la mirada.-
¡Miembros del Consejo, abuelo, padre!- Cuando quise darme cuenta, estábamos
rodeados de todos los mencionados por Tom. Nos encontrábamos en medio de un
enorme círculo formado por nuestra familia que se había colocado a nuestro
alrededor.- ¡Acepto unirme a mi hermana en Vínculo de Sangre para conservar
nuestra sangre, para dar a mi especie un nuevo líder que la haga prosperar y
porque... porque...!- Tom clavó de nuevos sus ojos miel en los míos mientras en
su cara se esbozaba la más hermosa de las sonrisas. Yo no entendía nada, pero
le imité.- Porque lo que siento, ningún ser en el universo podrá comprender
jamás...- Eso lo dijo en un tono más bajo, un tono que hizo que los demás se
esforzasen para escucharlo, pero que en mí, las palabras se repetían una y otra
vez...
-Lilith, es tu turno.- Mi abuelo me ordenó algo que ni yo misma sabía.
¿Qué se suponía que tenía que hacer? Lo único que se me pasaba por la cabeza
era lo que durante tanto tiempo había deseado decirle delante de todos, sin
miedo, sin ocultarme ni avergonzarme de mis sentimientos...
-Te amo.- Todos se quedaron en silencio durante unos largos segundos
hasta que él lo rompió.
-Córtame.- Tom me señaló la navaja que tenía en la mano y la cual,
había pasado desapercibida para mí desde que lo vi.- La muñeca.- Me tendió su
brazo dejando a mi vista las venas marcadas de su brazo. Asentí y posé aquel
utensilio brillante en su muñeca haciendo presión lentamente hasta que se formó
un pequeño camino rojo.- Bebe.
-¿Delante de todos?- Mi hermano asintió sin darle importancia a mi
nerviosismo. Me acerqué a su muñeca y olí el hermoso aroma que desprendía su
sangre. Mis colmillos no aparecieron para clavarse en su piel, sino que tuve
que lamer la herida que yo misma le había causado para poder deleitarme con ese
magnífico elixir. La herida se cerró a los pocos segundos, dejándome con ganas
de más.- Dame tu brazo.- Obedecí sin pensármelo dos veces. Todo esto era muy
extraño, no estaba entendiendo nada pero me sentía en la obligación de hacerlo,
es más, quería hacerlo porque era lo que todo mi cuerpo me pedía.
Tom agarró mi brazo y se acercó mi muñeca a la boca. Sentía su aliento
chocar contra mi piel y provocarme escalofríos por todo el cuerpo. Empezó a
lamer hasta que clavó sus colmillos en las debilitadas venas de mi muñeca. No
pude evitar emitir un quejido de dolor ya que se clavaron tan fuerte que
dejarían marca. Tras varios segundos en los que mis ojos y mi cuerpo cada vez
se hacían más pesados, paró.
Sus pupilas habían vuelto al color del pecado que habíamos compartido
con todos. En ese momento, cada célula de mi cuerpo luchaba por absorber lo más
mínimo de la sangre de Tom pero no era la suficiente como para abastecerme.
Agarré su camiseta para evitar caerme. Todo había empezado a darme
vueltas, ni siquiera era capaz de reconocerlo. Veía bultos y sombras, escuchaba
ruidos incoherentes y sólo una frase que marcaría el resto de mi vida...
-El Vínculo de Sangre ha sido sellado.
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